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Irán a buen ritmo

Irán a buen ritmo ✏️ Blogs de Iran Iran

Cuando se cumplen tres semanas de mi regreso de Irán, me decido por primera vez a colgar un diario en este foro con la idea de ayudar en lo posible a futuros viajeros a este bello país, del mismo modo que otros muchos viajeros me han ayudado a mí en la preparación de mi viaje a Irán.
Autor: Luxastu  Fecha creación:  Puntos: 4.9 (14 Votos)
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Tercera etapa: Kerman

Tercera etapa: Kerman


Localización: Iran Iran Fecha creación: 19/11/2016 22:02 Puntos: 0 (0 Votos)
A las 7 de la mañana llegaba a Kerman. Una vez más necesitaba un taxi que me condujera a mi hotel, el Akhavan. Pregunté a varios taxistas y todos coincidieron en los 10 tomans, aunque el último se apiadó de mí, tras un tira y afloja, y me lo dejó en 8 (2 euros). Una vez más reitero que, pese a la insistencia de otros viajeros en regatear con los taxistas, yo no tengo tan claro que los taxistas iraníes no sean honrados. Cosa distinta es no sentarse nunca en el taxi sin haber negociado el precio de antemano salvo que se trate de un taxi na dar baste (compartido con otros viajeros).

Este iba a ser en principio un día difícil. Quería hacer un montón de visitas desde Kerman pero no sabía muy bien cómo. Había leído en algunos foros que en el hotel arreglaban excursiones para sus huéspedes y me había puesto en contacto con ellos, pero sin tener nada cerrado. Además sólo tenía ese día para hacer las excursiones previstas porque la mañana siguiente quería irme rumbo a Kashan.

Cuando llegué a esa hora tan intempestiva al hotel y pregunté por mi habitación y las excursiones, lo primero que me dijo el recepcionista fue que bajara a desayunar. Como no había desayunado (el tentempié del autobús no lo había abierto), le hice caso, aunque era consciente que no estaba en los servicios contratados con ellos, que empezaban con la entrega de la habitación. A esa hora estaba yo sólo en el comedor. El desayuno abundantísimo y exquisito, mi mejor desayuno en Irán. Cuando hube acabado, subí a la recepción y volví a preguntar por las excursiones, esta vez a uno de los dueños. Muy amablemente me hizo distintas propuestas y me reprochó que yo quería verlo todo pero que no tenía más que un día para hacer lo que otros viajeros hacían normalmente en dos días. Para mi sorpresa, llegó incluso a proponerme dormir esa noche en los kaluts (no sé si en algún sitio de su propiedad) cuando yo lo que tenía reservado era precisamente su hotel de Kerman. Al final acordamos distribuir mis visitas del siguiente modo: ese día visitaría Bam, Rayen, las montañas de colores y los kaluts, y al día siguiente, antes de dejarme en Yazd, Mahan, Meymand, el caravansar Zein o’ Din y la ciudadela de Saryazd. El precio no era barato (85 euros por el primer día y 75 por el segundo), sobre todo para una persona sola, pero al final mereció la pena y volvería a repetirlo sin pensarlo. Sobre todo, porque tuve la suerte de conocer a la persona que más huella me dejó en todo mi viaje: Mehmed, el taxista con quien hice las dos excursiones. No hablaba mucho inglés, pero lo suficiente para comunicarnos. Gracias a él pude ver todos esos sitios, parando en donde hiciera falta y el tiempo que necesitara. Lo que más lamento de todo el viaje es haber perdido sus señas la misma noche de mi llegada a Yazd, porque me hubiese gustado recomendarlo a todo el mundo que pudiera necesitar de sus servicios, sin necesitar la intermediación del atento dueño del Akhavan.

Mucho tengo que agradecerle a Mehmed. No sólo que durante dos días no comiera para que yo pudiera hacer todo mi programa; que el primero de los días, después de la visita a las montañas de colores, infringiera todos los límites de velocidad para llegar a los kaluts hacia las 16.30, antes de que anocheciera (ese día anocheció a las 16.50), a fin de que yo pudiera disfrutar allí de una maravillosa puesta de sol (no como una pareja inglesa que llegó tarde, cuando ya se había puesto el sol); o que en Yazd se empeñase en dejarme en la puerta de mi hotel, situado en plena parte vieja y con varias calles cortadas por obras, tras pasar casi una hora dando vueltas, y pese a que ya eran casi las 6 de la tarde y le quedaban aún 3 horas de camino de regreso a Kerman. A cambio, lo único que yo pude hacer por él fue compartir, una vez que dejamos los kaluts, de vuelta al hotel, el tentempié que me habían dado la noche anterior en el autobús, darle una pequeña propina o hacerle un pequeño regalo para su hija menor. Una hija, a la que como a las otras dos mujeres de su casa, veía poco porque trabajaba todos los días del año, sin un solo día de descanso, desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche, haciendo los circuitos que deseábamos los turistas. Sirvan estas líneas como muestra de mi agradecimiento a él.
Todos los lugares que con él visité merecieron la pena. Obviamente, unos más que otros, pero me costaría prescindir de alguno. Podría decir que el Arg de Rayen o la ciudadela de Saryazd me sorprendieron porque, aunque similares en su estilo, no me las imaginaba tan grandiosas (de hecho, no tenía siquiera conocimiento de esta ciudadela y si fui a Saryazd fue porque así me lo propusieron en el hotel), o que los jardines de Mahan fueron de los más bonitos que vi en Irán o que me alegro de haber seguido las recomendaciones de Sele desoyendo los consejos del dueño del hotel Akhavan, porque realmente Bam existe y hay que verlo pese a los destrozos del terremoto y su lenta restauración. También podría decir que me sorprendió el hecho de ser el único visitante del Arg de Rayen y casi el único de Bam o también que, en cierto modo, me arrepentí de no haber hecho noche en el caravansar Zein o’ Din, como me sugirieron algunas agencias iraníes, porque tiene mucho encanto, aunque quizás esté un poco aislado. En cualquier caso, he de reconocer que fueron unos días maravillosos, agotadores pero estupendamente aprovechados gracias a Mehmed.

