Múnich y Neuschwanstein: un finde de cuento ✏️ Blogs de AlemaniaTres días de verano en Baviera, turisteando y aprendiendo.Autor: Auri81BCN Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Índice del Diario: Múnich y Neuschwanstein: un finde de cuento
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Etapas 1 a 3, total 4
Desde hace varios años, en mi lista de destinos a visitar (e imagino que en la de muchos otros viajeros/as) estaba el castillo de Neuschwanstein. Cuando descubrí que se puede llegar en transporte público desde Múnich sólo faltó encontrar el tiempo. ¡No dudamos en aprovechar el fin de semana largo de San Juan!
Presupuesto Gastos por persona: 190€ Vuelo ida y vuelta. 114€ Hoteles 25€ Entradas y tour 61€ Transporte público 94€ Comida y bebida Total 484€ Un consejo: lleven dinero en metálico, muchos restaurantes y bares no aceptan tarjeta de crédito. Vuelos y hoteles: Hemos reservado vuelos con Vueling con unos seis meses de antelación. Hemos elegido para la primera noche en Múnich el hotel Cristal, de 4 estrellas, bien de precio (72€ la habitación doble), cerca de la estación de tren. La habitación es espaciosa y tranquila. Recomendable. Pero más económico (66€) y con desayuno incluido es el hotel Eder, a pocos metros uno del otro, aunque la habitación es más pequeña. Nuestra elección en Hohenschwangau ha sido la Romantic Pension Albrecht (88€), un bed & breakfast muy tranquilo y con encanto, situado a los pies del castillo. Viernes 21 de junio. El vuelo sale puntual desde Barcelona y llegamos poco antes de las 20:00h. Es justo aterrizar y empieza a llover. Para ir al hotel, muy cercano a la estación de trenes Hauptbahnhof tomamos un cercanías (el S1 y el S8 sirven). El billete se compra en las máquinas, cuesta 11’50€. Después de unos 45 minutos estamos en Múnich. Está lloviendo a cántaros y aunque nuestro hotel está sólo a diez minutitos, mejor nos esperamos y cenamos algo aquí. Hay varias puestos de bratwursts, pizzas, sándwiches, pero no hay dónde sentarse. Afloja la lluvia, nos ponemos los chubasqueros, cogemos los paraguas (vamos preparados, hemos mirado la previsión del tiempo antes de hacer la mochila) y llegamos al hotel. A dormir. Etapas 1 a 3, total 4
Sábado 22 de junio
Hoy, como primer contacto con la ciudad haremos como solemos hacer y nos uniremos a un tour de Sandemans. En estos tours en castellano se paga la voluntad y suelen ser muy completos y amenos. A pocos metros del hotel se encuentra la Karlstor, una de las puertas medievales de la ciudad. Obviamente, como media Alemania y por culpa de los malditos nazis, la mayoría de los edificios históricos existentes son reconstrucciones ya que los originales fueron destruidos en la II Guerra Mundial. Como hay tiempo antes de que empiece el tour y nos viene de paso, entramos en la catedral, la Frauenkirche. De estilo gótico y hecha de ladrillo, destaca en su exterior por las dos torres coronadas con cúpulas acebolladas y en su interior es famosa la llamada “pisada del diablo”, que no es más que una huella de zapato en una piedra. Normalmente se puede subir a una de las dos torres, pero actualmente está en obras. Desayunamos en una cafetería que tiene pinta de ser bastante antigua cerca de la plaza Viktualienmarkt. Tiene terraza en el exterior y también en el interior. La carta es poco extensa, fríen al momento una especie de churros y buñuelos que acompañan perfectamente un café. Schmalznudel Café Frischhut Empieza el tour y el guía nos cuenta brevemente la historia de la ciudad de Múnich: En el siglo XII Heinrich der Löwe o “Enrique el León”, duque de Baviera y Sajonia, construyó un puente sobre el río Isar en este lugar para poder cobrar peaje a los comerciantes que iban y venían de Salzburg, que producía lo que se consideraba oro blanco en esa época por su valor, es decir, la sal. Llamaron a este lugar “donde los monjes” ya que cerca había un monasterio benedictino del siglo VIII. El emplazamiento fue creciendo hasta convertirse en la capital de Baviera y hoy en día es la tercera ciudad más grande