![]() ![]() LEYENDAS DE ETIOPIA ✏️ Blogs de Etiopia
viaje en solitario y por libre a los lugares históricos del norte de Etiopía. Ruta, hoteles descripciones, gastos, conclusiones y consejos.Autor: Eliot_zgz Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (36 Votos) Índice del Diario: LEYENDAS DE ETIOPIA
01: y ¿por qué Etiopía?
02: Preparativos del viaje
03: ADDIS ABEBA: museo nacional y un paseo por la ciudad
04: LALIBELA: Bet Giorgis
05: LALIBELA: iglesias del grupo Noroeste
06: LALIBELA: iglesias del grupo Suroeste
07: AXUM: grupo principal de estelas
08: AXUM: lápida trilingüe, piscina de la reina de saba y tumbas de Kaleb
09: AXUM: estelas de Judith, Dongar y Dendera Lion
10: BAHIR DAR: los monasterios del lago Tana
11: BAHIR DAR: un paseo por la ciudad
12: BAHIR DAR: Las cataratas de Tis Issat
13: Excursión a la iglesia excavada de Adadi Maryam
14: Las estelas de Tiya
15: AWASA: Un día de graffiti y una noche de Qat
16: Presupuesto final, conclusiones y consejos
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Etapas 4 a 6, total 16
Llevo una ansiedad muy grande encima; casi no me ha dejado dormir y es que llevo mucho tiempo queriendo visitar este lugar tan mágico. Solo espero no haber puesto las expectativas muy altas y no consigan llegar al nivel. Una vez el avión toca tierra ya estoy en la puerta y la azafata no se ha quitado ni el cinturón. Todo el hall de llegadas del aeropuerto esta rodeado por sus tres laterales de mesas, cada una de un hotel, donde los representantes están esperando a los viajeros con mas ansias que las mías por llegar. Cuando al primero que se me acerca le digo el nombre de mi hotel desaparezco de esta dimensión para este y el resto de personal que hay en las otras mesas. De hecho, no me hace caso ni el de mi propio hotel que me deja su silla para que me siente y espere a que termine la cacería. Tengo el servicio de transporte incluido con mi reserva y 10 minutos después toda la furgoneta para mí solo porque su conductor-cazador no ha conseguido ningún faranji más en la subasta. Comienza el camino a la ciudad y el paisaje me absorbe por completo, es espectacular. Las montañas, la gente que va por las cunetas, parece otro mundo, otra época. Los rebaños continuos que se tiene que apartar para que pasemos hacen que el ritmo sea lento, algo que agradece mi cámara. El aeropuerto esta bastante lejos de la ciudad en si y la razón es que la pista la han tenido que construir en una pequeña zona plana del valle mas cercano, o mas apropiado decir el menos lejano. La ciudad de Lalibela tampoco es tal, es un pueblo rural. Para nada me esperaba algo así, sin carreteras asfaltadas, sin aceras, sin coches apenas, casas de cañas con paredes de barro ALOJAMIENTO: Hotel Jerusalén He elegido un hotel de alta valoración según la guía pero no por esta razón. Ha sido el único que contestó a mis mails. Puedo decir que ha sido el mejor hotel del viaje pero me hubiera conformado con mucho menos. Al ser un sitio tan turístico y ser temporada alta no quería arriesgarme a quedarme en la calle. Desde la mala experiencia de Estambul tengo un trauma con este tema. De haber sabido la cacería que se organiza en el aeropuerto a lo sudeste asiático para rato me como tanto la cabeza. 45$ noche desayuno incluido Dejar la mochila y salir con la fotocopia del mapa de la guía en la mano y ésta en la mochila a toda prisa, con la velocidad del correcaminos si me hubiera sido posible. Tan ansioso voy que me pierdo en la primera curva y cuando llego al final del pueblo, por donde ya no pasa nadie unos chavales me dicen que si canaihelpyou. Creo que saben de sobras a dónde voy pero por confirmar, a lo que me señalan detrás de mí, en lo alto de la montaña la estructura que protege el patrimonio del pueblo. Después hacen lo propio en el mapa.. madre mía que metida de pata. Me acompañan hasta el lugar donde me desvié por error y me ponen en el rumbo correcto, por un caminacho que nunca hubiese ido. Soy el único faranji que lo recorre, todos los demás son del lugar. Los chavales de 7 u 8 años están volviendo