Al partir hacia el norte comienzo a notar que algo no va bien en el coche. Al frenar hace un ruido bastante estridente y no frena bien. Así que nos ponemos en contacto con la agencia de alquiler y así estamos el resto de la tarde, gestionando este tema que nos puede complicar bastante el viaje. A pesar de este inconveniente, continuamos avanzando hacia el norte, aunque con las precauciones derivadas del mismo. Nos detenemos en un aparcamiento con vistas a la montaña de Búlandstindur, un lugar precioso, aunque con un viento que casi no nos dejó salir del coche. Ante el imprevisto, decidimos cancelar la visita al fiordo de Mjófjordur (carretera 953), más vale no arriesgarse a un posible incidente, y hemos leído que recorrer esta carretera no es precisamente fácil.


Tras una pesada tarde de conducción y nervios nos dirigimos directamente hacia Seydisfjördur un colorido pueblo pesquero del este de Islandia de solo 700 habitantes que ha conseguido convertirse en la capital bohemia del país y una de las paradas obligatorias.
El camino resulta sencilo, dejamos a un lado la población de Egilstaddir, nos desviamos por la carretera 93. Esta carretera de 25 kilómetros te ofrece paisajes de todo tipo. Empiezas a ascender durante varios kilómetros hasta llegar a un mirador con vistas impresionantes al lago, a Egilstaddir y a muchas montañas en la distancia. Incluso puedes observar Snæfell, la montaña más alta del país. Después de cruzar la cima del puerto, comienza una pronunciada bajada donde en todo momento ves el fiordo y la localidad de Seydisfjördur, a la que se llega en pocos minutos. En este pueblito puedes encontrar calles pintadas de arcoíris, street art, artesanías, comida rica, el único cine del este de Islandia, algunas rutas de senderismo y el ferry que une Islandia con las Islas Feroe y Dinamarca.
El camino resulta sencilo, dejamos a un lado la población de Egilstaddir, nos desviamos por la carretera 93. Esta carretera de 25 kilómetros te ofrece paisajes de todo tipo. Empiezas a ascender durante varios kilómetros hasta llegar a un mirador con vistas impresionantes al lago, a Egilstaddir y a muchas montañas en la distancia. Incluso puedes observar Snæfell, la montaña más alta del país. Después de cruzar la cima del puerto, comienza una pronunciada bajada donde en todo momento ves el fiordo y la localidad de Seydisfjördur, a la que se llega en pocos minutos. En este pueblito puedes encontrar calles pintadas de arcoíris, street art, artesanías, comida rica, el único cine del este de Islandia, algunas rutas de senderismo y el ferry que une Islandia con las Islas Feroe y Dinamarca.

La fundación de este pueblito pesquero se remonta al siglo XIX cuando pescadores noruegos se establecieron en el fiordo por la abundante pesca de arenque. Sin duda su lugar más conocido es su centro de culto (Seydisfjardarkirkja). Esta iglesia de color azul pastel es seguramente el edificio más famoso de todo el este de Islandia. El arco iris que decora el asfalto de la calle principal de Seydisfjördur finaliza en la entrada de la iglesia convirtiéndose en otra foto típica del lugar. La historia de este edificio es bastante trágica ya que en menos de 150 años ha sido destruida dos veces, una por una fuerte tormenta y otra por un incendio. El interior de la iglesia es bastante austero, nada que ver con el exterior.

Resulta imperdible pasear por la calles del pueblo repleto de casitas de colores con la vistas del fiordo. Desde los montes colindantes caen pequeñas cascadas por todas partes, y una de ellas, quizás la más llamativa va a parar al mismo pueblo. Se trata de Búdareyrarfoss. Vale la pena acercarse caminando a apreciar su belleza de cerca.

Por primera vez desde que estamos en Islandia sentimos un frío intenso (3-4 grados), que acompañado por el viento gélido y la ausencia de sol (estaba bastante nublado) hacía que la sensación térmica fuese casi inaguantable. Así que a última hora de la tarde volvimos por la carretera 93 hacia Egilstaddir. En el camino, paramos en la cascada Gufufoss (parking Gratuíto) que se encuentra junto a la carretera. Estábamos solos y la visita merece la pena ya que no pierdes nada de tiempo.
Los suministros comienzan a escasear, y aprovechando que pasamos por la “ciudad”, aprovechamos para reponer provisiones en el supermercado Kronan. Y ya cansados, decidimos retirarnos a nuestro alojamiento del día; el Eidagisting Guesthouse que se encontraba a pocos kilómetros, en la carretera 94. Se trata de una especie de Granja donde los habitaciones están en el piso superior, junto a la cocina y un salón. El baño se encuentra en la planta baja. Las habitaciones son pequeñas y el baño está bastante viejo (la mampara no cierra bien), pero es acogedor, suficiente para descansar. Mañana debemos llevar el coche a primera hora a un taller de Egilstaddir... estamos algo nerviosos por saber cómo vamos a poder continuar con nuestra aventura islandesa.
Los suministros comienzan a escasear, y aprovechando que pasamos por la “ciudad”, aprovechamos para reponer provisiones en el supermercado Kronan. Y ya cansados, decidimos retirarnos a nuestro alojamiento del día; el Eidagisting Guesthouse que se encontraba a pocos kilómetros, en la carretera 94. Se trata de una especie de Granja donde los habitaciones están en el piso superior, junto a la cocina y un salón. El baño se encuentra en la planta baja. Las habitaciones son pequeñas y el baño está bastante viejo (la mampara no cierra bien), pero es acogedor, suficiente para descansar. Mañana debemos llevar el coche a primera hora a un taller de Egilstaddir... estamos algo nerviosos por saber cómo vamos a poder continuar con nuestra aventura islandesa.
