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Aunque en el precio del hotel no estaba incluido el desayuno (por 24 €/noche, faltaría más), tenía un servicio de restaurante que ofrecía buffet libre para el desayuno por 14.000 krw (9 €) por persona. Como íbamos a estar tres días en Jeju, decidimos probarlo. Era una mezcla de comida coreana y occidental.

Tras el desayuno, fuimos el garaje y todavía no estaba el “paisano” que nos había ayudado la tarde anterior, pero siguiendo las instrucciones que nos había dado, recuperamos nuestro coche sin problema.
Aunque teníamos varias actividades planificadas en el sur de la isla, pensamos que lo mejor, era ir al punto más alejado y hacer el Songaksan Dulle-gil Trail, que forma parte de la ruta 10 del Jeju Olle Trail que rodea toda la isla y son 425 km. Esta es una de las secciones más populares por sus vistas espectaculares del mar y los acantilados. Además, es una ruta circular bien señalizada, con bancos y zonas de descanso, lo que la hace muy accesible. Al comienzo del sendero había un parking gratuito donde dejamos el coche.
Aunque teníamos varias actividades planificadas en el sur de la isla, pensamos que lo mejor, era ir al punto más alejado y hacer el Songaksan Dulle-gil Trail, que forma parte de la ruta 10 del Jeju Olle Trail que rodea toda la isla y son 425 km. Esta es una de las secciones más populares por sus vistas espectaculares del mar y los acantilados. Además, es una ruta circular bien señalizada, con bancos y zonas de descanso, lo que la hace muy accesible. Al comienzo del sendero había un parking gratuito donde dejamos el coche.



El Songaksan es un volcán y tiene unas vistas increíbles del mar y de algunas islas cercanas, como Gapado y Marado. Lo que más nos llamó la atención fueron unas cuevas al borde del acantilado, que parece que fueron usadas en la ocupación japonesa. Nos hizo pensar en todo lo que había pasado esta isla, más allá de lo que se ve a simple vista.

La ruta no es muy larga, pero nos gustó mucho. Tal vez es la mezcla entre mar, montaña, historia… o simplemente que Jeju tiene algo que te atrapa sin darte cuenta. Lo único que hay que tener en cuenta es que a lo largo del recorrido hay zonas de escaleras que no son aptas para sillas de ruedas o carritos de bebés. Por lo demás, el sendero no tiene mayor complicación.


Y mientras disfrutábamos del paseo y de las vistas, de repente vimos a lo lejos a varias haenyeo (해녀). El nombre haenyeo significa literalmente “mujeres del mar”, son buceadoras tradicionales de la isla de Jeju. Son conocidas por sumergirse a pulmón (sin tanques de oxígeno) para recolectar mariscos como abalones, erizos, pulpos y algas.
Esta tradición tiene siglos de historia, y aunque originalmente era una actividad masculina, desde el siglo XVIII las mujeres pasaron a ser mayoría. Se cree que su fisiología (mayor grasa subcutánea y resistencia al frío) les daba ventaja en estas duras condiciones. Muchas de ellas se convirtieron en el principal sustento económico de sus familias, lo que dio lugar a una estructura social semi-matriarcal en Jeju. Lo impresionante es que muchas haenyeo siguen buceando bien entrados los 60, 70 e incluso 80 años.
Nos hizo mucha ilusión verlas en directo porque no hay k-drama ambientado en Jeju donde no haya alguna protagonista que no haya participado de este duro oficio y también porque pensábamos que ya sólo existían como atracción turística.
La única pena es que como no nos los esperábamos, dejé (si, fue fallo mío) la cámara con más zoom en el coche por lo que las fotos que veis a continuación están bastante ampliadas y la calidad no es muy buena.
Esta tradición tiene siglos de historia, y aunque originalmente era una actividad masculina, desde el siglo XVIII las mujeres pasaron a ser mayoría. Se cree que su fisiología (mayor grasa subcutánea y resistencia al frío) les daba ventaja en estas duras condiciones. Muchas de ellas se convirtieron en el principal sustento económico de sus familias, lo que dio lugar a una estructura social semi-matriarcal en Jeju. Lo impresionante es que muchas haenyeo siguen buceando bien entrados los 60, 70 e incluso 80 años.
Nos hizo mucha ilusión verlas en directo porque no hay k-drama ambientado en Jeju donde no haya alguna protagonista que no haya participado de este duro oficio y también porque pensábamos que ya sólo existían como atracción turística.
La única pena es que como no nos los esperábamos, dejé (si, fue fallo mío) la cámara con más zoom en el coche por lo que las fotos que veis a continuación están bastante ampliadas y la calidad no es muy buena.