a casa del cole y un montón de ellos me adelantan en el tren virtual que han creado uniéndose entre ellos. El maquinista va variando según el cansancio que ha generado en sus cuerpecitos la última carrera. Se lo están pasando tan bien que me dan cierta envidia, y en el tercer adelantamiento que me hacen me uno discretamente a la camiseta amarilla con más agujeros que un queso gruyer del último vagón discretamente. A la pequeña le da tanta risa verme detrás de ella que su risa hace volverse a todos los participantes de la cadena, disolviéndose el trenecito. Todos se quedan mirándome a la espera de qué va a hacer este extraño faranji barbudo. Invito a un par de chicos que se cojan de las cuerdas de mi mochila y amago el comienzo de la carrera para que se unan los demás al tren. Ya esta liada la historia, ahora soy el maquinista de un interminable tren doble de pequeños etíopes que no paran de reírse con cada carrera y en cada una de ella se unen mas pequeños que adelantamos por el camino. No he dicho que el camino es cuesta arriba, pues hay que llegar a la zona arqueológica en la cima de una montaña desde su base, donde se encuentra la parte del pueblo que tiene la mayoría de los hoteles. Ahora no lo puedo dejar porque tras quedarme sin aliento después de cada carrera de 50 o 60 metros se quedan saltando alrededor mío todos los vagones humanos pidiendo “one more”. Una mas, y otra mas, intento alcanzar velocidades de TALGO español pero no los dejo atrás. Los habitantes del lugar me hacen fotos con sus móviles , a mí! Cuando decido terminar definitivamente mi jornada laboral en el tren varios chicos se quedan acompañándome y me enseñan sus libros y único lapicero. El gran vídeo de recuerdo de este entrañable momento se disolvió en mi cámara por culpa del Qat, pero esto es una historia que contaré, si Dios quiere, al final del diario. Me despido de lospeques junto al cartel que marca el camino a Bet Giorgis por el parking que custodian dos militares junto a dos todoterreno. El gran momento esta cerca. Acercándome poco a poco ya se percibe donde esta la iglesia por la gente que hay a su alrededor – no mucha para la que se merece - y la hendidura en el suelo ya se empieza a percibir en ella la cruz del techo de la estructura. Desde el montículo cercano por el que paso hacia la iglesia, hechizado como un sonámbulo, baja un señor muy mayor y me pide el ticket. “No tengo ticket, acabo de llegar, thank you”. El señor no me deja en paz, ni de repetirme que “ticket office” esta hacia donde me marca su báculo artesanal, por donde he venido. Como sigo hechizado su voz parecen pajarillos en mi mente y es que ¡ya casi puedo ver la iglesia completa, estoy al lado del agujero final. El hombre se va corriendo al lugar del que había descendido. Es curioso como él solo, parece un ermitaño del lugar pero yo creo que me quería hacer el timo de la estampita, o el de fathepur Sikri para los turistas: yo te vendo el ticket de entrada. No es así la historia. Ahora vuelve con una tarjeta identificativa colgada en su cuello, esforzándose por conseguir situarla entre la línea recta que une mi mirada con la iglesia. Lo consigue, me saca de mi embrujo por un momento y me doy cuenta que la tarjeta esta tan desgastada que, ni el señor tiene barba en la foto ni las letras se llegan a ver del todo, aunque intuyo en la parte superior en rojo “security”. Dentro de unos pocos años mas será otra reliquia del lugar digna de estar en un museo. La tarjeta también. Vamos, que el señor no es ni ermitaño ni cuentista, es el segurata del lugar. Sigue manteniendo su sonrisa y educación que yo hubiera perdido hacía ya un buen rato si me ignorasen como yo le había hecho. Ahora ya la cosa cambia, tengo que ir a sacar el ticket pero él me acompaña. Pfff Tengo que dejar el lugar antes de haber llegado a verlo y seguir al señor que sobre sus chanclas octogenarias de siete leguas y su bastón mágico impone un ritmo a la subida por el camino que me deja exhausto. Me acompaña hasta la misma taquilla que es una mesa en un edificio bastante moderno. Allí