![]() ![]() India, donde nada puede malir sal ✏️ Blogs de India
En Enero de 2017 viajamos en familia a India, recorriendo los clásicos del Norte en un viaje por libre planificado por meses. Planificar no es una palabra que rime con India. El diario comienza por las conclusiones, para resumir y aportar a futuros viajeros, y desarrolla después con quizás demasiado detalle, la planificación y el devenir del viaje en lo que termina siendo una memoria personal más que información fría y objetiva. Incluyo de todos modos precios y otros datos "útiles" en la medida que los recuerdo.Autor: Marmor98 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (1 Votos) Índice del Diario: India, donde nada puede malir sal
04: El largo, largo viaje
05: Delhi
Total comentarios: 5 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 5, total 5
Aunque habíamos conseguido una combinación de las más compactas, es decir con la menor cantidad de escalas y un tiempo mínimo en cada una como para no correr riesgos dentro de nuestro presupuesto, llegar a Delhi desde Rosario nos implicó:
1- Transfer a Aeroparque, por Van Travel. Nos pasaron a buscar a las 9 de la mañana y, cruzando una tormenta de novela por la autopista, con una parada en Baradero para desayunar, nos depositaron en Aeroparque a eso de las 13:00. Hicimos el check-in para deshacernos de las dos valijas grandes que iban directo a Delhi. Nuestras tarjetas de embarque para los vuelos de Ethiad en cambio, tendrìamos que recogerlas en San Pablo. Nos ubicamos en unos asientos frente a una de las salidas que dan a la costanera. Se hizo larga la espera, el vuelo salía después de las 17. Cuando paró de llover salimos de a pares a caminar por la rambla porteña. Un rato antes de que comenzara el embarque cruzamos los controles de migración y pasamos al área de preembarque, con el free shop. Nos perfumamos y degustamos algo de vodka ![]() 2- Aeroparque - Sao Pablo, Latam. El vuelo salió con retraso y resultó descepcionante. Sin entretenimiento a bordo más que mirar la cara de pocos amigos del personal de cabina, la revista de compras o usufructuar juegos y lecturas propias. Como único refrigerio un bon o bon acompañado por un sandwichito "O" un muffin. Llegamos a San Pablo con el tiempo justo para hacer un check-in "de emergencia" en la puerta de embarque, donde una chicha de Ethiad nos tomó los pasaportes y nos trajo las boarding pass para los próximos dos vuelos. 3- Sao Pablo - Abu Dabhi, Ethiad Airways. El despegue se retrasó más de una hora, y por ende también la cena. Nos entregaron un menú impreso en varios idiomas (castellano no). ![]() ![]() ![]() 4-Abu Dabhi - Delhi, Ethiad Airways - Otro avión, nuevo menú, la misma amabilidad. Los pasajeros son muy distintos al vuelo anterior. Gente con turbante, rostros muy morenos. El aeropuerto, lo poco que pudimos ver en el raudo recorrido entre los gates de llegada y salida y la nocturnidad, es impresionante, nuevísimo, poblado de turbantes, burkas y largas túnicas blancas. En el exterior flotas numerosísimas de aviones aviones flamantes. Traté de dormitar un poco ya que en este vuelo no teníamos tantas interrupciones por comida. Llegamos a horario. ![]() 5- En destino - Aeropuerto de Delhi a Hotel. Terminados los trámites de Visa (teníamos la e-Visa que requiere el sellado del pasaporte en el aeropuerto) y retiradas las valijas teníamos que cambiar dinero. No estábamos seguros de cuáles serían las condiciones en el "exterior". Por todo lo que venía leyendo, poco a poco se estaba regularizando la falta de efectivo causada por la medida de noviembre que sacó de circulación intespestivamente los billetes de 1000 rupias, reemplazó los de 500 por un diseño nuevo, e incorporó los de 2000, pero no estábamos seguros y preferimos cambiar el máximo permitido (70 dólares por persona). Ya habíamos preparado el cambio, por si las moscas. A la salida de la cinta de equipaje hay 2 casas de cambio, una tipo privada y una oficina del Punjab Bank. la primera cobraba una tasa del 10% sobre el cambio oficial (esto no está escrito en ningún lado y uno se entera cuando le entregan