Región de Kaliningrado ✏️ Blogs de Rusia

Kaliningrado es un peculiar enclave ruso, separado del resto de Rusia y colindante con Polonia y Lituania. Cubre un área de 15.000 km cuadrados y hace frontera también con el Mar Báltico, lo que hace que sea un punto estratégico.

Resulta muy curioso ver que apenas le separan unos 200 km de Vilnius, algo más de 600 de Praga o un poco más de 500 de Berlín y sin embargo está a 1289 km de Moscú.

Todo esto lleva a pensar cómo es posible que ese pedazo de tierra sea rusa. La explicación, cómo no, se encuentra en su historia.

Las primeras referencias de lo que se ha conocido como Prusia oriental las encontramos en el año 50, cuando legionarios romanos se establecieron aquí. Alrededor del siglo V llegan las que podríamos llamar las tribus de los antiguos prusianos.


La historia de Kaliningrado da un salto en este punto hasta el siglo XIII. El rey de Bohemia Otto II lideró una cruzada contra esas tribus prusianas, conquistando el asentamiento alrededor del río Pregel entre 1253 y 1257. El avance sistemático de la Orden Teutónica hacia el noroeste vino inspirado por el Maestre supremo alemán von Salz. La idea era alcanzar la estratégica zona del mar Báltico. Estas incursiones no eran extrañas en la Edad media y se hacían en forma de cruzadas con la bendición del Papa.

En lo que hoy conocemos como la vieja Königsberg se erigió un castillo en su honor en 1255. Antiguamente en esa colina de 20 metros de altura se alzaba una fortificación prusiana. Los teutones se acabaron imponiendo en 1283 y dio pie a la colonización germánica. Gradualmente las costumbres de los prusianos empezaron a desaparecer pero el nombre del territorio, Prusia, permaneció. El castillo fue remodelado varias veces a lo largo de los siglos. Las tribus prusianas intentaron destruirlo, sin éxito.

Uno de los principales edificios de la ciudad junto con el castillo, la catedral, empezó a construirse en 1333. Allí se instaló la Liga Hanseática y funda tres ciudades. Al sur, los procedentes de la ciudad alemana de Lübeck construyeron un asentamiento al que más tarde se llamó Altstatd (Ciudad vieja). En 1286 recibió carta de testimonio de la fundación y asentamiento como ciudad. No todos los residentes, sin embargo, se reconocieron como ciudadanos. Es el caso de prusianos, lituanos y mazurios.

Al este del castillo apareció después el asentamiento de Löbenicht y en la isla formada por los brazos del río Pregel surge el tercer asentamiento, Kneiphof ( nombre aparentemente prusiano-alemán). En 1724 se acabarían fusionando las tres para formar Königsberg. En Altstadt y Kneiphof vivían principalmente comerciantes y en Löbenicht cerveceros y artesanos.

El agua se usó tempranamente como fuente de producción. La energía hidráulica procedente del río hizo que surgieran mecanismos para procesar grano, madera, metal y cuero. Kneiphof se convirtió, con la construcción de la catedral, en un centro cultural de primer orden. Para hacerla tuvo que fortalecerse en suelo (recordemos que está sobre el Pregel) con vigas de roble.

La Liga Hanseática fue muy importante en el desarrollo económico dd la ciudad. Cerca del Puente viejo se construyeron edificios con almacenes de hasta siete pisos de altura.

Los caballeros teutónicos conquistaron en 1384 parte de la actual Lituania. Más tarde Lituania y Polonia se unieron por un matrimonio real y se formó una superpotencia contra la que los teutónicos lucharon en la Batalla de Tannenberg (o Grunwald) en 1410.

A raíz de la crisis de la Orden, ciudades y nobles forman una alianza con la corona polaca. En 1454 estalló una guerra de 13 años entre la Orden y la alianza. Los Grandes Maestres se agobiaron económicamente, perdieron su capital en Marienburg (actualmente Malbork) y se instalaron en la actual Kaliningrado. En 1466 la Orden acabó perdiendo sus dominios en Polonia y el Gran Maestre se vio obligado a rendir pleitesía al rey polaco.