me extienden una factura donde me hacen poner mi nombre y número de DNI y me dan la noticia: a pagar 50 dólares! Que crujida eh? Por lo menos da derecho a la visita de todo el complejo durante todos los días que dure tu visita. He llegado justo cuando están cerrando el complejo por donde se entra al primer grupo de iglesias, pero me las arreglo para bajar rápido las escaleras y echar un vistazo al museo que guarda reliquias de las iglesias como cruces, libros de lectura, tarjetas de identificación como las del segurata de San Jorge. Muy pronto las chanclas del seguratase envitrinarán junto a estas cruces. Cierran las puertas tras de mi, la del museo y el edificio con lo que no me queda mas alternativa que ir a comer algo y romper mi ayuno voluntario. Es difícil de describir, pero Lalibela no es una ciudad, ni las carreteras lo son, no hay aceras, las casas son chozas de paja y, en fin, creo que encontrar un restaurante propiamente dicho va a ser una odisea. Comienzo a andar sin rumbo hasta que a lo lejos veo unas mesas en una explanada y al llegar a ellas veo un local pegado con más mesas, una televisión y gente comiendo y bebiendo. He tenido suerte y todas, absolutamente todas las miradas se fijan en mi nada mas me asomo por la puerta. Todas son masculinas salvo la de la camarera que es la única que evita mirarme, haciéndose la despistada, escaqueándose rápidamente del lugar por la puerta lateral. Saludadas todas las miradas y convertidas en sonrisas la mayoría tomo asiento en la mesa central del lugar porque es la única que queda libre. A su vuelta, la camarera no parece creerse que ahora este dentro y sentado. Es mas, me estoy esmerando en escuchar las noticias tan interesado que parezca que las entiendo. Me trae la carta en amhárico y ahí me la deja, “¿no entiendes las noticias tan bien? Pues ahora me pides lo que te apetezca” pero consigo, antes de que se vaya ;pedirle una Pepsi cogiendo en la mano la que estaba vacía en la mesa para que no haya dudas...a ver si me va a traer una cocacola. Definitivamente, a la chica no le gusta mi presencia allí, ya no vuelve a atenderme más. Su compañera es su antítesis y me trae una Pepsi con una sonrisa de oreja a oreja. Le señalo el plato que tienen en la mesa de al lado: una injeera tamaño manta con varias salsas encima y un plato de carne de la que comen tres personas. La primera vez que pruebas la injeera ni te imaginas el sabor que tiene. Como en cierto modo se parece a una crepe de forma y es lo que tu mente espera saborear cuando entra en el paladar y, sin embargo, nada más lejos de este sabor. Es amarga, un sabor difícil de explicar pero me ha enganchado en el segundo bocado. Las salsas todas picantes pero da igual, todas buenísimas también y la carne bastante dura y poco sabrosa. Ya estoy en mi salsa, como uno más. La pandilla del lugar no deja de observarme de la manera más discreta posible pero como yo también los observo son inevitables los cruces de miradas. Entre sonrisa va y sonrisa viene comienza una básica conversación gestual sobre si esta ok la comida o lo buena que esta la camarera simpática. Después de comerme toda la injeera para tres yo solo como un campeón lo celebro con un café de máquina atroz. Pido un poco de wotet – leche – y tardan en traerla como si hubieran bajado al lado del hotel a ordeñar la vaca. En todo el rato que llevo allí, que rondará ya una hora, ninguna mujer ha aparecido por el lugar, unos hombres llevan ya tres mirindas cada uno, y otro lugareño se ha ido y ha vuelto 3 veces con un acompañante diferente. El resto parece que estén allí pasando el rato, sin más. Pago todo y deshago mis pasos hasta el lugar donde mi mente se había quedado descolocada por el ermitaño funcionario. Justamente ahora ya no esta y en su lugar, en lo alto del montículo, están ahora dos hombres mas jóvenes. No hay nadie en los alrededores de la iglesia y esta cerrada. El silencio es total y el momento toma un matiz muy místico. Es un lugar increíble y no parece real. Un agujero enorme en el suelo con una cruz en el centro. Su color