![]() ![]() Egipto clasico de 11 dias en 2002 ✏️ Blogs de Egipto
Viaje a Egipto en 2002.Autor: Iskrenub Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Índice del Diario: Egipto clasico de 11 dias en 2002
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Etapas 4 a 6, total 9
TEMPLOS EN EL CAMINO La mañana siguiente (el tercer día) visitamos un nuevo templo: el de Kom-om-bo, dedicado a Sobek, el dios cocodrilo. Un templo pequeño pero muy bonito, con detalles que no pudimos ver en otras visitas a pesar del poco tiempo que tuvimos. El nilometro, unos relieves donde representaban sus instrumentos quirurgicos y unos cocodrilos disecados en sucias urnas de cristal son sus más representativos tesoros. Paso por alto sus variadas policromias, escasamente conservadas, los relieves, bajo o altos, que de todos terminas harto durante el viaje, incapaz de recordar o elegir unos u otros de tantos que ves. Volvimos al barco y tras unas horas de navegación y el almuerzo, ya estabamos en camino hacia el templo del dios Horus en Edfú. Un templo grandioso, el más impresionante de los del camino, con unas murallas enormes con relieves gigantescos. Llegamos allí en curiosas calesas de dos personas bajo un calor sofocante a las 4 de la tarde (estos egipcios no respetan ni la siesta). Nos hacen dar un extraño rodeo para entrar por una puertecitas hacia una gran sala descubierta donde está la entrada del templo y junto a ella una estatua negra del dios halcon Horus donde se habrán hecho millones de fotos, nosotros, claro está, también nos hicimos la nuestra. Dentro del templo, como en todos, la primera sala, una serie de columnas grandiosas (tuve que hacer tres fotos para pillarlas enteras) y un pasillo lateral muy sombrio donde está representada la numeración egipcia (esto nos lo descubrió el guía que si vas sin explicaciones igual ni te enteras). Otras salas cada vez mas pequeñas, mas bajas y mas oscuras para llegar al final a la pequeña sala privada de los sacerdotes con ventanas altísimas, inclinadas, desde donde entraba la luz para dar directamente en el centro de la estancia e iluminar al gran sacerdote. Volvemos a salir por la misma pequeña entradita y allí nos estaban esperando los vendedores de rigor, una carrerita para despistarlos (éstos eran verdaderamente insistentes) y de nuevo al barco. En estas visitas hecho de menos el poder ver algo de los pueblos donde paramos, pero ya se sabe, son itinerarios guiados y programados y apenas dejan tiempo libre para poder ver más cosas por tu cuenta. Tuvimos el resto de la tarde libre para tomar el sol en la piscina y vimos un bonito anochecer en el nilo con el barco navegando rumbo a Esna a pasar una gran esclusa. Esa noche se celebró la fiesta de disfraces en el barco. Sobre las nueve y media ya estábamos todos ataviados con chilabas morunas, todos excepto Olatz, Miriam y Gotxone, tres chicas vascas que, como no tenian túnicas, ni cortas ni perezosas, se ataviaron con sábanas y pañuelos en la cabeza y quedaron requetebien. Después de cenar, nos alegramos todos con divertidos juegos, regalos, baile y música hasta las tantas. Hubo incluso fiesta de cumpleaños. Abajo estamos todo el grupo de esa guisa. Aún tuvimos tiempo para tomarnos la última cerveza en un bar frente al embarcadero. Recuerdo que nos sentamos en la terraza tal como estábamos vestidos, en la tele del bar ponían un partido de futbol y estaba atestado de egipcios, todos varones, comentando las jugadas. Algunas mujeres paseaban pasando por nuestro lado y curiosamente eran las más escandalizadas, incluso ofendidas, de que estuvieramos sentados allí, hombres y mujeres, con túnicas, fumando tranquilamente un narguile en plena calle. Poco después, en el solarium, dimos buena cuenta de una de las botellas de whisky que traía. Nos ayudó uno de los camareros que se apuntó a la juerga con unas bolsitas de frutos secos (que Alá le perdone) haciendo tiempo para ver el paso de la esclusa. La cosa se alargó al final hasta las tres y media de la mañana. Todos ignorábamos dos cosas: que al día siguiente nos llamaban a las seis y media de la mañana (creíamos que sería a las ocho y media) y que nos esperaba una maratoniana jornada de templos, valles y calor. La última jornada en el barco. Etapas 4 a 6, total 9
