Esta ruta la tuvimos en mente durante mucho tiempo, pero nunca terminaba de caer por unas causas u otras, pese a ser muy asequible y tenerla bastante cerca de casa. Al fin, aprovechando el tiempo primaveral de mediados de este mes de febrero, decidimos iniciar nuestra particular temporada senderita afrontando esa asignatura pendiente.
Machotas Alta y Baja, a la izquierda, vistas desde lo alto del Monte Abantos (1.763 metros), donde habíamos subido tras una ruta de senderismo anterior, cuyo relato figura en otra etapa de este diario.


Las Machotas (Alta y Baja) son dos elevaciones montañosas de la parte madrileña de la Sierra de Guadarrama, que por diversos fraccionamientos quedaron separadas del eje principal de las montañas, quedando convertidas en dos montes-islas, cuya mayor altitud alcanza los 1466 metros. Se encuentran en los términos municipales de Zarzalejo, El Escorial y San Lorenzo del Escorial. Es posible coronar ambas cimas en una ruta de senderismo, cuyo inicio parte de Zarzalejo o también desde el sitio conocido como la Silla de Felipe II, una peña con asientos labrados, cerca de San Lorenzo del Escorial, que se asoma al Monasterio, desde donde, según se asegura, el rey supervisaba los trabajos de su colosal obra arquitectónica. Este lugar dista unos 50 kilómetros del centro de Madrid y con tráfico normal se tarda en llegar algo menos de una hora. Decidimos empezar allí.
Itinerario para llegar a la Silla de Felipe II desde Madrid según Google Maps.


En la página de turismo de la Comunidad de Madrid comprobé que la longitud de la ruta es de 8,6 kilómetros y su duración aproximada de unas cuatro horas. Asimismo, está disponible la descarga de mapas GPX y KMZ, aunque nosotros optamos por seguir una ruta de wikiloc (hay varias opciones). Si al hacer senderismo es importante llevar GPS y un track, en las caminatas que recorren la Sierra de Guadarrama, sobre todo las del entorno de la Pedriza, resulta imprescindible, pues la señalización de las rutas en la Comunidad de Madrid lamento decir que no siempre está ni se la espera
.


Normalmente, no subo a wikiloc las rutas que hacemos, pues con frecuencia nos equivocamos de camino, tenemos que retroceder o damos alguna que otra vuelta de más, con lo cual no me parece correcto añadir itinerarios peores que los que están disponibles, pudiendo incluso confundir a la gente. Sin embargo, suelo conservar una copia privada de nuestros itinerarios para poder consultarlas posteriormente. Y ese día arrojó los siguientes datos y perfil.
Distancia: 9,99 kilómetros
Duración: 5 horas 59 minutos (con muchas paradas, fotos, bocata…)
Altitud mínima: 1.002 metros
Altitud máxima: 1.414 metros
Grado de dificultad: no tiene especiales dificultades técnicas y se le suele calificar como fácil, aunque, en mi opinión, sería moderado por los motivos que explicaré después.


La mañana se presentaba estupenda, despejada y con una temperatura en torno a los dieciséis grados, que nos hizo incluso pasar calor durante los tramos más empinados. Al ser un día laborable, aparcamos sin problemas en el pequeño parking de la Silla de Felipe II, cuyo mirador hemos visitado muchas veces y que, como suele pasar, estaba muy concurrido con un grupo de escolares de excursión, tomándose un bocata. No resistimos la tentación de echar otro vistazo para hacer la correspondiente foto, si bien tuve que hacer malabares para evitar la multitud de jóvenes cabezas que nos rodeaban.
Panorámica de San Lorenzo de El Escorial desde la Silla de Felipe II.
En esta foto, tomada en otoño, se ve la "silla· y la vegetación que rodea al Monasterio.



A continuación, comenzamos la ruta, buscando la marca roja y blanca de un sendero GR que no sé cuál es. Proseguimos subiendo unas escaleras de piedra que nos llevaron a la Casa del Sordo, para internarnos después en el bosque de la Herrería, de robles y castaños, desnudos de hojas al ser invierno y que aportaban un tono grisáceo al entorno; aunque algunos almendros ponían ya con sus flores una nota de color.





Llegamos a una barrera sobre una pista asfaltada que actualmente solo pueden utilizar los guardabosques y demás personal y vehículos autorizados. Tomamos un sendero hasta llegar a una cancela giratoria que cruzamos. Siguiendo aún la marca roja y blanca del GR, ascendimos en paralelo al muro de una finca que tuvimos que atravesar más tarde, a la izquierda. Aquí hay que ir atentos porque es fácil continuar de frente y equivocarse.





Al cabo de un par de kilómetros, alcanzamos el collado de Entrecabezas, que separa la Machota Alta de la Machota Baja y, además, comunica con el sendero que enlaza la Silla de Felipe II con Zarzalejo. En este punto, hay que decidir a qué Machota queremos ir, pues hacia la derecha, se sube a la Alta y hacia la izquierda, se va a la Baja. En nuestro caso, preferimos hacer la Machota Alta primero, con lo cual traspasamos un rústico cerramiento metálico, modelo somier, que hay que separar y volver a colocar para que no salga el ganado.


