Este es el tercer Diario que subo a la página de viajeros.com. En un principio dudé en publicarlo dado la cantidad de versiones que en esta web hablan de la Provenza, y muy bien por cierto la mayoría, con todo tipo de indicaciones, argumentos históricos y curiosidades. Y me pregunté, ¿y de qué voy a hablar yo?, si ya está todo dicho.
En cada viaje que realizamos de cierta duración claro está, suelo realizar al finalizar el día un resumen en una pequeña libreta de todo aquello que hemos visto, de lo que hemos comido, si ha valido la pena el lugar o por el contrario podríamos habérnoslo ahorrado.
Una vez finalizado el viaje, pasados algunos días, mi mujer me dijo que dónde estaba el resumen que había hecho, que lo quería leer. Le dije dónde y se puso a leerlo en voz alta mientras yo estaba en la cocina preparando algo y escuchando. Al terminar, me dijo que a ella le parecía que estaba bien, que le había gustado y me animó a publicarlo. Yo no soy un profesional de la escritura y me cuesta lo mío plasmar en palabras lo que he visto, pero aun así me animé. La verdad es que no tengo otra cosa mejor que hacer, y aquí me tenéis delante del portátil a ver que sale.
Para empezar, deciros que salimos de Valencia a las 5 de la mañana y no dirigimos por la A-7 hacia el norte, hacia la frontera con Francia. Con alguna parada para tomar café y comer algo llegamos a la Junquera sobre las 10 de la mañana con un día espléndido.
Ya en Francia, a los pocos kilómetros, nos topamos con el peaje de la autopista que nos conducirá a la localidad de Arlés dónde teníamos reservadas tres noches. A unos 15 kilómetros de esta localidad, sobre las 13 horas, paramos en un área de descanso, pasado Nimes (Aire de Caissargues), para comer en plan picnic en una de las numerosas mesas habilitadas para ello. Coincidimos en la misma mesa con un matrimonio francés que iban a pasar sus vacaciones en la Costa Azul y que hablaban un perfeto español. Sacaron su comida, nosotros la nuestra y cada uno a lo suyo. La conversación que mantuvimos versó sobre temas triviales: de dónde sois, adonde vais, sobre la Dana del año pasado. En general de temas que puedes hablar en una conversación que tiene un tiempo muy limitado. Pero me llamó la atención un comentario del marido que no nos pasó desapercibido: “la Provenza es muy bonita, pero cuidado que hay muchos mosquitos”.
Nosotros íbamos preparados sin saberlo: repelente y para después de las picaduras. Y tanto que nos hizo falta. Así que la etapa que habíamos preparado para ir a la Camarga la suspendimos y la sustituimos por otra cosa. Allí te pueden freír los mosquitos, cuidado.
Comentarios a parte requiere esta área de servicio. No tiene para repostar, ni cafetería ni nada de eso. Tienen aseos limpios, máquinas expendedoras e incluso un pequeño museo arqueológico. Pero lo que más nos llamó la atención fue la fachada de un teatro en medio del campo compuesta por 10 columnas de estilo jónico, al parecer pertenecientes al Gran Teatro de Nimes y traslada allí, por lo que tengo entendido, por aclamación popular en 1990 tras un incendio declarado en 1952, que respetó esta fachada y las columnas originarias del antiguo teatro romano de Nimes.
Es un placer poder contemplar esta maravilla mientras disfrutas de una pequeña pausa en el camino.
En cada viaje que realizamos de cierta duración claro está, suelo realizar al finalizar el día un resumen en una pequeña libreta de todo aquello que hemos visto, de lo que hemos comido, si ha valido la pena el lugar o por el contrario podríamos habérnoslo ahorrado.
Una vez finalizado el viaje, pasados algunos días, mi mujer me dijo que dónde estaba el resumen que había hecho, que lo quería leer. Le dije dónde y se puso a leerlo en voz alta mientras yo estaba en la cocina preparando algo y escuchando. Al terminar, me dijo que a ella le parecía que estaba bien, que le había gustado y me animó a publicarlo. Yo no soy un profesional de la escritura y me cuesta lo mío plasmar en palabras lo que he visto, pero aun así me animé. La verdad es que no tengo otra cosa mejor que hacer, y aquí me tenéis delante del portátil a ver que sale.
Para empezar, deciros que salimos de Valencia a las 5 de la mañana y no dirigimos por la A-7 hacia el norte, hacia la frontera con Francia. Con alguna parada para tomar café y comer algo llegamos a la Junquera sobre las 10 de la mañana con un día espléndido.
Ya en Francia, a los pocos kilómetros, nos topamos con el peaje de la autopista que nos conducirá a la localidad de Arlés dónde teníamos reservadas tres noches. A unos 15 kilómetros de esta localidad, sobre las 13 horas, paramos en un área de descanso, pasado Nimes (Aire de Caissargues), para comer en plan picnic en una de las numerosas mesas habilitadas para ello. Coincidimos en la misma mesa con un matrimonio francés que iban a pasar sus vacaciones en la Costa Azul y que hablaban un perfeto español. Sacaron su comida, nosotros la nuestra y cada uno a lo suyo. La conversación que mantuvimos versó sobre temas triviales: de dónde sois, adonde vais, sobre la Dana del año pasado. En general de temas que puedes hablar en una conversación que tiene un tiempo muy limitado. Pero me llamó la atención un comentario del marido que no nos pasó desapercibido: “la Provenza es muy bonita, pero cuidado que hay muchos mosquitos”.
