No está siendo el crucero que yo recordaba, pero sin duda he de reconocer que es el crucero que yo buscaba. Pensaba, por otro lado, que el raro era yo, pero al comentar con otros pasajeros te das cuenta de que la sensación no es solamente mía. Hoy conversé desayunando con un matrimonio veterano en el mundo de los cruceros y que habíamos coincidido en el Zenith hace algunos años y mencionan un dato que tiene toda la pinta de ser cierto. La diferencia de aquel crucero que recuerdo con cierta claridad a pesar del tiempo transcurrido y este es la nueva dirección de la compañía. Hace unos años Pullmantour fue comprada por Royal Caribbean, una de las grandes empresas crucerísticas a nivel mundial. Pude hablar sobre este aspecto con miembro de la tripulación y por la cara que me puso creo di en la diana. La respuesta no pudo ser más clara:
- Mientras los barcos y ustedes son los mismos cada año, nosotros (la tripulación) somos cada vez menos. Y en teoría tenemos que dar el mismo servicio con menos personal. Y eso es imposible. Al final ni ustedes disfrutan de su experiencia ni nosotros disfrutamos de nuestro trabajo.
Tiene sentido.
Para el día de hoy no había planeado nada. No me imaginaba a mi mismo caminando por Roma en Semana Santa con la pierna como la tengo. Que por cierto va cada vez peor e imagino que es por la carga de trabajo que le pongo. En cualquier caso, el buque atraca en el puerto de Civitavecchia, y el puerto pone a disposición de pasajeros y tripulantes un servicio de buses desde la entrada del puerto al propio barco. Una vez allí hay un parking donde las empresas de excursiones ajenas a pullmantour recogen a sus pasajeros. Por cierto, hoy me contaron en la comida que hay muchísimos retrasos con esas excursiones porque Pullmantour no sólo da prioridad a las contratadas con ellos, que es lógico, sino que pone trabas a los desembarcos de las demás o a que los autobuses accedan a “pie de barco”. Como no he hecho ninguna excursión no puedo opinar sobre esto, pero si alguna hiciera, no se me ocurriría pagar esa indecencias que pide la compañía por pasear. Lo que si vi es como los primeros buses lanzadera eran en exclusiva para los que tenían excursiones con Pullmantour. Los de otras compañías, tuvieron que ir andando porque estuvieron esperando mucho tiempo. Me extrañó ver tanta gente caminando tan de mañana. Pero la respuesta era sencilla.
En fin, que me voy por las ramas y aun ni hemos salido del barco. El traslado, decía, es gratuito, aunque caminando no hay ni un kilómetro hasta el centro de la ciudad y se evita dar una vuelta absurda desde la entrada al puerto. Si la idea es pasear por Civitavecchia, es mucho mejor no coger el bus y simplemente pasear hasta el espectacular Forte Michelangelo. Incluso para ir a la estación de tren es mejor ir caminando, en mi opinión, claro. Detrás de la fortaleza, que por cierto se creó para defender el puerto de los piratas del siglo XVI, hay un paso abierto y ya estás en la ciudad. Ciudad que en sí tiene poca cosa que ver, aunque un paseo marítimo bastante apañadito si no tienes otros planes. No tengo la menor idea de cómo se va a Roma, aunque imagino que preguntando… (si no lo digo, reviento…)
Como hacía muy buen tiempo, me pedí una pizza en el paseo y estuve leyendo un poco la prensa española, que llevaba sin hacerlo desde que salimos. En todo el camino estuve acompañado de parte de la tripulación. Por ejemplo, los camareros de pisos tienen libre de dos a siete de la tarde y aprovechan en ocasiones para bajar a tierra a pasear. Al no poder ir a Roma, recorren el paseo marítimo. Me dio la sensación de que hay muchísimas parejas entre la tripulación y que aprovechan esos momentos para estar juntos si tienen turnos complejos. Antes de la segunda noche, no se porqué, me dejaron en el camarote un manual con un directorio de servicios, datos sobre seguridad a bordo y política de conducta.
En el apartado “interacción de los pasajeros con la tripulación”, hay un apartado que copio textualmente:
A los miembros de la tripulación se les prohíbe tener contacto físico con los pasajeros. También se les prohíbe que socialicen con los pasajeros […] y no se les permite permanecer en los camarotes de los pasajeros […]
Como regresé a bordo pronto, volví al gimnasio y coincidí con dos chicas del cuerpo de baile del barco. Imagino que el gimnasio que tiene la tripulación debe estar siempre lleno y además debe ser peor que el de los pasajeros, de modo que aprovechan los momentos de excursiones para ejercitarse, ya que su trabajo, tan físico, lo requiere. Como yo iba a lo mío y simplemente saludé y me fui a una elíptica, siguieron con sus estiramientos. Pero cuando quince minutos más tarde empezaron a entrar los habituales forzudos y saltimbanquis, lo primero que hicieron las dos, pero como un resorte, fue ponerse en la camiseta la plaquita con su nombre que las identifica como miembros (Biabiana Aido diría “miembras”, pero yo no me atrevo todavía) de la tripulación , no fuera que alguno de esos pasajeros quisiera “contacto físico”. Evidentemente, ante el vuelo del buitre ibérico, las muchachas huyeron en medio minuto cuando todos los zagales, que no habían estirado en tres días, se pusieron a posturear frente al espejo. Lo más parecido que yo he visto, para tratar de describirlo bien, es la pesca del atún en Barbate.