rojizo tiene zonas verdosas y amarillentas que le dan un toque arcaico propio de película de Indiana Jones. Le doy varias vueltas completas desde lo más cerca posible. Solo uno de los laterales tiene una zona limitada por una cuerda de espino metálica para que no te acerques demasiado. Los otros tres lados no la tienen así que en uno de ellos me siento a ras de la hendidura para tener una vista completa del edificio. Como me ha pasado en otras ocasiones, unas noches atrás había soñado con que visitaba el lugar y se me había quedado en el subconsciente la impresión de que era más alta y más estrecho el agujero. Ahora estoy soñando despierto y me cuesta creer lo que veo. Al revés que en otros viajes, este no lo he preparado con imágenes y videos, para no matar por adelantado el momento de llegar al lugar y asombrarte con todo lo que ves. Ha sido un gran acierto. La sesión fotográfica dura hasta que veo llegar por la entrada al monje custodio del lugar. Salvando las enormes diferencias, comenzar el descenso el camino se hunde en el suelo y te lleva hasta la entrada a la iglesia me recuerda a recorrer el Siq de Jordania y, de repente, girar noventa grados y dejarse entrever en la oscuridad la puerta que da entrada al lugar. El contraste de luz hace que vaya viéndose poco a poco la forma de la iglesia a medida que te acercas a la pequeña sala que hace de recibidor. Una vez te asomas la iglesia esta exactamente delante de ti y este momento tan mágico te lleva a levantar la mirada hacia arriba. Solo la mirada, pues la mandíbula inferior se queda en su posición permitiendo a la cabeza una inclinación máxima limitada por la amplitud que te de esta articulación. Por lo que pude observar durante mi visita al lugar durante los dos días, todas las mandíbulas dan de si lo suficiente como para verla entera, no os preocupéis por este detalle. Lo siguiente es mirar hacia los dos lados y decidir por cual le doy la vuelta al edificio. Me inclino por la derecha ya que hay un par de agujeros en la pared que me llaman la atención. Justo al lado de la puerta hay uno que esta protegido por una verja donde se pueden ver los huesos de los ermitaños que vivieron hasta el final de sus días en estos pequeños orificios que voy a ver ahora. Muchos de ellos están orientados hacia el amanecer, algo común pues cuando llegue el día final el sol hará que se levanten hacia él los dignos de la resurrección. El edificio apenas deja entrever que esta restaurado, parece construido la noche anterior. ¿Cuantas veces os han dicho “es imposible empezar una casa por el tejado”? Cuando me lo vuelvan a decir les enlazaré a este diario. En Etiopía hay muchos imposibles cumplidos y uno de ellos esta en la bóveda de esta iglesia. Las ventanas, las columnas, todo el edificio tallado sin error posible desde el techo hasta la base, hay que verlo para creerlo. Disfrutar del silencio de este lugar te dice mucho, pero no se cómo expresarlo con palabras. Llega un grupo de turistas inmenso con guía propio así que me retiro de nuevo al exterior. Subo a la colina del vigilante desde donde la vista es insuperable. Etapas 4 a 6, total 16
Ya he intuido hace un rato lo que hay más allá del lugar donde se sacan las entradas de las iglesias. He decidido hacer la visita este primer día sin mapa y sin la guía, descubrir por mi cuenta todo el complejo. Por ahí se accede al grupo noroeste que tiene el grupo más numeroso de iglesias, todas ellas por debajo del nivel del suelo. La primera de ellas que te recibe tiene en su poder el título de la iglesia excavada en roca más grande del mundo. Sus 800 metros sobrecogen. Tiene cierto aire a templo griego por sus columnas exteriores, sin embargo son cuadradas y sin detalle alguno en ellas. Su exterior también esta rodeado por nichos y huecos que en su día fueron casa y tumba de ermitaños. En mi vuelta a la iglesia por su patio veo varios creyentes rezando y besando cada una de sus columnas. En su interior los 36 pilares y la oscuridad que lo envuelve dar una atmósfera que me invita a meditar, una vez mas, sobre la magia que