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Domingo 20 de agosto de 2017
El plan del día es hacer dos “game drives”, uno por la mañana y uno por la tarde. El conductor nos ha citado a las siete y media de la mañana así que madrugón, desayuno y vuelta a la furgoneta.
El vehículo va equipado con un transistor de radio, dos largas antenas en la parte de atrás y un micrófono. De vez en cuando se escuchan voces al otro lado, son otros conductores que se comunican entre ellos. Es un sistema para avisarse de avistamientos destacables. Hablan en swahili y no entendemos nada.
En un determinado momento algo oye George que acelera y otra vez más nos acercamos a un grupito de coches que rodean algo que queda fuera de nuestra vista. Al llegar allí están, una parejita de leones sentados entre los arbustos. No podemos acercarnos mucho porque hay demasiados coches ya. Nuestro guía nos presta unos prismáticos para poder observarlos mejor.
Fotos tomadas y seguimos merodeando por el parque. Nos acercamos al río Ewaso Ng’iro (“aguas marrones” en swahili), aquí la vegetación es más verde y abundante. Incluso asoman unas peculiares palmeras con varias cabezas. En medio del barrizal está descansando un cocodrilo.
Nos encontramos detrás de unos árboles un buen grupo de jirafas comiendo hojas. Este tipo de jirafa se llama reticulada y su cuerpo presenta un estampado mucho más definido que la jirafa masai.
A la hora de comer volvemos al hotel. Hay que decir que las distancias no son cortas y se pierde algo de tiempo en ir y volver. Pero nos sobra tiempo para disfrutar de la piscina. El agua está helada pero nos refrescamos bajo la tumbona.
Por la tarde hacemos otro “game drive”. Esta expresión se traduce literalmente como excursión de caza, pero viene a ser lo que entendemos nosotros como safari. De hecho, ellos no lo llaman “safari” porque en realidad “safari” en swahili significa viaje.
Vemos más animales. Apenas se inmutan cuando pasamos por su lado. Los más graciosos son los dicdics, que levantan la cabecita del suelo para mirarte pasar inmóviles. Las gacelas de Grant se alejan unos metros con ágiles zancadas y las cebras se apartan del camino pausadamente.
Hoy como ayer, al bajar el sol, tenemos el gran regalo de la tarde. Unas voces por la radio. George acelera el coche como nunca antes en su vida y vemos varios vehículos por los caminos cercanos correr en la misma dirección que nosotros. Llegamos al grupo de vehículos. No sabemos dónde mirar. En el tronco del árbol nos señala. Un hermosísimo ejemplar de leopardo yaciendo al sol. Nos observa, pero no se inmuta. Es la joya de la corona, el animal más difícil de ver. La cantidad de coches va aumentando y George tiene miedo a quedarnos taponados así que tomadas las fotos dejamos sitio para otros turistas.
Cruzamos una zona con vegetación densa y justo detrás de un tupido árbol aparece un elefante. Y otro, y otro más allá, y uno jovencito. Hay una familia completa dándose un festín con las verdes hojas tiernas. Uno de ellos camina en dirección a nuestro coche y nos apartamos de su camino. Estamos en su casa y ellos tienen prioridad. Se acaba la tarde y volvemos al hotel, a cenar y dormir.
En Samburu hemos visto los siguientes animales:
León, leopardo, gineta, chacal, águila, guincho o águila pescadora, cocodrilo, elefante, jirafa reticulada, cebra de Grevy, ardilla, oryx, avestruz somalí, gacela de Grant, gerenuc, impala, dicdic, antílope de agua, avutarda, marabú africano, cálao, babuino, pintada o gallina de Guinea, facóquero y liebre.
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