Aunque tampoco venga mucho a cuento, quiero traer aquí a colación el encuentro que tuve en Mahan en el jardín Shazdeh (del príncipe) con un iraní que había nacido y vivido su juventud en Colonia. Guardaba muy buenos recuerdos de España porque, aunque estaba casi ciego debido a una retinosis pigmentaria, había recibido tratamiento en su juventud en la clínica Barraquer.

Por último, para cerrar este capítulo debo señalar que, como cualquiera puede imaginarse, Meymand no es la Capadocia. No está mal para un pueblito, pero toda comparación es odiosa.

Al principio de la crónica de Kerman he hablado de la amabilidad del personal del hotel Akhavan y del fantástico desayuno gratuito que me ofrecieron el día de mi llegada. Sin embargo, no puedo olvidarme de la magnífica cena que me ofrecieron esa noche. Una cena compuesta por cinco platos exquisitos de cocina iraní (aunque uno de ellos era una especie de tortilla de patatas) que hicieron de esta cena una de las mejores experiencias culinarias de mi estancia en Irán. Quizás por eso, conscientes de su deliciosa cocina, los dueños del Akhavan sólo ofrecen a su clientela (casi exclusivamente europea, y en su mayor parte formada por grupos) estancias en media pensión. De todos modos, 50 euros (se paga directamente en esta moneda) por una habitación individual (compuesta en realidad por tres camas) en media pensión es un muy buen precio
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Cuarta etapa: Yazd

Cuarta etapa: Yazd


Localización: Iran Iran Fecha creación: 19/11/2016 22:08 Puntos: 0 (0 Votos)
Ya he contado mi tortuosa llegada al hotel de Yazd con el pobre Mehmed dando vueltas y más vueltas para dejarme a la puerta en aquel laberinto de callejas. Sin embargo, no he contado cómo fui a parar a ese hotel.

He de comenzar reiterando (ya lo he mencionado en la introducción) que tengo la impresión de que Yazd es uno de los sitios más difíciles para encontrar alojamiento de Irán. Es una encrucijada de caminos entre Teherán, Isfahan y Shiraz ya desde los tiempos de la Ruta de la Seda y todos los grupos que visitan Irán hacen parada aquí. Por eso, cuando un mes antes de partir para Irán empecé a reservar los alojamientos, me costó encontrar una habitación en Yazd. Tan desesperado me vi que llegué a escribir al hotel Silk Road que había dejado vendido al pobre Sele en su viaje por Irán cuando ofrecieron su habitación a otros viajeros. Por eso y porque había leído que sus dueños (dueños también, entre otros, del hotel Orient) querían monopolizar el mercado turístico en Yazd traté de dilatar lo más posible la confirmación de su reserva. Entretanto, el hotel Kohan me respondió diciéndome, que aunque estaban completos, tenían una habitación disponible en un hotel, algo inferior, que les pertenecía, el Termeh, por 35 $. No lo dudé y reservé. En su confirmación de la reserva me pedían que, no obstante, unos días antes de mi llegada les reiterara que seguía interesado en la habitación. Tomé nota de este consejo y decidí aplicarlo a todas mis reservas en Irán. Cuál sería mi sorpresa cuando unos días antes de mi llegada a Yazd, les escribo informándoles de que sigo interesado en la habitación y me responden que ni en el hotel Kohan ni en el Termeh figuraba una habitación a mi nombre. Les suplico que lo verifiquen pero me dan la misma respuesta. Incluso les llamo por teléfono desde la estación de Shiraz mientras esperaba el autobús de ADL al que a punto estuve de no poder subir y me repiten lo mismo. Pero su desfachatez no se queda ahí. Tras buscar contrarreloj un sitio donde poder alojarme en Yazd, el día siguiente recibo un correo suyo preguntándome dónde había estado, porque supuestamente me habían estado esperando toda la noche. Y no sólo eso, cuando les remito indignado su correo diciéndome que no encuentran ninguna reserva a mi nombre, todavía se atreven a replicarme que eso era sencillamente una excusa, que seguramente no había acudido porque había encontrado otro alojamiento más barato en Yazd. Vamos, unos impresentables en toda regla estos tipejos del Kohan/Termeh.