el cambio) y atendía a una velocidad razonable; la segunda no cobraba tasa pero disponía de un único empleado no muy dispuesto. Por supuesto recalamos en la cola del segundo, que prácticamente no avanzaba. Después de casi una hora (no sabíamos si teníamos el chofer del City Star y si la espera incrementaba el valor del estacionamiento que tendríamos que abonar, 250 rupias según la información de la reserva) y viendo que la otra cola se iba disolviendo Mile y yo fuimos para allí. Terminamos antes que los hombres, pero con unas rupias menos. Esperamos un rato en el Gate 6, según indicaba el mail y terminamos llamando. Omar lo hizo. El tema del inglés se reveló como una preocupación. Omar trató de conversar un poco pero le terminó pasando el teléfono a Mile. Concluimos que debíamos quedarnos allí, pero no sabíamos si el chofer había salida ya. Después de una hora esperando, con frío, quedó bastante claro que no. Otra llamada casi idéntica a la anterior. No nos podíamos decidir a movernos por otros medios. Otra casi hora y nueva llamada, en otro tno, culminó con un "in 2 minutes". No fueron 2, pero a los 5 llega un indio que, con alguna leve disculpa, nos llevó hasta el auto en el estacionamiento y finalmente con un recorrido de más de media hora por autopistas y calles aún con un tránsito leve (lo valoramos después), llegamos la hotel. Omar quedó impresionado por un cruce que tenía semáforo sólo para una de las manos. Estaba amaneciendo. Etapas 4 a 5, total 5
05 de enero
El check in en el City Star (mi review en Tripadvisor) era a las 12:00hs. Nos recibieron con un jugo y agua y dejamos en consigna el equipaje. No teníamos WI FI ni señal en el celu de Omar (el único que fue con roamming) para datos, así que usamos los mapas fuera de línea de Google Trip y salimos hacia Connaught Place. No seleccionamos bien el cruce (una cosa es el mapita en dos dimensiones y otra muy distinta la sucia realidad) y terminamos en un puente con un camino lateral para peatones al que en verdad no era necesario subir. A pocos centímetros de nuestros pies, por una especie de cuneta que separa la baranda de la acerita por la que circulábamos Milena y yo (los varones habían quedado "afortunadamente" rezagados), mi hija vió la primer rata. Una vez fijada la vista resultaron decenas de buen tamaño moviéndose a ritmo febril. El ambiente alrededor resultaba particularmente sórdido, tenía la sensación de estar introduciéndome en una de nuestras villas miseria. Volvimos sobre nuestros pasos y enganchamos la ruta correcta, esquivando a nuestra primer vaca india en una bocacalle. Era una calle abierta, amplia, despertando, en India, en Delhi. Mucha gente levantando sus bártulos, los que componen su dormitorio callejero, gente muy pobre, sucia, alguna evidentemente enferma. La vereda escasa y mayormente rota, con orines y basura y esos pájaros enormes, entre palomas y buitres...Me acordé de Spacanapoli, y pensé que habría que elevarla al cubo para llegar a esto. Connaught Place viene a ser una especie de Central Park, no muy vistoso y mantenido a medias. Tiene una estructura en círculo, con calles concéntricas. Había algunos hombres haciendo gimnasia en el área parquizada. La parquización es pobre en general, esas flores tan coloridas que se ofrendan en los templos y se venden en grandes cúmulos en las calles, no están presentes al natural; la tierra se ve seca y, valga la redundancia, terrosa. Poco césped y encima un cielo perpetuamente neblinoso. Tampoco hay grandes estructuras decorativas (un mástil, una fuente que estaba apagada). ![]() Una mujer nos interceptó indicándonos la ofina para extranjeros que habíamos visto bajo la galería de ingreso, pasando la entrada al templo. Allí una especie de gurú nos instruyó (pobre, lo intentó, nosotros no estábamos a la altura de su perfecto inglés) sobre las diferencias entre el sijismo y el cristianismo y los principios del primero. Allí nos proveyó de mejores pañuelos y dejamos nuestros zapatos. Una de las consignas es no tomar fotografías posando. Por respeto, y temor a que la prohibición de fotografiar fuera una de las tantas