13 de junio de 2017

Mapa de la etapa 4
Ni una sola visita a un National Park sin su etapa estrella. En Yellowstone fue la visita a la Grand Prismatic Spring. Glacier tuvo la excursión a Grinell Glacier. En Arches me esperaba el Delicate Arch. Grand Teton con su... bueno, ya nos entendemos. Y Yosemite, en nuestro caso, tiene el Panorama Trail. Irónicamente, ahora que nuestros horarios empiezan a ir mejor sincronizados con la zona horaria de la costa oeste nos vemos obligados a madrugar para poder llevar a cabo nuestros planes.
Panorama Trail no es exactamente un sendero, sino más bien la suma de varios. Enumerándolo de arriba a abajo, nace en el mirador de Glacier Point para descender hasta Illouette Fall. Tras cruzar un puente, continúa rumbo hacia el este hasta alcanzar un descenso pronunciado en zig zag y la bifurcación cercana a Nevada Fall en la que decidir si realizar el último tramo por el John Muir Trail, más largo pero de pendiente menos pronunciada, o el Mist Trail, un mayor reto para las piernas debido al fuerte desnivel en descenso unido a un tramo literalmente empapado debido a las aguas que desprende la Vernal Fall junto a la que pasa. Un desnivel total de 975 metros de altura que en su versión más corta transcurre a lo largo de 13,5 kilómetros de excursión. Obviamente hacerlo de ida y vuelta es una opción, pero también una locura si no te encuentras en una forma física más que excelente. Lo más habitual es realizarlo cuesta abajo y para ello o bien llegan a un acuerdo dos grupos de turistas para dejar un coche en el inicio y otro en el final. Una opción más arriesgada es confiar en el éxito de hacer autostop para que alguien te suba hasta Glacier Point. Por último, la que más garantías ofrece a cambio de un desembolso es contratar el bus turístico que sale desde Yosemite Lodge y remonta por la Glacier Road hasta el inicio del descenso. Esta es la opción que escogemos, y por 25 dólares cada uno compramos nuestro pasaje para un primer turno que arranca a las 8:30 y llega a la cima tras algo más de una hora y media.
Ese es el plan del día y el motivo por el que a las 6:00 estamos bajando a la planta baja donde Conan nos pide cinco minutos más para tener listo el desayuno. Para hoy tenemos dos colchones de patata untados de una mantequilla de cacahuete casera con un toque picante y acompañados de tres huevos revueltos con cilantro. Según nuestro anfitrión una receta muy sencilla, pero para nosotros algo digno de restaurante. L hubiera preferido ahorrarse la capa intermedia de dulcísima -y empalagosa- mantequilla de cacahuete, pero lo disfrutamos igual. Tras agradecerle como siempre sus atenciones y acariciar durante unos minutos ese gato que empieza a tolerar nuestra presencia, nos ponemos en marcha cuando la pantalla del Nissan Rogue marca las 6:30 y siete grados centígrados. Hoy nos acompaña durante el ascenso hasta el parque el programa de Todo Por La Radio del día anterior. Bendito bluetooth del coche en el que poder reproducir cualquier cosa que tengamos cargada en el teléfono.
Clavamos los tiempos. Son las 8:00 cuando alcanzamos el aparcamiento junto al Yosemite Valley Lodge pese a haber conducido durante un buen tramo de subida tras un autocar que, por motivos obvios de seguridad, en algunas curvas debía aminorar la marcha sensiblemente en comparación con un turismo. A nuestra entrada nos encontramos todas las zonas del Yosemite Valley mucho más tranquilas que ayer, dejando claro que esta es la hora adecuada para llegar al parque. Antes de que debamos subir a bordo del autocar incluso tenemos tiempo para ir al baño y relajarnos unos minutos en los sofás de la recepción del hotel. Cuando pasan varios minutos de las 8:15, dos empleados empiezan a aceptar pasajes y entramos en el vehículo. El californiano conductor, Marlo, parece el hermano secreto del jardinero de Bricomanía.

Esperando en la recepción del Valley Lodge
El trayecto en autocar desde Yosemite Valley Lodge hasta Glacier Point dura aproximadamente una hora y cuarto durante la cual Marlo nos ofrece explicaciones acerca de lo que estamos viendo, siempre acompañadas por anécdotas, datos históricos y algún chascarrillo de los que debe repetir en cada servicio. A nuestro paso por el tramo de carretera que pasa frente a Valley View vemos que las obras en la calzada hacen imposible poder detenerse en ese mirador, así que podemos tacharlo ya de la lista.