LOS VALLES La jornada de hoy comprendía, a saber, el templo de Medinet Habu, el valle de los artesanos y la entrada a dos tumbas, las mas vistosas, el valle de las Reinas con una visita al templo de la reina Hatshetsup (o algo así), una paradita en los colosos de Memnom, el valle de los Reyes con entrada a un par de tumbas y, al otro lado del río, las visitas a los inmensos complejos de Luxor y Karnak. Normalmente ver todo esto sin agobios lleva tres días y nosotros lo hicimos en sólo uno. Además tuvimos que preparar las maletas para dejar el barco y alojarnos en un hotel en Luxor para una sola noche. Nos consolábamos pensando en los tres días siguientes, tirados en una hamaca junto a la piscina, en el Mar Rojo. Medinet Habu, llamado el templo de millones de años, de Ramsés III está dedicado al Dios Amon. Se erige muy cerca del río ya que se celebraban en él ritos religiosos donde participaban barcos. Aun conserva parte de una de sus entradas fortificadas y sus bajorelieves, muy bien conservados, recuerdan y nos dan a conocer ciertos aspectos de la vida del faraón y sus conquistas. Algunos policromados aún se conservan decentemente en las partes menos expuestas al sol, los bajos de las enormes puertas y las paredes más sombrias. Me parece que en este templo no hubo demasiadas explicaciones por parte del guía, lo que sé de él me lo he empollado de algún libro. No estuvimos demasiado tiempo en este templo, era imposible estar más con lo que quedaba. Ni compramos nada ni vimos tenderetes, pero seguro que los había. Aquí estamos con Piero y Sonia, dos asturianos majísimos que pertenecían al grupo. De lo que no me acuerdo es de quien nos hizo la foto, sería algun turista, porque un vigilante seguro que no. La siguiente parada la hicimos en el valle de los artesanos o de los artistas, se trata, en fin, del valle donde estan las tumbas de los grandes arquitectos o trabajadores especialistas que tuvieron gran importancia en ese tiempo, que vivian, junto con sus familias, cerca de los templos y que, como no quisieron ser menos que los faraones, se hicieron unas tumbas a imagen y semejanza de ellos, enterrándose junto con sus riquezas. Vimos los restos de las casas con sus muros de adobe perfectamente alineados y junto a ellos las dos únicas tumbas que visitamos, creo que las número 1 y 359 (sedneyen e inherkau), pero no estoy seguro. Sus pinturas son tan vistosas y tan bien conservadas que cuesta creer que sean auténticas. En las dos tumbas estan prohibidas las fotos, me tuve que conformar con unas postales. ![]() De nuevo al autobús y camino del templo de la reina Hatshepsut, una colosal edificación con una interminable avenida de entrada al pie de una gran montaña. Me pareció demasiado restaurado, con mucho cemento moderno mezclado con las antiguas piedras. Vimos incluso unos trabajadores con pequeños pinceles, subidos en andamios, retocando pinturas. Ellos decían que solo les daban con agua para limpiarlas pero lo cierto es que los pinceles estaban manchados con pintura, no sé, algo sospechoso. A la hora que fuimos habia muy poca sombra y todos nos alineabamos junto a la pared del templo para oir las explicaciones del guía. Si vás, procura que no se te olvide el agua porque lo pasarás mal. Eran sobre las doce de la mañana cuando llegamos al valle de los Reyes, el sol pegaba justo encima y no había ni sombra, ni un soplo de aire. Visitamos 2 ó 3 tumbas con relieves muy trabajados. Pasamos de ver la de Tutankamon porque su entrada es aparte y cuesta 100 libras egipcias, casi 5000 pelas, veintitantos euros, un robo, aunque sea la única que conserva la momia del faraón en su interior. En vez de eso me dedique a hacer fotos curiosas de los turistas japoneses. En una de las tumbas se puede ver una diferencia abismal entre el fondo (lo primero en hacer) y las primeras galerías de entrada que sólo están garabateadas con pinturas, sin tallar los relieves. Se conoce que el faraón se les murió