Día 7 del viaje. Vamos al salón comedor a desayunar, ataviados con nuestro kimono, aunque no todos. El desayuno no me parece gran cosa, comparado con la cena de la noche anterior y con el del fabuloso hotel de Tokio, pero al fin y al cabo estamos en un pequeño ryokán. Tras el desayuno y hacer la maleta, dejamos el hotel. Hoy tenemos una larga jornada en autobús de entre 4 y 5 horas, con el objetivo de llegar a Takayama. Los empleados del ryokán son la caña. Cuando el autobús deja el alojamiento, están allí diciéndonos adiós con la mano. El autobús pasa por detrás del jardín y allí siguen inmóviles todavía despidiéndose. El autobús sigue alejándose y los empleados todavía despidiéndose. ¡Qué gente más servicial!. El día ha amanecido claro, así que en cuanto salimos a la autovía hay una perfecta panorámica del..... monte Fuji Sólo algunas nubes tapan parte de la montaña.
El viaje hasta Takayama se hace algo pesado, a pesar de estar amenizado por las anécdotas del guía, que no para de hablar un momento, contando cosillas del tipo de educación japonesa, costumbres, sectas religiosas, etc...
Entre la 1 y las 2 del mediodía llegamos a esta pequeña ciudad de aire bastante rural. Está lloviendo un poco. La primera visita que hacemos es al santuario de Sakurayama Hachiman.
Entre la 1 y las 2 del mediodía llegamos a esta pequeña ciudad de aire bastante rural. Está lloviendo un poco. La primera visita que hacemos es al santuario de Sakurayama Hachiman.
A continuación realizamos la visita del museo de carrozas de fiesta o Takayama Yatai Kaikan. Algunas de las carrozas que se pueden observar es remontan hasta el siglo XVII. Destacan por sus tallas y lacados y también por unas pequeñas marionetas (karakuri) que hacen acrobacias, gracias a los 8 titiriteros que mueven sus hilos.
Más tarde nos dirigimos a pasear por el barrio de Sanmachi, cuyas tres calles principales son el centro de la ciudad antigua, repletas de restaurantes, tiendas, museos, casas privadas, especialmente una de las calles. Hay bastante ambiente, casi no se puede andar. Muchas de las casas están adornadas con plantas y con banderitas de colores, que les da un aspecto bastante alegre. Tardamos en recorrer la pequeña calle de apenas un par de cientos de metros aproximadamente una hora o incluso más, porque entramos a muchas de las tiendas. Al margen de los souvenirs que puedan vender o artículos de mucha más categoría, son interesantes por el diseño interior que poseen, algunas de ellas con galerías que dan paso a pequeños y agradables jardines.
También hacemos un recorrido en torno al canal que atraviesa la ciudad, para ver algunas de las casas típicas de la ciudad, jardines, algún pequeño templo,....
En torno a las 6 de la tarde nos dirigimos al hotel Hida Plaza para hacer el check in. Descansamos apenas unos minutos, para dejar las maletas, y volvemos a salir para dar una pequeña vuelta por una de las calles princiaples de la ciudad, la Yasugawa-dori, y de paso buscar un restaurante para cenar no mucho más tarde de las 7. En esta ciudad comprobamos que el inglés ha desaparecido casi como por arte de magia de muchos de los letreros. Preguntamos en algunos restaurantes, pero los camareros desconocen por completo lo que es el inglés, y no nos entendemos. Algunos restaurantes ya están cerrados, y eso que aún no son las 7. Otros directamente no sabemos ni qué clase de establecimientos son. Paseando por la misma calle, y en un callejón donde en principio no esperarías encontrarte nada de interés, hay un pequeño patio con un templo budista, el de Kokubun-ji, por lo visto el más antiguo de la ciudad (construido en el siglo VIII), aunque reconstruido en el siglo XVI. En el patio hay una graciosa pagoda de 3 plantas y un arbolito que dicen que tiene 1200 años.
