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Hoy era el primer madrugón en Corea del sur. Como suele ser habitual en nuestros viajes, el despertador sonó a las 7h00. El cielo estaba despejado y el termómetro marcaba 7°C. En cuanto nos aseamos y desayunamos, recogimos nuestras pertenencias y esperamos a que fueran las 8h00, hora a la que habíamos quedado para recoger el coche.
Cuando bajamos a la recepción, no había nadie. Ni la madre, ni el hijo, jejeje
Mientras hacíamos un poco de tiempo a que llegaran, bajé al garaje para comprobar que el coche estaba donde lo habíamos dejado. ¡Bien! El coche estaba en su sitio, jejeje. Ahora sólo faltaban las llaves.
Dejamos que pasaran 15 min, y al ver que no aparecía nadie, nos asomamos al mostrador de recepción y “voila”, ahí estaban las llaves. Las cogimos y, con mucho cuidado, sacamos el coche del garaje.
Cuando bajamos a la recepción, no había nadie. Ni la madre, ni el hijo, jejeje
Mientras hacíamos un poco de tiempo a que llegaran, bajé al garaje para comprobar que el coche estaba donde lo habíamos dejado. ¡Bien! El coche estaba en su sitio, jejeje. Ahora sólo faltaban las llaves.
Dejamos que pasaran 15 min, y al ver que no aparecía nadie, nos asomamos al mostrador de recepción y “voila”, ahí estaban las llaves. Las cogimos y, con mucho cuidado, sacamos el coche del garaje.

Nuestro destino para hoy, era Jeonju, capital de la provincia de Jeolla del Norte. Le dijimos a “Maripuri” (recordad que así llamamos a nuestro GPS) a dónde nos tenía que llevar y nos pusimos en marcha. Durante el camino vimos que es especie de calima que habíamos visto el día anterior al llegar a Corea del sur, seguía estando presente.

Sobre las 10h30 hicimos parada técnica en el área de servicio de Jeongan Albam. Aunque ya sabíamos que las áreas de servicio no tienen nada que ver con las de España, al ser la primera que veíamos en directo, no pudimos evitar sorprendernos. Gasolineras de varias marcas, chiringuitos de comida callejera y un gran centro comercial. Como no tenemos fotos nuestras, os recomendamos que echéis un vistazo a las fotos que vienen en Google.
Aprovechamos para comprar el almuerzo en forma de cafés fríos ¡qué sorpresa! y unas galletas. Todo nos salió por 8.800 krw (5,75 €).
Una vez reanudada la marcha vimos por primera vez una señal que nos hizo mucha gracia, la silueta de un coche de policía a modo de recordatorio, jejeje. También vimos cómo cualquier área de descanso en la autopista se puede convertir en un puesto de venta de fruta o verdura.
Aprovechamos para comprar el almuerzo en forma de cafés fríos ¡qué sorpresa! y unas galletas. Todo nos salió por 8.800 krw (5,75 €).
Una vez reanudada la marcha vimos por primera vez una señal que nos hizo mucha gracia, la silueta de un coche de policía a modo de recordatorio, jejeje. También vimos cómo cualquier área de descanso en la autopista se puede convertir en un puesto de venta de fruta o verdura.

Al mediodía llegamos a Jeonju y fuimos directamente a Deokjin Park. El parque Deokjin (덕진공원) es uno de los lugares más visitados en Jeonju. Se trata de un parque urbano construido alrededor de un estanque natural que data de la dinastía Goryeo (918–1392). El estanque se cubre en verano por miles de flores de loto, que por lo que dicen, es espectacular. Nosotros como fuimos fuera de temporada, el estanque estaba sin ninguna flor, incluso diría que un poco “feucho” porque quedaban los restos podridos de las flores del año anterior. Suponemos que eso lo limpiarán y lo dejarán listo para cuando llegue el verano. Una pena, pero no se puede tener todo. El parque también es famoso por ser un lugar donde la gente va a pasear, andar en bici y donde se celebran eventos culturales.

Cuando estuvimos preparando el viaje, pudimos ver alguna foto de la biblioteca que hay dentro del parque y no quisimos perder la ocasión de visitarla. Es un lugar muy tranquilo donde la gente se sienta tranquilamente a leer un rato. ¡Qué cosa más obvia acabo de decir ¿verdad? Jejeje


Antes de acabar la visita, dimos un paseo alrededor del parque y por las pasarelas de madera que hay a lo largo de todo el recinto. Tenemos que decir que nos gustó mucho. En la foto que ponemos a continuación (la de la derecha), se puede ver lo que os comentábamos antes sobre los restos de plantas de la temporada anterior. También pudimos ver un par de aves, en este caso una especie de garza gris.

