Para nuestro tercer día en la zona norte del país teníamos reservado un vuelo a Mae Hong Son, una zona situado al noroeste de Chiang Mai. El vuelo, de tan solo media hora, nos costo tan solo 30 € ida y vuelta, con lo que merece la pena.
También se puede llegar en autobús, a un precio bastante más económico. Tarda unas ocho horas, ya que va por una carretera regulera.
Cogimos el avión que sale a eso de las 10 de la mañana de Chiang Mai, era pequeñito, de hélice, lleno sobretodo de españoles, se ve que ha cogido fama entre nosotros y estoy segura de que este foro tiene buena culpa de ello. En la media hora que dura el viaje les dio tiempo incluso de darnos un sándwich para comer.
Llegados a Mae Hong Son cogimos un tuk-tuk que nos llevara al hotel para dejar las mochilas y decidir qué hacer allí, buscar alguna excursión o algo así, ya que no teníamos ningún plan cerrado para esos días.
Por recomendación de unos amigos habíamos reservado el Fern Resort. Un bonito hotel ecológico situado a unos 7 Km de la ciudad. Está situado entre montañas y rodeado de campos de arroz y un arrollo. El personal es muy agradable e incluso hablan un poco de español. El precio en la página web es de unos 50€, pero nosotros lo conseguimos a través de Agoda por unos 30€. El sitio merece realmente la pena para quedarse unos días más explorado la zona.
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Cuando llegamos al hotel de lo primero que nos enteramos es que tenían un bus gratuito desde el aeropuerto, pero bueno, tampoco es que el tuk-tuk nos costara mucho. El recepcionista nos enseñó la habitación, la misma que le había dado a Brad Pitt y Angelina Jolie cuando visitaron el hotel ¡que suerte la nuestra!... y nos estuvo recomendando una excursión por la zona para el día siguiente, ya que era demasiado tarde para salir del pueblo ese día. Nos decidimos a contratar la que nos ofreció y pasar el resto del día disfrutando un poco del hotel y visitando Mae Hong Son.
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Estuvimos dando una vuelta por el hotel, todo un paraiso, e incluso se puede hacer una ruta por la zona con perros guía, de la que solo hicimos una parte. Luego nos fuimos a la piscina y finalmente comimos algo en el restaurante, donde preparan comida típica Thai bastante buena.
Por la tarde nos fuimos en el autobús del hotel hasta el pueblo. La verdad que este no tiene mucho para ver, lo más interesante son los templos y monasterios que hay por el pueblo. Son distintos a los que veníamos viendo a lo largo del viaje, más de estilo birmano, y lo más llamativo, sobretodo, sus coronas luminosas, pero templos budistas al fin y al cabo, de los que yo ya estaba algo cansada. Mae Hong Son es definitivamente más interesante en sus alrededores, en los que puedes perderte durante días, para lo que deberíamos haberle dedicado más tiempo de los dos días que pasamos allí.
Comenzamos nuestros paseo por el lago Chong Kham, donde hay dos templos, el Wat Chong Kham y el Wat Chong Klang.
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Continuamos hacia el Wat Kam Ko y el Wat Phra Non. Dando después un rodeo para llegar al Wat Hua Wiang.
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Paseamos un poco más por el pueblo pero hacía muchísima calor, había llovido un poco y la humedad era insoportable, así que decidimos irnos a tomar algo al bar donde para el bus del hotel, que también es de ellos y es el que mejor pinta tenía.
(Algunos parecían no enterarse de la calor que hacía)
Nos tomamos unas cervezas hasta que llegó el bus y nos fuimos de vuelta al hotel. Allí el restaurante estaba bastante animado con gente cenando tomando algo y nos quedamos un rato a tomando unos cockteles.
A la mañana siguiente madrugamos para desayunar algo antes de irnos de excursión, nos dio pena irnos, ya que fue el hotel más bonito que estuvimos en Tailandia.
A las 8 de la mañana en punto estaba nuestro guía a recogernos, iríamos solos en la camioneta, aunque nos encontramos a otra gente del hotel haciendo una ruta parecida.
Lo primero era ir a ver un poblado de la tribu Karen, o mujeres jirafa. Elegimos uno al que solo se puede llegar en barca, así que fuimos a un embarcadero a coger una de estas barcas largas que usan por todo el país. El viaje duró una media hora hasta llegar a un poblado de chozas de madera y bambú, escondidas entre la vegetación de la selva
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Estas tribus vienen de Birmania y, según nos dijo el guía, el dinero que recaudan con la entrada que hay que pagar para visitarlas es casi todo para la guerrilla; ellos viven principalmente del dinero que sacan con las cosas que venden a los turistas. De hecho, por lo visto la costumbre de las mujeres de ponerse aros en el cuello se estaba perdiendo hasta que empezaron a llegar los turistas con su dinero y gracias a eso podemos seguir viéndolas.