frases "losted in translation", evitamos fotos en el interior del templo, que recorrimos en el sentido de las agujas del reloj. Estaban celebrando uno de los oficios que consisten en el recitado cantado de las "escrituras" del libro sagrado. Parte de las amplias instalaciones se encuentra en proceso de restauración, con andamios. En las afueras, con el hermoso lago artificial rodeado de arcadas, usé mi nuevo objetivo que me permitía acercarme a mis sujetos sin incomodar, a costa de un mayor ángulo. ![]() Buscamos con nuestros mapas algún destino próximo para llegado el mediodía volver al hotel y hacer el check-in y a sugerencia de Omar, que había estudiado Delhi previo al viaje, nos dirijimos al Jantar Mantar, un conjunto de estructuras relacionadas a la astronomía.. no me resultaban particularmente interesantes pero estaban cerca. Con el despertar de la ciudad aparecían también los personajes que a partir de ese momento nos perseguirían donde fuésemos: los ayudadores. Después de uno de nuestros primeros cruces de calles peligrosos (todos a partir de las 10 de la mañana) y de deleitarnos con unos monos trasladándose en las alturas entre los cables aéreos con total naturalidad, de ellos y del resto de los transeúntes, y mientras discutíamos tablet en mano la mejor forma de llegar al Jantar Mantar que en ese momento no teníamos muy en claro lo que era (Omar creo que lo definió como un templo ![]() ![]() El loco intercambio que produjo la alquimia de nuestro cansancio, el inglés deficiente, nuestro y del indio, nuestra falta de información sobre lo que queríamos (si era un shopping, una mezquita, un templo hinduista o una cabina telefónica) y vaya a saber que espúreos intereses de la contraparte, terminó con la casual intervención de un tuc-tuc que quería llevarnos no sabíamos a dónde y la mención de la tan mentada aencia de turismo oficial de la calle Janpath. Nos desprendimos del conjunto como pudimos y arrancamos en cualquier dirección, casi huyendo de nuestro ayudante sin saber adónde. Con el tamiz del tiempo pienso que quizás el tipo era sincero y nuestros temores nos jugaron una mala pasada. Por otro lado una realidad en Delhi es que apenas uno logra desprenderse de un conductor de tuc-tuc aparecen cuatro ofreciendo servicios, una pesadilla por momentos. El Jantar Mantar, que estaba a nuestra vera, estaba efectivamente cerrado hasta el mediodía (lo indicaba un cartel que vimos después.) como creo que nos trató de decir el primer ayudador. Pasando el ingreso al Jantar Mantar pudimos utilizar unos baños públicos muy decentes. La calle desembocó en Janpath Road. Sobre esta avenida se encontraba la oficina de turismo oficial según lo indicaban los foros y tratamos de divisarla para proveernos de mapas en papel. En teorìa quedaba en el trayecto de regreso al hotel. Antes de verla nos intecepta otro ayudador para alertarnos sobre la verdadera ubicación de la agencia oficial del gobierno, para llegar a la cual debìamos meternos por una de las calles interiores. Ya había leído sobre esta situación por lo que desistimos de seguirlo y a los pocos metros sobre la avenida, voilá!! apareció la auténtica, donde casi sin mirarnos ni preguntarnos nada un empleado interrumpió su probable navegación por la web para darnos los mapas que le pedimos.. evidentemente era un empleado gubernamental sin ningún interés en vendernos nada, ni ayudarnos... A los dos minutos de salir, otro morocho pretendió guiarnos a la "verdadera" agencia, que finalmente conoceríamos al día siguiente. Con los mapas en la mano y muuuuucho cansancio desandamos el camino al hotel, era otro paisaje completamente distinto al de esa mañana, un hervidero de gente y motos, puestos callejeros, las calles saturadas de vehìculos de todo tipo y las bocinas, más bocinas. Tratamos de comprar alguna fruta pero nos desalentaron las 150 rupias que pedían por un kilo de manzanas. El check-in trajo cierto alivio, el hotel cumplía todas las expectativas y casi nos olvidamos del plantòn matutino. Ducha caliente y siesta reparadora hasta las 15:00. por la tarde Costó romper la inercia del sueño