Sobre las 14h00 dejamos el parque y nos dirigimos hacia nuestro siguiente punto de interés del día, la Jeonju Hanok Village. Cuando nos fuimos acercando vimos señales de parkings, pero estaban todos llenos y con “cola” de coches para entrar. Siguiendo la carretera llegamos al P4 que estaba como a 2 km de la entrada de la aldea. Estaba un poco lejos, pero no había otra opción (no nos apetecía estar esperando en una cola para aparcar el coche).
No sabemos si todos los parkings tienen este servicio, pero al que fuimos nosotros, había servicio gratuito de lanzadera y, además, el parking también era gratis. Os dejamos el enlace aquí.
La Jeonju Hanok Village es una aldea tradicional que alberga más de 800 hanoks (casas coreanas construidas con madera, barro y tejados curvados). Es el mayor conjunto de hanoks en Corea del Sur y uno de los mejor conservados.
Aunque ya nos lo habíamos imaginado al ver cómo estaban los parkings, al llegar vimos que estaba “petado” de gente. Lo malo de no tener todo el tiempo que quieres cuando viajas, es que hay veces que tienes que visitar un sitio en el peor día posible. En nuestro caso, era sábado y se notaba.
No sabemos si todos los parkings tienen este servicio, pero al que fuimos nosotros, había servicio gratuito de lanzadera y, además, el parking también era gratis. Os dejamos el enlace aquí.
La Jeonju Hanok Village es una aldea tradicional que alberga más de 800 hanoks (casas coreanas construidas con madera, barro y tejados curvados). Es el mayor conjunto de hanoks en Corea del Sur y uno de los mejor conservados.
Aunque ya nos lo habíamos imaginado al ver cómo estaban los parkings, al llegar vimos que estaba “petado” de gente. Lo malo de no tener todo el tiempo que quieres cuando viajas, es que hay veces que tienes que visitar un sitio en el peor día posible. En nuestro caso, era sábado y se notaba.


Como eran las 14h30 y nuestros estómagos estaban empezando a protestar, buscamos un sitio para comer. Localizamos un sitio que tenía buena pinta y donde no había mucha gente esperando para comer. Nosotros apenas tuvimos que esperar 10 min. ¡Íbamos a probar, por primera vez, auténtica comida coreana! Los dos pedimos lo mismo, bibimbap y refrescos. Nos costó 28.000 krw (18,28 €). Tenemos que decir que la comida estuvo muy rica, aunque un “pelín” picante para nosotros.


Después de comer, y para que se pasara el picor, jejeje, estuvimos un rato callejeando entre la multitud hasta que llegamos al palacio Gyeonggijeon. La entrada para los dos, nos costó 6.000 krw (3,92€)


El Santuario Gyeonggijeon (경기전) es uno de los tesoros históricos más importantes de Jeonju. Fue fundado en 1410 y alberga el retrato del Rey Taejo, el fundador de la dinastía Joseon (1392–1910).
El pasillo central estaba reservado solo para el espíritu del rey, y los caminos laterales empedrados, eran utilizados por los oficiales que llevaban incienso durante las ceremonias.
Durante la invasión japonesa de finales del siglo XVI, gran parte del santuario fue destruido, pero posteriormente se reconstruyó, y hoy en día es un símbolo de la herencia real coreana. También alberga el Museo Nacional de Retratos, donde se exhiben retratos de otros monarcas y figuras históricas.
El retrato del rey Taejo muestra al fundador de la dinastía Joseon, vestido con su atuendo oficial de diario: un gorro con alas y una túnica azul decorada con dragones. Dicen que era alto, siempre erguido y con unas orejas enormes que llamaban la atención. Como su familia era originaria de Jeonju, allí fue donde decidieron colocar su retrato en 1410. Años más tarde, en 1872, un grupo de diez artistas —entre ellos Jo Jung-muk— hizo una copia del original, que es la que hoy se guarda en el Santuario Gyeonggijeon.
El pasillo central estaba reservado solo para el espíritu del rey, y los caminos laterales empedrados, eran utilizados por los oficiales que llevaban incienso durante las ceremonias.
Durante la invasión japonesa de finales del siglo XVI, gran parte del santuario fue destruido, pero posteriormente se reconstruyó, y hoy en día es un símbolo de la herencia real coreana. También alberga el Museo Nacional de Retratos, donde se exhiben retratos de otros monarcas y figuras históricas.
El retrato del rey Taejo muestra al fundador de la dinastía Joseon, vestido con su atuendo oficial de diario: un gorro con alas y una túnica azul decorada con dragones. Dicen que era alto, siempre erguido y con unas orejas enormes que llamaban la atención. Como su familia era originaria de Jeonju, allí fue donde decidieron colocar su retrato en 1410. Años más tarde, en 1872, un grupo de diez artistas —entre ellos Jo Jung-muk— hizo una copia del original, que es la que hoy se guarda en el Santuario Gyeonggijeon.