de Alemania (después de Berlín y Hamburgo). Estamos en la plaza Marienplatz, dedicada a la Virgen María. En el centro de la plaza y desde el siglo XVII se encuentra una columna con la imagen de la Virgen, erigida para celebrar la victoria contra los suecos en la Guerra de los Treinta Años. Hasta entonces y durante 500 años la plaza era conocida como “la plaza del mercado”. Pero lo más espectacular de la plaza es sin duda el Ayuntamiento Nuevo o Neues Rathaus, de finales del siglo XIX. Una joya neogótica de más de 9.000 metros cuadrados y con una fachada impresionante de casi 100 metros de largo. Se salvó de las bombas de la II Guerra Mundial por ser uno de los edificios más altos de la ciudad, ya que a los pilotos les servía como referencia. Se puede entrar al patio, dónde se encuentra un restaurante asequible y de comida tradicional. También se puede subir a la torre, hay un mirador a 85 metros de altura al que se accede mediante un ascensor por 4€ (horarios y precios actualizados en la web de turismo oficial ). Una de las mayores atracciones que ofrece el Ayuntamiento es su carrillón o Glockenspiel en alemán. Cada día a las 11:00, a las 12:00 y a las 17:00 con 43 campanas y 32 figuras de madera, se representa la boda del duque de Baviera Wilhelm V y Renata de Lorena en 1544. Las figuras, a parte de los novios y unos músicos, incluyen unos caballeros que se enfrentan en una justa. Por supuesto, siempre gana el de Baviera (con la bandera azul y blanca). Posteriormente y en la parte de abajo del carrillón se representa el Schäfflertanz, el baile de los toneleros. Se cuenta que para animar a la población y a la vez al negocio, después de la peste del siglo XVI, los toneleros salieron a la calle a bailar. La cosa parece que tuvo cierto éxito, porque hoy en día esta festividad sigue teniendo lugar, una vez cada siete años. En un lateral de la misma plaza se encuentra el Altes Rathaus, el viejo ayuntamiento. Aunque la primera mención que se conoce de él es de principios del siglo XIV, el edificio que vemos ahora es una reconstrucción de edificio gótico del siglo XV, del mismo arquitecto de la catedral. Actualmente alberga un museo de juguetes. Visitamos también la plaza Viktualienmarkt o Mercado de Abastos. Está lleno de paraditas de comida y plantas. El guía nos cuenta la historia del Maibaum o “palo de mayo”. Desde hace siglos, la tradición ha marcado que el día 1 de mayo en cada pueblo se erige el tronco del árbol más alto, que se previamente se ha talado, se han cortado las ramas, se ha pintado de los colores bávaros, azul y blanco, y se ha decorado con figuras de lo más representativo del pueblo. El día 1 de mayo para celebrar que se acerca el buen tiempo, en cada pueblo se danza alrededor del bonito mástil. Resulta que también ligado a la tradición de danzar, está la tradición de robar el palo del pueblo vecino, el cual tiene que humillarse y entregar barriles de cerveza al pueblo ladrón como rescate para poder recibir de vuelta su palo. Hacemos una pausa cerca de la popular cervecería Hofbräuhaus. Se puede usar el baño libremente. Esta taberna es toda una institución en la ciudad, lleva haciendo cerveza desde la edad media. Solía ser la cervecería de la corte (literalmente, es la traducción de su nombre) pero la abrieron al público a principios del siglo XIX. Por supuesto el edificio actual está reconstruido después de la II Guerra Mundial pero mantiene el encanto tradicional de antaño. El guía comenta que tienen buena cerveza pero nos sugiere que comamos en algún otro sitio. Se puede consultar la carta en su web y me parece que los precios son similares a cualquier otro restaurante del centro. Por supuesto, no podemos perdernos la extravagancia gótica de estos hermanos artistas, los Asam, que se construyeron su propia iglesia privada al lado de casa. La Asam Kirche, aunque es pequeña, no pasa desapercibida y es una joya tanto su exterior como su interior. El exterior: Y el interior: La siguiente parada es la plaza Max-Joseph dónde se encuentra una estatua del mismo, el