Una cosa que también habíamos visto en las series de televisión es que, cuando las haenyeo vuelven a la superficie, tras una inmersión, emiten un silbido llamado sumbisori. Al principio, nosotros pensábamos que era para avisar a sus compañeras que habían vuelto a la superficie y que estaban bien. Y, efectivamente, esa es una de las razones, pero la más importante es para liberar el dióxido de carbono acumulado durante la inmersión y obtener el oxígeno necesario para la siguiente.
En 2016, la UNESCO reconoció su cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En 2016, la UNESCO reconoció su cultura como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Al finalizar el recorrido, había una zona de esparcimiento con una especie de plataformas bajas de madera llamadas “pyeongsang” (평상), donde la gente se sienta a descansar y también a comer. Y como no podía ser de otra manera, también había un gimnasio al aire libre, bastante completo por cierto, para para hacer ejercicio.

Acabamos la caminata sobre las 12h y como al lado del parking, había un Starbucks, pensamos que nos merecíamos una recompensa por el esfuerzo realizado. ¡Pero que morro tengo! Simplemente nos apeteció darnos un capricho y de paso, almorzar.
Cuando estamos de viaje (y entramos en un Starbucks, suele ser nuestra perdición y es que siempre tienen ediciones especiales de sus termos o de sus tazas. Nuestra casa empieza a parecerse a un pequeño museo, jejeje. De los que aparecen en la foto, dos se vinieron para España. Sólo os doy una pista, el mío tiene que ver con el color típico de Jeju…
Los dos cafés (también ediciones especiales) y la tarta, nos salieron por 22.000 krw (14,37 €).
Cuando estamos de viaje (y entramos en un Starbucks, suele ser nuestra perdición y es que siempre tienen ediciones especiales de sus termos o de sus tazas. Nuestra casa empieza a parecerse a un pequeño museo, jejeje. De los que aparecen en la foto, dos se vinieron para España. Sólo os doy una pista, el mío tiene que ver con el color típico de Jeju…
Los dos cafés (también ediciones especiales) y la tarta, nos salieron por 22.000 krw (14,37 €).


De camino a nuestro siguiente destino, nos dio tiempo a hacer una parada para fotografiar una de las escenas que más aparecen en las series coreanas. El típico rompeolas con un faro de color rojo, rodeado de bloques de piedra de una forma muy peculiar. También nos hicimos alguna foto con la estatua de una haenyo que parecía estar de vuelta tras una dura jornada en el mar.


A las 13h15 llegamos a Hello Kitty Island, un espacio dedicado a la simpática “gatita blanca japonesa”. Sólo os puedo decir una cosa: si sois alérgicos al color rosa, no podéis entrar. Os daría un shock nada más cruzar la puerta.
Aunque a mí, ni me va ni me viene, a Anna sí que le gusta así que, pasamos un rato en la tienda y algunas cosillas se vinieron para casa. Al museo no entramos, porque desde fuera, nos pareció que era algo preparado principalmente para niñ@s.
Aunque a mí, ni me va ni me viene, a Anna sí que le gusta así que, pasamos un rato en la tienda y algunas cosillas se vinieron para casa. Al museo no entramos, porque desde fuera, nos pareció que era algo preparado principalmente para niñ@s.