Nosotros íbamos preparados sin saberlo: repelente y para después de las picaduras. Y tanto que nos hizo falta. Así que la etapa que habíamos preparado para ir a la Camarga la suspendimos y la sustituimos por otra cosa. Allí te pueden freír los mosquitos, cuidado.
Comentarios a parte requiere esta área de servicio. No tiene para repostar, ni cafetería ni nada de eso. Tienen aseos limpios, máquinas expendedoras e incluso un pequeño museo arqueológico. Pero lo que más nos llamó la atención fue la fachada de un teatro en medio del campo compuesta por 10 columnas de estilo jónico, al parecer pertenecientes al Gran Teatro de Nimes y traslada allí, por lo que tengo entendido, por aclamación popular en 1990 tras un incendio declarado en 1952, que respetó esta fachada y las columnas originarias del antiguo teatro romano de Nimes.
Es un placer poder contemplar esta maravilla mientras disfrutas de una pequeña pausa en el camino.

Arlés se encuentra a unos 15 kilómetros de distancia del área de servicio, así que con tranquilidad y siguiendo el GPS nos dirigimos al apartamento que tenemos reservado para tres noches en el barrio de la Roquette: Maison rénoveé avec el loggia Arles-Center, así se llamaba (336 € en total). Apartamento limpio y con todas las comodidades en zona muy tranquila, a 10 minutos del centro caminando. Escogimos este lugar por su fácil acceso y porque parecía que había zonas de aparcamiento suficientes. Pues no, todo de pago en todas partes sin excepción, al menos por esa zona. No obstante, nos las apañamos bien.
Después de sufrir dos tramos de escaleras con la pesada maleta y demás trastos para subir a la habitación (ese fue el único inconveniente que vimos en el apartamento), nos dirigimos al centro de la ciudad, a la plaza de la República a tomar algo. Para nuestra sorpresa Arlés se encontraba en fiestas, la fiesta del arroz, con bandas de música por la calle tocando Paquito el Chocolatero y sacando los toros a la calle. Curioso. No nos podíamos imaginar que por esta zona de Francia hubiera tanta afición taurina, con bares, escaparates y tiendas con carteles taurinos. Al día siguiente había corrida.
La tarde la pasamos realizando una primera toma de contacto con la ciudad ya que entraríamos a verla a fondo otro día dedicándole más tiempo. Pero paseando por la zona centro observamos un cartel que rezaba: “Criptopórtico”, preguntamos y nos dijeron que la visita era gratuita (qué raro). Pues sí, se trata de unas galerías subterráneas porticadas que formaron parte en su día del Foro Romano de Arlés construido en los primeros años del siglo I a.C. Mucha oscuridad, humedad y mal olor. No te pierdes nada si no entras.
Seguimos paseando por la ciudad y aprovechando que eran fiestas nos tomamos un par de cervezas en la barra de una peña festera con la música a toda caña, confundiéndonos con los lugareños.
Como se iba haciendo de noche e iba decayendo la fiesta, al no ver ningún sitio para cenar algo que nos gustara a primera vista, decidimos volver al apartamento y cenar algo de lo que llevábamos, más alguna cosa (tomates, ensalada) que compramos en un supermercado cercano.
Cenamos bien, para poder hacer frente al tramo de escaleras que nos esperaba hasta la habitación. Estábamos reventados, el madrugón de hoy, el viaje, el paseo, en fin, que pronto a la cama. Mañana toca Aviñón y el Puente de la Gard.
Después de sufrir dos tramos de escaleras con la pesada maleta y demás trastos para subir a la habitación (ese fue el único inconveniente que vimos en el apartamento), nos dirigimos al centro de la ciudad, a la plaza de la República a tomar algo. Para nuestra sorpresa Arlés se encontraba en fiestas, la fiesta del arroz, con bandas de música por la calle tocando Paquito el Chocolatero y sacando los toros a la calle. Curioso. No nos podíamos imaginar que por esta zona de Francia hubiera tanta afición taurina, con bares, escaparates y tiendas con carteles taurinos. Al día siguiente había corrida.
La tarde la pasamos realizando una primera toma de contacto con la ciudad ya que entraríamos a verla a fondo otro día dedicándole más tiempo. Pero paseando por la zona centro observamos un cartel que rezaba: “Criptopórtico”, preguntamos y nos dijeron que la visita era gratuita (qué raro). Pues sí, se trata de unas galerías subterráneas porticadas que formaron parte en su día del Foro Romano de Arlés construido en los primeros años del siglo I a.C. Mucha oscuridad, humedad y mal olor. No te pierdes nada si no entras.
Seguimos paseando por la ciudad y aprovechando que eran fiestas nos tomamos un par de cervezas en la barra de una peña festera con la música a toda caña, confundiéndonos con los lugareños.
Como se iba haciendo de noche e iba decayendo la fiesta, al no ver ningún sitio para cenar algo que nos gustara a primera vista, decidimos volver al apartamento y cenar algo de lo que llevábamos, más alguna cosa (tomates, ensalada) que compramos en un supermercado cercano.
Cenamos bien, para poder hacer frente al tramo de escaleras que nos esperaba hasta la habitación. Estábamos reventados, el madrugón de hoy, el viaje, el paseo, en fin, que pronto a la cama. Mañana toca Aviñón y el Puente de la Gard.