pero a eso de las 16:00 estábamos los 4 listos a emprender algún recorrido que nos permitiera aprovechar lo poco que restaba del día. La recomendación del encargado del mostrador de turismo del hotel nos llevó a desembolsar 1500 rupias para un taxi que nos llevara al Red Fort, el Chadni Chow y la gran mezquita Jama Masjid. Lo cierto es que el tipo se quedó en el estacionamiento del Red Fort toda la "excursión". Consideramos que no valía la pena comprar la entrada al Red Fort, la opinión generalizada era que si pensábamos ir a Agra, su fuerte era superior, por lo que nos limitamos a recorrer el perímetro, con el colorido de los paseante indios, tan emperifolladas ellas, y cruzamos al Chadni Chow. El mercado, sobre todo porque anochecía, no fue una experiencia agradable. Es la Salada más Ciudad del Este, elevado a la cuarta, menos el peligro. Los indios son indudablemente un pueblo pacífico, despelotado pero muy pacífico; el desastre que podría tener lugar en ese caldo de cultivo en otras culturas (la nuestra) acá afortunadamente no cuaja. Sólo bocinas, ruido, gente, autos, tuc-tuc, triciclos embistiendo y el acoso para vender. Nos costó encontrar la entrada a la mezquita. En el trayecto pasamos por puestos exclusivamente de ropa occidental: buzos, camperas, pantalones apilados sobre la calle en sucesión interminable. Llegados al pie de las escalinatas, Milena y yo tomamos la delantera y un hombre, desde las alturas, gesticula y nos trata de comunicar algo. Llegadas arriba vemos un cartel que indica que las mujeres no tienen permitido el acceso a partir de la puesta del sol, que estaba aconteciendo. Sacamos unas pocas fotos, les insistimos a los varones que entraran y después nos contaran, pero no quisieron, con lo que dimos por finalizada la excursión. En nuestro paso por el mercado no habíamos visto especies y nos llamaron la atención carteles a la entrada del Jama Masjid que publicitaban un Spice Bazar. No estuvimos parados más de 2 minutos viendo cómo volver al auto cuando se nos acerca un hombre para ofrecernos ir a su negocio de especias, allí nomás. Lo seguimos unos metros hasta que nos percatamos de que se trataba de un comercio completamente establecido (no era el tìpico puesto de mercado que esperábamos). No entramos. La vuelta para tratar de llegar al estacionamiento no fue menos caótica. Omar y Alejo avanzaban sin mirar nada, ni siquiera si nosotras seguíamos allí. Sublevadas las féminas a tal apatía, nos decidimos a probar alguna de las cosas que se vendían por la calle. Nos llamaron la atención unas pilas de "bolas" fritas, del tamaño intermedio entre una pelota de tenis y una de ping-pong. Le pedimos una para probar (no sabemos de a cuántas se pediran habitualmente, pero no nos queríamos arriesgar), 20 rupias. Tomó una de las bolas, que resultaron huecas, y la llenó con un caldo que tenía en una olla. Un transeúnte, que tenía la propia, nos mostró cómo se ingerían cuando vió que nosotras sorbíamos por la apertura de la bola.. se meten completas en la boca. Nosotras continuamos con nuestro método porque por un lado éramos dos y por el otro el líquido si bien tenía un cierto dulzor, no dejaba de ser todo lo picante que la comida india puede ser. Ahora sé que se trataba de pani puri, un clásico callejero de la India del Norte. No eran más de las 18 cuando encontramos a nuestro chofer, descansando en el auto. Dado que la tarifa correspondía a 4hs, y no teniendo un plan predeterminado, le pedimos consejo, en función de la hora y el lugar. No se le cayó una idea (supongo que en realidad SU idea era irse temprano a casa) así que con nuestro poco conocimiento sugerimos las Puerta de India, aunque de noche se cierra y no se puede pasar por debajo, era uno de los puntos que había que ver en Delhi. Estaba lleno de gente (como todo, siempre), familias enteras posando y selfies para todos los rincones. Hicimos las propias y disfrutamos, como pudimos, de la vista. El entorno, salvando las distancias, sería similar a la vigilia esperando que se ilumine la torre Eiffel desde el Trocadero. En el camino de regreso al hotel, el chofer nos