que fue el primer rey de Baviera. Por su alianza con Napoleón éste le dio este título en 1806 (hasta entonces Baviera no era un reino, era un ducado). En la cara norte de la plaza está el palacio Residenz, la antigua residencia real de la dinastía de los Wittelsbach, que con las modificaciones a través de los años y los siglos combina estilos como el Renacimiento, el Barroco y el Rococó. (Se puede visitar). Seguimos hacia la Odeonsplatz, dónde podemos admirar el Feldherrnhalle, una galería renacentista copia de la Loggia dei Lanzi de Florencia y la iglesia Theatiner, una joya barroca que parece sacada de cualquier ciudad de Italia. También aquí el guía nos cuenta el intento de golpe de estado de Hitler en 1923 y nos lleva a descubrir el callejón Viscardigasse, usado por los locales para esquivar el saludo nazi obligatorio si pasaban por delante del memorial a los llamados “mártires” del golpe de estado en Odeonsplatz. Y finalmente el tour acaba en la Catedral. Ha sido muy interesante. Después de coger las mochilas en el hotel y comer, tomamos el tren en dirección a Füssen, dónde haremos transbordo a un autobús para llegar a Hohenschwangau. Son dos horas y media de trayecto por entre prados verdes y con vistas a los Alpes nevados, en las cuales ha caído un buen chaparrón. Desde dentro del autobús ya avistamos el maravilloso castillo Neuschwanstein. Desde el mismo pueblo se ve perfectamente encima de la colina, entre el frondoso bosque. Literalmente, esta foto está tomada desde la calle principal, enfrente de la parada de autobús. Son las seis y media de la tarde y la mayoría de turistas se están yendo ya. Hacemos check-in en la bonita pero algo apartada casita que muy acertadamente se llama “Romantic Pension” Albrecht. Son diez minutos caminando, el pueblo es poco más que una calle principal dónde se alinean parkings para turistas que vienen de día y hoteles para turistas que vienen a pasar alguna noche. Hay pocas tiendas de souvenirs que ya están cerradas. Hay tres restaurantes que parece que sólo abren al mediodía. Finalmente encontramos el restaurante de un hotel que no cierra hasta las 20:30, ¡ya pensábamos que nos íbamos a quedar sin cenar! Con un buen trozo de carne bávara entre pecho y espalda y no siendo todavía de noche decidimos aventurarnos a subir la colinita que lleva al castillo. Es un buen trecho de camino asfaltado y bien señalizado. Al inicio una señal nos advierte que se tardan veinte minutos hasta el castillo. A buen ritmo (no queremos que se nos haga de noche aquí) y con el paraguas abierto (está chispeando) por el empinado y solitario camino, oscurecido por los altos árboles, alcanzamos la cima en el tiempo previsto. Se alza majestuoso en nuestras narices, enorme e imponente. No podemos parar de tomar fotos. Otra señal nos dice que hay veinte minutos (nosotros tardamos 15) hasta Marienbrücke, el puente de hierro desde el que se obtiene la fantástica panorámica del castillo con los lagos y la pradera al fondo. Está oscureciendo y nublado, pero aún así es una imagen fascinante. En el puente somos sólo seis personas. Teniendo en cuenta que por aquí acostumbran a pasar unas seis mil personas al día (en verano) , tener el puente casi para nosotros solos es todo un lujo. Aunque descendemos que ya casi ha oscurecido por completo, el camino dispone de iluminación y no sentimos ningún tipo de inseguridad. Estas son las vistas desde el sendero entre Marienbrucke y Neuschwanstein, con el castillo de Hohenschwangau por encima del pueblo. Por nuestra experiencia, es totalmente recomendable pasar una noche en Hohenschwangau (o bien en Schwangau o Füssen, los pueblos más cercanos, si se dispone de transporte propio). La mayoría de turistas vienen en autobús, llegan a partir de las 9 de la mañana y se van a media tarde, así que las primeras horas y las últimas son definitivamente cuando se disfruta más de tan idílico lugar. Aunque si no tienen más remedio que dedicarle únicamente una jornada viniendo desde Múnich, no dejen de venir. Etapas 1 a 3, total 4
Domingo 23 de junio:
Hoy tenemos reservadas entradas para visitar el interior de Neuschwanstein. Para una atracción turística que recibe 1,4 millones de visitantes al año, reservar con antelación es imperativo. En su página web se puede elegir el día y la hora. Se hace una “reserva” de la entrada que hay que recoger en la taquilla del pueblo el mismo día de la visita. Teniendo en cuenta que: En el interior del castillo no se pueden hacer fotos La visita guiada sólo dura 30 minutos Probablemente va a estar a reventar vayas cuando vayas Nos pareció que era mejor idea aprovechar la primera hora de la mañana para visitar los alrededores del castillo con calma y coger turno para la visita en hora punta (las 12 del mediodía). De todas formas, existe una cola en la taquilla (según la web oficial, de entre dos y tres horas ) para las personas que aparezcan sin entrada reservada. Después del desayuno en el hotel, a las 9 de la mañana estamos en la taquilla. La cola de las entradas reservadas es la más corta. En 5 minutos tenemos las entradas con un grupo asignado, que será llamado desde la pantalla del patio del castillo a las 12 en punto. Hoy decidimos tomar una de las dos alternativas a subir caminando: el autobús (la otra opción es un carruaje tirado por caballos, más caro y en el que los pasajeros van igual de apretujados que en el vehículo motorizado ). La cola del autobús es larga ya, llegan hordas de turistas por minuto. Por 2’50€ en diez minutillos estamos arriba, en un cruce entre el castillo y el puente. Nosotros vamos hacia el puente y más allá. Todavía no hay mucha gente, más tarde al retroceder nos encontraremos ¡cola para acceder al puente! Es estrecho y con el suelo de tablas de madera algo inestables, da un poco de yuyu. Esta foto es de la vuelta, alrededor de las 11:00: Sólo a diez minutitos siguiendo el camino al otro lado del puente hay un mirador prácticamente secreto , con barandilla y suelo firme, con unas vistas igual de espectaculares y mucho más tranquilos. La mayoría de los turistas llega al puente, toma la foto y da media vuelta. Estos 10 minutos más de andar valen totalmente la pena. Aquí ya tenemos las mejores vistas y las mejores fotos que podemos pedir, pero nosotros somos de espíritu andador , así que decidimos seguir el caminito que sube entre el bosque, trepando entre las raíces de los árboles y las rocas. Al cabo de media hora de pendiente empinada llegamos a un pequeño claro al borde del monte que nos permite observar mejor la fachada principal (actualmente cubierta por un andamio) y los patios interiores. La verdad es que no es una vista mucho mejor que la que teníamos en el mirador, pero nos ha gustado la aventurilla de subir más. De bajada es más rápido y tardamos sólo poco más de veinte minutillos en regresar al puente. Se hace la hora de nuestra visita guiada. Nosotros y unas quinientas personas más nos esperamos en el primer patio (de acceso libre, no es necesario entrada, hay baños públicos). En unas pantallas tipo las de los aeropuertos van llamando los turnos, cada cinco minutos entran unas cincuenta personas. A nuestra hora pasamos los tornos y accedemos al interior, dónde nos dan un audioguía en castellano. El grupo tenemos que ir todos al mismo ritmo porque la “guía” activa nuestros audioguías al llegar a cada sala. Si te entretienes, ella le da al “play” igualmente. El audioguía nos cuenta la historia del castillo, su construcción y su dueño: La historia del creador del castillo no es de cuento, es de película. El rey Ludwig II de Baviera tuvo una vida corta pero peculiar. El hijo primogénito de Maximilian II nació el palacio Nymphenburg de Múnich (se puede visitar). De joven vivió en el castillo Hohenschwangau (a menos de dos kilómetros de aquí), un antiguo palacio medieval que su padre había hecho reformar en estilo gótico (también se puede visitar). A los 18 años ascendió al trono por la muerte repentina de su padre pero nunca tuvo interés en gobernar. Después de una guerra, Baviera tuvo la obligación de subordinarse ante Prusia, él que entendía su