Seguimos paseando por la calle principal y por fin decidimos entrar a cenar a una carnicería. Son sobre las 7 y media y es de los pocos lugares que está abierto. En esta ocasión vamos a degustar una de las especialidades gastronómicas de Takayama: la ternera de Hida. Nos sientan en unas mesas especiales que tienen incorporadas en el centro una especie de parrillas. Nos llevan el plato de carne al peso, cortada en varios filetes, y otro plato de verduras. Una de las carniceras que trabaja allí nos abre la llave de paso del gas y ya podemos empezar a poner los filetes y las verduras sobre la placa. A mí, que soy cocinero de vitrocerámica, no me hace mucha gracia el mecanismo que tenemos en la mesa, porque de vez en cuando suben las llamaradas, y yo casi salto al techo de los sustos que me llevo La verdad, todo sea dicho, prefiero el pescadito crudo, pero hay que ceder de vez en cuando y que aquellos que no les hace mucha gracia el sushi, tengan la oportunidad de comer algo que les guste. Junto con la carne, que yo no pruebo demasiado, nos ponen de acompañamiento una fuente de arroz frito, esto es, arroz tres delicias. No nos sale muy caro, aproximadamente a unos 1500 JPY por persona.
Cuando salimos del restaurante resulta que hay bastante animación en las calles. Parece que se celebra algún tipo de festividad local. Hay muchos puestos de todo tipo por la calle por la que veníamos. En algunos de ellos se pueden comprar bolitas de arroz, en plan pinchito. Yo pruebo las galletas de arroz, que no me saben a nada. Pasamos por un izakaya japonés, donde entramos para probar el sake. En realidad yo sólo miro mientras los demás se lo beben. Yo no sé si sería por el sake o por qué, surgen las risas por una chica que podría definirse como la Betty la Fea japonesa. La verdad es que los dientes le hacen a la mujer flaco favor, y el peinado y el kimono menos todavía. Ha salido de paseo como si fuera de andar por casa y sin peinar. Le faltan las zapatillas. Cuando dejamos de reírnos del asunto, la verdad que con un poco o bastante de mala idea, seguimos paseando. Justo sobre uno de los puentes que atraviesan el canal han colgado unos farolillos de color rojo y verde, que le dan una iluminación muy bonita a la calle. Pasamos por otro callejón donde hay un grupo de jazz actuando en plena calle, aunque lamentablemente llegamos cuando ya está terminando. Justo al lado unos chicos adolescentes están saltando en bicicleta sobre una plataforma. Está divertido, aunque alguno no aterriza de la forma adecuada y se da un tortazo considerable. Decidimos volvernos al hotel porque al día siguiente abandonamos la ciudad rumbo a Kanazawa. De camino al hotel vemos que todos los puestos han desaparecido y que no hay gente apenas en la calle, a pesar de ser menos de las diez y media. No obstante, cuando llegamos al hotel nos vamos al bar cafetería a tomarnos unos licorcitos, charlar, criticar un rato, etc.... Al final nos da la 1 de la madrugada.
Cuando salimos del restaurante resulta que hay bastante animación en las calles. Parece que se celebra algún tipo de festividad local. Hay muchos puestos de todo tipo por la calle por la que veníamos. En algunos de ellos se pueden comprar bolitas de arroz, en plan pinchito. Yo pruebo las galletas de arroz, que no me saben a nada. Pasamos por un izakaya japonés, donde entramos para probar el sake. En realidad yo sólo miro mientras los demás se lo beben. Yo no sé si sería por el sake o por qué, surgen las risas por una chica que podría definirse como la Betty la Fea japonesa. La verdad es que los dientes le hacen a la mujer flaco favor, y el peinado y el kimono menos todavía. Ha salido de paseo como si fuera de andar por casa y sin peinar. Le faltan las zapatillas. Cuando dejamos de reírnos del asunto, la verdad que con un poco o bastante de mala idea, seguimos paseando. Justo sobre uno de los puentes que atraviesan el canal han colgado unos farolillos de color rojo y verde, que le dan una iluminación muy bonita a la calle. Pasamos por otro callejón donde hay un grupo de jazz actuando en plena calle, aunque lamentablemente llegamos cuando ya está terminando. Justo al lado unos chicos adolescentes están saltando en bicicleta sobre una plataforma. Está divertido, aunque alguno no aterriza de la forma adecuada y se da un tortazo considerable. Decidimos volvernos al hotel porque al día siguiente abandonamos la ciudad rumbo a Kanazawa. De camino al hotel vemos que todos los puestos han desaparecido y que no hay gente apenas en la calle, a pesar de ser menos de las diez y media. No obstante, cuando llegamos al hotel nos vamos al bar cafetería a tomarnos unos licorcitos, charlar, criticar un rato, etc.... Al final nos da la 1 de la madrugada.