Sudáfrica: Kalahari y Costa Oeste. 2015 ✏️ Blogs de Sudáfrica

Para las vacaciones de este año decidimos repetir Sudáfrica, nos encantó el país y tiene una enorme variedad de paisajes y lugares interesantes.
El año pasado allá donde fuéramos nos hablaron entusiasmados del Kalahari, así que se convirtió en el punto de partida para preparar el viaje. Viajamos habitualmente mi marido, un amigo y yo, y los tres coincidimos en la forma de hacerlo. Pasar tiempo en los sitios, poca paliza de kilómetros y tiempos “muertos” frecuentes para leer, dormir, pasear, etc.
El Kalahari está muy al norte, un poco a trasmano de los lugares más conocidos del país, así que costó un poco encajar el itinerario para adaptarlo a nuestro gusto. Finalmente, nos decidimos por recorrer el oeste del país, bajando desde el Kalahari hasta Ciudad del Cabo en 23 días.
Como el año pasado contacté con la agencia local Rithmafrican Tours (a través de Evaneos) para hacer las reservas y recibir consejos sobre distancias y posibilidades en las zonas que íbamos a visitar. Virginia, la persona de la agencia que me atendió también el año anterior, es encantadora, habla español y capta enseguida los gustos del viajero. Durante varios meses el intercambio de correos fue continuo y fructífero hasta que cerramos, en mayo, definitivamente el viaje. Como siempre, pagamos el 40% en ese momento y a finales de junio el resto.
Los billetes de ida y vuelta a Johannesburgo los saqué en marzo y aun así salieron un poco caros, pero buscaba vuelos con 1 sola escala, lo más cortos posibles y que salieran de Madrid por la tarde-noche (para trabajar esa mañana y no perder un día de vacaciones). El de Swissair cumplía estos requisitos. Es el más corto, con una breve escala en Zúrich (aeropuerto pequeño y muy fácil para los transfers, además tiene zona de fumador para un cigarro rápido).
Llevábamos reservados con la agencia dos vuelos internos, el coche de alquiler, todos los hoteles y un conductor para algunos días: el día de llegada, desde el aeropuerto de Johannesburgo nos trasladábamos a Maropeng, a 1 hora de camino, y nos pareció más cómodo tener reservado el traslado para no estar pendientes de taxis y direcciones con el cansancio del viaje; el de ida al lodge del Kalahari y el de vuelta, pues había que llegar a un punto de encuentro en las puertas del desierto donde te recoge el coche del hotel, nos preocupaba no llegar a tiempo si lo hacíamos por nuestra cuenta, además iba a ser el trayecto más largo y complicado de todo el viaje, nos pareció prudente que nos llevaran y nos recogieran para evitar problemas e imprevistos; etc.
Además, por mi cuenta, reservé en un restaurante de Ciudad del Cabo, de esos de menú degustación, con buenísimas crítica internacionales.
En esta ocasión, no se requerían vacunas de ningún tipo, ni siquiera malaria. Tampoco visado. Un par de meses antes compruebo que pasaporte, carnet de conducir y tarjetas de crédito estarán en vigor en las fechas del viaje.
La tarde anterior de la partida se dedica por entero al equipaje. Limpieza de cámaras a fondo, botiquín completito (sobre todo por los días de parque) y maleta. Especificar aquí que durante nuestro verano allí es invierno, en agosto el clima en nuestro itinerario era de lo más variado, con una media de 15-18 grados, pero podía hacer bastante calor durante el día en el desierto y bastante frio por la noche. Recomiendo llevar distintas prendas de abrigo, desde chaqueta ligera a forro polar o americana calentita (no hace falta tampoco abrigos de pleno invierno), camisas de manga larga, etc. Un gorrito para el sol y otro de lana para las orejas en los safaris vienen de maravilla. Cuanto más al sur, más posibilidades de lluvia, el chubasquero es muy útil. El sistema de capas suele ser lo más práctico para este viaje.