Aprovecho aquí para hacer un pequeño inciso y dar un consejo. Aunque había comprado una tarjeta SIM procuraba llamar poco por teléfono y sólo cuando no había otra alternativa o era estrictamente necesario. El motivo era sencillamente que, a menos que supiera que mi interlocutor dominaba el inglés, en la mayoría de los casos llamar no servía de nada porque los iraníes no se aclaraban con el inglés hablado. Sin embargo, si reciben un email o un SMS, algo que puedan leer, no tienen problema en entenderlo.

Así pues, ante el imprevisto del Termeh, me veía obligado a buscar un hotel en Yazd y, aunque llevaba una lista de posibles hoteles en las ciudades que iba a visitar, por si acaso, en esta ciudad la mayoría eran caros. Pero había que dormir en algún sitio… Probé llamando a un hotel que ya había intentado cuando reservé todos los demás hoteles y que entonces me dijeron que estaba completo. Un mes después de aquello, tuve la suerte de que, por algún motivo, hubiese habido alguna cancelación y les quedara una habitación. El hotel Jungle ya había sido un mes antes mi primera opción porque tenía muy buen aspecto y un precio muy razonable. En ningún momento pude imaginar entonces que iba a acabar durmiendo en él. Lo cierto es que tampoco es fácil, porque es un hotel pequeño, que sólo cuenta con siete habitaciones. De hecho, en el caravansar Zein O’ din coincidí con un grupo alemán y su guía iraní me preguntó si me iba a alojar allí. Cuando le dije que tenía un hotel en Yazd, quiso saber cuál era, pero el nombre del Jungle no le decía nada (no sé si a lo mejor el tema es que no había que pronunciarlo en inglés, sino en iraní o en español —junguel—, que viene a ser casi lo mismo). De todos modos, es un buen hotel, un poco hotel boutique, con un desayuno correcto. El único problema es que me asignaron la habitación de la planta baja, enfrente de la recepción, y oía llegar a todos los huéspedes.

Volviendo a la escasez de alojamiento en Yazd, he de añadir que días más tarde coincidí, como ya he dicho, en el autobús de Yazd a Kashan con dos italianos. Ellos me contaron que viajaban por Irán sin reservas previas, llamando la noche anterior a los hoteles (hoteles que ellos sacaban de LP). Pues bien, en Yazd estuvieron a punto de tener que dormir al raso porque todo estaba lleno. Por suerte para ellos, al final parece ser que encontraron algo en un dormitorio de camas múltiples.
Dejado mi equipaje en la habitación y aunque era de noche cerrada, decidí ir a ver el zurkhanet, deporte iraní. Pregunté en recepción pero dado que no me dieron la información correcta sobre los horarios, al final esa noche me quedé sin asistir al espectáculo. Por suerte, al día siguiente sí lo conseguí, ya que Abbas, un taxista del que hablaré más tarde, me llevó cuando iba a dar comienzo la exhibición. Aunque sea adelantarme al discurrir de los hechos, diré que es un espectáculo de tres cuartos de hora que realmente merece la pena. Yo había leído que era de lucha, pero en realidad los “deportistas” realizan distintos entrenamientos (para los que hay que estar realmente en forma y para los que hay que tener también mucha fuerza), con o sin instrumentos, pero en ningún momento llegan a luchar. En este espectáculo, que tiene lugar al lado del complejo Amir Chakhmaq, el 95% de los espectadores éramos turistas. Comentando días más tarde con los dos italianos que acabo de mencionar, ellos me dijeron que habían asistido al mismo espectáculo (los ejercicios que vieron fueron los mismos que los que yo vi) por casualidad en Shiraz porque alguien se lo había recomendado sobre la marcha, pero allí, a diferencia de en Yazd, ellos eran los únicos extranjeros. Es que no venía en la Lonely Planet…

Aunque esa primera tarde-noche en Yazd no pude ver el zurkhanet, ni tampoco el mausoleo de los doce imanes porque estaba en obras, sí pude visitar la prisión de Alejandro (que tampoco es nada del otro mundo) y la oficina de turismo donde pretendieron venderme los servicios de taxi a precio de oro (los tours no me los ofrecieron porque para el día siguiente, que era el que a mí me interesaba, no tenían ningún grupo formado, lo que tampoco me sorprende con los precios que pedían). De allí, con la ayuda de unos vendedores de productos de belleza de Isfahan que me dijeron que Yazd había sido el peor sitio de todo su viaje comercial por Irán en términos de ventas, me fui al bazar y a la mezquita del viernes (también al mausoleo Roknadin, aunque de éste sólo vería su cúpula desde fuera porque estaba cerrado y al día siguiente, miércoles, sólo podían entrar las mujeres). Como a esa hora ya estaba todo cerrado y lo único que estaba abierto (según me habían informado en la oficina de turismo) eran los jardines Dowlatabad, decidí coger un taxi que me llevara allí.

Aquí quiero hacer nuevamente un inciso. Desconfiad siempre de los planos iraníes: no están a escala. Aunque estos jardines no parecían estar demasiado lejos y daba la impresión de que eran accesibles caminando un poco, después de la experiencia en Isfahan para ver los puentes había aprendido que hay que coger siempre un taxi. En Isfahan, la primera noche, guiándome por un plano del hotel me fui a ver los puentes a pie, que parecían relativamente próximos. Tras más de media hora caminando, no había ni rastro de ellos, así que, tras cenar en un sitio que encontré por el camino, decidí tomar un autobús que me llevara de vuelta a mi hotel. Al día siguiente, cuando visité el barrio de Jolfa vi los puentes a lo lejos y me di cuenta de que habría necesitado horas para llegar. En el caso de los jardines Dowlatabad me habría pasado igual si no llego a contratar los servicios de Abbas. El único sitio en que me equivoqué cogiendo un taxi fue en Teherán. Quería ir de mi hotel al palacio Golestan y tomé un taxi que tardó en llegar casi lo mismo que habría tardado yo porque el hotel (que había elegido precisamente por su proximidad a los sitios de interés) estaba bastante próximo. Al igual que con los planos, desconfiad también de las indicaciones de los iraníes: diez minutos iraníes a pie es media hora española a pie.

Tras tratar de regatear con el taxista, acabé pagándole lo que me pedía para que me llevara a los jardines Dowlatabad. Abbas era un tipo enclenque, inquieto, a quien sin embargo fui incapaz de hacer bajar un solo toman sus precios. No sólo para ir a estos jardines, sino también en la excursión que le contraté para el día siguiente a Meybod, Chak Chak y Kharanaq por 40 $. Efectivamente, sus precios nada tenían que ver con los que me propusieron en la oficina de turismo (65 $), como él no paraba de repetirme. Pero además, he de reconocer que los jardines están alejados del centro. Por eso di como bueno el precio que me propuso para la excursión del día siguiente.

No sé si los jardines Dowlatabad merecen la pena. En mi caso no, porque estaba tan oscuro que no pude ver ningún jardín y sólo pude disfrutar del edificio central que dicen que tiene la torre de viento más alta de Yazd. En estos jardines también tuve la oportunidad de intimar con un grupo de iraníes que enseguida me pararon para hacerse una foto conmigo al ver que era extranjero. Tras una hora en los jardines (tiempo recomendado por Abbas para visitarlos, que a mí me resultó excesivo por lo dicho anteriormente), me volvió a recoger para llevarme al complejo Amir Chakhmaq. Allí, además de echarle un vistazo, cené, siguiendo sus consejos, en el restaurante de un amigo suyo por poco más de 4 euros. Tan bueno y tan barato fue, que regresé la noche siguiente (y quiso el azar que me encontrara también a Abbas, lo que me alegró por partida doble porque acabó llevándome gratuitamente de vuelta al hotel).

He de decir que a mí Yazd me defraudó. Había leído muchas loas a la ciudad pero lo cierto es que yo todo lo que vi (o mejor, lo que no vi, porque lo vi todo de noche) no me pareció especialmente destacable si lo comparamos con otros lugares de Irán. Lo único más singular, que vi el día siguiente (y esta vez a la luz del día), fueron los monumentos relacionados con el zoroastrismo (ateskhadeh o templo del fuego y las torres del silencio), que sin ser magníficos, son ciertamente singulares. Estos sitios, junto el santuario de Chak Chak, que tampoco es gran cosa, aunque tiene una vista increíble (eso sí, tras subir una montaña para llegar al pueblo), constituyen los tres centros zoroástricos de referencia en la región de Yazd. Según me contó Abbas, a Chak Chak hay que acudir a mediados de junio porque el pueblo se llena de zoroastras venidos de todos los rincones del mundo (que, al fin y al cabo, ya no son muchos, porque se trata de una religión milenaria en vías de extinción).

Como he dicho, el segundo día de mi estancia en Yazd visité con Abbas Meybod y Kharanaq, con sus caravansares. Ambos son pueblos muy interesantes, el primero porque es un pueblo de adobe completamente abandonado, que podría asemejarse a Bam o Rayan, aunque con otra distribución, y el segundo porque posee una magnífica fortaleza, que sólo ella justifica el viaje, no así como un depósito para el hielo cuyo interior es un auténtico timo.
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Quinta etapa: Kashan y Qom

Quinta etapa: Kashan y Qom


Localización: Iran Iran Fecha creación: 19/11/2016 22:18 Puntos: 0 (0 Votos)
Antes de desayunar, pregunté en la recepción del Jungle si había autobuses a Kashan. El propietario llamó a la estación de autobuses y me informó de que había un autobús VIP de la compañía Seirosafar a las 8.30. Como aún me quedaba una hora, le pedí que me reservara una plaza y antes de que me llamara a un taxi para ir a la estación, aproveché para desayunar, hacer la maleta y pagar (55 euros por las dos noches).