envuelve esta ciudad. Un lugar perfecto para adorar a lo sobrenatural, porque el sitio en si mismo lo es. He obviado comentar la estructura metálica que cubre el complejo y que se apoya en enormes patas junto a la iglesia. Se parece mucho a la de Hagar Quim en Malta y puede gustar mas o menos, pero mi opinión no creo que influya mucho… Una pequeña puerta en la pared de roca sirve de acceso al siguiente patio, que es como un escenario del libro de Tolkien que se quedó sin escribir. Alrededor de todo el patio hay un montón de hombre absortos en la lectura de sus libros diminutos, envueltos en su túnica y luciendo en su piel una cantidad considerable de años. La Iglesia central también monolítica, Bet Maryam, es más pequeña que la anterior pero mas alta. Se considera la mas antigua de Lalibela y esta dedicada a la virgen María. Quizás por esto reúna a la mayor cantidad de fieles. Seguramente influirá que la carpa metálica deja pasar algunos rayos de luz por sus extremos. Su interior nada tiene que ver con el de mi anterior visita. La cruz de David abunda en su interior, al que se accede pasando por una puerta que muestra en su parte superior una talla de dos jinetes luchando contra un dragón. Aquí esta el pilar misterioso que tiene grabado los diez mandamientos y cómo será el final del mundo. Hasta hace unos pocos siglos brillaba intensamente…pero se le acabó la batería. Por si acaso lo mantienen tapado. En los muros de los laterales del patio hay dos minúsculas capillas y tengo que esperar en ambas a que salgan los visitantes que las llenan. En una de ellas, quizás para compensar su escaso atractivo comparado con Bet Maryam, el monje enseña el surtido de cruces y libros que posee a todo peregrino faranji que entra. Sigo descubriendo el lugar y quedándome en varias esquinas a observar el ir y venir de gente. Este es un lugar para disfrutar. Sigo por única puerta que me queda por cruzar encontrando unos escalones que me llegan a la cintura. Llevan a dos habitáculos que son también consideradas iglesias, pero lo mejor del lugar son sin duda sus ventanas. Una da al patio de Bet Mariam y las vistas panorámicas también invitan a observar sin ser visto. Por el otro un tremendo desnivel deja entrever el emplazamiento que se llama de forma local “la tumba de Adán”. Merodeo por la zona un rato mas. Descubro la salida del complejo que da a avenida principal que lleva del hotel al yacimiento y tengo que sacar la guía para encontrar el camino que lleva de este grupo de iglesias al grupo sudeste. Aún así no estoy seguro de seguir el camino correcto porque me meto por medio de unas casas, no me cruzo con nadie, doy a callejón sin salida un par de veces.. pero lo consigo. Este grupo es un poco mas abstracto que el anterior. Lo descubro poco a poco pero sin entrar a fondo. Mañana lo dedicaré a este lugar. Prefiero disfrutar de nuevo de la iglesia de San Jorge. Este lugar tiene algo que me ha hechizado completamente. Pararme a observarlo desde el montículo del guía, Sentado al borde del hueco hasta asegurarme de estoy solo para volver a recorrer la zanja que se hunde en el suelo y serpentea hasta dejarte a sus pies me lleva rato y rato. Ceno en el restaurante del hotel, a precio faranji pero muy a gusto. Etapas 4 a 6, total 16
Madrugo mucho porque no puedo evitar la cuenta atrás que esta haciendo mi mente del tiempo que me queda por estar en Lalibela. Así que desayuno y salgo a recorrer la cuesta que lleva hasta los yacimientos. Paso de nuevo por San Jorge donde no puedo evitar pararme un rato. Me encuentro con una bonita estampa de varios monjes leyendo a la luz de los primeros rayos del sol en el mas absoluto silencio. Ya en el grupo de iglesias donde termine la visita de ayer, solo hay una que sea monolítica y esta considerada como la iglesia privada de la familia real. Por dentro es preciosa y noto el detalle de que sus ventanas están hechas para que desde dentro se vea la luz del exterior como si brillara una cruz. Desde aquí caminos solitarios, profundos y misteriosos me hacen disfrutar como nunca. No se donde estoy ni adonde voy.. pero ya volveré. Así llego a una iglesia del complejo aun no descubierta por nadie. Al entrar en ella sorteando una pequeña trampa, el monje guardián me invita a elegir una de entre todas las copas que tiene en una vitrina pétrea y me señala una pila, también de roca, llena de agua clara y pura. Si elijo la copa adecuada conseguiré la inmortalidad. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, así que declino su oferta. Caminos desconocidos me hacen pasar por delante de una cueva marcada con una cruz en su parte superior, seguramente la vivienda de algún ermitaño legendario. Este camino termina en la base de una gran brecha natural por donde se puede bajar a un lago natural que parece tener una cueva en su final. Lo exploro también y desde allí veo un puente que une, a mas de cinco metros del altura, las dos partes del acantilado. Para llegar al lugar tengo que dar una gran vuelta por campos, donde me encuentro a un occidental muy repeinado y metrosexual, de traje de diseñador italiano, con maletín a juego hablando en ese idoma con el que parece ser el capataz del equipo de currantes que están haciendo una excavación arqueológica. Tras el duelo de miradas con mensajes imaginarios y fruncidas de ceños veloces, tan imperceptibles para un novato como el despertar de un chino, sigo haciendo mi camino hasta que llego a una superficie apta para acceder al puente. Todo motivado y feliz por haber conseguido encontrar el camino por mi mismo me encuentro con el segurata del lugar escondido en una cueva de ermitaño, armado con un fusil y cara de pocos amigos, diciéndome con la mano que me pire de allí. “Alaaa que vengo de muy lejos..” Con cara de pocos amigos me hace gesto de que tiene que comer y es verdad, tiene ya su rollo de injeera encima del camastro donde debe de vivir el hombre. Han pasado 5 horas tan rápido como los últimos 5 párrafos y tengo 2 horas hasta que vuelvan a abrir el complejo. Mi idea es ir al mismo lugar donde estuve ayer pero de camino paso por una local que ayer no vi. Tiene un cartel discreto que pone restaurant. Me asomo desde el patio y me sale una mujer a recibir con una preciosa sonrisa a juego con su vestido tradicional blanco. La carta me convence así que allí me quedo. Por un momento pensé que ermitaño me iba a volver del lugar de lo que he tenido que esperar. He matado el tiempo a base de cervezas -con la excusa de llevarle a mi compañero de trabajo la colección de Etiopía- y me cuesta centrar la vista para ver el plato de patatas fritas que me traen. Y no es que lo vea doble, es una fuente para que coman cuatro personas tranquilamente. Justo después los espaguetis boloñesa, buenísimos. Sin embargo, lo mejor de todo es el café. El auténtico ritual nacional hecho expresamente con todo lujo de detalles en exclusiva para mi. Es una chica muy joven, no mas de 11 años la que lo hace lleva a cabo, bajo la atenta mirada de la madre. Que buen café. Primera taza, segunda taza y tercera taza. Ya no estoy mareado, ahora estoy cardiaco. Me recorro del tirón de nuevo el grupo de iglesias de ayer conectando una de sus salidas por el camino que he hecho hace un rato para llegar de nuevo a la iglesia del puente. Y me la encuentro cerrada y con un grupito de turistas admirando su emplazamiento, la puerta y el candado. Lo único que puedo hacer yo después de ellos porque, sin razón aparente el lugar permanece cerrado… Paso la tarde recorriendo los caminos de iglesia a iglesia, observando desde las esquinas mas discretas el ir i venir de gentes y lugareños devotos. Es como estar dentro de un cuento. Decido acabar el día como lo hice ayer: en la iglesia de Bet Giorgis. GASTOS EN LALIBELA Hotel Jerusalén 45$ noche x 3 – 135$ Entrada Lalibela – 50 $ Comida: injeera con carne + cerveza – 80 birr Cena hotel: pollo Hawai 80 patatas 30 cerveza 20 – 130 birr Comida: espagueti + patatas + 2 cervezas + café – 135 birr Cena: pizza de tomate+ cerveza – 65 birr Botellas de agua 20 birr x 4 – 80 birr Etapas 4 a 6, total 16
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