Viiiva nuestro conductor...
La voz de Marlo, como la de muchos guías turísticos, está perfectamente modulada para ser agradable y sin sobresaltos. Eso, en un trayecto de autocar de más de una hora y habiendo madrugado sensiblemente, es sinónimo de que nos pesan los párpados y nos cuesta mantener la atención sin caer en las garras de Morfeo. En los momentos en los que conseguimos mantener los ojos abiertos vemos que todavía queda algo de nieve en los arcenes a partir de los 2.000 metros de altura. Hace tan solo 24 horas esta carretera permanecía cerrada debido a la fuerte helada de la noche anterior. Los últimos kilómetros antes de alcanzar Glacier Point transcurren por una carretera de doble sentido algo estrecha y con muchos giros de 180 grados, lo que para un autocar como este supone provocar cierto caos circulatorio. Llegamos a la cima a las 10:00 y ya desde el primer instante recordamos lo impresionantes que son las vistas desde Glacier Point.
En el punto más privilegiado de la barandilla del mirador, ese en el que la barandilla hace esquina, podemos ver en un ángulo de 270 grados la Upper Yosemite Fall a la izquierda, las Vernal y Nevada Fall a la derecha y el Half Dome presidiendo la escena en el centro. A los pies de todo ello transcurren las carreteras y aparcamientos del valle, solo visibles parcialmente tras los frondosos bosques. Nos topamos aquí con todos los españoles que no hemos visto ni oído en días anteriores, y pasamos varios minutos conversando con dos matrimonios de Alicante que están haciendo un notable recorrido por toda la costa oeste.

Las siempre impresionantes vistas desde Glacier Point

El lado bueno del Half Dome frente a nosotros

Nevada y Vernal Fall, hacia donde nos dirigimos

Yosemite Valley desde las alturas
Regresando desde el mirador hasta el aparcamiento, tardamos varios minutos en determinar cuál es el inicio del Panorama Trail. Pese a estar señalado con un cartel que resume los hitos y distancias de la ruta (al igual que la del Pohono Trail, otra alternativa más larga que termina en Tunnel View) no estaría de más alguna señal más en forma de flecha para orientar a los senderistas en un primer tramo que transcurre por terreno demasiado abierto como para distinguir el verdadero camino con absoluta certeza.

La señalización empieza bien...

... y continúa mejor, pero tras esto desaparece toda indicación
Empezamos a bajar los primeros de los 1.000 metros que separan nuestra altura actual de la del valle en el que debemos terminar y las apabullantes vistas siguen con nosotros. Tenemos permanentemente a nuestra izquierda la postal con el Half Dome y las dos cataratas, siendo Vernal Fall con su menor altitud la primera en desaparecer tras un saliente de la montaña a medida que avanzamos. Superamos algunos arroyos con escasa agua y a las 12:30 llegamos al mirador de Illilouette Fall, una tercera catarata que pese a no asomar en las vistas panorámicas se encuentra a escasos metros de la ruta trazada por el Panorama Trail.

Bajamos...

... cruzamos arroyos...

... y llegamos a Illilouette Fall
Disfrutar en todo su esplendor del mirador a Illilouette es un poco complicado, ya que el saliente que ofrece mayores vistas tiene una pendiente pronunciada y es de roca cubierta por arena resbaladiza. Por ese motivo es difícil tomar fotografías que inmortalicen la caída completa, viéndonos obligados a elegir entre congelar en el tiempo el nacimiento de la catarata o la base de ésta si nos desplazamos unos metros a la izquierda hasta otro saliente más asequible pero con visibilidad parcial debido a las ramas de los árboles.

El peligroso saliente para ver las Illilouette Fall

Vistas más allá de la cascada
Durante toda la travesía hemos ido adelantando y siendo adelantados por otra pareja con la que nos saludamos e intercambiamos algunas palabras. Ella es finlandesa, él es de Los Ángeles y nos hace mucha gracia porque está muy interesado en practicar su español con acento descaradamente influenciado por el mejicano. Por segunda vez en lo que llevamos de viaje -los primeros fueron Hilma y su marido-, los locales se disculpan por haber elegido al, en su opinión, peor y más ridículo Presidente de su historia. En California el Presidente Electo recibió un 31,5% de los votos, pero la sensación que nos transmiten hasta ahora sus ciudadanos es que todo el estado iba con Hillary. El voto oculto no es solo cuestión española.
El complicado mirador hacia las Illilouette Falls se nos antoja el punto perfecto para hacer una parada en boxes, y echamos mano de los bocadillos de tortilla de patatas -cebolla, siempre con cebolla- preparados la noche anterior. Con el estómago lleno, reemprendemos la excursión y no tardamos en alcanzar Illilouette Creek, unos rápidos en los que el agua pasa a toda velocidad bajo un puente bañando a su paso las rocas de color marrón pálido. Este era un sitio todavía mejor para haber parado a comer, pero la decisión ya había sido tomada.

