
Se trata de otra de las principales localidades de la región de Kaliningrado, famosa también por sus playas ya desde tiempo alemán.
Igual que en la anterior, es fácil llegar. Podemos usar el autobús 141 desde la estación del sur o bien coger el tren. En ambos casos la oferta es amplia y económica.
Se considera esta ciudad como el punto de entrada en Kaliningrado al Istmo de Curlandia.
Originalmente fue un pueblo pesquero prusiano al que más tarde llegaron los caballeros Teutónicos. Su nombre en alemán, Cranz, deriva de la antigua palabra prusiana “krantas” que significa costa. En el siglo XIX se convirtió en unos de los principales centros turísticos de la antigua Prusia oriental, sobre todo desde que en 1885 el ferrocarril la conectó con Lonigsberg. Fue invadida por el Ejército soviético en la Segunda Guerra Mundial aunque apenas sufrió daños.
No existe una estación de autobuses propiamente dicha. Paran en medio de la calle aunque en una zona muy céntrica. En cuanto a los trenes, el edificio de la estación, elegante, data de 1855.
Muy próximo al lugar donde nos deja el autobús encontramos un pequeño y encantador parque dedicado a la reina Luisa. La plaza propiamente se inauguró a principios del año 2000 aunque se dice que cuando el rey de Prusia, Federico Guillermo IV, hizo una visita a Zelenograsdk en 1843 plantó un árbol en honor a su madre, la reina Luisa, que aún está allí, en el centro de ese parque. En el año 2003 se instaló una piedra con una placa conmemorativa. En 2007 el condado de Bad Doberan, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, regaló a la ciudad el busto de la reina que podemos ver ahora. Está hecho en bronce y es una copia de una escultura del artista del siglo XIX Rauch que se conserva en la Galería Nacional de Berlín.
Resulta muy interesante recorrer la bonita calle Kurortny, lleva de edificios antiguos. Destaca especialmente el reloj junto con el cartel con el antiguo nombre en alemán de la ciudad. Muy cerca está el antiguo edificio de Correos y telégrafos, construido a principios del siglo XX en ladrillo gótico y estilo neogótico. Conserva el águila, símbolo de Prusia oriental. En el centro de la calle encontramos la Kurhaus, donde se encontraba un prestigioso hotel. Su fecha de construcción es el año 1843. Tuvo comedir, salas de conciertos, de billar, teatros, salas de baile y 23 habitaciones. Actualmente es de propiedad privada y sigue siendo un hotel-restaurante. Enfrente se alza una estatua de Lenin. Muy cerca vemos una estructura metálica. Se trata de un soporte metálico para líneas abiertas que data de los años 20-30.
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Igual que en la anterior, es fácil llegar. Podemos usar el autobús 141 desde la estación del sur o bien coger el tren. En ambos casos la oferta es amplia y económica.
Se considera esta ciudad como el punto de entrada en Kaliningrado al Istmo de Curlandia.
Originalmente fue un pueblo pesquero prusiano al que más tarde llegaron los caballeros Teutónicos. Su nombre en alemán, Cranz, deriva de la antigua palabra prusiana “krantas” que significa costa. En el siglo XIX se convirtió en unos de los principales centros turísticos de la antigua Prusia oriental, sobre todo desde que en 1885 el ferrocarril la conectó con Lonigsberg. Fue invadida por el Ejército soviético en la Segunda Guerra Mundial aunque apenas sufrió daños.
No existe una estación de autobuses propiamente dicha. Paran en medio de la calle aunque en una zona muy céntrica. En cuanto a los trenes, el edificio de la estación, elegante, data de 1855.
Muy próximo al lugar donde nos deja el autobús encontramos un pequeño y encantador parque dedicado a la reina Luisa. La plaza propiamente se inauguró a principios del año 2000 aunque se dice que cuando el rey de Prusia, Federico Guillermo IV, hizo una visita a Zelenograsdk en 1843 plantó un árbol en honor a su madre, la reina Luisa, que aún está allí, en el centro de ese parque. En el año 2003 se instaló una piedra con una placa conmemorativa. En 2007 el condado de Bad Doberan, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, regaló a la ciudad el busto de la reina que podemos ver ahora. Está hecho en bronce y es una copia de una escultura del artista del siglo XIX Rauch que se conserva en la Galería Nacional de Berlín.
Resulta muy interesante recorrer la bonita calle Kurortny, lleva de edificios antiguos. Destaca especialmente el reloj junto con el cartel con el antiguo nombre en alemán de la ciudad. Muy cerca está el antiguo edificio de Correos y telégrafos, construido a principios del siglo XX en ladrillo gótico y estilo neogótico. Conserva el águila, símbolo de Prusia oriental. En el centro de la calle encontramos la Kurhaus, donde se encontraba un prestigioso hotel. Su fecha de construcción es el año 1843. Tuvo comedir, salas de conciertos, de billar, teatros, salas de baile y 23 habitaciones. Actualmente es de propiedad privada y sigue siendo un hotel-restaurante. Enfrente se alza una estatua de Lenin. Muy cerca vemos una estructura metálica. Se trata de un soporte metálico para líneas abiertas que data de los años 20-30.

Uno de los edificios más representativos es la Iglesia de san Adalberto, reconvertida ahora en iglesia ortodoxa (en concreto es ahora la Catedral de la Transfiguración). Tiene estilo neogótico y llama la atención por su color rojizo. Otra iglesia es la de san Andrés, católica, erigida entre 1904 y 1905 en estilo neogótico. Desde 1989 se profesa el rito ortodoxo.
Esta ciudad es una gran amante de los gatos. Y eso se nota por la cantidad de monumentos que vemos dedicados a ellos. En la calle Kurortny encontramos tres gatos comiendo pescado y un curioso semáforo con imágenes de este felino. Otro monumento es un dispositivo giratorio que simboliza el marco de una ventana con un gato sentado en ella. En la base hay una platija, pescado típico de la zona y símbolo también de la ciudad. Está hecha de acero inoxidable con una base de hierro fundido y puede girar. Pero no se quedan en simples estatuas sino que les han dedicado hasta un museo, el Murarium (de pago), situado en la Torre del agua. Desde arriba podemos ver vistas de la ciudad. Al lado hay un extraño museo de esqueletos que no visitamos. Parece que es bastante pequeño, apenas dos habitaciones y un laberinto.



Como no podía ser de otro modo, tengo que destacar la playa para aquellos que anden buscando ese tipo de turismo. Al final del paseo marítimo encontramos la llamada Sala de bombas de la reina Luisa. No, no tiene nada qué ver con el armamento. Es simplemente una fuente de aguas termales con forma de templete. La última vez que estuvimos por allí estaba estropeada (por lo general funciona de abril a noviembre). Ojo, tiene un regusto salado.
No podemos olvidar el bonito y apacible parque de la ciudad, con su enorme estanque central.
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