Bueno, el viaje va tocando a su fin y hay que empezar a planear qué queremos llevarnos de esta hermosa ciudad ya que no hay manera de alargar las vacaciones :D.
Hemos ido a la mezquita de al lado del hotel... Es preciosa... Es la Sehzade Camii... Tiene un hermoso patio con un restaurante donde tomar narguile. Es precioso. Es un pena que no se promocione más la visita general a las mezquitas por parte de algunas guías porque aunque parezcan iguales cada una tiene su encanto.
De la Camii fuimos bajando hacia el Misir Carsisi... Queríamos comprar especias variadas y algunos recuerdos para la familia.
No sé con cuantas pashminas me he cargado, pero bueno. Respecto a las especias... Si os gustan fijaos en los puestos del exterior del Bazar de las Especias ya que allí suelen tenerlo a un precio más bajo. Compramos especias, bastantes por 17TL. A dentro de los puestos suelen tener las especias más caras pero para según qué tipo de especia no buscaba nada del otro mundo. Cuando tenga lo básico gastaré un poquito más en especias que seguramente en Barna encontraría muy caras.
He ido consiguiendo que me descuenten una lira de aquí y una de allá, aunque al final creo que ha conseguido recuperar la inversión endosándome unos vasos. Es impresionante la capacidad que tienen para vender. Una cosa que hemos comentado mi pareja y yo es que es su forma de hacer negocios, no lo hacen para robarte. Os podéis llevar una mala impresión de la ciudad si vais con la mentalidad del negocio tal y como la entendemos nosotros. Pensad en que, en algunos mercadillos en España aún se regatea. Por supuesto, si un mercader os pide 20TL por un pañuelo y se lo compráis no os va a descontar nada, pero si sabéis regatear os irá descontando poco a poco hasta cierto punto. Es su forma de negociar y es totalmente respetable.
Hemos subido hacia el hotel cargados de especias, pashminas y otros enseres y hemos comido cerca del hotel una especie de bombas que ahora no sé cómo se llaman. Buenísimas. Luego nos hemos ido al Gran Bazar.
La verdad es que no pensaba comprar nada, aunque tenía echado el ojo a las lámparas, que ya veréis que son preciosas, pero a veces las cosas surgen. Al final he conseguido las dos lámparas por 140TL. Cuidado cuando deis el precio de entrada. Las quería conseguir por 120 pero di un precio de salida de 50TL y me han salido algo más caras, pero me voy contenta de haber sabido negociar algo mejor que hace una semana. Es un arte saber regatear y muchos de nosotros lo hemos perdido.
Volvimos al hotel a dejar las lámparas y nos fuimos de nuevo al hamam. Quería probar otro pero como no hay más mixtos volvimos al Süleymaniye. Es divertido ver cómo reacciona la gente que va por primera vez e imaginarte tu propia reacción

Esta vez me ha gustado más. Entramos y a los diez minutos nos llamaban para el peeling. Habíamos leído en el foro de gente que en otros hamams había tenido este problema y que al quejarse le habían dicho que deberían haber controlado el tiempo ellos, así que, cuando nos llamaron le indiqué al que nos atendía que sólo llevábamos 10 minutos de sauna. No puso pega alguna. Nos dejó unos 45 minutos que es lo que indica en la guía. Hablando se entiende la gente y hay que pensar que somos muchos a veces y ellos no pueden controlar del todo quién llega antes y quién después y lo entiendes cuando ves cómo trabajan.
El peeling me gustó más que la última vez. Esta vez rascaron con más fuerza, nos quemaba la piel y estar cinco minutos más en la sauna antes del masaje nos sentó muy bien. El masaje no estuvo mal, aunque la próxima vez que vengamos a Estambul (espero que prontito) le indicaré que sea un poco más fuerte. No os ha de dar corte alguno en dar una indicación siempre que se haga con educación y una buena sonrisa

Después fuimos a cenar a nuestro restaurante, el del primer día. Ya es de alguna forma nuestro sitio para cenar y lo vamos a echar mucho de menos. Iban a cerrar y esperaron por nosotros. Al final de la cena el camarero nos ofreció un çai y le dijimos que no, que no queríamos que estuvieran esperando por nosotros. Nunca rechacéis un çai... La cara del camarero era todo un poema. Volvió a la mesa, con voz entrecortada y nos dijo "tomad un poco de çai, está muy bueno". No supimos decirle que no... Ahí estábamos los dos, tomándonos como podíamos un çai ardiendo sólo porque no queríamos por nada en el mundo que pensaran que estábamos ofendidos... o lo peor, ofenderles.
Sí, sí... y estaréis pensando probablemente que nos cobraron el çai... Pues no, nunca nos han cobrado el çai, nunca.
Y si por si acaso todavía pensáis que había algún interés oculto... Cuando ya crees que no puedes sentirte más abrumado por la amabilidad de la gente turca... te siguen sorprendiendo. El dueño del restaurante siempre está afuera y nos pusimos a hablar con él de cuando salíamos hacia Barcelona. Nos indicó que podíamos coger el metro y le comentamos que íbamos muy cargados y que posiblemente cogiéramos un taxi... Sí, ya os podéis imaginar qué pasó. Sí, sí... se ofreció a llevarnos al aeropuerto. A la pregunta de si podíamos pagarle algo nos dijo que no, que el dinero no era importante ya que igual que viene, se va... A cambio, en vez de desayunar en el hotel, iremos al restaurante y además le encargaremos un par de Iskender kebap para comer antes de embarcar.
Así pues, volvimos al hotel abrumados y sabiendo que nos llevamos a un amigo en el corazón.