Las aguas de Illiouette Creek

Bajando a toda velocidad rumbo a la catarata

El puente por el que cruzamos el río

Cualquier sitio vale para plantar el trípode
Llega ahora el momento del que, creíamos, iba a ser el tramo más duro de la etapa. Mientras varios de nuestros compañeros de viaje -incluyendo nuestro amigo el californiano- da aquí media vuelta para regresar a su coche en lo alto de Glacier Point, nosotros comenzamos el tramo de Panorama Trail que enlaza Illilouette Fall con las siguientes cataratas de Nevada y Vernal, tras las cuales el Yosemite Valley se encontrará ya a dos escasos kilómetros. Este tramo, el que nos debería llevar hasta Nevada Fall, es el único con pendiente ascendente de cuántos llevamos planificados para hoy. Y esa pendiente no tarda en aparecer con gruesos escalones de piedra y poca sombra bajo la que cobijarse.
Es este tramo, poco después de haber superado el puente sobre Illilouette Creek y antes de adentrarse en bosques, es donde deberíamos encontrar el desvío "secreto" hasta un mirador oficioso conocido como Panorama Point. Se trata de un punto que antaño estaba señalizado de forma oficial pero que en 1977 pasó a la clandestinidad tras ser violentamente alterado por la naturaleza: una avalancha se llevó por delante parte de su superficie y dejó la barandilla colgando del valle. En lugar de reponer la barandilla la dirección del parque decidió dejar de publicitarlo y por ese motivo ha sido relegado al estatus de "joya oculta" del Panorama Trail.
Supuestamente situado antes de alcanzar el bosque por el que el camino continúa subiendo, creemos haber perdido la oportunidad de encontrarlo ya que los árboles empiezan a aparecer a lado y lado del sendero que está haciendo estragos en nuestras piernas. Pero no. Si caminas a sabiendas de que en algún sitio hay un desvío no señalizado que lleva hacia "algo", resulta bastante obvio cuál es el momento en el que hay que salirse del camino marcado. "Haciendo un recto" en una curva muy ancha y tras apenas 50 metros atravesando arbustos en dirección hacia el precipicio aparecemos en una generosa superficie de piedra que acaba abruptamente y, efectivamente, sin rastro de barandilla alguna a excepción de una base de metal que todavía sobrevive incrustada en el suelo. Según nuestra aplicación para navegar sin conexión, el punto exacto del mirador es [37.71708, -119.5578].

El más obvio de lo esperado desvío a Panorama Point

Los arbustos que nos separan del precipicio
Las vistas son de campeonato. Es uno de los pocos miradores hacia el valle que deja el Half Dome a mano derecha en lugar de centrado, y ese ángulo inédito permite observar de otro modo cómo dicho valle se extiende hacia el este. Deberíamos ser capaces desde aquí de distinguir a excursionistas subiendo por el Mist Trail que nos mantendrá ocupados en unas horas, pero por mucho que lo intentamos no percibimos ningún movimiento en la distancia que nos de una pista sobre hacia dónde mirar. Regresamos al Panorama Trail tras superar de nuevo los varios metros de arbustos que casi alcanzan nuestras cabezas.

Panorama Point...

... y los restos de la barandilla

Las Yosemite Falls, visibles en nuestro camino hacia Nevada Fall
Todavía no ha terminado este ascenso que se nos está atragantando. Seguimos ganando altura, no pasando a terreno más llano hasta haber superado un fuerte recorrido en zig-zag tras el cual todavía nos encontramos a dos millas de Nevada Fall. No mucho antes de completarlas alcanzamos la intersección en la que tomar la primera decisión del día: a mano izquierda da comienzo el descenso por el John Muir Trail, opción recomendada para senderistas en peor forma física pero que priva de pasar realmente cerca de las cascadas de Nevada y Vernal. A mano derecha el mismo descenso pero por el Mist Trail, el cual pasa literalmente sobre y junto a cada una de las cataratas a cambio de un descenso mucho más pronunciado, ya que pierde la misma altura que el John Muir pero caminando una menor distancia. A sabiendas de que más adelante habrá otra ocasión para poder cambiar un sendero por el otro mediante un tramo que los conecta por ahora nos decidimos por el Mist Trail. Pero antes debemos avanzar apenas unos 200 metros en dirección al John Muir Trail, requisito para disfrutar del que sería en perspectiva el mejor mirador hacia Nevada Fall desde una distancia perfecta y celosamente vigilado por un Half Dome y un Liberty Cap que están ya tan cerca que impresionan. Eso sí, el coste de alcanzar este mirador es superar 50 metros de una lluvia torrencial provocada por el abundante agua que cae desde las cornisas superiores de la pared junto a la que caminamos.

