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Día 1 de septiembre, viernes.-
Continuamos navegando entre kilómetros y kilómetros de frondosos bosques, el paisaje casi resulta monótono, ¡tanto árbol y tan verdes! ...un lujo de la naturaleza. Hemos pasado ya varias esclusas pero aun quedan por delante muchas más, resultan un curioso espectáculo con el que entretener un rato de la travesía.
Por la mañana hicimos otra reunión en la que nos explicaron los programas y las actividades previstas y también asistimos a la primera clase de ruso, sin más pretensión que aprender lo más básico y pasar un rato entretenidos. Antes de comer hicimos un “simulacro de emergencia”: al toque de sirena, todo el mundo se pone los salvavidas y salen al pasillo, todos, desde el Capitán hasta el último componente de la tripulación y del pasaje, conseguimos pasar la prueba sin ningún ahogado y por tal motivo esperamos no tener que repetir...
. Durante toda la navegación se observan multitud de pequeñas iglesias; en esta etapa vimos el famoso campanario que emerge como testigo vivo de una de las ciudades inundadas por el embalse.
Tras la comida llegamos a la localidad de Uglich, una de las más importantes del Anillo de Oro; la visitamos a pie y acompañados de una fina lluvia, vimos la iglesia de San Dimitri sobre la Sangre, la de la Transfiguración y un bonito monasterio,
Nos dió la bienvenida una pareja que entonaban canciones rusas e iban ataviados con los típicos trajes regionales. Una pareja (madre e hija) muy pintorescas, paseaban entre los turistas, provocándonos gran curiosidad y alguna sonrisa. Allí compramos algunos regalos en los puestos callejeros.
A las 19:00 h. zarpamos de nuevo en dirección a Kostroma a través de los embalses de Uglich y Ribinsk. Tras la cena pudimos disfrutar de un bonito atardecer y después participamos en los juegos que habían organizado los guías; por torpe me tocó “bailar” el Kasachok y me obsequiaron con una copa de vodka no sé si como premio de consolación o como castigo; pasamos un rato muy agradable y nos reímos mucho con todos los participantes.
Uglich:
Día 2 de septiembre, sábado.-El tiempo nos amenaza con más lluvia, pero al final nos dejó hacer las visitas cómodamente.
Como siempre desayunamos de los primeros y luego a las 10:00 asistimos a la primera clase de canto ruso. Empezamos a entonar las Noches de Moscú, Katiusha y En la Herrería, digamos que... nos lo pasamos genial, y ¡no lo podíamos hacer mejor!.
El almuerzo muy temprano pues a la una teníamos la llegada y visita a Kostromá, visita que se efectúa en autobús, ¡Qué cortinas más bonitas tenía el nuestro!, visitamos la ciudad y el Monasterio de San Ipaty.
La ciudad de Kostromá no nos gustó demasiado, el interés que tiene es que está anclada en los años de la post-guerra y las construcciones se conservan como entonces, casas con grandes arcadas pero mal conservadas y el edificio de los bomberos con su torre, y el monasterio sí que son bonitos, aquí nos recibieron con cantos monásticos impresionantes como en casi todos los monasterios que visitamos. Tiene una iglesia muy bien conservada y el interior está muy bien decorado con pinturas murales y un retablo de iconos preciosos...
Volvemos al barco y nos dimos un paseo por el puerto donde había algunas tiendas y poco más, nos retiramos al camarote a descansar hasta la hora de la cena. Después charla con los compañeros de viaje en la cubierta 3.
Monasterio de San Ipaty:
Día 3 de septiembre, domingo.-
Hemos estado navegando toda la noche con niebla intensa, pero al amanecer se complicó tanto que nos vimos obligados a parar, estuvimos anclados a orillas del Volga muy cerca de Jaroslav, llegamos pues con algo de retraso sobre la hora prevista, pero hicimos la visita con buen tiempo.
Primero una panorámica en el autobús con varias paradas antes de ir al monasterio del Salvador y La Transfiguración, en una de ellas me despisté del grupo por hacer fotos en solitario, pero enseguida me di cuenta y volví al redil.
La ciudad es más grande que Uglich y Kostroma, tiene más servicios y el mercado es más moderno y limpio. Nos hizo una mañana de espléndido sol, pero enseguida regresamos al barco pues aún quede mucho por delante y hay que cumplir los horarios. Ese día habian programado una clase de cocina rusa, pero como era común para todos los grupos y las traducciones la hicieron muy pesada, me retiré a recordar nuestra más sana costumbre: La Siesta.
Más tarde había clases de baile y después de la cena la terrible degustación de Vodka. Nosotros montamos nuestra tertulia en la cubierta de popa con las doctoras, sufrimos el ataque nocturno de los señores de la limpieza con sus gigantescas fregonas, pero no nos achicamos y continuamos hasta bien tarde. Continuamos navegando con lluvia por el Rio Sheksna Alto y el Lago Blanco hacia Goritzi.
Distintas vistas de Jaroslav:
Día 4 de septiembre, lunes.-Nos despertamos por el ajetreo del paso de otra de las muchas esclusas, en esta ocasión era distinta pues es la única que tiene una puerta cilíndrica, enorme, que gira sobre su eje sumergido y es curioso de ver. Tras el desayuno acudimos a la segunda clase de canto y vemos cómo se ha animado más gente y lo pasamos genial, yo hasta dejé de hacer el Play-Back al llegar a “Los Clavelitos”. A las 12:00 almuerzo. Hay que decir que durante toda la ruta, tanto para las comidas como para las cenas podías elegir el menú entre varios platos que te presentaban el día de antes, nosotros comimos muy a gusto pues siempre había alguna verdura, sopa carne o pescado y ensaladas donde poder elegir.
Llegamos a Gorittzi y tomamos un autobús-lanzadera para ir a la ciudad de Kirilov a 8 kms., donde se encuentra el Monasterio de San Cirilo del Lago Blanco y su famoso museo de ... Iconos. Qué susto, lo encontramos con una gran bandera nazi y es que estaban rodando una película, como la visita era más de interiores, la suave lluvia no nos molestó demasiado, a la salida ya había parado y de regreso al embarcadero nos paramos en las tiendas e hicimos varias compras (pasminas y algo de piel).
Llegamos al barco, esa noche era la “fiesta pirata” y había que disfrazarse, no teníamos nada adecuado y pocas ideas, pero al asistir a la clase de Ruso vi que parte de los comedores estaban siendo decorados con redes y otros abalorios, así que tomé prestada una de estas redes para mi pañuelo de cabeza y luego las ideas fueron brotando solas, cogí un aro de plástico rojo de la botella de agua para hacerse un pendiente, con una bolsa negra y una toallita me fabriqué el parche, con el envoltorio de un quesito me puse dientes de oro y con un calcetín y un tenedor de plástico me fabriqué un muñón, unos adecuados toques en la ropa, el armamento al cinto y ya tenemos un pirata, pero faltaba lo mejor: me hice un pajarita de papel y con dos imperdibles y me lo sujetó Tere al hombro cual “loro pirata”. El comedor nos lo encontramos con la vajilla y los cubiertos amontonados, las sillas tiradas, los camareros simulaban estar borrachos... y todos vestidos especialmente para la ocasión, el menú también adecuado a la fiesta y fue divertido.
Tras la cena concierto y charla (más charla que concierto.
El Monasterio de San Cirilo del Lago Blanco
Dos momentos de la "fiesta pirata".
Día 5 de septiembre martes.-Seguimos navegando por el lago Onega uno de los más grandes de Europa en dirección a la isla de Kizhi, no llegaremos hasta las 5 de la tarde, pero el día se presenta despejado y con buen tiempo.
Por la mañana realizamos la visita al puente de mando, donde el capitán nos explicó las características del barco y el funcionamiento de todos los aparatos del puente, (que pena, el timón ya no es lo que era). Nos hicimos las fotos y seguimos con nuestras charlas hasta la comida. Antes habían dado un curso de doblar servilletas y una mesa redonda sobre la actualidad rusa, pero nos las saltamos.