El siguiente punto en nuestro itinerario de hoy eran las cascadas Cheonjeyeon. Estas cascadas están formadas por tres niveles:
• El primer salto cae desde una cueva en un acantilado de 22 metros hasta el estanque, que tiene unos 21 metros de profundidad.
• Desde ahí, el agua fluye hacia una segunda cascada de 30 metros.
• Finalmente, cae una tercera vez antes de dirigirse al mar.
Según la leyenda coreana, siete ninfas celestiales descendían por la noche para bañarse en el estanque. Por eso, cada dos años en mayo se celebra el Festival de las Siete Ninfas en este lugar mágico.
El precio de la entrada son 2.500 krw (1,65 €) por persona y hay que tener en cuenta que, para acceder a las tres cascadas, hay que bajar (y luego subir) varios tramos de escaleras.
• El primer salto cae desde una cueva en un acantilado de 22 metros hasta el estanque, que tiene unos 21 metros de profundidad.
• Desde ahí, el agua fluye hacia una segunda cascada de 30 metros.
• Finalmente, cae una tercera vez antes de dirigirse al mar.
Según la leyenda coreana, siete ninfas celestiales descendían por la noche para bañarse en el estanque. Por eso, cada dos años en mayo se celebra el Festival de las Siete Ninfas en este lugar mágico.
El precio de la entrada son 2.500 krw (1,65 €) por persona y hay que tener en cuenta que, para acceder a las tres cascadas, hay que bajar (y luego subir) varios tramos de escaleras.

Cuando íbamos a bajar a ver el primer salto de agua, un cartel avisaba de que esta cascada sólo tiene agua cuando hay fuertes lluvias (que no era el caso). Suponemos que lo avisaban para evitar que la gente baje y se encuentre con que no hay agua cayendo. Así todo, nosotros bajamos y pudimos fotografiar el estanque, que sí tenía agua.

La segunda cascada, aunque tenía poca agua, fue la que más nos gustó, sobre todo por el entorno que la rodeaba. No nos fuimos de allí sin hacer alguna “sedita”.

Y como colofón bajamos hasta la tercera cascada, que era la que más agua llevaba. Os advertimos que hay que bajar (y luego subir) unas cuantas escaleras, aunque creemos que merece la pena. Os dejamos una de las foto que sacamos para que juzguéis vosotros mismos.

Por acabar la visita, cruzamos el puente Seonimgyo, decorado con esculturas de ninfas, y que nos llevó hasta el pabellón Cheonjeru, que no es un templo tradicional como podría parecer. En su interior pudimos ver unas pinturas espectaculares que representa la leyenda de las siete ninfas celestiales y el dios de la montaña de Cheonjeyeon.


Esperamos no parecer pesados con el tema de los k-drama, pero aquí vimos in-situ una de las escenas que se ven cuando se trata de parejas y es que, muchas veces, se visten con la misma ropa cuando salen a pasear. ¿No me digáis que no están monos?

Ahhh, se nos olvidaba. Por si acaso nos están leyendo, saludos a los chicos andaluces (creo que eran gaditanos) que conocimos en las cascadas. Pasamos un rato muy agradable con ellos compartiendo nuestros itinerarios.
Junto a las escaleras que subían al pabellón, había un puesto de bebidas y como no habíamos comido todavía, aprovechamos para probar el zumo de naranja natural, por supuesto de naranjas de Jeju. Nos los dieron en unas divertidas botellas de plástico con la forma de Dol Hareubang (돌하르방), la estatua más emblemática de la isla de Jeju y que, en el dialecto local, puede traducirse como “abuelo de piedra”. Los dos zumos nos costaron 7.000 krw (4,57 €)
En todos los viajes nos pasa lo mismo. Algún día o no comemos o lo hacemos casi a la hora de merendar. En este viaje, hoy era el día porque eran las 16h30 y no habíamos metido nada en el estómago desde la tarta del Starbucks. Esta vez, la suerte estuvo de nuestro lado y junto a la entrada de los acantilados que íbamos a visitar, había unos puestos con comida callejera. Anna se pidió una brocheta de salchichas y pastelitos de arroz y yo una salchicha rebozada. Nos costaron 8.000 krw (5,22 €).
La entrada nos costó 2.000 krw (1,30 €) por persona y otros 2.000 krw (1,30 €) por el parking.
Junto a las escaleras que subían al pabellón, había un puesto de bebidas y como no habíamos comido todavía, aprovechamos para probar el zumo de naranja natural, por supuesto de naranjas de Jeju. Nos los dieron en unas divertidas botellas de plástico con la forma de Dol Hareubang (돌하르방), la estatua más emblemática de la isla de Jeju y que, en el dialecto local, puede traducirse como “abuelo de piedra”. Los dos zumos nos costaron 7.000 krw (4,57 €)
En todos los viajes nos pasa lo mismo. Algún día o no comemos o lo hacemos casi a la hora de merendar. En este viaje, hoy era el día porque eran las 16h30 y no habíamos metido nada en el estómago desde la tarta del Starbucks. Esta vez, la suerte estuvo de nuestro lado y junto a la entrada de los acantilados que íbamos a visitar, había unos puestos con comida callejera. Anna se pidió una brocheta de salchichas y pastelitos de arroz y yo una salchicha rebozada. Nos costaron 8.000 krw (5,22 €).
La entrada nos costó 2.000 krw (1,30 €) por persona y otros 2.000 krw (1,30 €) por el parking.

