Día 9
Este día íbamos a adentrarnos un poco más hacia el norte en tierras finlandesas, con nuestro coche de alquiler, todos los coches en Finlandia a partir del 1 de Diciembre tienen que llevar obligatoriamente neumáticos de clavos, es alucinante con la hielo que hay en la carretera el coche siempre va por su sitio, siempre y cuando no te pases con la velocidad claro.
Salimos de Levi a las 9:45h cuando empezaba a clarear, nuestro primer destino era la población de Sodankylä, durante el trayecto de unos 105 kilómetros nos encantaron los paisajes, la duración aproximada fue de una hora y media , constantemente nos daba la sensación de estar dentro de una postal navideña.
En la población de Sodankylä visitamos la iglesia de madera “old church” construida en el año 1689, junto a ella se sitúa el cementerio, que en estas fechas estaba inundado de nieve ofreciendo una imagen dantesca.
También visitamos la iglesia actual que se sitúa al otro extremo del cementerio, con un sobrio interior, lo más destacable es tan solo el púlpito y la zona del órgano en la parte alta.
Nos acercamos hasta la estación receptora del radar científico EISCAT, pero no hay mucho que ver en él.
Seguimos nuestra ruta por la autopista E75 hacia la población de Tankavaara, famosa por su prospección de oro que se inicio en 1934, en ella hay una reconstrucción de un asentamiento minero, visitamos el museo Kultamuseo, dedicado a la búsqueda de oro en Finlandia y en el mundo. Este es el único pueblo minero que existe con minas en funcionamiento de Europa, trabajan sin usar mercurio, siendo la calidad del oro de este lugar muy puro. Cada año hacen un campeonato de búsqueda de oro con cedazo.
La entrada de museo tiene un precio de 12€ los adultos y 6€ los niños menores de 16 años, para más información : www.kultamuseo.fi/en/ .
Al salir, ya estaba anocheciendo otra vez, dimos un paseo entre las casas de madera reconstruidas, rodeadas de altísimos abetos y pinos cubiertos de una gruesa capa de nieve.
Llegaba la hora de comer, ya que en la zona tampoco es que hayan muchas opciones, entramos en un local llamado Wanha Waskoolimies, parecía sacado de una película del oeste americano, madera por todos lados, incluso pieles de oso y animales disecados que daban un poco de mal rollo, pero que según parece a los finlandeses les hacen bastante gracia, ya que en las tiendas de recuerdos los venden también.
Comimos el menú del día, que tenia un precio de 16€, muy completo y bueno, una curiosidad es que en el restaurante se puede pagar también con pepitas de oro, el horario es de 9 a 21h. para más información : www.tankavaara.fi/ ...ravintola/.
Estábamos ya en la zona donde durante esta época nunca acaba de salir el sol, llamada noche polar o Kaamos, en diciembre, en teoría, “sale el sol” a las dos de la madrugada y se pone a las 12 de la noche, la realidad es que el sol nunca supera el horizonte, quedando todo durante horas de un tono azulado, pero a partir de las tres de la tarde ya está todo muy oscuro.
Nos dirigimos a nuestro destino final del día, Saariselkä , nos quedaban unos 30 kilómetros, recorrido que hicimos en una media hora.
Teníamos reservada mediante la app de booking una bonita casa de madera. Una vez llegamos no había nadie para darnos la llave, pero al poco rato salió un vecino de otra casa de madera cercana y nos facilitó la contraseña de la caja de seguridad que contenía las llaves.
Al entrar quedamos encantados, era una cucada, con un amplio sofá, chimenea con leña preparada, sauna, una super tele con barra de sonido, todo en perfecto estado y con los detalles muy cuidados, disfrutamos del resto de la tarde en la casa hasta la hora de cenar.
Para la cena fuimos al centro de Saariselkä, y de paso comprar algunas cosas en el supermercado “K”, paseamos por la población que no tiene demasiado interés y cenamos en un restaurante llamado Rakka en la calle Saariseläntie 7, un riquísimo pollo asado para variar un poco de menús anteriores.
Como anunciaban en la aplicación del tiempo que estaría despejado en Ivalo e Inari a partir de las 12 de la noche y la app de auroras decía que a esa hora habría posibilidad de auroras suaves, esperamos en la casa hasta que fue media noche y salimos a cazar auroras, pusimos rumbo hacia Inari, cuando llevábamos unos quince minutos de ruta empezamos a ver una especie de nubes de color verdoso, paramos el coche en una parada de bus, hay muy pocas zonas donde detenerse en estas carreteras en invierno, ya que el quitanieves hace un escalón alto en los arcenes y es imposible pararse allí, además por la noche pasan camiones con remolque a mucha velocidad y es peligroso detenerse en mitad de carretera.
Como he comentado, aparcamos en una parada de bus, saqué el trípode y empecé a fotografiar el cielo, allí estaba la aurora por fin !!, en la cámara todavía se veía un poco más intensa que en directo, estábamos extasiados con el espectáculo.
A tener en cuenta : aunque llevéis trípode y más si es de patas muy finas haced las fotos con mando o con retardo del disparo, así evitaréis que os queden movidas las fotografías como me pasó a mi, fallos de novato y además con la emoción no se me ocurrió en aquel momento.
Seguimos unos kilómetros más adelante y apareció otra que hacia forma de arco iris, nos detuvimos en otra parada de bus e hicimos más fotografías.
A la entrada de Ivalo se nos cruzó un “wolverine” lobo finlandés que habría salido a buscar su cena supongo, es bastante diferente de los lobos que tenemos por España.
Una vez cruzamos Ivalo seguimos dirección a Inari, mi idea era llegar al lago helado para hacer fotografías desde allí. Nos encontramos con otra aurora más pequeña durante el trayecto, disfrutamos un montón a pesar del frío que hacía, estábamos a -19 grados.
Cuando estábamos en las cercanías del lago Inari, cruzaron por delante del coche una pequeña manada de renos, vaya noche de emociones!, detuvimos el coche para dejarlos pasar disfrutando de la imagen.
Una vez en el lago, resultó que según la aplicación ya nos habían superado las auroras y por desgracia tenía razón estuvimos un buen rato pero no apareció ninguna más.
Regresamos con la felicidad de haber podido ver por fin algunas auroras boreales, aunque fueran de baja intensidad, la guinda para este maravilloso viaje, que tanto nos está gustando.