De Jajce a la frontera hay casi dos horas. Por lo que he estado viendo no hay ninguna frontera que cruce a Croacia por el oeste que sea tranquila, y todas tienen relatos de esperas tremendas y registros que llegan a ser bastante incisivos. Nuestra mayor preocupación es Cosita. En principio llevamos todos los papeles en regla menos uno. Hay veces que pueden pedir el certificado de anticuerpos de rabia, y eso Cosita no lo tiene porque lleva sin ponerse la vacuna años, con 11 años se le puso la última antirrabica y le dió una reacción anafiláctica por lo que la pobre va sin vacunas por la vida. El veterinario nos aseguró que es algo que no deberían pedirlo, pero te toca el típico listo en la frontero y te pueden complicar. De todos modos al ser un país en tránsito hacia España con más motivo que no lo piden pero uno nunca se confia. Con esto en mente, nos hemos pegado el madrugón del siglo. A las 5 ya estábamos levantados.
Para llegar a Gradiška, la frontera con Croacia, se pasa por lo que es la Republika Srpska. Esto es una paranoia porque es como estar en Serbia. En el resto de Bosnia veíamos todo escrito en latino y cirílico, muchas veces tachado el cirílico. Aquí directamente los nombres están solo en cirílico o en cirílico e inglés. Todo lleno de banderas de la Republika Srpska, que es idéntica a la de Serbia salvo que no lleva el escudo. Esta zona es la que actualmente más tensión crea en Bosnia, ya que constantemente piden referéndums para anexionarse a Serbia o independizarse. En la República de Srpska la convivencia es poco más que un espejismo. Aquí los croatas y los musulmanes se encuentran en una proporción casi inexistente. No hay mezcla, ni intento. Mientras que en el resto del país, croatas y bosniacos conviven (o malconviven) como pueden, con la tensión a flor de piel, con colegios dobles, himnos distintos y rencores palpables. Pero conviven. En Srpska no. Aquí las mezquitas son escasas, casi exóticas, y lo que asoma en el horizonte son cúpulas doradas de iglesias ortodoxas. Esta zona es la que actualmente más tensión crea en el país, ya que constantemente piden referéndums para anexionarse a Serbia o independizarse, desde el fin de la guerra llevan 5 intentos, con el último actualmente en campaña política... un polvorín y un contraste cultural en tan poca extensión geográfica que choca ser consciente de las implicaciones.
Hemos llegado a la frontera de Gradiška a las 8 menos cuarto de la mañana... Cola infernal. Más de un kilómetro de coches parados. Google anunciaba un retraso de 40 minutos. Al final hemos tardado una hora y veinte. Y eso que era sábado a las 8 de la mañana, esto en laborables debe ser un locurón. Para colmo, hemos metido a Cosita en el transportín antes de llegar a la frontera. La tía iba todo el rato durmiendo y justo cuando nos ha tocado pasar la frontera se ha puesto a llorar. Yo ya no sabía dónde meterme. Menos mal que cuando nos han hecho bajar las ventanillas y abrir el maletero no ha llorado. Han mirado la parte de atrás, pero como va en el transportín que parece una maleta, nadie ha preguntado... la perrita polizona ha pasado generando tensión. En la frontera al final lo que buscan con los registros es alcohol y tabaco. Los policias croatas tampoco es que hagan gala de simpatía por lo que te hacen sentir que llevas en el maletero una bomba o algo por el estilo.
A las 9 por fin hemos cruzado. Para ir a Zagreb, nos hemos desviado por una nacional para recorrer un parque natural que se llama Lonjsko Polje. Este parque se encuentra en el margen del río Sava, y es un paraíso de cigüeñas, con un pueblito llamado Čigoč como punto central. Nada más entrar en el parque nos hemos topado con un faisán en medio de la carretera. No me ha dado tiempo a tirarle foto, pero ahí estaba el tío, con esos colores tan chulos y la cola larga al alzar el vuelo. Nunca había visto uno tan cerca.
La carretera es chulísima, vamos parando al encontrarnos alguna rapaz, cigüeñas, e incluso un pueblo abandonado con marcas de casas bombardeadas y un homenaje comunista en la plaza comido por la maleza. El punto central del parque es el pueblo de Čigoč. Chulísimo, está todo lleno de casas típicas del siglo XVIII, y encima de ellas anidan las cigüeñas. Te las cruzas andando por la carretera a tu lado o rebuscando en los pastos lombrices. El tiempo no ha acompañado y nos ha caído una llovizna que ha hecho que las cigüeñas estén bastante tiesas. Aun así, alguna pareja hemos visto crotorar antes de turnarse empollando los huevos.
Hemos estado recorriendo la zona hasta las 12 y ya hemos tirado para Zagreb.
Zagreb se presenta como una ciudad bastante grande. Las montañas de Bosnia se han quedado atrás, y es todo llano. Una ciudad extensísima con un casco antiguo pequeñito. El alojamiento lo hemos pillado cerquita, un bajo bastante apañado, que por 60 euros cogiéndolo dos días antes está de lujo.
El paseo por Zagreb es cómodo. Tiene un casco antiguo relativamente concentrado. Un túnel de la Segunda Guerra Mundial que cruza todo el casco, subida a la fortaleza, catedral, plaza enorme monumental y callejuelas. Para un paseo de una tarde cumple de sobra. Hemos terminado cenando en la habitación y a descansar. Mañana encaminamos hacia Liubliana.