sugiere ir de shopping (o algo así) y Omar dijo que sí. La siguiente parada fue en una calle corriente, frente a un negocio de pashminas con enormes elefantes en el frente. Había leído sobre este comportamiento de taxistas y guías, y tenía muy pocas, sino nulas ganas de comprar o ver pashminas. Pegamos la vuelta sin siquiera excusarnos. Ya estábamos bañaditos así que nos tiramos un ratito, miramos algo de tele (series o películas en los canales en inglés, subtituladas...en inglés), tratamos de dilucidar la carta (con poco éxito) y directo al restaurant en la terraza. El último piso del hotel tiene un sector de terraza propiamente dicha, techada pero abierta en los lados y un área cerrada con ventanas, más estrecha, con pocas mesas y el acceso desde la cocina. Estaba fresco, ruidoso, húmedo y maloliente para el sector externo así que nos acomodamos en una de las mesas contra la pared del fondo. Se acercó un mozo muy solícito y con las limitaciones idiomáticas hicimos nuestros pedidos. Milena y Omar no arriesgaron y optaron por un sandwich de pollo, Alejo y yo buscamos alternativas más locales. No retuve nombres que realmente me sonaban muy parecidos; lo mío era un revuelto picantón, de queso frito o similar en salsa acompañado de esos "panes" por decirles de algún modo, que más parecen tortillas finitas y picantes. El de Alejo era un plato más decorado, siempre al gusto indio que es más bien kirch para nosotros, con todo el reborde rodeado de tiras de pimiento rojo y verde, a modo de puntilla y algo de pollo con salsa en su interior. Cargamos la cena a la cuenta y a dormir. A mi me duraba el jet lag, aunque no lo hubiera notado, y como consecuencia sólo dormí un rato y luego me fue imposible volver a conciliar el sueño. Segundo día - 6 de enero El planteo para esta jornada era hacer los sitios más emblemáticos, comenzando el recorrido por el Qutub Minarque era el más alejado, retornando por el Templo de la Flor de Loto y la Humayum Tomb. Cerca de esta última había algunas tumbas más para visitar, pero todo dependería de la hora a la que finalizaráramos lo anterior. Apenas salir, y ya decididos a no volver a caer en las garras del taxista del hotel, pensamos en negociar nuestro primer tuc tuc en las cercanías. Nuestro aspecto de occidentales primerizos era más que evidente, éramos tiernos pichones de paloma para los halcones revoloteando la zona de hoteles. A los pocos metros se nos pone a la par un tipo que nos dice que es del hotel City Star, que nos puede ayudar, que tengamos cuidado porque hay gente que nos va a querer cobrar cualquier cosa, que es una zona peligrosa y advertencias similares. Nos preguntó donde íbamos y nos buscó un tuc tuc que tras hablar con él nos llevaría por 100 rupias, pero nos dijo que no podríamos entrar al monumento sin llevar nuestras entradas previamente, que podíamos comprar en un local antes. Nos acomodamos un poco apretados y el conductor muy simpático trataba de buscar conversación. Nos preguntó si era nuestra primer visita a Delhi y datos sobre nuestro próximo recorrido. Nos contó que su luna de miel la había pasado en Agra y cosas por el estilo. En el caos del tráfico se las ingenió para esquivar un control policial justificándose en que no les estaba permitido llevar más de dos pasajeros desde ese 6 de enero. El raid culminó en el localcito al que nos habían querido conducir la mañana anterior, en un callejón con un cartel diciendo que se trataba de la agencia gubernamental. Por cortesía ingresamos y en cuanto nos dimos cuenta que sólo se trataba de vendernos un tour, decidimos salir y arriesgarnos a continuar sin las mentadas entradas. Tardamos más en volver a acomodarnos en el tuctuc del desconcertado conductor, que éste en detenerse metros adelante con la excusa de que se había descompuesto el vehículo. Hizo un acting breve, ya no estaba tan locuaz, y nos acompañó hasta la esquina, donde con una breve introducción en hindi, en la que calculamos que le informaba al nuevo chofer que ya no éramos vírgenes, nos ofreció continuar. Tras una breve compulsa, de la que concluimos que el valor del trayecto