Poco más tarde de las 4, se empieza a ver la isla y sus magníficas construcciones, llegamos con antelación a la hora prevista y todo el mundo sale a la cubierta a hacer fotos, las vistas son magníficas pues la situación del sol es óptima para ver el reflejo en las cúpulas de madera, hasta que no las ves de cerca no terminas de creer que la madera pueda dar esos brillos metálicos.
Realizamos seguramente la visita más agradable de todo el viaje, el tiempo perfecto y los otros grupos se marchaban cuando nosotros llegamos, tres barcos zarparon mientras nosotros visitábamos las casas de madera de los pescadores y nos quedamos solos.
Hicimos un montón de fotografías, tanto el paisaje como la luz invitaban a ello, olvidándonos incluso de las indicaciones de los guías de que no nos saliéramos del camino por que en la isla abundan las víboras y otros reptiles peligrosos.
Si a la llegada se nos presentaron las cúpulas plateadas, en el regreso nos despidieron todas las construcciones con unos preciosos tonos dorados, la luz del atardecer con nubes de algodón nos sorprendió con un espectáculo único que se veía reflejado sobre las (entonces) tranquilas aguas del norte del lago Onega.
Tras la cena había un concierto en el que tocarían las melodías solicitadas por cada mesa, nosotros habíamos pedido “Los Remeros del Volga” pero cuando llegamos la sala estaba completamente llena y nos salimos a cubierta con la gente del grupo que habíamos entablado más amistad.
Navegábamos en dirección al Ladoga, éste es el más grande de Europa y nos advirtieron de que “a veces” hay olas de hasta 4 metros de altura...
Todas las fotos que vienen a continuación son de la Isla de Kizhi, no les pondré ningún comentario pues creo que hablan por sí solas, lo difícil ha sido descartar todas las que no he puesto.
Día 6 de septiembre miércoles.-Nos dirigimos hacia Mandrogui, la última escala antes de llegar a San Petersburgo. Por la mañana había ensayos para la fiesta de la noche y a las 11 llegamos y los guías nos acompañaron en una primera visita por las distintas cabañas, museos y talleres de los artesanos, nos pareció un "montaje para turistas" y las tiendas las encontramos muy caras, pero el paisaje es precioso y cruzamos a la isla por un trasbordador de tracción animal, el pobre chico, me recordó a la película de Sansón cuando le atan a una noria.
En la isla hay un agradable paseo por el bosque con algunas figuras de madera alegóricas de los cuentos tradicionales rusos, un mini zoo y mucho bosque. Vimos la casa que le regalaron a Putin en un lugar privilegiado, por lo demás... un “chalecito de ná”.
La comida tipo barbacoa que nos ofrecieron estaba un tanto reseca por el tiempo que hacía que la habían cocinado, comida de supervivencia y enseguida todos a bordo pues zarpamos a 14:30. El Ladoga se iba animando conforme avanzaba el día y ya por la noche nos acompañó en la fiesta con sus divertidos balanceos.
Era la cena con el Capitán, todos muy elegantes y con un menú especial con ahumados y caviar. Durante la cena, se acercó a mí la guía para proponerme que participara en el baile del Lago de los Cisnes “en versión libre”, así que acepté y tras unos minutos de ensayo, ya estábamos preparados para el evento.
Como ya he dicho el Ladoga se puso valiente y nos deleitó con sus animados bailes durante toda la noche. No me podía imaginar que en un lago pudieran verse semejantes olas y el balanceo se notaba ya desde el comienzo de la fiesta. Las actuaciones de los otros grupos, aunque no estuvieron mal, quedaron eclipsadas con las actuaciones de los españoles, el penúltimo número fue el de los “Cisnes Temblones” y con nuestra “brillante actuación” calentamos el aforo, e inmediatamente después el nutrido coro español deleitó a los presentes con 3 actuaciones en ruso para finalizar apoteósicamente con la interpretación de “Clavelitos” que fue cantada por todos los asistentes al son de las olas. Un clamoroso éxito por el que las estrellas se vieron obligadas a firmar autógrafos.
Para finalizar tan brillante noche, y tras otra sesión de animada tertulia, el gran Ladoga nos acunó para proporcionarnos dulces sueños y un merecido descanso. Continuamos nuestra última etapa de navegación pues al día siguiente nos esperaba San Petersburgo.
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