condición de rey como un derecho divino, a lo rey Luís XIV de Francia, no se lo tomó bien . Le gustaban las artes, sobretodo la ópera y fue un mecenas muy generoso con Wagner. También le gustaba la arquitectura, porque mandó construir nada menos que tres ostentosos castillos en sus 24 años de reinado, de los cuales sólo vería finalizado uno (no es Neuschwanstein ), además de varios proyectos que no pasaron del papel. Pero su introversión hacía que incumpliera sus obligaciones como mandamás del país, así que eventualmente el gobierno bávaro consiguió que un médico lo declarara como “no apto” para seguir siendo rey, lo fueron a arrestar a Neuschwanstein y lo encerraron en el Castillo de Berg. Al día siguiente, estaba muerto. Tenía 40 años. Su cuerpo apareció en un lago cercano, junto con el cuerpo del doctor que le había diagnosticado sin haberlo visto nunca. Pero lo que pasó exactamente se desconoce y probablemente nunca se sabrá. Exactamente siete semanas después de su muerte, el castillo se abrió a los turistas. En el interior no está permitido hacer fotos, esta es de la página web oficial, dónde se pueden ver más. La visita al castillo es ágil y amena. Se visita el salón del trono, el dormitorio, la sala de los cantores, entre otras estancias. Las pinturas murales, la opulenta decoración y el mobiliario se mantienen en muy buen estado y muestran la excentricidad del rey. Sobretodo cuando lo ponemos en contexto en su época. En el período de construcción de Neuschwanstein (1869-1886), paralelamente en Nueva York estaban construyendo el puente de Brooklyn (1869), en París estaba naciendo el movimiento impresionista (1874), por su parte Alexander Graham Bell estaba inventando el teléfono (1876) y el señor Levi Strauss estaba patentando el primer vaquero (1873). Además del tour guiado, una cafetería y dos tiendas de souvenirs, también hay una sala con un interesante audiovisual que muestra lo que tendría que haber sido Neuschwanstein de haberse finalizado (incluía una capilla en el centro del patio) y muestra diseños de un palacio bizantino que tenía entre manos pero que nunca se llegó a materializar. Cuando acabamos la visita bajamos al pueblo, comemos en el restaurante menos caro y vamos a dar una vuelta por los alrededores de Hohenschwangau, el otro castillo. Éste es la reconstrucción que el rey Maximilian II (padre de nuestro querido Ludwig II) hizo de un castillo medieval en estilo neogótico que le serviría como residencia de veraneo y dónde viviría Ludwig durante años ya como rey. El acceso es mucho más fácil, cinco minutillos a pié. Se puede pasear gratuitamente por los jardines, para visitar el interior hay que pagar. Probablemente vale la pena visitarlo también, se puede comprar un billete combinando los dos castillos. A los pies del castillo está el Museo de los reyes bávaros, que seguro que también es interesante. Nosotros preferimos dar una vuelta por el lago Alpsee. Hay turistas que han alquilado una barquita, algunos chavales se están bañando, varios van en bici y otros paseamos y nos entretenemos con una familia de cisnes. Nos sobra tiempo antes de volver en bus a Múnich así que decidimos seguir esas señales que indican algo llamado “Pöllatschlucht” a unos veinte minutos. Pues resulta que es una garganta por la que pasa el río Pöllat, que rodea los pies de Neuschwanstein y crea unas estrepitosas cataratas justo por debajo de Marienbrücke. Es un paseo de lo más curioso. Se puede seguir hasta la entrada del castillo, pero debemos retroceder. El Flixbus nos lleva de vuelta a Múnich en menor tiempo de lo previsto (y ha salido diez minutos antes de la hora señalada, lo que ha causado que un pasajero asiático se quedase en tierra. Por suerte su amigo estaba a bordo y ha hecho retroceder al conductor). El hotel está muy cerca de la estación. Hacemos check-in y vamos a cenar cerca, en un restaurante enfrente de la Sendlinger Tor, una de las puertas medievales de la ciudad, por supuesto, reconstruida. Etapas 1 a 3, total 4
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