evidentemente estaba más cerca de las 200 rupias que de las 100 con las que nos tentó el conductor anterior, elegimos más por la cara que por otra variable a un señor mayor y arrancamos para el Qutur Minar. La distancia era considerable, sobre todo con el tráfico de esa hora. En el camino acordamos que nos esperaría y completaríamos con él el recorrido previsto por 1100 rupias. La primera de las atracciones nos gustó mucho, es un sitio tranquilo pese a lo concurrido, muy amplio y el día era soleado. Como para casi todos los monumentos importantes, la entrada costó 500 rupias. Recorrimos sin prisa (lo que después nos recriminaría nuestro conductor),cruzamos a dos argentinos, cambié el objetivo para tratar de captar algunos rostros. Otra vez fuimos protagonistas de sielfies ajenas, tomamos nuestras fotos y recargamos energía en un contexto completamente distinto al Delhi que conocíamos. El Templo de la Flor de Loto, más sobre el mediodía, ya fue una experiencia con el sello de las multitudes indias. Aquí no se cobra entrada ![]() ![]() ![]() Con ayuda del GPS del celular de Omar, operado por Alejo, nos dirigimos al Lody Park. En el mapa parecía bastante más cercano que en el terreno. La primer parte del trayecto es por una zona muy sucia, bajo puentes en los que acampan indigentes. El olor a letrina es marcado y la falta de veredas exige esquivar a la gente tirada a los costados; más adelante aparece una avenida más moderna, sede de universidades, instituciones gubernamentales y complejos habitacionales por la que es más fácil transitar. Concluimos que caminar no es una actividad habitual, ni para extranjeros ni para locales, las calles no están preparadas para ello, los cruces tampoco. La tarde comenzaba a menguar cuando cruzamos el portal del Lody Park. Es un sitio lindo y tranquilo, que también permite descansar y recobrar fuerzas, pero nos quedaban tan pocas que no lo disfrutamos. Tiene algunas construcciones al estilo de las que veníamos viendo, a las que no ingresamos, senderos y fuentes. Quedaba poca luz y el cansancio podía más. Comimos algunas galletitas que quedaban sentados en un banco, salimos por una de las puertas laterales. Nos habíamos quedado sin efectivo en rupias y no abundan las casas de cambio, lo que nos limitaba en la selección del transporte a nuestras patitas; otra vez con ayuda del GPS buscamos Connaught Place. Fue un recorrido laaaaaaaargo, mayormente por avenidas amplias, pasando por la Puerta de la India, ahora desde otro ángulo y con algo más de luz que la noche anterior, pero no tanta. Tratamos de sacar algunas fotos, algo difícil por el vallado y la gente pidiendo. Tuvimos una situación algo incómoda (parecida a la de la noche previa en el taxi) con una mujer que nos quería vender algo o pedir limosna, señalando nuestra cámara con gesto despectivo, como cuestionando nuestra posibilidad o no de darle dinero en función de ella; posar o disparar una foto decente en ese contexto era imposible. En las cuadras siguientes, más pobladas y occidentales, había pubs, pero el único olor a comida provenía de puestos callejeros. Connaught Place de noche es un lugar mucho más atractivo que por la mañana; los edificios iluminados y las marquesinas le aportan un algo cosmopolita que la luz del día desdibuja. q En el camino fuimos armando el plan para finalizar el día con nuestras restricciones monetarias: comer en algún lugar de comida rápida (Mc Donalds o similar) en el que pudiéramos pagar con tarjeta o con dólares y de allí algún taxi al hotel, para el que nos alcanzara el efectivo. Probamos el McChicken que era lo único no vegetariano, la opción que tomamos Milena y yo venía con unas pizzitas, todo más picante/especiado de lo que nuestro paladar puede apreciar. No fue fácil encontrar mesa, el lugar es chiquito e incómodo. Al salir vimos sobre una de las avenidas la entrada a un mercado, muy iluminado y colorido. Había cosas interesantes y a buen precio que no nos decidimos a adquirir pensando que el viaje recién comenzaba y seguramente las veríamos en alguno de los otros lugares a visitar... error. Más adelante