MONTAÑAS ROCOSAS DE CANADÁ ✏️ Blogs de Canada

Como ya habíamos visto lo complicado que es acceder a la carretera que va hacia el parking de Moraine Lake, pusimos el despertador a las 5:30. Nada más salir de la tienda, notamos el frío que hacía, estábamos a 3 grados. Pero por suerte, era de noche y se veían las estrellas, por lo que se preveía un día soleado. De manera que en 20 minutos, estábamos aparcando en un parking ya casi lleno, donde desayunamos un café calentito y unas galletas. Bendito hornillo.

MORAINE LAKE es para mí “El lago perfecto”



Sin ninguna duda, recomiendo pegarse un madrugón para poder observar el lago en calma. Es un espejo azul intenso que te obliga a quedarte con la boca abierta. Se llama así por la morrera de piedras que hay en su orilla y que se convierte en el perfecto mirador. Aunque yo ya sabía que se subía por un camino que sale desde el parking, quise subir por la morrera, como buen guiri, pero para llegar a las rocas hay que cruzar por una zona de troncos en la orilla. Pues por querer correr, pisé el tronco equivocado y terminé con una pierna metida hasta la rodilla. Fue una anécdota de la que aún hoy nos estamos riendo.


Tras volver al coche a cambiarme de calzado, a las 8 iniciábamos nuestro ascenso a SENTINEL PASS, pasando por LARCH VALLEY. En la entrada a la ruta, hay carteles avisando de la presencia de osos en la ruta y de que era recomendable ir en grupos de 4 personas como mínimo, ya nos empezamos a hacer una idea, de lo salvaje de la zona.


La subida hasta Larcha Valley es dura, con un continuo ascenso por un bosque de pinos preciosos, que por momentos se abría a unas praderas llenas de ardillas ruidosas.


Una vez arriba del valle, las vistas de los diez picos son de infarto. El escenario es sobrecogedor.

Pero lo mejor estaba por llegar, ya que para subir a Sentinel Pass, tuvimos que subir por una ladera pelada, con tramos en los que había bastante nieve.

A pesar de lo que pueda parecer, a mi se me hizo mucho mas dura la subida hasta Larch Valley que el tramo que en principio era el más complicado, Y al llegar arriba, premio!! una vista panorámica del valle del otro lado. Sin palabras.



Tras una media hora allí sentados disfrutando del paisaje y con mucho cuidado de que las ardillas no nos quitaran las patatas fritas, comenzamos a bajar. La bajada fue muy rápida, y a las 12 estábamos de nuevo en Lago Moraine.

Buscamos un lugar con vistas para descansar y tomarnos una coca cola y os prometo que nos costó tomar la decisión de irnos, ya que Moraine nos había enamorado.



Desde allí, nos fuimos a Johnston Campground, a 17 kilómetros de Banff, siguiendo la Bow Valley Parkaway, nuestro alojamiento los dos siguientes días.

Tras montar la tienda, nos fuimos al pueblo de Banff a comprar comida y nos fuimos buscando un lago para comer. Nuestra intención era ir a Two Jack Lake, pero nos liamos y terminamos en la autovía que va a Canmoore, por lo que tuvimos que recorrer unos 15 minutos de autovía hasta encontrar un cambio de sentido. Pues cuando por fin encontramos la carretera que sube al lago, no habíamos andado ni 2 minutos cuando vemos una mancha negra enorme entre los arbustos y síiii nuestro quinto oso. Enorme. Es el que vimos más cerca de todos ya que estuvo un rato comiendo en el arcén junto al coche. Fuero n unos 4 minutos, pero estuvimos completamente solos con el oso.




Comimos en TWO JACKES LAKE, un lugar tranquilo para descansar un rato y famoso porque por allí merodea bastante fauna, doy fé. La tarde la pasamos paseando por Banff, una ciudad preciosa y con mucho encanto.

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Como la entrada a Johnston Canyon, nuestro Trail para nuestro último día en las Rocosas, comienza justo en el parking de nuestro camping, nos levantamos a las 9 y nos fuimos dando un paseo de 5 minutos hasta el inicio.

El Trail tiene tres tramos y la ida y la vuelta es por el mismo sitio, por lo que cada uno elige hasta que punto quiere llegar. En apenas 1 kilómetro, ya se encuentra el primer punto, las Lower Falls, que después de haber visto tantas cataratas me dejaron indiferente.


Y unos 2 kilómetros más adelante están las Upper Falls, bonitas, sin más. Su entorno es precioso, pero hay tanta gente que es imposible disfrutarlo


Hasta ese punto, el recorrido es por un cómodo camino asfaltado, con escaleras, pasarelas, y perfectamente adaptado para todo tipo de público. Pero a partir de allí hasta INK POTS, es un camino más auténtico, con muchísima menos gente y más duro. Al llegar, el entorno es bonito, aunque no se si merece la pena hacer dos horas de caminata.