Por cierto, hablando del atún de Barbate, en Roma el barco atracará cada miércoles. Que es el día en que el Papa recibe en audiencia. O sea, que el acceso a la capilla Sixtina regular. Ni el Museo Arqueológico de Nápoles, ni acceso completo a la Capilla Sixtina. A ver qué pasa los jueves en Florencia, que algo pasará seguro. Mañana lo averiguaremos.
- Mientras los barcos y ustedes son los mismos cada año, nosotros (la tripulación) somos cada vez menos. Y en teoría tenemos que dar el mismo servicio con menos personal. Y eso es imposible. Al final ni ustedes disfrutan de su experiencia ni nosotros disfrutamos de nuestro trabajo.
Tiene sentido.
Para el día de hoy no había planeado nada. No me imaginaba a mi mismo caminando por Roma en Semana Santa con la pierna como la tengo. Que por cierto va cada vez peor e imagino que es por la carga de trabajo que le pongo. En cualquier caso, el buque atraca en el puerto de Civitavecchia, y el puerto pone a disposición de pasajeros y tripulantes un servicio de buses desde la entrada del puerto al propio barco. Una vez allí hay un parking donde las empresas de excursiones ajenas a pullmantour recogen a sus pasajeros. Por cierto, hoy me contaron en la comida que hay muchísimos retrasos con esas excursiones porque Pullmantour no sólo da prioridad a las contratadas con ellos, que es lógico, sino que pone trabas a los desembarcos de las demás o a que los autobuses accedan a “pie de barco”. Como no he hecho ninguna excursión no puedo opinar sobre esto, pero si alguna hiciera, no se me ocurriría pagar esa indecencias que pide la compañía por pasear. Lo que si vi es como los primeros buses lanzadera eran en exclusiva para los que tenían excursiones con Pullmantour. Los de otras compañías, tuvieron que ir andando porque estuvieron esperando mucho tiempo. Me extrañó ver tanta gente caminando tan de mañana. Pero la respuesta era sencilla.
En fin, que me voy por las ramas y aun ni hemos salido del barco. El traslado, decía, es gratuito, aunque caminando no hay ni un kilómetro hasta el centro de la ciudad y se evita dar una vuelta absurda desde la entrada al puerto. Si la idea es pasear por Civitavecchia, es mucho mejor no coger el bus y simplemente pasear hasta el espectacular Forte Michelangelo. Incluso para ir a la estación de tren es mejor ir caminando, en mi opinión, claro. Detrás de la fortaleza, que por cierto se creó para defender el puerto de los piratas del siglo XVI, hay un paso abierto y ya estás en la ciudad. Ciudad que en sí tiene poca cosa que ver, aunque un paseo marítimo bastante apañadito si no tienes otros planes. No tengo la menor idea de cómo se va a Roma, aunque imagino que preguntando… (si no lo digo, reviento…)
Como hacía muy buen tiempo, me pedí una pizza en el paseo y estuve leyendo un poco la prensa española, que llevaba sin hacerlo desde que salimos. En todo el camino estuve acompañado de parte de la tripulación. Por ejemplo, los camareros de pisos tienen libre de dos a siete de la tarde y aprovechan en ocasiones para bajar a tierra a pasear. Al no poder ir a Roma, recorren el paseo marítimo. Me dio la sensación de que hay muchísimas parejas entre la tripulación y que aprovechan esos momentos para estar juntos si tienen turnos complejos. Antes de la segunda noche, no se porqué, me dejaron en el camarote un manual con un directorio de servicios, datos sobre seguridad a bordo y política de conducta.
En el apartado “interacción de los pasajeros con la tripulación”, hay un apartado que copio textualmente:
A los miembros de la tripulación se les prohíbe tener contacto físico con los pasajeros. También se les prohíbe que socialicen con los pasajeros […] y no se les permite permanecer en los camarotes de los pasajeros […]
Como regresé a bordo pronto, volví al gimnasio y coincidí con dos chicas del cuerpo de baile del barco. Imagino que el gimnasio que tiene la tripulación debe estar siempre lleno y además debe ser peor que el de los pasajeros, de modo que aprovechan los momentos de excursiones para ejercitarse, ya que su trabajo, tan físico, lo requiere. Como yo iba a lo mío y simplemente saludé y me fui a una elíptica, siguieron con sus estiramientos. Pero cuando quince minutos más tarde empezaron a entrar los habituales forzudos y saltimbanquis, lo primero que hicieron las dos, pero como un resorte, fue ponerse en la camiseta la plaquita con su nombre que las identifica como miembros (Biabiana Aido diría “miembras”, pero yo no me atrevo todavía) de la tripulación , no fuera que alguno de esos pasajeros quisiera “contacto físico”. Evidentemente, ante el vuelo del buitre ibérico, las muchachas huyeron en medio minuto cuando todos los zagales, que no habían estirado en tres días, se pusieron a posturear frente al espejo. Lo más parecido que yo he visto, para tratar de describirlo bien, es la pesca del atún en Barbate.
Por cierto, hablando del atún de Barbate, en Roma el barco atracará cada miércoles. Que es el día en que el Papa recibe en audiencia. O sea, que el acceso a la capilla Sixtina regular. Ni el Museo Arqueológico de Nápoles, ni acceso completo a la Capilla Sixtina. A ver qué pasa los jueves en Florencia, que algo pasará seguro. Mañana lo averiguaremos.