Éste dice que tampoco votó a Trump

El peaje al iniciar el John Muir Trail

La ducha merece la pena
Regresamos, previa nueva ducha de la que nos protegemos con un poncho impermeable de Decathlon, a la intersección desde la que tomar el desvío al Mist Trail. Los primeros pasos nos llevan tras un tramo embarrado a un puente que pasa justo encima del nacimiendo de Nevada Fall tras superar una amplia explanada donde algunos excursionistas descansan en cómodas hamacas instaladas aprovechando parejas de árboles cercanos. La vista del Liberty Cap es tal desde aquí que quizás sea el único sitio en el que es capaz de robarle protagonismo al omnipresente Half Dome.

Buena idea

Liberty Cap con el nacimiento de Nevada Fall a sus pies

Ahí comienza la catarata

La ducha del John Muir Trail, ahora desde el lado opuesto
Empezamos ahora el descenso por el verdadero Mist Trail, ese que debe llevarnos desde lo alto de Nevada Fall hasta la base de su hermana del piso inferior, la cascada de Vernal Fall. Y aquí es donde todo empieza a ir mal.
El descenso del Mist Trail desde Nevada Fall lo tiene todo: ridículamente pronunciado, sin escapatoria del sol y sobre terreno de piedra dura que no amortigua las pisadas y tan irregular que te obliga a medir cada paso. Los incómodos escalones se transforman en un reto mayor a cada metro que descendemos, y lo peor no es la exigencia física. La puntilla es el factor psicológico de saber que esta es la parte "seca" del Mist Trail y que para alcanzar los pies de Vernal Fall habrá que superar un segundo tramo más duro si cabe, con el agravante de estar totalmente empapado por el agua de la propia catarata.

El maldito Mist Trail

Nevada Fall, ahora desde abajo
Ese miedo a lo que está por venir es lo que empieza a dar vueltas por la cabeza de L y le impide pensar en nada más, ni siquiera para disfrutar de un nuevo mirador a Nevada Fall esta vez desde abajo al que se puede acceder apartándose unos metros del camino por un amplio y húmedo terreno. Nos cruzamos por nuestro camino con gente que parece haber decidido subir y bajar el Mist Trail en un recorrido de ida y vuelta, pero nosotros tenemos un condicionante por el que acusamos más el descenso: mientras ellos han cargado un conjunto de partes del cuerpo completamente distinto durante la primera mitad, nosotros llevamos castigando los mismos músculos y articulaciones durante prácticamente todo el día. Y en concreto las plantas de los pies y los gemelos están llegando al punto crítico en el que te obligan a bajar el ritmo hasta unos ridículos dos kilómetros por hora... siendo generosos. En mi caso particular, olvidaba también un pequeño detalle: llevo todo el día cargando con 6 kg repartidos entre trípode, cámara y botella de agua de dos litros. Es imposible olvidar tal peso cada vez que descargo la mochila durante un descanso y vuelvo a echármela a la espalda.
Como era inevitable, cuando alcanzamos la segunda intersección entre el John Muir Trail y el Mist Trail ya lo tenemos decidido: vamos a cambiar el rumbo hacia el primero aunque ello suponga no descender junto a esa caída de agua de Vernal Fall que escuchamos ya a todo volumen desde nuestra posición. Estudiamos las señales, comenzamos a caminar y... algo va mal.
Hemos cometido un error de principiante. Sí, claro, existe la opción de regresar al John Muir Trail desde aquí, pero tiene un precio. El punto a favor del John Muir Trail es que desciende desde Nevada Fall a un ritmo mucho menos pronunciado... pero es que nosotros ya hemos realizado ese brusco descenso. Gran parte de la altura que habíamos perdido durante la dura escalera del Mist Trail la debemos recuperar ahora antes de llegar a su alternativa más asequible, y eso en nuestras condiciones es sinónimo de tortura. Tortura, sin embargo, con una muy interesante recompensa: un espectacular mirador desde el que ver íntegramente esa Vernal Fall que hemos desistido poder casi tocar con nuestras manos.

