Llegaba el tercer día en la isla y por fin saldría a conocerla.
Nos recogieron sobre las 9 de la mañana y salimos con rumbo al sur de la isla.
Para ahorrar tiempo, en vez de bajar bordeando la costa fuimos por el interior.
Nada más empezar la ruta te das cuenta de que Jamaica, visualmente te va a sorprender (al final te acaba sorprendiendo en todos los sentidos).
Fuimos por la costa hasta llegar a Lucea, muy cerca del hotel, para repostar y comprar hielo para las neveras.
Después de esa pequeña parada técnica, emprendimos rumbo al sur.
Comenzamos a adentrarnos por el interior, empiezan a aparecer ante tus ojos todos esos paisajes increibles, la grandiosa vegetación, la gran gama de verdes que se despliegan sobre el terreno montañoso de la isla. Carreteras sinuosas que discurren entre las montañas plagadas al máximo de todo tipo de plantas y árboles. La exuberante vegetación se lo va comiendo todo, árboles cubiertos de plantas trepadoras, lianas, plantas de bambú gigantescas, plantas que crecen sobre otras plantas, cables de la luz cubiertos de hierba, las inmensas plantaciones de caña de azucar...
Los pueblitos que nos ibamos encontrando eran de lo más pintoresco, casitas hechas de madera, otras hechas de restos de otras casas, con colores vivos, algunas con tumbas, las iglesias (muy bonitas en general y todas con su pequeño cementerio).
Veías a la gente en mitad de la nada vendiendo gambas, o incluso aprovechaban alguna pequeña frenada para acercarse corriendo a vendértelas por la ventanilla del bus. Gente pobre, descalzos y con la ropa vieja; o de pronto te encontrabas a una mujer muy arreglada, con sus joyas y tacones caminando por alguna carretera vacía, sin nada... Una visión muy pintoresca y a la vez muy bonita.
Entre todos esos paisajes de película iba nuestro autobús a gran velocidad, camino de nuestro primer destino, unas cascadas de ensueño llamadas YS Falls.
*** YS FALLS ***
Llegamos a las YS Falls. Un vistoso cartel te da la bienvenida y entras en una casita, que supongo es donde se pagaban las entradas (nosotros ya las teníamos incluidas en las excursiones).
Una vez cruzada esa casita, te recoge un tractor con una especie de remolque con asientos, que te sube hasta donde están las cascadas.
Mientras subes hacia las cascadas, puedes disfrutar del increible paisaje, si durante el viaje era extraordinario, ahora era mucho mejor. Árboles gigantescos y agua que discurría entre ellos formando pequeñas cascadas; toda esa situación iba haciendo que las ganas por llegar a las cascadas fueran cada vez mayores.
Por fin llegamos a las cascadas, y el entorno es espectacular. La naturaleza en estado puro, muchas planas y flores exóticas, de las que ves picoteando a los colibries.
Las caídas de las cascadas van formando piscinas naturales en las que te puedes bañar. En una de ellas han instalado una cuerda, a modo de liana, con la que te puedes lanzar a la piscina (previa propina).
También han instalado un recorrido de tirolinas, con las que vas descendiendo por encima de las cascadas. La tirolina o canopy, sí es de pago.
También han creado una piscina con agua de río, está filtrada y depurada.
El agua de la cascada estaba helada, al menos para mi; pero venía muy bien para refrescarse un poco, Jamaica es muy calurosa.
Ésto, al igual que otras muchas cosas, lo tienen muy bien preparado. Unos pasillos de madera para poder subir hasta lo alto de las cascadas, unos vestuarios con baños, unos merenderos y una tienda de recuerdos con un bar. Por supuesto con precios un tanto abusivos.
Pero igualmente son muy bonitas de ver y de disfrutar, porque el entorno es tremendo.
Nos recogieron sobre las 9 de la mañana y salimos con rumbo al sur de la isla.
Para ahorrar tiempo, en vez de bajar bordeando la costa fuimos por el interior.
Nada más empezar la ruta te das cuenta de que Jamaica, visualmente te va a sorprender (al final te acaba sorprendiendo en todos los sentidos).
Fuimos por la costa hasta llegar a Lucea, muy cerca del hotel, para repostar y comprar hielo para las neveras.
Después de esa pequeña parada técnica, emprendimos rumbo al sur.
Comenzamos a adentrarnos por el interior, empiezan a aparecer ante tus ojos todos esos paisajes increibles, la grandiosa vegetación, la gran gama de verdes que se despliegan sobre el terreno montañoso de la isla. Carreteras sinuosas que discurren entre las montañas plagadas al máximo de todo tipo de plantas y árboles. La exuberante vegetación se lo va comiendo todo, árboles cubiertos de plantas trepadoras, lianas, plantas de bambú gigantescas, plantas que crecen sobre otras plantas, cables de la luz cubiertos de hierba, las inmensas plantaciones de caña de azucar...
Los pueblitos que nos ibamos encontrando eran de lo más pintoresco, casitas hechas de madera, otras hechas de restos de otras casas, con colores vivos, algunas con tumbas, las iglesias (muy bonitas en general y todas con su pequeño cementerio).
Veías a la gente en mitad de la nada vendiendo gambas, o incluso aprovechaban alguna pequeña frenada para acercarse corriendo a vendértelas por la ventanilla del bus. Gente pobre, descalzos y con la ropa vieja; o de pronto te encontrabas a una mujer muy arreglada, con sus joyas y tacones caminando por alguna carretera vacía, sin nada... Una visión muy pintoresca y a la vez muy bonita.
Entre todos esos paisajes de película iba nuestro autobús a gran velocidad, camino de nuestro primer destino, unas cascadas de ensueño llamadas YS Falls.
*** YS FALLS ***
Llegamos a las YS Falls. Un vistoso cartel te da la bienvenida y entras en una casita, que supongo es donde se pagaban las entradas (nosotros ya las teníamos incluidas en las excursiones).
Una vez cruzada esa casita, te recoge un tractor con una especie de remolque con asientos, que te sube hasta donde están las cascadas.
Mientras subes hacia las cascadas, puedes disfrutar del increible paisaje, si durante el viaje era extraordinario, ahora era mucho mejor. Árboles gigantescos y agua que discurría entre ellos formando pequeñas cascadas; toda esa situación iba haciendo que las ganas por llegar a las cascadas fueran cada vez mayores.
Por fin llegamos a las cascadas, y el entorno es espectacular. La naturaleza en estado puro, muchas planas y flores exóticas, de las que ves picoteando a los colibries.
Las caídas de las cascadas van formando piscinas naturales en las que te puedes bañar. En una de ellas han instalado una cuerda, a modo de liana, con la que te puedes lanzar a la piscina (previa propina).
También han instalado un recorrido de tirolinas, con las que vas descendiendo por encima de las cascadas. La tirolina o canopy, sí es de pago.
También han creado una piscina con agua de río, está filtrada y depurada.
El agua de la cascada estaba helada, al menos para mi; pero venía muy bien para refrescarse un poco, Jamaica es muy calurosa.
Ésto, al igual que otras muchas cosas, lo tienen muy bien preparado. Unos pasillos de madera para poder subir hasta lo alto de las cascadas, unos vestuarios con baños, unos merenderos y una tienda de recuerdos con un bar. Por supuesto con precios un tanto abusivos.
Pero igualmente son muy bonitas de ver y de disfrutar, porque el entorno es tremendo.