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No se conoce muy bien la razón de cómo empezó la costumbre de ponerse estos aros en el cuello, piernas y brazos, según nos dijeron hay dos teorías, una la de que ellas se ven así más guapas y otra la de que fueron los hombres de la tribu los que hicieron que se los pusieran para que fueran más feas y no atrajeran a los hombres de otras tribus.
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La visita consistió en pasear un poco por el poblado para ver sus casas, su forma de vida y sus puestos de souvenirs también. En cada cabaña había una mujer con un puesto llamándonos para que nos hiciéramos fotos con ellas y les compráramos algo. La verdad es que fueron amables con nosotros, imagino que porque ese día éramos los únicos turistas allí, pero su actitud y sus sonrisas me dieron la sensación de que no era más que un posado, a algunas se las veía casi obligadas a ser simpáticas, solo por el interés de vender; por lo que en el rato que estuvimos allí no pudimos averiguar mucho de la forma de ser de este pueblo. Eso si, sólo vimos mujeres y niños, hombres ninguno.
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Lo que más nos llamó la atención fue la escuela, sobretodo por la cantidad de idiomas que estudian: el idioma Karen porque es el suyo propio, Birmano porque vienen de allí y no saben si volverán algún día, Thai porque es donde viven y deben hablarlo e Inglés porque no saben si algún día tendrán que emigrar a otro país, así que por si acaso ya saben inglés que se habla más o menos en todo el mundo. Encima de todo esto alguna incluso nos habló en español. Es curioso como en una aldea perdida de la mano de dios saben hasta cinco idiomas mientras nosotros hablamos uno y mal.
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Terminada la visita volvimos a la barca que nos llevaría de nuevo a la camioneta para seguir nuestro recorrido.
La siguiente parada fue en la cueva de los peces. Esto era como una especie de parque donde hay una cueva con un pequeño templo y hay muchos peces. Visto así no tiene mucho interés, y bueno, tampoco es que fuera de lo mejor, pero lo bonito era la zona y el paisaje. Hay un caminito para hacer una ruta por la zona, como no teníamos mucho tiempo solo lo seguimos un rato y volvimos a donde nos esperaba el guía.
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De aquí nos llevó a la zona fronteriza con Birmania para visitar algunas aldeas de otras tribus que viven por allí.
El poblado más interesante era uno chino, llamado Ban Rak Thai, con arquitectura típica china y donde estuvimos comiendo algo típico de allí. El poblado, como el resto de los que vimos se veía bastante pobre, con sus calles embarradas y casas de bambú, con techos de uralita y hojas de árboles que no deben quitar mucha calor. Viven de recoger té y de los pocos turistas que pasan por la zona.
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El siguiente poblado Ban Ruam Thai, se veía casi más pobre aun, había muy poca gente por la calle, ya que hacía mucha calor. Estuvimos por allí un rato en la zona del lago que hay junto al poblado y nos fuimos a la siguiente parada.
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Esta era la cascada Pha Seau, en la que no pudimos parar mucho tiempo porque empezaba a llover fuerte y nos estábamos poniendo chorreando.
Por último el guía nos dijo que si nos apetecía ir a un balneario y como nos sobraba algo de tiempo nos acercamos a verlo. Era el Mud Spa, donde hacen tratamientos de belleza con barro y hay una piscina de aguas termales al aire libre. Solo nos daba tiempo un baño y, aunque estaba lloviendo, como estaba el agua tan calentita ni nos enteramos. El sitio nos pareció más bien cutrecillo y creo que si estuviera mejor cuidado tendría más éxito, ya que no está mal y es muy barato, además de estar rodeado por impresionante paisaje de campos de arroz.
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Por cierto, mejor llevar traje de baño propio, los que tenían allí de préstamo tenían una pinta regulera.
Terminado el baño y ya relajaditos nos fuimos corriendo al aeropuerto para volver a Chiang Mai. Llovía a cántaros y el avión se retrasó porque no podía aterrizar, de hecho tuvo que volver a Chiang Mai para repostar. Para nosotros fue pesado, pues el aeropuerto es muy pequeñito y no tiene casi nada, lo mejor que conseguimos fueron unos helados resecos, pero bueno, para los que iban en el avión tuvo que ser peor.
Al fin llegamos a Chiang Mai, al mismo hotel, no nos comimos mucho la cabeza con eso. Cogimos un tuk-tuk y nos fuimos al mercado nocturno.
El mercado de Chiang Mai es el más famoso de Tailandia y el más recomendado para hacer compras, con razón, porque la verdad que tiene de todo, desde ropa a artesanía. Nosotros compramos poca cosa porque al ir con las mochilas no podíamos echar mucho peso y decidimos dejar las compras para los últimos días en Bagkok.