Pocas cosas hay más impactantes que despertarse por el sonido de la música tradicional japonesa de una procesión vestida con trajes del período Edo pasando bajo tu ventana. Nunca nos ha pasado, pero seguro que es impactante. Volviendo al diario...
Nos levantamos temprano y, tras hacernos con nuestro habitual desayuno de lata de café con leche y bollo peculiar, nos encaminamos a uno de los lugares más famosos y hermosos de Kioto: el santuario Fushimi Inari.
Inari es la deidad japonesa de la fertilidad, la agricultura, la industria y, en general, del éxito en los negocios. Este santuario destaca por los miles y miles de torii que hay en todo el complejo, y que han sido donados por empresas y comerciantes para intentar asegurarse favor de Inari. También pueden verse mucha figuras de zorros, que son los mensajeros de Inari, aunque los kitsune (zorros) tienen bastante presencia en el folklore japonés y pueden verse en otros templos.
Es aconsejable ir bastante temprano al Fushimi Inari, pues es uno de los lugares turísticos de la ciudad, e incluso yendo en un día laborable se corre el riesgo de toparse con un montón de excursiones escolares.


El Fushimi Inari es accesible las 24 horas. No tenemos ocasión de visitarlo de nuevo por la noche, pero para quienes tengan tiempo para ir de día y de noche, creo que puede ser un plan espectacular.
Al salir del Fushimi Inari hacemos una breve parada en los puestos callejeros de comida para picotear algo y tomar una cerveza. Para más info sobre el Fushimi Inari recomiendo echar una vistazo a ESTE POST de Japonismo.com .
Ahora nos dirigimos a Kiyomizu-dera, otro de los puntos turísticos más importantes de la ciudad. El conjunto de templos recibe su nombre de los manantiales que bajan hasta el mismo desde la montaña: Kiyomizu significa agua pura. Los edificios actuales son del año 1633, pero la historia del templo data del 778.

Hemos tenido mala suerte porque hay obras en el edificio principal, pero puede verse casi todo. Es espectacular el modo en el que sobresale de la colina, sostenido por cientos de pilares. En el período Edo existía la creencia de que si sobrevivías a un salto desde el enorme balcón se te cumpliría un deseo. De los 234 saltos de los que se tiene constancia el 85,4% terminaron sin muerte, pero no hay estadísticas en torno a los deseos cumplidos.

Salimos de Kiyomizu-dera y empezamos a bajar la colina por otra bonita calle de casas antiguas que albergan tiendas de todo tipo. Nos encaminamos a una sorpresa para mi acompañante: una ceremonia del té. Decidí acudir a ESTE SITIO tras comparar varios por su precio y su localización. Cuesta 2000 yens por persona en una sesión de grupo en la que hay 8-10 personas máximo (por 6000 hacen una sesión privada en su otro local, cerca del templo Ryōan-ji).

Al terminar la ceremonia del té decidimos que esa noche nos acercaremos a Pontocho, pero creo que dejaré esa noche para otro capítulo...