Kaliningrado ✏️ Diarios de Viajes de Rusia

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Ahora es básicamente un museo y una sala de conciertos. Podemos ver la reconstrucción en madera de la biblioteca Wallenrodt, del siglo XVII, que llegó a tener 10.000 volúmenes, algunas piezas de la antigua Königsberg y diversos objetos arqueológicos. Es destacable el apartado a Immanuel Kant, donde podemos ver su máscara fúnebre. El célebre filósofo está enterrado en una capilla adyacente en el exterior de la catedral. Cuando murió sus cenizas se depositaron en la cripta profesoral contigua a la catedral. En 1809 la cripta fue demolida y en su lugar se construyó una especie de galería de paseo, llamada Stoa kantiana, que existió hasta 1880. La tumba que vemos hoy en día se construyó en 1924. Recientemente se quiso cambiar el nombre de los aeropuertos rusos y darles nombres de personajes célebres por votación popular. Una de las propuestas para el de Kaliningrado era Kant y parece ser que se organizó una campaña en contra, tildándole de traidor y enemigo de la patria rusa. Esta campaña entra dentro de la corriente que se ve en los últimos tiempos, contraria a la germanización de la zona y a la recuperación de elementos de la vieja Prusia oriental.

En 1901-1907 Richard Detlefsen restauró la catedral, devolviéndole la apariencia del siglo XIV que había perdido con las continuas remodelaciones.

La catedral, es sin duda, uno de los monumentos más importantes de la ciudad.

Enfrente, y como ya comenté, está la estatua de Albrecht de Brandenburgo, duque de Prusia y fundador de la Universidad Albertina.

La catedral está en la llamada Isla de Kant, un bonito remanso de paz donde descansar o pasear. Allí encontramos el Parque de las esculturas, fundado en 1984 y varias especies de árboles de Japón, Afganistán, América o Europa. Kneiphof, como se llamó en su tiempo, era una verdadera ciudad, con calles y casas. Ahora nos resulta difícil imaginarlo pero hay fotos en paneles explicativos que lo ilustran muy bien. El parque de las esculturas se hizo en 1984. Algunos paneles nos orientan sobre ellas. Encontramos esculturas como la de Gorky (1985) o el poeta Alexander Blok. También hay un arco escultórico de color rosado con unas mujeres desnudas que se llama La nueva era del renacimiento.

El río Pregel, donde siempre vemos hombres pescando, lo cruzaban 7 puentes. El puente de las tiendas o del mercado es el más antiguo y conectaba Kneiphof con Königsberg. Data de 1286. El nombre alude a las actividades comerciales que tenían lugar en él. El Puente verde conectaba Kneiphof con la ciudad de Forstadt, igual que el Puente conector. Se construyó en 1322 sobre un brazo del Pregel para garantizar el acceso desde el castillo.

El puente Blacksmith unía Altstadt con Kneiphif. Paralelo al Puente verde, en 1377 se construyó el Puente de los menudillos, llamado así por la existencia de un matadero cercano.

En 1404 se construyó el Puente de madera en un brazo del Pregel, uniendo Altstadt con la isla de Lomse. Es paralelo al Puente del mercado y el Puente verde.

En los años 1500-1520 se construyó el Puente alto.

El último de los puentes famosos era el de la Miel, cuya construcciòn se completó en 1542. Debe su nombre a la tasa que el ayuntamiento hacía pagar para tener el permiso de construcción, un barril de miel.

Los únicos que se preservaron después de la Guerra fueron el puente de la Miel y el Puente de la Madera. El Puente alto se destruyó en la Guerra, en 1937. Posteriormente se reconstruyó un poco más allá en acero. Finalmente tenemos el Puente del herrero.

Ocurrió que la gente no tiene mucho qué hacer y idearon un enigma. ¿Se podían atravesar todos los puentes pasando solo una vez por cada uno?. Esto, que puede parecer una tontería, inquietó a uno de los matemáticos más eminentes de la época que por aquel entonces estaba trabajando en la Academia Prusiana de las ciencias. Euler, que muchos han considerado el mejor matemático de la historia, estudió a fondo la cuestión y simplificó el mapa en unas líneas y puntos, determinando un punto de entrada y uno de salida. Eso le llevó a dar con una ecuación matemática que dio pie a la primera noción del grafo y los llamados ciclos de Euler pero que determinó que la respuesta a la pregunta era no. Imposible. Se dice que el emperador Wilhem III quiso dar respuesta al dilema por sí mismo y lo hizo de un modo drástico, construyendo un octavo puente que se llamó del Emperador. Dos de los siete puentes fueron destruidos en el bombardeo de Königsberg durante la Segunda Guerra mundial. Otros dos fueron demolidos y reemplazados por carreteras modernas. De los tres puentes restantes, solo dos son del tiempo de Euler. Ahora ya no hay siete puentes sino cinco.

Sobre el Puente de la Miel apareció en 2018 un pequeño hombrecito llamado “abuelo homlin”. La idea era de un estudio de ámbar que pretendía así promocionar el producto, diciendo que esas pequeñas criaturas trabajaban el ámbar. Existe una segunda figura, la abuela, de la que hablaré más adelante.

Este puente conecta la Isla de Lomse con Kneiphof. Fue necesaria su construcción para llevar los materiales para hacer la Universidad Albertina. Se reconstruyó en 1882 y fue uno de los primeros puentes hidráulicos de Alemania. Hoy en día solo tiene uso para peatones.

