Al día siguiente hicimos una larga tirada en moto para llegar hasta Civitavecchia. La idea era llegar, descansar y tal vez, hacer una escapada hasta Roma, porque aunque ya la conocíamos, creímos que sería una buena despedida de Italia.
Nos instalamos en un comodísimo B&B de Civitavecchia, concretamente en My Home Blu, donde Stefano y Valentina nos atendieron a las mil maravillas. Como estábamos bastante cansados por el viaje, aquella tarde decidimos quedarnos en Civitavecchia y por la noche, fuimos a cenar al “Mastro Titta Pizza”, donde comimos durante estas vacaciones nuestra segunda mejor pizza de Italia.

Al día siguiente, nos levantamos temprano y cogimos un tren desde Civitavecchia para ir hasta Roma.
Disfrutamos mucho de nuestro día en Roma a pesar que el tiempo no nos quiso acompañar esta vez. Durante la mañana, pasamos frio y por la tarde, tuvimos lluvia, lo cual nos provocó que volviéramos a Civitavecchia antes de lo previsto porque hacer turismo con lluvia no es una buena combinación.
Aunque eso no evitó que nos paseáramos y nos perdiéramos por las estrechas y bellas callejuelas romanas hasta la Fontana di Trevi o que volviéramos a sentarnos en la Plaza Navona (a mi es una plaza que me tiene enamorada).





Para comer, como dice la tradición: unos spaguettis a la carbonara y de postre, un riquísimo gelatto italiano.

Por la tarde, llegamos a Civitavecchia y a prepararlo todo porque al día siguiente, teníamos la vuelta a casa.
El viaje de vuelta fue sin novedades, después de una larga espera, subimos al ferry y tras la noche en el barco, llegamos a casa.


Y sí: llegó nuestro fin de viaje y de las vacaciones del verano.

Nos quedamos muy satisfechos de este viaje, a pesar de las dificultades con la moto, las buenas sensaciones y lo bien que nos lo pasamos, superó con creces cualquier otra situación.
Os recomiendo mucho visitar estos bonitos paisajes y lugares que hay en el desconocido y auténtico Sur de Italia.
¡Hasta pronto!