A las 12:30 llegavamos al camping de nuevo, comemos algo y nos vamos a hacia Banff que hoy tocaba relax. Fuimos a ver Vermilion Lakes. No merece la pena, hay lagos mucho más bonitos, y con menos mosquitos.

Como todo turista que visite Banff, fuimos a hacernos la típica foto con las letras a la entrada del pueblo.



Volvimos hacia Banff para ir de compras, pero decidimos dar un rodeo por los alrededores con el coche, y justo al pasar por la carretera del día anterior, la que baja desde Two Jacks Lake, un oso, nuestro sexto y último oso del viaje, o más bien un osezno grande, pero estaba solo, y tenía dos chips en las orejas, seguramente era su primer año en solitario.




En esa misma carretera, una manada de Elks nos despidió antes de llegar a Banff.


Como ya era bastante tarde par el horario Canadiense, nos fuimos hacia Banff a buscar donde comer. Teníamos ganas de una buena pizza y hoy era el día de darnos un capricho. Comimos en THE TAVERN. Excelente. Dos pizzas deliciosas, una se llamaba grandfather, la ora no lo recuerdo, pero llevaba chorizo. Como algo curioso, te ponen un bote de miel y otro de chile para que hagas una mezcla en la que mojar los bordes de la pizza, muy bueno y su cerveza…

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Tocaba despedirnos de las Rocosas. Habían sido unos días en los que habíamos disfrutado al máximo de su naturaleza exuberante, su fauna, su gente, su tranquilidad… y hoy abandonábamos Banff para dirigirnos hacia el Sur, cruzando Kootenay National Park.
Nos despertamos sobre las 9 y nos pusimos en marcha tras recoger todo, ya que decidimos desayunar por el camino. El primer punto en el que paramos fue Continental Divide, la línea imaginaria que separa el océano Atlántico del pacífico.



Siempre, en todo viaje, hay un día horribilis, yo no diría tanto de éste, pero si que fue el contrapunto a toda la adrenalina acumulada en las Rocosas. A partir de ese punto, todos los lugares a los que teníamos previsto acceder en el parque Kootenay estaban cerrados por un incendio. Incluso quemados, su belleza es absoluta.


Asía las cosas, continuamos hasta Sinclair Canyon, el punto de acceso hacia las Rocosas, o en nuestro caso, de salida.


Y tras un rato en el que nos cambiamos de ropa, ya que el calor aumentó considerablemente, y de hacer un montón de fotos de cañon y de las Rocosas en la lejanía, seguimos hasta Radium hot Spring, donde desayunamos al sol unos rollos de canela buenísimios y el mejor café de todo el viaje.



Desde ahí, hasta Waterton, el paisaje cambio totalmente. Estábamos en el far west canadiense. Ante nuestros ojos, extensas llanuras salpicadas de algún que otro rancho y algunos pueblos de la Canadá más profunda. He de decir que el viaje se hizo un poco pesado en su parte final. Aún así, sobre las 4 de la tarde, llegábamos a Waterton Lake National Park.


La primera parada fue la reserva de búfalos, pero… no había absolutamente ninguno. Estuvimos mucho rato danto vueltas por si estaban escondidos, pero al no ver nada, nos dirigimos al pueblo donde tras montar nuestra tienda en Townsite Campground, fuimos a preguntar al centro de visitantes. La noticia fue en principio devastadora. Las dos carreteras del parque estaban cortadas por un terrible incendio sucedido ese mismo año. No nos lo podíamos creer, habíamos hecho 6 horas de viaje para encontrarnos con un parque quemado. Lo que nos quedó de tarde, lo dedicamos a pasear por el pueblo y pensar alternativas. Y la mejor alternativa que se nos ocurrió fue darnos un homenaje así que nos fuimos a cenar a un típico lugar americano. Una especie de pub en el que todo el mundo comía hamburguesas, patatas, nachos… mientras veían entusiasmados un partido de beisbol en una pantalla gigante. Nos pedimos una selección de cervezas locales y de pronto comenzó a tocar un grupo local, música country, era lo más. Siempre recordaré ese momento tan auténtico. Para cenar pedimos unos nachos. Nos pusieron una bandeja totalmente descomunal, igual que su precio, Tanto, que nos sobraron más de la mitas, que por supuesto nos llevamos. Cuando salimos del local lloví con fuerza, pero nos dio igual, estábamos felices, y en Canadá.

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