En la taquilla, tras pagar 45 tomans (unos 12 euros), me indicaron el andén del autobús, aunque no las tenía todas conmigo porque por más que preguntaba, nadie de los que allí esperaba iba a Kashan. Finalmente alguien me dijo que otros dos italianos que estaban en el andén iban a mi destino, con lo que me puse a hablar con ellos. Se trata de los italianos a los que ya me he referido. Lo cierto es que tuvimos mucho tiempo para hablar, no sólo porque el autobús no salió hasta una hora después de lo previsto, sino porque el viaje que iba a ser de unas cuatro horas y media duró finalmente seis, con parada incluida para comer. Recuerdo que, entre otras cosas, comprobamos haber pagado todos lo mismo por el billete. De hecho, a mí me había sucedido algo extraño. Cuando en la taquilla la vendedora me dio el ticket, puso sobre la mesa un billete pequeño (no recuerdo exactamente su importe) pero a continuación hizo una llamada y me pidió los 45 tomans que acabé pagando (que eran como unas diez veces más del valor del billete que antes me había mostrado). Afortunadamente, mis amigos italianos (que siempre habían viajado por Irán de noche en autobuses VIP para ahorrarse el alojamiento, y hoy, por primera vez, lo hacían de día), no tenían planes. No era ése mi caso, que tenía programadas varias visitas. De hecho, mi idea inicial era haber ido parando en varias localidades que se encontraban en la ruta, como Na’in, Abyaneh o Natanz, pero ante el precio que me habían pedido por el trayecto en taxi, opté por suprimir Na’in, llegar a Kashan en autobús y desde allí deshacer parte del camino yendo a Abyaneh y Natanz. Sin embargo, entre el retraso en la salida y la demora en llegar a Kashan por las numerosas paradas del autobús, mis planes se desvanecieron.

Con todo, lo más chocante del autobús no fue, como suele ser habitual, que los viajeros sentados junto a nosotros nos invitaran a frutos secos en el viaje al vernos extranjeros, sino el sitio donde nos dejó. De pronto, cuando quedaban unos kilómetros para llegar a Kashan, el conductor anuncia la llegada. Nosotros tres, sorprendidos, preguntamos a uno de los viajeros iraníes con el que habíamos intimado si no había otra parada en la ciudad. Tras preguntar al conductor, nos respondió que no, con lo que los tres nos vimos obligados a bajar allí mismo, en mitad de un área de peaje, donde no había absolutamente nada. Preguntamos al conductor y éste nos dijo que en las casetas del peaje podían buscarnos un taxi que nos llevara a la ciudad. Cuando íbamos a hacerlo, recordé que tenía anotado el teléfono de un taxista de Kashan que otros viajeros habían recomendado en un foro. Mientras le llamaba, aparece una persona que no sabemos muy bien lo que quiere. Tras cortar la llamada, nos percatamos de que es un taxista que trata de decirnos en farsi que, un poco más allá de las casetas del peaje, hay unos taxistas que nos pueden acercar a nuestro hotel. Finalmente, cuando le decimos que vamos a hoteles distintos, nos dice que debemos coger dos taxis, uno los italianos, y otro yo.

Me despido bruscamente de los italianos sin darnos tiempo a decirnos más que un “piacere”, y le pregunto al taxista si los jardines Fin, que había visto anunciados cuando estaba llegando en el autobús, estaban próximos. Como me respondió afirmativamente, le pedí que me llevara allí antes de pasar por mi hotel. Obviamente allí, en medio de ninguna parte, no era cuestión de regatear el precio de la carrera.

Los jardines Fin me gustaron mucho, aunque la llegada fue un poco caótica no sólo por lo que me había pasado con el autobús que acabo de contar, sino porque cuando iba a sacar las entradas, se me coló un santón con su grupo de parroquianas todas vestidas de negro de los pies a la cabeza. No sólo los jardines, sino también los edificios que hay en ellos, con sus estucos y pinturas, merecen la pena. Además, esta vez los veía de día, con lo que podía disfrutarlos.
Había hecho bien visitándolos entonces, porque están bastante alejados de la ciudad, y sobre todo, porque poco quedaba ya de luz (anochece en torno a las 16.45). Al cabo de 45 minutos, el taxista volvió a recogerme y llevarme a la Negi House, mi hotel en Kashan. El Negi fue, sin duda, el hotel con más encanto de todo mi viaje por Irán. Instalado en una antigua casa noble de Kashan, mi habitación presidía uno de los patios. Era una habitación amplia, con el baño a la derecha y la ducha a la izquierda, con una cama doble, y en cuyos laterales había unas escalerillas para subir a una especie de terracitas interiores en cada una de las cuales había un saco de dormir en el suelo. Resultó, pues, que pese a haber pedido una habitación individual, me encontraba en una cuádruple. El único problema que tenía la habitación era la puerta. Aunque era muy bonita, de madera tallada y con vidrieras en la parte superior, no se podía cerrar desde el interior. Por fuera, quedaba cerrada con un candado, pero por dentro no había dónde sujetar el candado.

El resto del hotel también era muy bonito, con numerosos patios interiores. Incluso el restaurante merecía la pena, si bien yo no llegué a cenar, aunque sí desayuné la mañana siguiente.

Esa misma tarde, antes de que cerrara a las seis, pude visitar la casa Tabatabaei. Esta es una de las cuatro casas patricias de Kashan que han de ser visitadas. Son todas diferentes, pertenecientes en su origen a ricos comerciantes, y cada una tiene un encanto especial. Yo no prescindiría de ninguna. Existe un billete combinado que permite visitar dos casas (creo recordar que la Tabatabaei y la Abassi) y el haman (reconvertido en museo). Las restantes casas (Abbasi, Borujerdi y Ameriha) las visitaría la mañana siguiente, a primera hora. Ese día todavía tuve tiempo para, antes de cenar, visitar (ya de noche) el bazar y la mezquita Agha Bozorg.

He de indicar que parte de la casa Ameriha se ha reconvertido en hotel de lujo. No sé cuánto costará la estancia pero realmente merece la pena darse ese capricho. Yo no me alojé allí pero lo que sí hice fue ir a cenar en su restaurante en mi primera noche en Kashan. Magnífico: el plato más delicioso de mi estancia en Irán lo comí allí. Se trataba de una especialidad de Tabriz consistente en una albóndiga de gran tamaño hecha con distintas carnes, orejones y frutos secos. Todo ello acompañado del dug (equivalente al turco ayran), que se había convertido en mi bebida habitual. Por todo ello pagué unos 10 euros. Un capricho al alcance de cualquiera…

Pues bien, a la mañana siguiente, cuando eran poco más de las nueve y media de la mañana ya había visitado todo lo que había que visitar en Kashan, motivo por el cual decidí llamar por teléfono a Saïd Abbas, un taxista que resultó ser un gran descubrimiento. Como he comentado con ocasión de mi accidentada llegada a Kashan, entre mis papeles llevaba el teléfono de un taxista de Kashan recomendado en los foros. Le había llamado cuando el conductor del autobús me había dejado tirado junto con los italianos en el área de peaje. Aunque corté la comunicación con él cuando apareció el que resultó ser un taxista, no dejó de llamarme ese día. Yo traté de hacerle ver que ya no necesitaba sus servicios porque ya me habían recogido del peaje y llevado al hotel. Sin embargo él insistía en llamarme hasta que al final, tras preguntarme por mi hotel, me llamó cuando estaba cenando en el Ameriha para decirme que se hallaba en mi hotel, el Negi House, esperando por mí. De este modo, la noche anterior, al volver a mi hotel, me encontré con Saïd Abbas. Para empezar, él tenía mucha curiosidad por saber de dónde había sacado su teléfono. Yo le enseñé la hoja impresa con el comentario del forero y él pidió al recepcionista que le hiciera una copia aunque no entendiera nada de lo que allí ponía, aparte de su nombre y su número de teléfono. Me contó que acababa de regresar de Teherán de llevar a unos clientes y que antes de volver a su casa había querido conocerme. Trató de ofrecerme sus servicios aunque yo entonces no tenía nada claro lo que iba a hacer al día siguiente, visto que el retraso del autobús procedente de Yazd había trastocado mis planes de ese día y tenía que rehacer mi programa. Tras preguntarme mis planes para el día siguiente y sin tenerlos, como digo, aún decididos, le comenté que el día siguiente, en que no tenía reservado alojamiento, quería ir a Qom, y desde allí a Qazvin o a Teherán, en función del tiempo que me llevase llegar hasta Qom.

Sin embargo, la mañana siguiente, visto que, como he señalado, había visitado todo Kashan, decidí avanzar hacia Qom, como tenía previsto, pero recuperar antes los pueblos de Abyaneh y Natanz que había dejado en el camino. Por eso, hacia las nueve y media llamé a Abbas y a las diez y cuarto, como acordado, pasó a recogerme por la casa Ameriha, la misma que en la noche anterior cenaba cuando me llamó para decirme que me esperaba en mi hotel. De allí me llevó al Negi, donde hice mi maleta, recogí mi pasaporte de la recepción (práctica que ya he dicho que es habitual en Irán) y pagué los 1,8 millones de riales de la habitación (unos 50 euros).

De camino a Abyaneh, y antes de llegar, me preguntó si quería hacer una primera parada no prevista: un templo del fuego zoroástrico. Accedí. De allí fuimos a Abyaneh, que resultó ser un pueblo muy bonito. Yo había leído las impresiones de viajeros que lo recomendaban como destino. Sin embargo, creía que iba a ser un pueblo de adobe más, que no iba a estar a la altura de los que ya había visto. Sin embargo, no fue así. Es muy bonito y se halla en muy buen estado, aunque está casi deshabitado. Sin embargo, lo que más me llamó la atención de todo fue el color rojizo del adobe que imprime un color rojizo a todo el pueblo. Abbas me mostró los mejores sitios, aunque ello no le resultó fácil porque su panza y sus pulmones, perjudicados por el tabaco, no le facilitaban las cosas. En Abyaneh vimos también varias personas vestidas con el traje típico local, muy colorido, tanto para hombres como para mujeres, nada que ver con los chadores oscuros que llevan las demás iraníes. El pueblo estaba muy animado porque era viernes y parece ser un destino bastante habitual de los habitantes de la capital. Este detalle me hace recordar que Abbas me diría al final de nuestra jornada que después de encontrarse conmigo en el hotel el día anterior, había decidido hacer dos cosas: llevarme adonde quisiera si, al hacer mis planes, optaba por contratar sus servicios, o, en caso contrario, descansar todo el viernes (su día festivo), durmiendo hasta el mediodía. Evidentemente, le estropeé el descanso, y bien que se lo estropeé como veréis.
De Abyaneh nos fuimos a Natanz, que aparte de comer bien en un restaurante al que me llevó, no merece especialmente la pena pues su mezquita, con tener un bonito minarete y una bonita cúpula, no merece el desvío.