El santuario está rodeado de jardines, pabellones y senderos donde pasar un rato tranquilo, alejado del bullicio de las calles de la aldea. Nosotros aprovechamos esa tranquilidad para buscar rincones donde sacar fotos sin demasiada gente. Por cierto, las dos chicas que aparecen en la foto, no son figurantes. Para las personas que van vestidas con los trajes tradicionales, la entrada a los palacios es gratuita. Entendemos que es una forma de fomentar el turismo y el interés por la historia y cultura de un país.


Después de la visita al palacio, dedicamos un ratillo a las compras de rigor, porque si hay una cosa que no falta en la aldea, son tiendas, jejeje.
Antes de finalizar la visita, subimos a un pequeño mirador que hay junto a una de las entradas, donde se tiene una vista general de la aldea y nos atreveríamos a decir, que la más bonita, sobre todo, al atardecer, cuando la luz del sol, tiñe de dorado los tejados de las “hanok”.
Antes de finalizar la visita, subimos a un pequeño mirador que hay junto a una de las entradas, donde se tiene una vista general de la aldea y nos atreveríamos a decir, que la más bonita, sobre todo, al atardecer, cuando la luz del sol, tiñe de dorado los tejados de las “hanok”.

Poco antes de las 18h00, cogimos la lanzadera de vuelta al parking donde habíamos dejado el coche. Por cierto, hay que tener cuidado porque la lanzadera tiene horario (10h00 a 18h30) y no nos hubiera gustado tener que caminar 2 km después de haber estado andando todo el día.
Como ya no teníamos nada más planificado para ver en Jeonju, pensamos que era una buena idea volver el parque Deokjin a ver si mejorábamos un poco las fotos de la mañana que nos habían quedado un poco “deslavabas” porque estaban sacadas a la peor hora que se pueden sacar fotos, al mediodía.
No sé qué opinaréis vosotros, pero nosotros creemos que mereció la pena volver.
Como ya no teníamos nada más planificado para ver en Jeonju, pensamos que era una buena idea volver el parque Deokjin a ver si mejorábamos un poco las fotos de la mañana que nos habían quedado un poco “deslavabas” porque estaban sacadas a la peor hora que se pueden sacar fotos, al mediodía.
No sé qué opinaréis vosotros, pero nosotros creemos que mereció la pena volver.


Cuando la bajó la luz, nos retiramos al hotel porque todavía no habíamos el check-in, pero antes paramos en un GS25 para comprar la cena y el desayuno del día siguiente, 25.500 krw (16,66 €). Repetimos gimbap acompañado esta vez de unas brochetas de pollo.
Una vez hicimos el check-in en el hotel, preguntamos a ver dónde podíamos aparcar el coche y nos dijeron que tenían una plaza reservada justo enfrente de la entrada. La plaza estaba justo al lado de un restaurante y había una persona visiblemente borracha y hablando (por no decir gritando) más alto de lo normal. Mientras esperábamos a ver si el hombre se calmaba, en una de estas, entro gritando al restaurante y acabaron sacándole medio arrastras.
Como no vimos seguro dejar el coche allí, avisamos a la persona que nos había atendido en la recepción y nos dijo para aparcar en otro parking que tenían justo detrás del hotel. La verdad es que nos quedamos mucho más tranquilos.
Ahhh, como podéis ver en las fotos, la habitación estaba realmente bien.
Una vez hicimos el check-in en el hotel, preguntamos a ver dónde podíamos aparcar el coche y nos dijeron que tenían una plaza reservada justo enfrente de la entrada. La plaza estaba justo al lado de un restaurante y había una persona visiblemente borracha y hablando (por no decir gritando) más alto de lo normal. Mientras esperábamos a ver si el hombre se calmaba, en una de estas, entro gritando al restaurante y acabaron sacándole medio arrastras.
Como no vimos seguro dejar el coche allí, avisamos a la persona que nos había atendido en la recepción y nos dijo para aparcar en otro parking que tenían justo detrás del hotel. La verdad es que nos quedamos mucho más tranquilos.
Ahhh, como podéis ver en las fotos, la habitación estaba realmente bien.




*** final del día 2 ***
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