En el siglo XV el comercio marítimo de Prusia se extendió hacia el Mediterráneo. Se basaba, principalmente, en madera, carbón, grava y otros productos pero el más importante de todos era, y sigue siendo, el ámbar. Su exportación era monopolio estatal.

En 1511 el joven Margrave de Brandenburg, Albrech, cuyo objetivo es liberar a Prusia del dominio polaco, se convierte en Maestre de la Orden. En 1525 toma una determinación drástica, convertir a Prusia en un estado protestante. Su tío, el rey Segismundo I de Polonia, le invistió como Duque de Prusia, bajo el poder polaco.

Albrech, cuya estatua podemos encontrar junto a la catedral en la Isla de Kant, en Kaliningrado, fundó la Universidad de Königsberg en 1544. Esa universidad fue un importante centro cultural y científico. El duque impulsó la creación de la primera imprenta de la ciudad en 1523. También por iniciativa suya se remodeló el castillo en estilo renacentusta y se instaló un nuevo órgano en la catedral.

El duque murió en 1568 y le sucedió su hijo, Albrech Friedrich, que pronto empezó a dar muestras de una enfermedad mental. Durante años se sucedieron los regentes y uno de ellos, Joaquim III Friedrich, se casó con la hija más joven del duque. Su hijo más joven, Johann Sigismund, le sucedió como regente en 1611 y después de la muerte del duque se convirtió en su sucesor.

En 1626 fueron atacados por las tropas suecas que buscaban el control del Báltico. La guerra duró 100 años.

En 1701 fue coronado en el castillo de Königsberg el primer rey de Prusia, Frederich III de Brandenburg o Frederich I. Königsberg, debido a su situación estratégica, se convierte en la capital.
A principios del siglo XVII unas plagas diezman la población. En 1724 nació su vecino más ilustre, el filósofo Immanuel Kant. Ese mismo año las ciudades de Alstadt, Kneiphof y Lobenicht se unen y se crea Königsberg.

En 1756 tiene lugar la Guerra de los siete años entre Prusia, Austria y Rusia. La derrota de Prusia hace que Rusia tome el control de Königsberg desde el final de la guerra y hasta 1763.

Después de la derrota de Prusia a manos de Napoleón en 1806, el rey huyó de Berlín junto con su corte y se refugiaron en Königsberg, donde se había mandado construir un castillo sobre el que ya había. El año siguiente le pidió al zar Alexander I ayuda contra el emperador. Los rusos, no obstante, fueron derrotados en la Batalla de Friedland y se firmó la paz con Napoleón (duró un año).

Los franceses ocuparon todo el territorio prusiano y el rey Frederich y la reina Luisa acabaron huyendo a Memel (la actual Klaipeda, en Lituania). Prusia quedó en manos de Napoleón hasta que falló en su invasión a Rusia en 1812.

Königsberg adquirió importancia como capital de Prusia oriental y a partir de 1843 empieza a construirse en imponente anillo defensivo que se conserva actualmente en su mayor parte (once bastiones, puertas de defensa, dos torres, cuarteles,…).




En 1860, gracias a la línea de ferrocarril Berlín-St. Petersburgo, se incrementa el comercio.
En 1871 se convierte en parte del Imperio alemán y en 1888 se amplían las fortificaciones.
Al final de la I Guerra Mundial, Alemania pierde los territorios en el este y Polonia recobra su independencia después de 123 años. Sí que debe ceder una parte de terreno para conectar con el mar, que se llamará el corredor polaco y que separa a Prusia del este y Königsberg con el resto de Alemania.
Entre 1930 y 1933 la ciudad se hace pronazi, en parte debido a la reforma agraria prometida por Hitler que hace que los campesinos se vuelquen en él en masa. Los políticos de la oposición y los judíos son perseguidos y la Nueva Sinagoga, de 1896, fue destruida. Cuando Alemania ataca Polonia y empieza la Segunda Guerra Mundial, los polacos y “otros elementos indeseables” son trasladados a campos de concentración o de trabajo forzado.