De camino para Qom, Abbas me preguntó si quería visitar el mausoleo de Aran va Bidgol. La verdad es que no tenía ninguna referencia de este sitio, pero le dije que sí, ya que estaba allí…. Como ya he indicado, los mausoleos en Irán son maravillosos. Aunque éste es más modesto que otros que he visitado, es también bonito e interesante. Quizás por no ser tan famoso, aquí no te cachean a la entrada y puedes entrar con cámara de fotos, aunque yo sólo hice fotos con ella en el patio de acceso y no en la parte propiamente de mausoleo.

Antes de llegar a Qom, y cuando ya anochecía, me paró en Noushabad, en donde había nacido y vivido media vida, en otra parada fuera de circuito de las suyas. Tampoco lo tenía fichado, pero allí visitamos un depósito de agua inmenso y una interesantísima ciudad subterránea. Otra parada, pues, a tener en cuenta.

Obviamente la llegada a Qom fue bastante más tardía de lo que yo hubiese pensado en ningún momento. Me puse una camisa oscura de manga larga que había comprado para la ocasión (simulando el modo de vestir iraní), dejé mi cámara fotográfica en el coche con Abbas y me dirigí al mausoleo. Probablemente mi aspecto exterior, con una poblada barba que no me afeitaba desde mi llegada a Irán, no delataba que no era iraní. La noche también me ayudó a camuflarme. De este modo, logré colarme sin ningún problema en el mausoleo de Fátima, tras el cacheo de rigor a la entrada.

Reitero una vez más que los mausoleos en Irán deben ser incluidos sin excepción en una visita al país. El de Qom es uno de los más ricos y es ciertamente impresionante. De hecho, a mí me sorprendió su tamaño. A la entrada creí haberme equivocado porque parecía realmente un centro de convenciones. Pese a la hora, el tránsito de personas en todas direcciones era increíble. No sé cuántas personas podrían estar allí en aquel momento pero ciertamente miles. Tras dejar los zapatos en consigna, me lancé a visitar el mausoleo. Como me había pasado ya en Shiraz, me habría quedado allí horas y horas admirando los patios y las paredes de azulejos. Esta vez la parte propiamente de mausoleo, con sus mil y un espejos decorándolo, me pareció muy bonita, a diferencia de en Shiraz. Me acerqué a la tumba de Fátima sin ningún problema. Los vigilantes con el plumero (algo que debe de ser una constante en este tipo de mausoleos) no me señalaron en ningún momento, lo que es una buena señal. Y desde luego, en ningún momento me impidieron hacer fotos con el móvil, como hacían todos los iraníes, si bien ellos concentraban sus fotos en la tumba y yo, como he dicho, en los azulejos multicolores del complejo.

Tras un buen rato en el mausoleo, decidí volver al taxi con Abbas, pues no era cuestión de tenerle allí esperando horas y horas. Eso sí, memoricé todos los patios por los que había pasado, como él me había aconsejado, para no perderme y salir por el mismo sitio por el que había entrado. Salir por otro sitio me hubiese supuesto un problema a la hora de encontrar el taxi.

Visto que eran más de las ocho, le dije a Abbas que había decidido hacer noche en Teherán y suprimir la visita de Qazvin. Me dio pena porque Sele en su blog dice que es un sitio muy bonito y desconocido, pero son más de cuatro horas de viaje desde Qom y tampoco tenía la certeza de que hubiese autobuses para allí ni a qué hora. Quedarme en Qom tampoco me seducía porque ya había visto lo que había que ver en esta ciudad y los hoteles allí parecen no ser demasiado buenos. Así que la opción de Teherán, a unas dos horas de Qom, parecía la más razonable, sobre todo después de llamar al hotel que tenía reservado para las noches siguientes y confirmarme que tenían una habitación disponible también para esa noche. Sólo me faltaba saber si habría autobús para Teherán, aunque había leído que casi todos los autobuses que vienen del sur pasan por Qom. Efectivamente, Abbas se dirigió con su coche a un área de peaje y allí empezó a preguntar a los chóferes si iban para la capital y tenían plazas libres. Al segundo intento, estaba embarcado en un autobús (no VIP) rumbo a Teherán. No sé cuánto costó el viaje porque me lo pagó Abbas pero creo que fueron algo así como un par de euros. Está visto que las áreas de peaje son un lugar habitual para dejar y recoger pasajeros en Irán.