y tuvieron que enterrarlo deprisa y corriendo. Un poco de historia: las primeras dinastias de faraones, construyeron para sus tumbas unas magníficas edificaciones, pirámides o templos, pensando en recibir el descanso eterno junto con sus tesoros. Las siguientes dinastías se dieron cuenta que ese descanso eterno les iba a durar bien poco ya que las tumbas eran sistemáticamente saqueadas y sus embalsamados cuerpos, abiertos en canal para extraer sus riquezas (los embalsamadores vaciaban de organos el cuerpo y los llenaban de joyas de oro y piedras preciosas). De modo que utilizaron los valles cercanos, de una piedra lo suficientemente blanda como para horadar unas galerias, adornarlas con relieves y pinturas, llenarlas con la momia y las riquezas del rey y sellar la entrada con piedras, haciendolas invisibles al resto de las siguientes épocas. O eso creían. Lo cierto es que una a una fueron descubiertas y saqueadas excepto la de Tutankamon que se encontró completamente íntegra. No fué Tutankamon el faraón más famoso ni mucho menos el más rico de ese tiempo (de hecho murió muy joven) pero su tumba fue la única intacta, de ahí su fama. Después de hacer una paradita junto a los colosos de Memnom, bajar del autobus, foto y subir al autobus, llegamos el inmenso complejo de los templos de luxor. Solo este templo tiene para un día entero y nosotros lo vimos en una hora. En su tiempo este templo estaba unido al de Karnak por una avenida de esfinges con cabeza humana que se extendía 3 kilometros, hoy ambos templos estan embutidos en la ciudad de Luxor (antes Tebas) y sus murallas incluso forman parte de las casas de algunos habitantes. En el templo de Luxor incluso se ha construido una mezquita. Vimos su espectacular entrada con dos de las seis estatuas de granito rosado del faraón que aún se conservan y un obelisco cuyo gemelo está en la plaza de la concordia, en Paris. Vimos tambien dos hileras de enormes columnas de especto papiriforme. En su gran sala central nos hicimos las fotos del grupo completo y fué curioso como nos colocamos y alineamos las cámaras fotográficas de cada uno para que una compatriota, que se prestó a ello, las utilizara. Por lo menos había doce cámaras. Volvimos al barco a almorzar y descansar un poco y de nuevo, sobre las cuatro de la tarde estábamos en camino del Templo de Karnak, el mayor complejo de cuantos hay en Egipto. Lo más espectacular es su grandiosa sala hipóstila, con 134 enormes columnas (no las conté, estaba escrito en un cartel) de mas de 20 metros de altura, realizadas en diferentes reinados de faraones, la avenida de esfinges con cabeza de carnero de su entrada y el enorme lago-piscina de 120 metros de largo que se construyó en la parte de atrás. Creo que recibe agua directamente del rio. Junto a él esta la famosa estatua del escarabajo al que hay que dar no sé cuantas vueltas y pedir un deseo. Otras maravillas interesantes son un enorme obelisco que se ve desde cualquier sitio y las murallas de la entrada, a medio terminar, con filas de ladrillos enormes sin esculpir que dan una idea de como se construyó aquel templo. Etapas 4 a 6, total 9
EL MAR ROJO "Quienquiera que vaya a Egipto y no reserve al menos un par de días para visitar el Mar Rojo (sea en el complejo hotelero que sea), cometerá una equivocación de la que no va arrepentirse nunca y de la que jamás será perdonado". Esta sentencia, que bien podría estar escrita por cualquier director de agencia de viajes, o por el mismo Alá, es mía. Y es que después de haber visto fondos marinos en Méjico, Republica Dominicana y Cuba tengo que decir que nunca vi tanta diversidad de peces y corales tan cerca y tan a mano como en el mar Rojo y eso a pesar de ser los menos cuidados ya que junto a esas maravillas naturales no era extraño encontrar alguna lata de refrescos, tirada por algún energúmeno o alguna soga olvidada, pero es tal la extensión de la plataforma coralina que no se preocupan en cuidarla (al menos esa impresión me dio). Seguro que tarde o temprano (espero que temprano) lo harán. Tras pasar una noche en un hotel de Luxor, el Hotel Luxor (originales