Dejamos Skogar bajo la lluvia, y tras avanzar menos de 12 kilómetros nos encontramos con un desvío hacia la carretera 221 (perfectamente asfaltada) que en pocos minutos nos conduce a un parking (de pago) junto a la lengua del glaciar Sólheimajökull. Aquí tienes baños, un bar-restaurante y puedes contratar excursiones sobre el glaciar con un guía y el equipo adecuado. Tras un breve paseo, llegamos al glaciar, que es una de las lenguas por las que descarga el Mýrdalsjökull que, con 535 kilómetros cuadrados de superficie, es el cuarto más extenso de la isla. La lengua del Sólheimajökull mide aproximadamente 11 kilómetros de largo y entre uno y dos de ancho. Nace aproximadamente a 1.350 metros de altura, cerca del extremo sudoccidental del Mýrdalsjökull, para descender hasta apenas un centenar de metros sobre el nivel del mar.
La primera medición del glaciar se realizó en 1930. Desde entonces, ha retrocedido prácticamente dos kilómetros. Junto al Glaciar encontramos una laguna glaciar, que es fruto de este retroceso, pues comenzó a formarse en fecha tan reciente como 2011. Aquí pudimos apreciar nuestros primeros icebergs. Nos llamó mucho la atención que no hay absolutamente nada que te impida caminar sobre el glaciar ni acceder a la laguna. Se ve que aquí impera el sentido común y la gente cuida la naturaleza como se merece..
La primera medición del glaciar se realizó en 1930. Desde entonces, ha retrocedido prácticamente dos kilómetros. Junto al Glaciar encontramos una laguna glaciar, que es fruto de este retroceso, pues comenzó a formarse en fecha tan reciente como 2011. Aquí pudimos apreciar nuestros primeros icebergs. Nos llamó mucho la atención que no hay absolutamente nada que te impida caminar sobre el glaciar ni acceder a la laguna. Se ve que aquí impera el sentido común y la gente cuida la naturaleza como se merece..

Con tantas emociones se nos había hecho tarde y aún no habíamos comido. Así que aprovechamos uno de los innumerables “merenderos” (así los llamaba yo) que nos íbamos encontrando junto a la carretera para preparar nuestras nutritivas ensaladas de lentejas y comer en un entorno inmejorable. Hacía buen tiempo, pero no contábamos con el viento. El viento en Islandia es una cosa increíble, cuando se levanta es gélido y bastante fuerte, así que no nos pudimos entretener mucho. Era ya media tarde cuando partimos, los frailecillos nos esperaban.
Una de mis mayores ilusiones al visitar Islandia era ver los frailecillos. Los frailecillos son el ave nacional del país, al menos de facto, tal y como puede verse en cualquiera de las tiendas de souvenirs de Islandia. Entre finales de mayo y mediados de agosto, cuando la climatología es más suave y las horas solares mucho más prolongadas, estas pequeñas aves anidan por millones en los riscos de los acantilados del país. Les tengo especial simpatía a estos animalillos. Así que tenía bastantes expectativas en los acantilados de Dyrhólaey.
Poco después nos desviamos en la carretera 218 y nos dirigimos hacia allí. A llegar encuentras un parking de pago con aseos, nada más. Tanto Gloria como yo habíamos preparado las cámaras con nuestros teleobjetivos por si tocaba la flauta… y vaya si tocó!! A lo lejos vimos a un buen grupo de gente haciendo piña ante un acantilado, y allí estaban los frailecillos a pocos metros de distancia. Parecía que estaban posando para la sesión… hasta que se cansaron y se marcharon, pero fueron unos minutos difíciles de olvidar. Yo ya había conseguido la hazaña del día, estaba de lo más contento. El extraordinario paisaje y fue lo de menos…
Una de mis mayores ilusiones al visitar Islandia era ver los frailecillos. Los frailecillos son el ave nacional del país, al menos de facto, tal y como puede verse en cualquiera de las tiendas de souvenirs de Islandia. Entre finales de mayo y mediados de agosto, cuando la climatología es más suave y las horas solares mucho más prolongadas, estas pequeñas aves anidan por millones en los riscos de los acantilados del país. Les tengo especial simpatía a estos animalillos. Así que tenía bastantes expectativas en los acantilados de Dyrhólaey.
Poco después nos desviamos en la carretera 218 y nos dirigimos hacia allí. A llegar encuentras un parking de pago con aseos, nada más. Tanto Gloria como yo habíamos preparado las cámaras con nuestros teleobjetivos por si tocaba la flauta… y vaya si tocó!! A lo lejos vimos a un buen grupo de gente haciendo piña ante un acantilado, y allí estaban los frailecillos a pocos metros de distancia. Parecía que estaban posando para la sesión… hasta que se cansaron y se marcharon, pero fueron unos minutos difíciles de olvidar. Yo ya había conseguido la hazaña del día, estaba de lo más contento. El extraordinario paisaje y fue lo de menos…

La mayor atracción de la zona de son los acantilados, de más de 100 metros de altura y casi perpendiculares. Éstos son un popular lugar de anidamiento para las aves migratorias (frailecillos, gaviotas, charranes árticos, etc). Desde ellos, un acantilado de más de 150 metros de largo con dos arcos justo por encima del nivel del mar se adentra en el mar como una pequeña península. Forman ventanas o puertas rocosas y se cuentan entre los lugares más fotogénicos de Islandia. En lo alto de los acantilados se alza un pequeño faro de 1910 con una base cuadrada poco característica.

