Cuando dijimos a nuestra familia que iríamos a Riviera Maya, la primera reacción fue de “estáis locos”. Sin embargo, debemos decir que para nosotros era un paso lógico. Desde que nació el pequeño terremoto, la hemos ido acostumbrando a viajar y a coger aviones. Nunca había salido de la UE, pero al menos ya sabía de antemano qué es un aeropuerto, qué es un control de seguridad y algunas cosillas más que nos han venido de lujo de cara a organizar un viaje más largo.
Ojo, con esto no digo que el primer viaje largo de tu hijo no pueda ser hasta allí, pero debes tener en cuenta que los niños son impacientes por naturaleza y si no saben de qué va la cosa, se desmadran enseguida. Otros truquitos que nos funcionaron fueron anticiparle que haríamos un viaje muy largo, pero que haríamos cosas muy chulas y que sería una experiencia increíble. Y ella, que en este viaje nos ha quedado claro que es una mezcla de Indiana Jones y Lara Croft, estaba súper emocionada.
Nos ayudó mucho preparar una mochila con juegos, libros, colores, libretas, papeles de colores y chorraditas varias para ella que no pudo abrir hasta que subimos al avión. La tuvimos un buen rato entretenida sacando cosas de la mochila, y luego en las excursiones también nos fue bien el invento.
Por lo demás, Riviera Maya nos pareció un destino seguro y muy kids friendly. Aunque los desplazamientos a según qué excursiones o zonas eran largos, nos ayudó mucho madrugar y así la peque dormía en los trayectos. Evidentemente, tienes que armarte de paciencia y renunciar a según qué cosas (me hubiera encantado ir a Holbox, pero estaba demasiado lejos). Pero ha vuelto encantada y está deseando volver. Ha experimentado cosas que no había sentido nunca y eso, para nosotros, es el mayor premio.