En 1944 la ciudad recibe los bombardeos por parte de los británicos y resulta gravemente dañada. El casco histórico con la catedral y el castillo quedan en ruinas.

La entrada del Ejército rojo crea el pánico y muchos civiles huyen.

El primer asalto soviético a la ciudad tuvo lugar el 6 de abril de 1945 y encontraron una fuerte resistencia, especialmente en los Fuertes 5 y 8.

El segundo día de asalto, el general alemán al mando, Otto Lasch, intentó sin éxito que Hitler le autorizada la rendición. Al cuarto día, él, por su cuenta, decidió rendirse. El 80% de la ciudad y el 90% del casco antiguo estaban destruidos. La poca población alemana que quedaba fue expulsada en los dos años siguientes.

Stalin consigue el control del territorio en la Conferencia de Postdam y en otoño de 1945 empiezan a llegar los primeros colonos soviéticos. En 1946 la ciudad es renombrada Kaliningrad en honor de Mikhail Kalinin, uno de los bolcheviques originales.

La ciudad fue reconstruida (con muy poco gusto) en el estilo soviético (socialista) y entre los años 60 y 70 dinamitaron lo que quedaba en ruinas, incluso el castillo. En su lugar se construyó la llamada Casa de los soviets, un monstruo de mal gusto estético. Kaliningrado se convierte en sede de la Flota Báltica soviética, lo que ha provocado su cierre durante años.

En 1953 llegaron a un acuerdo con Polonia para fijar los límites de ambos países y no fue hasta principios de los 90 que llegaron de nuevo ciudadanos alemanes.

1998 fue un año horrible para Kaliningrado. Le sacude una grave crisis económica que hace que la población muera de hambre. Se llegó a hablar de véndensela a los alemanes o de convertirla en uno de los estados bálticos como sus vecinos lituanos, letones y estonios. El gobernador se opuso.

Con la llegada al poder de Putin en el año 2000 se abre una nueva era de recuperación. El hecho de que su exmujer fuera de allí hizo que se le concedieran unos privilegios económicos especiales. Hoy la ciudad va modernizándose y dejando atrás el gris soviético. Es un enclave muy ruso con un aire europeo.

Su población es de unas 460.000 personas (un millón en toda la región).

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La manera normal de llegar a Kaliningrado es por avión. Cuenta con un pequeño aeropuerto, Khrabrovo, a 21 km al noreste de la ciudad (unos 30 minutos en coche). Cuenta con pocos servicios comparado con otros aeropuertos. Para llegar al centro se puede ir en taxi o bien en autobús (rutas 144 ó 244 e- recordad que la e rusa está mirando hacia el otro lado). Desde Barcelona ya no hay (aunque me dicen que sí en verano) vuelos directos y se debe hacer escala en otra ciudad, generalmente Moscú.

También es posible llegar en tren, autobús o coche (ojo porque se deben llevar los papeles correspondientes para pasar las fronteras).

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Si se accede a Kaliningrado desde España en avión es necesario llevar el pasaporte en regla así como un visado. En Barcelona se puede obtener fácilmente en la Central de visados rusos, en la Avda. Roma, previo pago de una tasa. Hay dos opciones, el de turismo, válido hasta 3 meses, y de negocios, válido un año pero con el condicionante de no pasar allí más de 3 meses seguidos.

En cuanto al clima, no podemos olvidar que está situada bastante al norte por lo que no se pueden descartar nevadas. Pero al estar en la costa báltica, las temperaturas se atemperan y nunca serán tan bajas como en St.Petersburgo. En verano puede hacer más calor de lo que creemos y llover bastante.
En cuanto al huso horario, es de UTC +2 horas pero desde 2011 no se cambia el horario de verano por lo que desde marzo es una hora más que en España. Ojo con eso.

Kaliningrado no es una ciudad peligrosa (no podemos ver más policías y militares por las calles) pero son desconfiados con los turistas así que es mejor llevar siempre encima el pasaporte y la tarjeta de inmigración y respetar sus reglas (por ejemplo, no ir a zonas de frontera o prohibidas).

En cuanto a la moneda, como en toda Rusia se paga con rublos. El cambio se puede hacer aquí en los bancos o casas de cambio o en bancos allí, previa comisión. Aproximadamente un euro son 70 y pico rublos. Hay billetes de 10, 50, 100, 200, 500, 1000, 2000 y 5000 rublos y monedas de 10, 5, 2 y 1 rublo. También hay algunas de céntimos (kopeks), de 50 y 10.

En lo que respecta al alojamiento, hay una importante oferta hotelera, ampliada a raíz del mundial de fútbol de 2018. También abundan los apartamentos, casi todos gestionados por particulares. Normalmente son nuevos o están rehabilitados aunque estén en viejos edificios soviéticos. No suelen ser muy grandes y tienen una distribución distinta a la nuestra. Muchos carecen de comedor porque se come, incluso en fiestas, en la cocina. Tienen pocas habitaciones y no es raro que usen los pasillos para poner armarios. Los propietarios suelen ser fiables pero conviene concretar bien de antemano tiempo de permanencia y precio (en festivos pueden subir muchísimo). A partir de abril-mayo empieza la temporads turística y están muy demandados. Kaliningrado es una ciudad muy alargada y grande. Es importante mirar en un mapa la situación del alojamiento, si hay equipamientos y tiendas cerca y los transportes.

Hay wifi en muchos locales y también en hoteles y apartamentos de alquiler. Los enchufes son como los nuestros.

En cuanto a la comida, en Kaliningrado podemos encontrar restaurantes con especialidades rusas, alemanas (por su pasado como capital de Prusia), lituanas, etc.

La comida típica no es para hacer dieta pero incorpora buena materia prima como verduras, carnes o pescados.

Son muchos los platos que podemos degustar. Citaré algunos. Hay muchas sopas, entre las que destacan la solianka (sopa de pescado) o borsch (sopa de remolacha). A muchas sopas se les añade nata o crema agria.

De la vieja capital de la Prusia oriental quedan varias especialidades. En el apartado de dulces podemos destacar el mazapán, uno de los más famosos junto con el de Berlín y Lübeck (aunque distinto a estos). Hay dos museos en la ciudad aunque en los supermercados es más fácil encontrar de otras procedencias que el propio de la ciudad.

Maestros queseros suizos del valle de Emmental se instalaron a mediados del siglo XIX en la ciudad de Tilsit (la actual Sovetsk) y empezaron a elaborar un queso que se llamó Tilsiter. Hoy en día puede encontrarse en las tiendas y supermercados. Es un queso semiduro, amarillo claro, con algunos agujeritos y muy bueno. Es interesante visitar una quesería pequeña en la ciudad de Neman donde lo preparan.

Uno de los platos principales de la antigua Königsberg era el Königsberger Klopse, albóndigas en salsa de alcaparras realmente buenas. Se pueden probar en algunos restaurantes de la ciudad. También se puede encontrar morcilla de Königsberg.

Al estar cerca del mar es evidente que tienen especial relevancia los pescados (perca, lucio perca, arenques, anchoas…). Mención especial merece la anguila del Báltico. Muchos pescados se consumen ahumados.

En cuanto a las bebidas, podemos hablar de cervezas o de kvas.

El pan no es el fuerte de Kaliningrado. No encontré ninguno que fuera excepcional, aunque hay muchas variedades. Encontramos mucho pan negro de centeno.

Voy a recomendar algunos restaurantes aunque en la ciudad hay muchos más.

Uno de los mejores restaurantes de la ciudad calidad- precio está en plena Plaza de la Victoria, el centro de la ciudad, en el centro comercial Clover. Se llama Borchs and salo y es ucraniano. No tiene menús del día pero los platos están en inglés y puedes comer bien a la carta por poco dinero (unos 10-11 euros por persona). La decoración interior es muy agradable, con lámparas en forma de sombrero de paja, girasoles, madera, gallinas,etc. En primeros platos podemos hablar de pasta rellena de distintas cosas (al estilo pierogis polacos), tortitas de patata, blinis, sopas (algunas las ya mencionadas), salo (tocino), pescados ahumados o ensaladas. En cuanto a los segundos, además de platos de pescado, podemos hablar de morcilla, salchicha ucraniana, estofado de carne con verduras, carne Stroganov (con puré de patatas y salsa de champiñones), hamburguesas de pollo, cerdo Orlovki, etc. Los postres son una especie de patatas hechas de chocolate, tarta Napoleón, tarta de miel, strudel, tarta Sacher, tarta con queso y semillas de amapola y el curioso y recomendable pastel de Kiev con mantequilla, avellanas y almendras y cuya textura sorprende.

En el mismo centro comercial pero algo más caro encontramos en Hmel, ruso siberiano y muy bueno. El menú está en inglés y también es famoso por sus cervezas. Vale la pena ir como mínimo una vez.
Destacable también aunque mucho más caro para la media de la ciudad es el restaurante Hofburg, en el hotel Kaiserhof (en el Fishing village). El menú está en inglés. No puedo decantarme por un único plato porque todos los que probé eran deliciosos.

En el centro comercial Europa, el más importante de la ciudad y en pleno centro (en Plaza de la Victoria), hay varias opciones para escoger. Tenemos la Gelateria italiana, con especialidades de ese país y unos enormes helados con y sin frutas naturales (merece la pena probarlos; cuestan unos 4 euros). Al lado hay un restaurante japonés del que se habla bien en Internet pero que no hemos probado y un poco más allá un Tabasko (hay muchos pero me pareció que hacen comida variada sin especializarse en nada). También encontramos el Brikas, un delicioso y recomendable restaurante lituano, muy bien decorado pero con menú únicamente en ruso.








En la tercera planta tenemos una de las opciones más concurridas, el Kaiser wurst, con comida del viejo Königsberg. Vale la pena (sobre todo un postre muy contundente parecido a buñuelos con mermelada, típico de la antigua Prusia). La comida es típicamente alemana. Recomiendo ir un viernes a partir de las 7 de la tarde porque hay música en vivo o de lunes a jueves de 12 a 4 de la tarde (hay menú ejecutivo muy económico). Al lado encontramos un restaurante coreano cuyo menú no está en inglés pero donde uno de los camareros te ayuda a escoger. Es muy bueno un plato de carne con verduras (abundante) y el batido. En cuanto a lo que ellos llaman “ensaladas”, es mejor no escoger las algas. Son muy malas.

Es posible comprar comida para llevar en supermercados tipo Spar o Victoria. No es cara y suele hacerse el mismo día. Podemos encontrar sopas, ensaladas (incluso la Olivier, como nuestra ensaladilla rusa pero con jamón dulce; se dice que la inventó un chef francés que trabajaba en Rusia), una especie de albóndiga con forma de gran croqueta, que puede ser de pollo o pescado, empanadas, pollo asado, etc. En algunos locales hay algún producto español, tipo jamón en lonchas, chorizo o vino.

Esos supermercados abundan, son grandes y relativamente económicos. Suelen abrir hasta la madrugada. Muchas veces comparten edificio con otras tiendas. Hay buenas tiendas de ropa y productos infantiles, algunas con precios muy competitivos.

No es raro ver en la calle una especie de tiendas prefabricadas donde venden pan, dulces, huevos o embutidos. Y es habitual ver venta de carne, fruta o pescado en plena calle, al sol y al lado de una carretera.

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