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Comida rápida y ligera en casa, ducha, cierre de maletas y taxi al aeropuerto. El vuelo sale a las 19,40. Quedamos con nuestro amigo en el aeropuerto a las 17,30. Plastificar maletas, facturar, cigarro y pasamos el control de pasaportes.
El vuelo tenía un retraso de una hora, por problemas climatológicos en Zúrich. Eso suponía perder irremediablemente la conexión. Una vez en Zúrich, en el mostrador de incidencias, nos dan los bonos para el hotel y el desayuno y las tarjetas de embarque para el día siguiente, a las 7 de la tarde ¡a Múnich! Y allí, a las 22,00 a Johannesburgo, es decir, llegaríamos con un día de retraso y, además, paliza de vuelos. Tras el cabreo y disgusto, decidimos tomarlo por el lado bueno, podríamos conocer un poco de Zúrich pues teníamos toda la mañana y parte de la tarde. Fuimos al hotel, en el mismo aeropuerto, cogimos las habitaciones, estupendas, y a dormir.
Nos levantamos pronto y descansados. Después del desayuno preguntamos en recepción la distancia al centro de la ciudad, 15 minutos, facturamos las maletas y cogimos un taxi que nos dejó en la estación de tren, desde allí había un paseo hasta el lago en paralelo al río. Típica ciudad suiza, bonitas casas burguesas, iglesias con agujas y majestuosos puentes que unen las dos orillas del río. Como telón de fondo, los Alpes. Recorrimos las callejuelas y placitas de la zona y llegamos al lago. Era fiesta nacional, había puestos de salchichas y cerveza con colas enormes y grupos de cantores de yodel (tirolés). Para comer encontramos un típico restaurante, lleno de mesas largas con familias celebrando el día, con platos contundentes de cerdo, patatas y enormes filetes empanados, y, por supuesto una carta gigante de cervezas. El local era muy antiguo, con techo de madera y una enorme chimenea de piedra. Muy buen rato. Paseo rapidito hasta la estación y tren al aeropuerto.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

El vuelo a Múnich y la conexión sin problemas. Tras la cena me tomé una pastilla para dormir y prácticamente me desperté con el desayuno, una hora antes de aterrizar.
En el aeropuerto nos esperaba una guía contratada con la agencia, Nkuli. El plan, antes del cambio de vuelos, era haber llegado el día anterior, dormir en Maropeng (a unos 40 minutos del aeropuerto) y dedicar la tarde y la mañana del día siguiente a visitar la Cuna de la Humanidad, para coger un vuelo a Upington por la tarde. Decidimos no dejarnos llevar por la pereza, el sueño y el cansancio y hacer la visita.
Nkuli, una guía que habla español y trabaja de freelance con distintas agencias, nos llevó en su coche a la Cuna de la Humanidad. Primero visitamos la cueva donde se habían encontrado importantísimos restos de homínidos, vimos las zonas de excavación y recorrimos las galerías con guía. Después el museo, con piezas encontradas en el lugar, no es muy grande y está muy bien organizado, con paneles y reproducciones, muy didáctico. Comimos un sándwich en el mismo museo y volvimos al aeropuerto.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Vuelo sin problemas a Upington, allí nos recogió la dueña del hotel, el River Place, un hotel boutique pequeñito, habitaciones agradables con terrazas que daban al río Orange. Después de una buena ducha y un poco de descanso, la misma dueña nos acercó a Bi Lo, un restaurante con mucho ambiente, de carnes a la brasa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Upington es la capital del Kalahari, es una ciudad pequeña, provinciana, muy extendida y con mucha vegetación, gracias al río Orange que la convierte en un oasis en esta zona desértica.
Tuve dudas en alquilar el coche desde aquí para ir al Kalahari, pero realmente no salía a cuenta, una vez en el parque te recogía un transporte del lodge y había que dejar el coche en un aparcamiento durante los 4 días, por lo que salía más barato pagar un conductor que te llevara al punto de encuentro y te recogiera a la vuelta, así lo hicimos.
A las 9 de la mañana, tras un estupendo y completísimo desayuno, nos recogió un minibús y nos pusimos en marcha hacia el parque del Kalahari. El paisaje, semiárido, seco y con muy poca vegetación, lo más alto era algún arbusto pequeño que destacaba entre las matas y los cactus. En el camino había varias explotaciones de sal. Ninguna población, alguna que otra casa perdida, una carretera recta y vacía durante dos horas hasta la puerta del parque, en Twee Rivieren. Pagamos las entradas al parque, compramos en el pequeño supermercado unos pasteles de carne y salchicha y continuamos hasta un punto de pic-nic donde nos esperaba el land-rover descubierto del lodge.
El lodge era el Xaus Lodge, está en una zona del parque que pertenece a la comunidad bosquimana (los san, como ellos prefieren llamarse), el hotel les pertenece, está gestionado por una empresa hotelera y todo el personal tiene que ser de la comunidad, a parte de un porcentaje dedicado a la misma.
El trayecto dura otra hora, de vez en cuando se ve alguna gacela pero hay poca fauna. Después de un montón de dunas llegamos al hotel. Cabañas individuales, como palafitos, con plataformas y pasarelas sobre la arena del desierto. Enfrente la ”pan”, laguna estacional, con un pequeño bebedero.
Nos reciben con toallitas frescas perfumadas y la gerente nos reúne en una salita con sofás y explica la situación del hotel con respecto a la comunidad san, los horarios, las actividades posibles, etc., con unos aperitivos de biltong (cecina típica sudafricana) y bebida de bienvenida. Nos dan la llave de la habitación donde ya nos esperan nuestras maletas.
Después de la ducha nos acercamos a la plataforma a tomar un whisky con la puesta de sol. Impresionante los tonos rojos sobre las dunas todo un espectáculo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***

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