Al día siguiente, dejamos el hotel con la intención de ir al puesto de TAP en el aeropuerto. Luego, como sólo habíamos llevado equipaje de mano y era muy cómodo, pensábamos ir al outlet de Nueva Jersey. Porque esa es otra, cuando compramos los vuelos, una de las razones fue que el vuelo de vuelta salía desde el JFK, por lo que pensamos que así, podríamos aprovechar más. Tiempo después, en uno de los múltiples cambios que nos hicieron, el vuelo de vuelta resulta que salía de Newark.
El caso es cuando llegamos a Newark y encontramos el puesto de TAP, estaba cerrado. Esperamos y esperamos hasta que preguntamos a otro trabajador (por la zona todos los puestos de las compañías estaban cerrados) y nos dijo que, como el vuelo no salía hasta las 17:00, el de TAP no vendría hasta justo cuando fuera a empezar la facturación. Y ya está.
A lo tonto, había pasado ya demasiado tiempo como para que nos compensara ir hasta el outlet. Y eso que el autobús pasaba cerca del aeropuerto... Pero calculábamos que hubiésemos tenido una hora útil allí, más o menos, y con la tensión de la incertidumbre, decidimos gastar nuestros últimos 10$ en efectivo en un Dunkin' Donuts.
Lo irónico de todo fue que poco antes de que abrieran el puesto me contestaron por Facebook Messenger con los nuevos billetes electrónicos. Nos habían hasta hecho ellos la facturación (menos mal que no habíamos cogido equipaje extra, porque al principio contemplábamos lo típico de comprar una maleta en el outlet para llevar las nuevas adquisiciones...). Total, que tanto esperar a que abrieran para, justo cuando estaban abriendo, tenerlo todo.
El vuelo transcurrió bien. Llegamos a Lisboa con dos horas de margen y, esta vez, no hubo retrasos excesivos... Y de Lisboa a Madrid no hubo novedades.
De vuelta en España, tardé meses (hay hasta 5 años de plazo, por lo que, aunque quería dar el asunto por zanjado, sabía que podía esperar a estar bien) en poder sentarme a buscar información sobre qué formularios presentar, etc. Tal era el malestar que me había dejado. Y con todo y con eso, no fue fácil. Fui poco a poco porque se me hacía muy pesado, la verdad, y eso que este tipo de cosas no me son ajenas... Pero el caso es que hice fotos a todo, escribí el relato de los hechos en español, luego lo traduje al inglés, y me cansé de buscar en su página web información y de llamar a sus oficinas para lo mismo. Me informé y descargué también los formularios de AESA.
Al final, encontré el apartado correcto de todos los de su página y subí la documentación. No obstante, los campos a rellenar y para subir pruebas no están muy bien hechos, por lo que me quedaba la duda de si lo había hecho bien... Por ello, cuando pasaron los 30 días de plazo que tienen que contestar a la primera reclamación, antes de poder recurrir a AESA volví a enviarlo todo a una dirección que me habían dado por teléfono: docs@flytap.com (luego en otra llamada me dijeron que ahí no era), lo envié hasta a direcciones de TAP que no tenían que ver (por ejemplo, miles@tapmilesandgo.com) con la esperanza de que lo redirigieran. Cada mes hacía algo, porque el formulario de AESA me parecía muy complejo y al haber sido un vuelo con tantas escalas y cambios de billetes, de localizador, no me parecía tan apto para este caso. Ahora pienso que podría haber contactado con AESA para pedir información más concreta para mi caso, pero también es cierto que no me pilló en mi mejor momento personal, por lo que las cosas se me hacían muy cuesta arriba.
Volví a subir hasta en tres ocasiones la documentación al formulario de la página web, probando distintos campos cada vez. Y, cuando ya me había puesto un plazo para hacerlo a través de la AESA, un año y un mes después del viaje y nos 8 meses después de la primera reclamación, nos pagaron. Se limitaron a la indemnización de 600€ por persona, aunque yo pedí más al principio, porque los 600 € eran lo que nos correspondía por el mero hecho del retraso al hacernos perder la escala al ir, pero luego estaba lo del retraso en la pista de aterrizaje al llegar, lo de habernos borrado de la lista de pasajeros para la vuelta, lo de no dejarnos seleccionar el menú vegetariano... y, como resultado de todo ello, los casi dos días que nos habían hecho perder de viaje. Podría haber luchado el resto, al final, es una demanda sencilla y, por el importe, no se necesita ni abogado ni procurador, pero decidimos que no compensaba y poner cerrar este episodio tan desagradable. Hay cosas que, aunque parezcan tonterías, nos calan hondo.