El cabo Dyrhólaey está rodeado a ambos lados por largas extensiones de playas de arena volcánica negra que se extienden sin fin más allá del horizonte. Justo debajo de los acantilados se encuentra la playa de Kirkjufjara, de fácil acceso y con hermosas vistas de la puerta del acantilado desde el nivel del mar. Al oeste se extiende una de las playas más famosas de Islandia, Reynisfjara,con sus icónicas formaciones de basalto, a la que acudimos tras abandonar este fabuloso lugar (bajando por la carretera 215, en buen estado).
Una vez en la Black Sand Beach de Reynisfjara te sentirás inmediatamente como en una película de vikingos. Se trata de un lugar absolutamente salvaje… una playa extremadamente bella y también peligrosísima a la vez. El peligro está causado por un fenómeno llamado "olas rastreras" (sneaker waves), que pueden aparecer de forma totalmente inesperada incluso en días soleados y mar en calma. Estas olas llegan a la orilla y se llevan literalmente el suelo (la arena) de debajo de los pies. A partir de aquí sólo hay un paso hacia el desastre, sólo tienes que tambalearte, caer y las olas te arrastrarán hacia el mar, de donde será muy difícil salir. Las olas rastreras parecen realmente inofensivas y muchos turistas incluso "juegan" con ellas acercándose lo más posible al agua y luego huyendo de las olas entrantes. Ahora, dejando de lado el peligro de Reynisfjara (que también constituye uno de sus encantos), esta playa de arena volcánica es sencillamente increíble. A un lado verás los famosos islotes de Reynisdrangar,de 60 metros de altura, sobresaliendo de entre el océano a 100 metros de la orilla y que muy probablemente reconozcas si eres fanático de Juego de Tronos.

Reynisdrangar, como todo en Islandia, tienen su dosis de folklore adjunto: se dice que son los restos de un par de Trolls que rescataron un navío naufragado, pero al traerlo a la orilla fueron interceptados por el amanecer y convertidos en piedra para siempre. Otra leyenda popular, un poco menos optimista, cuenta como estos dos trolls fueron responsables del asesinato de una mujer en el pueblo, y que su esposo, en venganza, logró engañarlos para mantenerlos al descubierto hasta que los primeros rayos de luz solar los convirtieran en piedra. Queda de tu parte escoger cual leyenda prefieres creer… Fuera de las leyendas, la playa está abarrotada de gente, y no vimos olas especialmente peligrosas ni a la gente arriesgarse en exceso. Dejamos el coche fuera de la zona de aparcamiento, si caminas un poco puedes ahorrar en el parking. Junto a la playa tienes restauración y aseos.

Tras un día repleto de emociones fuertes decidimos dirigirnos hacia nuestro alojamiento en Vik. Primero haríamos el check-in para posteriormente visitar el pueblo .El Hostel Puffin ha sido el peor alojamiento en el que hemos dormido en Islandia. La habitación era pequeña, situado en un segundo piso sin ascensor y con unas escaleras empinadísimas. Para más inri, el baño más cercano estaba en el primer piso y no tenía ducha, para eso a la planta baja… sin comentarios. La cocina y el salón no estaban mal, pero no eran grandes, así que tuvimos que hacer tunos para cenar y desayunar. Por cierto, aquí volvimos a coincidir con la pareja de Madrid, no estuvo mal compartir desventuras con ellos durante la cena.
Tras dejar lo justo en la habitación, salimos a conocer el pueblo. Con apenas 300 habitantes, la localidad de Vík tiene poco que ofrecer más allá de su maravillosa ubicación, ideal para descubrir los maravillosos lugares que la rodean. Eso sí, alojamientos y restaurantes no le faltan, y tampoco gasolineras (aprovechamos para llenar por primera vez el depósito). Pero lo mejor es laVíkurkirkja una pequeña iglesia luterana, con una arquitectura similar a las del resto del país que fue construida a principios del siglo XX. Destaca principalmente por ofrecer unas magníficas vistas panorámicas de Vík y su costa (ubicación fotográfica top). Tras este relajado paseo, decidimos que ya era suficiente por hoy y nos retiramos a descansar.
Tras dejar lo justo en la habitación, salimos a conocer el pueblo. Con apenas 300 habitantes, la localidad de Vík tiene poco que ofrecer más allá de su maravillosa ubicación, ideal para descubrir los maravillosos lugares que la rodean. Eso sí, alojamientos y restaurantes no le faltan, y tampoco gasolineras (aprovechamos para llenar por primera vez el depósito). Pero lo mejor es laVíkurkirkja una pequeña iglesia luterana, con una arquitectura similar a las del resto del país que fue construida a principios del siglo XX. Destaca principalmente por ofrecer unas magníficas vistas panorámicas de Vík y su costa (ubicación fotográfica top). Tras este relajado paseo, decidimos que ya era suficiente por hoy y nos retiramos a descansar.