Así pues, Saïd Abbas resultó ser un excelente taxista, al que agradezco su insistencia en querer hablar conmigo para prestarme sus servicios. Gracias a él vi muchísimos sitios, algunos de los cuales desconocía siquiera su existencia, pese a ser realmente interesantes. Además, como hablaba un inglés aceptable, me contó muchas cosas acerca del país y de los sitios que visitamos juntos. Por si a alguien le pudiera interesar contactar con él, dejo aquí sus señas. Está creando una página web que se llamará www.abbastour.ir. Su móvil es 09133 62 1639. No recuerdo con exactitud lo que le pagué por sus doce horas de trabajo (cuando estaba entrando a Teherán recibí la llamada de Abbas diciéndome que acababa de llegar a su casa en Kashan), en lo que iba a ser su día de descanso, pero creo que fueron unos 60 euros. Al doce horas. Según me dijo, tiene a diez taxistas trabajando para él (que no hablan inglés), por lo que él selecciona a los clientes a los que atiende personalmente y yo tuve la suerte de resultar elegido. Como me pidió encarecidamente que hiciera publicidad de sus servicios y le estoy enormemente agradecido, sirva este sitio para cumplir mi palabra
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comment_icon  Últimos comentarios al diario Irán a buen ritmo
Total comentarios: 9  Visualizar todos los comentarios
Spab  spab  24/11/2016 16:34   📚 Diarios de spab
Enorme trabajo en este diario, muy detallado y descriptivo. Leyéndole es un perfil de viajero exigente y que sabe lo que busca, a la par que organizado, se nota que hay mucha labor previa. Me alegra (y me sorprende a la vez) que por "mi último empujón" finalmente visitase Persia, espero que se lo haya pasado bien. Me sumo a la petición de los demás para que le añada alguna foto (yo me lo leí entero de todas formas) y puestos a pedir, si hace un balance personal del viaje, pues yo también lo leería *****
Gadiemp  gadiemp  24/11/2016 23:25   📚 Diarios de gadiemp
Un diario espléndido. Lo he leído despacito para digerir bien la gran cantidad de información que hay en él. Irán es un destino que me atrae enormemente, por su historia, su arquitectura, porque creo que guarda gran variedad de paisajes y porque tiene que ser muy peculiar. Pero sobre todo por todo lo que se dice de la amabilidad de sus gentes. Sin embargo le veo la dificultad de combinar sus grandes distancias. Es una país inmenso

El diario está excelentemente escrito. Con mucha información y muy buenas descripciones. Y también creo que unas cuantas fotos le daría otro "lustre". Te dejo un enlace con un tutorial sobre cómo añadir fotos a tu diario, por si te animas:

www.losviajeros.com/ ...122#438122

Por supuesto 5* y un saludo Amistad
Peloto5  peloto5  30/11/2016 13:27
Comentario sobre la etapa: Octava y última etapa: Ahwaz
Excelente aventura. Muy bien contada. Me ha puesto los dientes largos...
Mluisacr  mluisacr  20/08/2017 18:55
Comentario sobre la etapa: Segunda etapa: Shiraz
Sólo darte las gracias. Estamos organizando el viaje a Irán para 28 días y tu blog orienta muy bien.
Batllory  batllory  13/07/2023 13:01   📚 Diarios de batllory
Comentario sobre la etapa: Generalidades
Impresionante diario. Muchas gracias.
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gamling
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Fecha: Sab Abr 13, 2024 10:20 pm    Título: Re: Viajar a Irán

Hola, finalmente hemos decidido mover la parte de Iran y estamos buscando como locos una opción de 12 días que nos encaje entre Estambul que era la parte inicial y Dubai que era la final.
Muchas gracias a todos por la info!!
Osiris79
Osiris79
Super Expert
Super Expert
21-06-2016
Mensajes: 653

Fecha: Sab Abr 13, 2024 10:46 pm    Título: Re: Viajar a Irán

"gamling" Escribió:
Hola, finalmente hemos decidido mover la parte de Iran y estamos buscando como locos una opción de 12 días que nos encaje entre Estambul que era la parte inicial y Dubai que era la final.
Muchas gracias a todos por la info!!

Según las noticias... Irán ya está atacando con drones y misiles a Israel.

Por ahora es todo confuso... Pero ya se está produciendo el ataque...
Abdelkrim
Abdelkrim
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Dr. Livingstone
03-04-2008
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Fecha: Dom Abr 14, 2024 03:35 pm    Título: Re: Viajar a Irán

Francia recomienda hoy a sus ciudadanos abandonar Irán temporalmente

www.lemonde.fr/ ..._3210.html#
carolco
Carolco
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Willy Fog
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Fecha: Dom Abr 14, 2024 05:25 pm    Título: Re: Viajar a Irán

Significados de la ofensiva de Irán sobre Israel y el grave peligro sobre lo que se viene El ataque de Irán buscó exhibir capacidad de disuasión pero esencialmente limitar el daño para escapar de una guerra ampliada. Sin embargo la escala de la ofensiva encendió una mecha que marcará desde ahora el escenario. El no de EE.UU. A una réplica. www.clarin.com/ ...vOVy0.html
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traveller3
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20-04-2013
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Fecha: Dom Abr 14, 2024 10:17 pm    Título: Re: Viajar a Irán

Por la involucración que tiene Iran en la situación de la zona, lo mas prudente es no viajar allí, excepto por causas plenamente justificadas e inexcusables.
Cualquier zona del pais puede ser objetivo de ataques.
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