Los acantilados Daepo Jusangjeollidae son una de las joyas geológicas más impresionantes de la isla de Jeju. Se trata de una formación de columnas de basalto creadas cuando la lava del monte Hallasan se enfrió rápidamente al entrar en contacto con el mar, cerca de la zona de Jungmun. ¿Os resultan conocidas? Seguro que sí.
Nosotros las hemos visto iguales en Irlanda del Norte, en la impresionante Calzada del Gigante y en Islandia, en la playa de Reynisfjara (conocida como la playa negra).
Nosotros las hemos visto iguales en Irlanda del Norte, en la impresionante Calzada del Gigante y en Islandia, en la playa de Reynisfjara (conocida como la playa negra).


Estas columnas tienen formas hexagonales y cúbicas, y se elevan hasta 20 metros de altura, como si hubieran sido talladas por un escultor gigante. El nombre “Jusangjeolli” hace referencia precisamente a ese fenómeno geológico de fracturación columnar.
Cuando el mar está agitado, las olas rompen contra las rocas con una fuerza espectacular, pudiendo alcanzar los 10 mt de altura, lo que convierte el lugar en un espectáculo natural digno de contemplar. El sitio, además, cuenta con senderos, miradores y zonas para descansar por lo que es muy popular tanto entre turistas, fotógrafos como nosotros y amantes de la geología.
Como ya no quedaba mucho para el atardecer, decidimos quedarnos y probar suerte. La verdad es que no estuvo nada mal ¿verdad?
Cuando el mar está agitado, las olas rompen contra las rocas con una fuerza espectacular, pudiendo alcanzar los 10 mt de altura, lo que convierte el lugar en un espectáculo natural digno de contemplar. El sitio, además, cuenta con senderos, miradores y zonas para descansar por lo que es muy popular tanto entre turistas, fotógrafos como nosotros y amantes de la geología.
Como ya no quedaba mucho para el atardecer, decidimos quedarnos y probar suerte. La verdad es que no estuvo nada mal ¿verdad?


Como, alguien que yo me sé, había visto una tienda Daiso cerca de Beophwan-dong y quería pasar antes de volver al hotel, paramos en un 7-eleven (7.000 krw, 4,75 €) para coger algo de merendar. Al final, cuando se entra en una de esas tiendas, sabes a qué hora entras, pero no a la que sales, jejeje
De vuelta al hotel, eran las 20h30 así que, como todavía estaba abierto el mercado de Maeil Olle, salimos a cenar, aunque en esta ocasión probamos el Blackpork de salchicha, 10.000 krw (6,53 €) con rábano encurtido amarillo de acompañamiento. El Blackpork era como un gimbap, pero con un rebozado crujiente. Debía ser una comida “famosa” porque tuvimos que hacer cola en el puesto donde lo compramos.
De vuelta al hotel, eran las 20h30 así que, como todavía estaba abierto el mercado de Maeil Olle, salimos a cenar, aunque en esta ocasión probamos el Blackpork de salchicha, 10.000 krw (6,53 €) con rábano encurtido amarillo de acompañamiento. El Blackpork era como un gimbap, pero con un rebozado crujiente. Debía ser una comida “famosa” porque tuvimos que hacer cola en el puesto donde lo compramos.


A las 21h30 estábamos de vuelta en el hotel y como, junto a la recepción había un 7-eleven, aprovechamos para comprar el desayuno para el día siguiente, 9.600 krw (6,21€). El móvil decía que la temperatura era de 14°C y el cielo estaba completamente despejado.
Ya en la habitación me di cuenta de que me había “quemado” el cogote. Quien nos lo iba a decir cuando veníamos preparados con ropa de invierno.
Ya en la habitación me di cuenta de que me había “quemado” el cogote. Quien nos lo iba a decir cuando veníamos preparados con ropa de invierno.
*** Final del día 4 ***
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