estos egipcios) luego de dejar el barco, llegamos al Mar Rojo, el quinto día de viaje, tras casi 4 horas de recorrido en autobús a través del desierto. Nuestro hotel se encontraba situado en una zona hotelera llamada El Gouna, un novísimo complejo creado artificialmente cerca de Hurghada, donde antes no había ningún asentamiento, compuesto por varios hoteles, un campo de golf y una especie de centro urbano prefabricado con muchas tiendas, bares, restaurantes y discotecas. El hotel estaba muy bien, con una restauración magnífica, pero con un serio inconveniente: la playa. El primer día que llegamos, la vimos por la tarde y era una extensión enorme de agua que apenas te llegaba a las rodillas, de modo que tenías que andar al menos 200 metros mar adentro para que te cubriera el agua. El segundo día por la mañana, con la marea vacía, la extensión era de arena. Al menos teníamos la piscina para ahogar nuestras penas. El régimen era de media pensión, desayuno y cena, el almuerzo nos lo procuramos en el restaurante de la piscina, pizza y ensaladas, nada de productos de la tierra. La cena sí tenía mas posibilidades, con un buffet con carnes, pasta, sopas y una pastelería soberbia donde no escaseaban la miel, los frutos secos, las natillas, los helados, los pastelitos, las tartas... y no digo más porque estoy manchando el teclado. Luego de la cena, un grupo formado por una cantante bastante sosa, aunque con buena voz, y un músico con un teclado electrónico (un grupo de dos) amenizaban la velada en una terraza al aire libre. Alguna vez hubo un espectáculo con danzas de la tierra. Para pedir las bebidas o alguna que otra cosa nos servíamos de Amanda y Carlos, un matrimonio de recién casados, ella canadiense afincada en cataluña, que nos ayudaba con el inglés. Desde aquí un grato recuerdo. Pocas son las excursiones que te ofrecen y tampoco hacen falta muchas, ya que allí vas a descansar y a relajarte, después de tanta piedra, y a la espera del asalto final del viaje en El Cairo para continuar conociendo a nuestros amigos los antiguos egipcios. Así que de las dos opciones: agua y buceo ó desierto y camello, elegimos la primera, dejando el tercer día para descanso absoluto. No descarto hacer la excursión del desierto la próxima vez que vaya a ese país porque me comentaron que es muy interesante. Nos trasladamos a otro hotel, éste con una playa magnífica aunque el establecimiento era de menor categoría, a abordar un yate que nos llevara a las plataformas coralinas y una hora más tarde ya estábamos haciendo buceo de superficie, "esnorkel", y maravillándonos con la naturaleza que se nos presentaba ante nuestros ojos. Sólo había que acercarse a los arrecifes, quedarse quieto y dejarse mecer por el agua, a medio metro de los corales y empezaban a aparecer todo tipo de peces tropicales de mil colores. Los peces que normalmente se ven en los acuarios o en los documentales de la tele, esos peces, todos, allí estaban ante nosotros. Hicimos dos paradas en sitios distintos, el primero en una especie de guardería del mar porque nada más meternos estábamos rodeados de miles de alevines de mil colores, que se apartaban a nuestro paso y, tras almorzar en el barco, una segunda zambullida en otro lugar más profundo y aún más espectacular. La experiencia es inolvidable. La recomiendo. El último día en la costa, después de almorzar en el pabellón oriental del restaurante (ver foto de todo el grupo) visitamos el pueblo prefabricado, muchas tiendas bastante caras donde Maribel, mi mujer, sólo compró perfumes y un pequeño catálogo de peces tropicales en papel plastificado. No me canso de repetir, las compras, en El Cairo. Una anécdota: cada noche al volver a la habitación, pedíamos hielo por teléfono, para dar buena cuenta de la botella de whisky. La primera noche nos trajeron una bolsa de basura completamente llena de cubitos encima de una gran bandeja, la segunda un cubo grande de zinc repleto de hielo y la tercera, esta vez sí, una cubitera. Estos egipcios aprenden tarde, pero aprenden. Etapas 4 a 6, total 9
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