Posiblemente las mejores vistas a Vernal Fall
Alcanzamos, no sé muy bien cómo, el punto en el que vuelve a encontrarnos el John Muir Trail, conocido como Clark Point. Y sí, el sendero es mucho más asequible que el Mist Trail, pero la carga que llevan nuestras piernas tras todo el día hace que hasta un paseo junto al mar pueda ser un reto. Aunque baje de forma menos pronunciada que el Mist Trail, nuestro sendero actual también debe ir perdiendo altura hasta llegar al valle y los escalones -mucho más amplios y espaciados en esta ocasión- siguen siendo lo último que queremos encontrarnos a estas alturas de la jornada. Penosamente avanzamos hasta llegar a la intersección final en la que Mist Trail y John Muir Trail vuelven a coincidir dejando ya solo para terminar los últimos dos kilómetros hasta regresar a Yosemite Valley. Y los superamos no sin dificultad ya que son unos últimos metros igualmente pronunciados, eso sí, sin la molestia de escalones que han sido sustituidos por suelo de cemento.

Clark Point, el principio del fin
Acompañados de mosquitos como puños vemos la luz al final del túnel en forma de puente tras el cual ya asoma la parada de los autobuses de Yosemite Valley. Y como las malas noticias nunca vienen solas, se nos escapa el autobús por apenas 10 segundos, con la conductora negándose a esperar pese a mi gesto de ruego cuando nos quedan apenas 20 metros para alcanzar la parada. Nos toca aguardar al próximo autobús sentados en un banco, momento en el cual L quiere airear los pies y descubre hasta tres ampollas repartidas por ellos. Esto va a acarrear consecuencias para nuestros planes de los próximos días.
Afortunadamente la frecuencia de paso de 30 minutos que reflejan los carteles informativos de la parada de bus son meramente orientativos y el próximo coche aparece tras apenas diez minutos esperando. Por fin motorizados, llegamos hasta la recepción de un Yosemite Valley Lodge en el que comenzamos la jornada hace ya 12 horas y en un estado físico mucho mejor que el actual. Llegamos a paso de tortuga hasta nuestro coche, y tras dejar descansar los pies descalzos unos minutos encendemos el motor.
Pero las malas noticias tampoco vienen de dos y dos, y nos aguardaba todavía un último contratiempo. A la salida de Yosemite Valley en dirección a Tunnel View los vehículos empiezan a detenerse al encuentro de las señales que anuncian las ya conocidas obras en carretera que limitan la circulación a un solo carril. Esto es algo que puede ocurrir y suele suponer apenas cinco minutos de espera antes de poder reemprender la marcha. Pero los cinco esta vez se convierten en 30, y nunca sabremos exactamente qué intervención en la calzada provocó que perdiéramos una preciosísima media hora para llegar a casa y morir definitivamente.
Si quisiéramos ser negativos, ahora remarcaría el hecho de que todavía nos quedan por delante 50 largas millas que recorrer de noche a velocidades de carretera de montaña, buscando recursos como el chocolate o la música a todo volumen para no caer en el error de bajar los párpados durante un segundo que podría ser fatal. Si en cambio quisiéramos ser optimistas, recordaríamos el hecho de que estuvimos a punto de alojarnos en una casa particular que estaría no a hora y medio si no a casi tres horas del valle de Yosemite, con lo que la distancia a recorrer en estos momentos sería del doble. Y además no hubiéramos conocido nunca a Conan.
Un Conan que al parecer nunca duerme, ya que cuando alcanzamos la casa a las 22:30 nos aguarda tan despierto y atento como siempre. Sin un solo reproche o comentario negativo sobre la tardísima hora de regreso -no es que estemos obligados a decirle cuándo vamos a llegar, pero le habíamos dado una previsión- se limita a lamentar los contratiempos sufridos según se los contamos e incluso se ofrece a prepararnos algo para cenar, increíble gesto que rechazamos amablemente. Ahora mismo solo queremos hacer dos cosas, y ni siquiera tenemos claro en qué orden: ducharnos y dormir como si nos fuera la vida en ello.
¿Nos ha gustado el Panorama Trail? Muchísimo. ¿Lo volveríamos a hacer? Probablemente, pero tras hacer algunos ajustes en el recorrido. ¿Nos reiremos de todo lo ocurrido hoy en tan solo unos días? Con casi total seguridad. Pero por ahora, todo lo que tenemos es una inusual mezcla de alegría y satisfacción por lo conseguido y tristeza y dolor por los contratiempos sufridos. Especialmente por aquellos en forma de lesiones que puedan condicionar los próximos días, empezando por mañana. Pero eso ya es otro capítulo de la historia.