lamentamos no haber sido más decididas, no volvimos a ver las mismas blusas y lámparas en toooodo nuestro recorrido. Los puestos sobre el final son más industriales, con ropa común (fea para nuestro gusto, buzos y jeans de tipo occidental). Negociamos por las 90 rupias el tuc tuc que nos acercó al hotel. Ya comidos, hicimos uso de la cafetera y los tecitos, mientras tratábamos de organizar el siguiente día con la conexión del wifi. Tercer día - 07 de enero El día amaneció lluvioso. Nuestro plan se iniciaba en el templo de Laksmi, que en teoría no quedaba tan lejos del hotel, siguiendo por el Gandhi Smiriti y terminando en el Gran Bazaar. Al salir negociamos con el primer tuc-tuc por menos de 100 rupias...ummmm. El señor comenzó el recorrido por algunas avenidas para el lado que no conocíamos en absoluto, junto a la charla que llevaba siempre a saber si era nuestra primera vez en India y por ende candidatos al timo :roll:. Cuando se convenció de que no lo éramos, mágicamente descompuso el vehículo y nos dejó en una esquina, bajo la lluvia, para arrancar de nuevo unos metros más adelante ![]() Los gritos cesaron al mismo tiempo que mis piecesitos descalzos abandonaron el sector.. eso dicen los chicos ![]() Recuperamos cámara y zapatillas, dejamos una donación y salimos a la jungla de tuc tucs a negociar el próximo traslado. Mile tomó la batuta: "straight to Gandhi Smiriti, how much?" Así se manejaron nuestros próximos traslados, dejando bien en claro desde un principio que no queríamos el paseíto gratis a Conaught Place. De alguna manera ésta había dejado de ser "nuestra primera vez en India".. casi como un hito de pérdida de la inocencia ![]() Como siempre, durante el trayecto el conductor intentó obtener el próximo tramo, sin éxito. La casa donde Gandhi fue asesinado, convertida en museo, resultó interesante. Un paseo tranquilo, sin tanta gente, en un entorno pacífico. Cuando terminamos el recorrido, incluídos los "pesebres", nos quedaba tiempo para el último punto en Delhi, que por otro lado nos acercaba al hotel: El Main Bazaar. Otro tuc tuc nos dejó allí (no teníamos idea de dónde era ni cómo). Resultó un mercado con cosas interesante y baratas. Con Mile probamos un lassi. Es rico, muy dulce, pero tiene una consistencia no muy agradable. Nos pusimos como meta comprar algo aquí. Teníamos muchos más mercados por recorrer en India y no queríamos cargar con cosas desde el principio. Compramos Tés y algunos recuerditos de 10 rupias (biromes, libreta, llaveros), más una pashmina a 150 rupias. Saliendo del main Bazar estábamos prácticamente en el pandemonium de frente a la estación de trenes, donde teníamos que volver en breve. Ya en el hotel nos instalamos en los sillones del lobby, con nuestro equipaje. Después de un rato el conserje se ofreció a darnos una habitación para descansar hasta la hora de salir en un taxi hacia la estación. Espectacular, nos dió prurito usarles el baño, estaba como para recibir a nuevos huéspedes. Confiamos en un reloj de pared, hasta que alguien se dio cuenta que estaba media hora atrasado!! El taxi nos cobraba 150 rupias, era casi como dar una vuelta a la manzana, pero teníamos las valijas ![]() En el cartel central nuestro tren no se anunciaba. Sabía, por mis lecturas previas, que en el 1er. piso debía estar la oficina de atención al turista, y encontré los carteles que lo confirmaban. Es una oficina enorme con varios mostradores y sistema de números luminoso para los turnos. Estaba repleto de turistas, supongo que esperando para comprar boletos principalmente. Sacamos número para lo que parecía ser "informes", escritorio que se veía vacío. Como no teníamos tanto tiempo, pasados unos minutos nos acercamos, Milena y yo, a un tipo que iba y venía. Nos dijo que esperáramos. Después de un rato (creo que en el interín cambió el papel de la máquina de números), nos atiende, después de despachar sin mucha amabilidad a una chica oriental, indicándole que nosotras estábamos primero. En cuanto ve nuestra reserva nos indica que sale de Old Delhi ¿Qué!!!!??? Es otra estación, a 3 o 4 km..Mira el reloj y nos dice que