¡Vacaciones activadas! Me cogí el día libre, así que aproveché para dejar la casa más o menos recogida y poner rumbo al aeropuerto. Metro desde Stefan cel Mare, hasta Gara de Nord( dos paradas ). Allí, comida improvisado en Subway , y luego tren ligero hasta el aeropuerto.
Llegué con tiempo. Como el vuelo era internacional, pasé por el control de pasaportes —todo muy rápido— y en nada estaba ya esperando la salida. Salimos a las 15:15 desde Bucarest y aterrizamos en Tirana a las 15:45. Una hora y media de nada ( hay una hora de diferencia). Maravilla.
Mi amigo Dani, que había llegado la noche anterior, me esperaba en el aeropuerto con un café en la mano. Tirana tiene un aeropuerto pequeñito y funcional: pasaporte europeo, máquina automática, cero dramas. En un minuto estaba fuera.
Andamos unos cinco minutillos hasta el sitio donde recogíamos el coche. Sorpresa: automático y de gasolina. Todo bien. Lo único es que el depósito venía medio vacío (cuando se supone que me lo tenían que dar lleno y había contratado uno con marchas), así que nuestra primera parada fue para llenarlo. 70 euritos. La gasolina aquí ronda entre 1,70 y 1,90 el litro. También pagamos 1,7 euros por un tramo de autopista y en una hora estábamos en nuestro destino.
¿Y cuál es? Pues Mrizi i Zanave Agroturizëm, un sitio muy top en el norte de Albania, en un pueblito llamado Fishtë. Naturaleza, calma y comida espectacular. Check-in sin problema. La habitación: una cama de matrimonio y una individual (aquí lo de dos camas separadas parece un concepto futurista). El baño, acristalado rollo moderno. Todo muy mono, pero eso sí: ni un espejo decente.( solo uno de ampliación)
Dejamos las cosas, dimos una vuelta para conocer la granja y la tiendecita con productos artesanales. Muy cuqui todo. Al final del parking hay una terraza con bar donde nos sentamos a tomar un Chardonnay blanco que ellos mismos producen. Muy rico. Nos pusieron unas tapitas de cortesía.
A las 18:00 teníamos la cena reservada en el restaurante del agroturismo. Una fantasía: música en directo al piano, ambiente cálido y todo súper cuidado. Eso sí, el menú es sorpresa y no hay precios a la vista, lo cual siempre da un poco de vértigo. Nos ofrecieron unos aperitivos con pan, quesos y embutidos (spoiler: si os alojáis, no los pidáis, porque es lo mismo que dan en el desayuno). Compartimos unos raviolis rellenos de verduritas y luego Dani pidió pollo y yo cerdo ( espectacular con sabor a fuego). De postre, un helado de rosas que sabía literalmente a rosa. Exquisito.
Todo eso por 21 euros por cabeza. Bastante bien. Eso sí, entre vino, conversación y comida, se nos pasó el atardecer. Me dio rabia perdérmelo, pero bueno, seguro que habrá más. Después de cenar, a la cama. Día largo, pero precioso.