A partir de este punto, el ascenso se complica algo, ya que empiezan a aflorar las piedras y hay que ayudarse con las manos para salvar alguna que otra roca bastante alta. Nada complicado en realidad, salvo que haya llovido, pues el suelo puede estar resbaladizo. De hecho, nos encontramos barro en algún punto.



La parte intermedia es la peor, pues al final la pendiente suaviza bastante y simplemente hay que dejarse llevar por un sendero bien marcado entre la pradera hasta el Pico del Fraile, de 1.466 metros de altitud, que se identifica perfectamente por su roca triangular en lo más alto que se asemeja a la capucha de un monje. Habitualmente, es el otro nombre que se le da a la Machota Alta, aunque hay quien sitúa esta última en un lugar cercano, a unos trescientos metros.



Desde aquí, la vista de San Lorenzo del Escorial, el Monasterio y la vertiente madrileña de la Sierra de Guadarrama es fantástica, especialmente en un día claro como era el caso. También se distinguía perfectamente el Embalse de Valmayor (el segundo por su capacidad de la Comunidad después del del Atazar y casi lleno en la actualidad, afortunadamente) y, al fondo del todo, el perfil de los edificios más altos de Madrid, con las cinco torres a la cabeza. En vivo se apreciaban mucho mejor que en la foto.



Estuvimos un buen rato contemplando el panorama hacia la otra vertiente, con vistas a la carretera que conduce al Puerto de la Cruz Verde y los montes aledaños que se mostraban a contraluz.



Allí, con unos panoramas soberbios, tomamos nuestro bocata, rodeados de un buen surtido de enormes rocas, cuyas peculiares formas te obligan a dejar volar la imaginación. Incluso, hay una roca con nombre propio, a la que se conoce como "el puzzle". La razón es evidente.




Más tarde, con la constante referencia visual la Machota Baja, nuestro siguiente destino, descendimos por un sendero paralelo al que habíamos seguido para subir, hasta llegar a otro cerramiento muy próximo y similar a la puerta que atravesamos anteriormente, en el collado de Entrecabezas.



Allí, giramos a la izquierda, tomando un sendero que no tardó en picar hacia arriba y hacerse más estrecho. Cuando aparecieron las piedras, el camino se volvió bastante incómodo, especialmente un tramo intermedio muy cuesto, de roca rota. A nuestra espalda, divisábamos el risco del Fraile con su peculiar pico.


Las vistas seguían siendo espléndidas, mostrándonos la panorámica ya conocida desde un ángulo algo diferente. Entonces, localizamos a lo lejos el punto geodésico de la Machota Baja, si bien antes de afrontar el último tramo tuvimos que salvar una ladera rocosa. En fin, que está Machota es más baja, pero me pareció más “matona”, más del tipo “pedriza”, para entendernos, al menos lo harán los habituales de la zona.





La Machota Baja, de 1.410 metros de altitud, está formada por un conjunto de grandes rocas, en cuya base se extiende una especie de pequeña explanada que sirve de fantástico balcón hacia el Embalse de Valmayor y la Pedriza, con Madrid, al fondo... Una auténtica gozada.


Lo que no hicimos fue trepar los seis o siete metros que nos faltaban hasta el punto geodésico, situado en la amalgama de rocas. La verdad, a esas alturas, con el calor que sentíamos y con las piernas algo cansadas, no nos apetecía ponernos a “escalar”.


Ya solo nos faltaba bajar nuevamente al collado de Entrecabezas y, luego, volver por el mismo camino que habíamos traído, aunque, al final, siguiendo el track, nos desviamos para tomar la pista asfaltada, que nos condujo al Mirador del Entorno del Monasterio, que no nos ofreció, ni mucho menos, mejores vistas que las que habíamos contemplado, por eso no voy a poner ninguna foto de allí. No obstante, el panel informativo, aunque estaba roto y vandalizado, nos ayudó a fijar cada pico con su nombre respectivo: Abantos, Siete Picos, Navacerrada, Peñalara, la Bola del Mundo la Maliciosa, Cuerda Larga, La Pedriza… ¡Cuánto me gusta la Sierra de Guadarrama!





Desde la pista asfaltada conseguimos una de las panorámicas más impresionantes del Monasterio del Escorial por su proximidad, y, apenas cien metros después, llegamos al aparcamiento de la Silla de Felipe II, concluyendo la excursión.

En definitiva, una ruta muy interesante, con unas panorámicas impresionantes. No es muy larga ni especialmente complicada para senderistas habituales, si bien, en mi opinión, habría que matizar la calificación que se le suele dar a esta ruta como “fácil”, ya que puede confundir a algunas personas. Y es que no se trata de un paseo para todo el mundo, pues el desnivel alcanza los 570 metros, los senderos tienen piedras y en ocasiones hay que ayudarse con las manos para pasar tramos con rocas altas. Además, con lluvia el terreno puede ponerse muy resbaladizo. En verano, habrá que llevar cuidado con el sol y el calor; y, en invierno, con el hielo, la nieve y la niebla. Por lo demás, totalmente recomendable.