llegamos bien. Se tomó otros minutos para chequear el sistema y anotarnos en el papel el nro de vagón y asientos, mientras nuestros corazones comenzaban a galopar. Pensar en tomar un taxi, en ese caos de la estación, y atravesar con los minutos contados esas calles atestadas de todo. Apenas bajamos las escaleras otra vez el acoso y nuestra contradicción entre la absoluta necesidad de llegar a tiempo y el impulso de sacarnos de encima las ofertas. Evidentemente los taxistas de dentro de la estación están organizados. Hay una especie de capataz que se encarga de negociar y una vez consigue el cliente busca el taxi. Intentamos salir fuera y tomar un externo que pasara. Casi lo logramos, por 400 rupias, pero Omar cedió a la presión del capanga que igualó el precio y nos condujo de nuevo al interior para la derivación a uno de los suyos, mientras el tiempo precioso se esfumaba. El trayecto fue tenso, muy tenso. El tráfico terrible como siempre, Alejo con el GPS y los nervios de punta. El taxista trataba de tranquilizar a Omar, yo evitaba mirar el reloj. El último tramo, cuando ya se veían carteles de la estación, pareció el peor. Una procesión vacuna, ¿qué faltaba?. En cuanto bajamos del taxi Mile y yo empezamos a correr, yo llevaba el bolso negro, Omar y Alejo quedaron rezagados con las valijas más grandes. El cartel del ingreso indicaba que nuestro tren salía del andén 9 y el griterío indicaba que era el próximo a salir. ¿Dónde estaba el andén 9? Los carteles mencionaban el 16, Milena y yo avanzamos con la corriente humana, Omar y Alejo quedaron atrás, después supimos que los frenaron para escanear las maletas. No encontrábamos ninguna indicación útil, mil caras se cruzaban y ninguna parecía amigable, cuando un hombre con maletín y mejor traza tuvo la amabilidad de indicarnos en inglés que subiéramos por unas escaleras. A partir de allí comenzamos a encontrar las indicaciones para el andén 9 ![]() Una vez al pie del vagón, lo divisamos a Alejo pero no a Omar, que evidentemente en algún punto había perdido el rastro. Cuando Alejo nos alcanzó, nos depositó la valija y volvió corriendo al punto en que se suponía Omar podría haberse desviado. De alguna manera, en un desborde de adrenalina, estábamos los 4 y el equipaje a bordo, buscando los lugares asignados, que habían quedado registrados con birome por el oficinista de la primera estación en nuestra reserva. Teníamos tres asientos en un mismo habitáculo y el restante en una de las 2 literas laterales, la inferior, pero desplazado. Con los chicos buscamos el compartimento de 4 en el que se encontraban nuestras camitas. Cuando llegamos, se desarrollaba una especie de pic-nic. Una mujer cenaba en una de las literas inferiores. Su marido miró nuestro boleto y nos indicó cuáles eran los lugares (2 inferiores y 1 superior) y nos tradujo el pedido de la mujer de cambiar por el superior de ella. Con Mile nos miramos y lo rechazamos. La experiencia no venía con handicap para resignar "comodidades". La mujer se mudó temporalmente a la litera latera, que era del su hijo de 12 años, que evidentemente tampoco le cambió el lugar a la madre.... ![]() Alejo se encontraba con Omar en su litera 23 cuando pasaron ofreciendo la cena. Eran unas bandejas selladas calientes en dos opciones. Decidimos con Mile optar por la más chica y pedimos 4. Nos salieron alrededor de 600 rupias. Era temprano aún y nuestro ritmo cardíaco no terminaba de regularizarse así que resignamos la temperatura y dejamos esperar la cena. El esposo de la mujer, con ayuda del hijo llevaba la charla en inglés. La mujer nos quería contar que tenía algo como "miasma" que le daba el color rojo a la piel del rostro y que estaba tratando con una muestra médica de un producto natural en base a aloe vera. El marido se quedaba en Delhi, donde trabajaba, por lo que descendió cuando el tren inició la marcha. Ella aprovechó y se mudó temporalmente a nuestra litera para charlar más cómoda. Etapas 4 a 5, total 5
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (1 Votos)
![]() Total comentarios: 5 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |