Desde Twizel a Mount Cook Village (Aoraki en maorí) hay 65 kilómetros, unos tres cuartos de hora por la carretera 80, que avanza a orillas del lago Pukaki.
La carretera tiene unas vistas espectaculares, tanto cuando va junto al lago con el agua azul celeste como cuando lo hace junto a la llanura de inundación del río Tasman. Siempre se va viendo el Monte Cook al fondo, cada vez más cerca.

En Mount Cook Village se encuentra el centro de visitantes del parque nacional y allí nos dirigimos por la mañana para planificar nuestra jornada, pues no teníamos muy claro cómo se visita el parque.
Allí vimos que, una vez en el centro de visitantes, bien poco se puede recorrer en coche, salvo para acercarse a los aparcamientos desde donde salen los senderos que se adentran en las montañas.
Hay una serie de senderos que llegan hasta los tres lagos glaciares: Tasman, Hooker y Mueller. Existen otros senderos que se adentran en el bosque alrededor de Monte Cook Village y que se pueden hacer desde el propio centro de visitantes. El resto, es pura escalada hacia las cumbres de los Alpes del Sur.
Decidimos empezar por ir a lo que estaba más apartado: el Blue Lakes and Tasman Glacier Trail que se encontraba a 15 minutos en coche desde el centro de visitantes. Se trata de un sendero corto: 2.5 kilómetros ida y vuelta y 1 hora para hacerlo. La ida es en subida y hay que desviarse algo del sendero principal para ir a los Blue Lake. En esa época no tenían apenas agua y estaban cubiertos de vegetación.
Las márgenes del lago Tasman son de arena y grava gris de la morrena glaciar y del mismo color está teñida su agua. Al fondo del lago se encuentra la lengua del glaciar, que no se distingue apenas de las morrenas laterales porque tiene el mismo color gris.

De retorno a Mount Cook Village, nos fuimos a hacer el sendero más popular y más largo: El Hooker Valley Track, de 10 kilómetros ida y vuelta y que, con sus paradas, toma unas cuatro horas.
La caminata comienza por una zona llana y, a tramos, discurre entre arboleda, hasta llegar al río Hooker que se pasa por un puente flotante. Como el puente admite un número máximo de 20 personas y el sendero estaba muy concurrido, había que esperar turno para pasar.
Desde este primer puente hay una magnífica vista del lago Mueller, por cuya orilla continúa después el sendero. A partir de aquí, todo el camino es en una ligera ascensión (el desnivel total es de unos 150 metros), fácil de andar.

Después de pasar dos puentes más se llega al lago Hooker, cansados porque ese día hacía bastante calor y el camino es a pleno sol, sin sombras desde su parte inicial. En el trayecto, nos cruzamos con gente llevando niños a sus espaldas y hasta con un carrito de bebé.
Al coronar el último repecho que da al lago, te arrastra un auténtico vendaval que baja desde el glaciar y hay que volverse a poner la ropa de abrigo porque el aire es frío.
El agua del lago también tenía un color grisáceo y sobre ella flotaban témpanos de hielo grises desprendidos del frente de la lengua del glaciar que se vislumbraba al fondo.

El día estaba muy despejado, con sólo algunas nubes blancas aisladas, de tal manera que la cumbre del Monte Cook se veía completa. Este lago es el punto más cercano que estuvimos de él. La lengua del glaciar Hooker, de 11 kilómetros de longitud, desciende desde su ladera norte que es la más conocida por ser su silueta un emblema de Nueva Zelanda.

En el lago Hooker pasamos un buen rato, tomando fotos de los témpanos de hielo que se acercaban al borde del lago y comiéndonos un bocadillo antes de empezar el regreso, que era por el mismo camino.
El resto de la jornada lo dedicamos a hacer los cortos senderos dentro del bosque que hay en torno a Mount Cook Village y, de vuelta hacia Twizel, hicimos alguna parada más en los miradores hacia el lago Pukaki.
Al día siguiente, nos pondríamos en ruta para empezar a recorrer la carretera de la Costa Oeste.