Uno de los puentes más famosos de Kaliningrado es el del Jubileo, que se construyó en 2002 en honor del 750 aniversario del nacimiento de la ciudad de Königsberg. Sustituyó al antiguo puente del Emperador. Solo es para uso de peatones.

Ese miedo a lo prusiano que parece recorrer ciertos sectores rusos impide reconstruir el castillo, lo que, desde mi punto de vista, es un grandísimo error. Cuando la Orden Teutónica conquistó la zona en el siglo XIII una de las primeras cosas que se hicieron fue construir un castillo, llamado de Ordensburg, para residencia de su Gran Maestre. Con posterioridad los dirigentes prusianos se alojarían allí y fue también lugar de coronación de Federico I como rey de Prusia (1701) o de Guillermo I, que luego sería el primer káiser alemán.

Durante el Imperio alemán y la República de Weimar albergó un museo arqueológico y una pinacoteca (donde había sobre todo cuadros de Lovis Corinth). En la Guerra, y después del saqueo por parte del Tercer Reich, albergó también una parte de la Cámara de ámbar, un conjunto de paneles que adornaban una lujosa habitación en el Palacio de Catalina la Grande en Tsárskoye Seló. Fue en Königsberg donde se vio por última vez antes de que los británicos bombardearan el castillo. Algunos dicen que fue retirada a tiempo, incluso que se llevaba en un barco que se hundió, pero ninguna de esas hipótesis ha resultado ser cierta.

El castillo quedó en ruinas pero los soviéticos rehusaron su reconstrucción y lo demolieron, considerando que era un símbolo del militarismo prusiano y del fascismo. Olé la incultura. Solo intelectuales y estudiantes protestaron pero no pudieron evitar que fuera dinamitado en 1968. En la actualidad se pueden ver algunos restos y donde antes se alzaba majestuoso, como atestiguan multitud de fotos que se ven por todos lados, ahora hay un monstruo.

La Casa de los Sóviets es una mole que daña a la vista. Ese horrible edificio, al que muchos llaman “el robot enterrado”, se empezó a construir en 1967, aparentemente inspirándose de las obras de Niemeyer en Brasilia. Iba a destinarse a la administración central del Óblast (Región) de Kaliningrado pero al estar en el antiguo foso del castillo pronto aparecieron problemas estructurales. La idea de hacer 28 pisos tuvo que cambiarse a 21 por el suelo pantanoso pero las obras de pararon en 1985 debido a un problema de financiación. Se pintó de azul y le colocaron ventanas en 2005 para la visita de Putin pero eso no hace que se vea un edificio abandonado e inservible. Ni se derriba ni se hace nada en él.

Muy cerca, igual que en otras partes de la ciudad, tenemos la mala suerte de contemplar aún las desafortunadas construcciones soviéticas en forma de inmensos bloques de cemento gris muy mal hechos. Aunque pueda sorprender, aún viven muchas personas en ellos a pesar de su lamentable estado de conservación. Debido al reciente Mundial de Fútbol de 2018 se les ha hecho a algunos un lavado de cara pero ha sido insuficiente porque han quedado muchos sin tocar.

Muy cerca podemos ver una bola inacabada, un montón de barcos y un submarino. Forma parte del ambicioso proyecto del Museo de los Océanos que parece haberse quedado a medias. Ofrece la posibilidad de visitar dos barcos, uno de ellos el Vityaz, un famoso navío científico. A su lado está el Viktor Patsaev, que lleva el nombre de un cosmonauta célebre de Kaliningrado y que formó parte de la flotilla espacial. También se puede entrar al submarino B413.

En el Salón Marítimo hay exposiciones sobre la pesca y la historia del mar. Se completa con un pequeño acuario y una exposición de conchas, muestras geológicas y cartas marinas. La entrada de adultos al museo cuesta 400 rublos. No incluye las visitas a los barcos ni al submarino. Como curiosidad decir que el 10 de mayo de 1991 el barco de investigación ruso Akademic Mstislav Keldysh zarpó de Kaliningrado llevando dos sumergibles, el MIR 1 y el MIR 2, que se habían hecho en el Instituto Shirsshov de Oceanografía de Moscú y una tripulación internacional con el objetivo de encontrar los restos del Titanic. Por eso el estreno en Rusia de la película de James Cameron fue en Kaliningrado (ambas tripulaciones colaboraron en el film y aparece esa compleja tecnología).

Muy cerca vemos la estatua a san Nicolás en un alto pedestal. Es, entre otras cosas, patrón de viajeros y pescadores.

Casi enfrente del museo está el bonito edificio de la Bolsa, edificio de 1870 en estilo renacentista que hizo las funciones de Bolsa de valores. Acoge el pequeño museo de Bellas artes, con unas pocas obras y alguna exposición temporal. Dentro podemos ver uno de los leones que decoraban la entrada y que no fue dañado en los bombardeos. También pueden verse imágenes de la ciudad de antes de la guerra. La entrada cuesta unos 250 rublos.

Hacia el otro lado se ha acondicionado el margen del río para dar un paseo. También, como por toda la ciudad, hay parques con juegos infantiles.

Un enorme barco con un torpedo rinde homenaje a los marineros que lucharon contra los nazis en el Báltico.

No muy lejos encontramos el Museo regional de historia y arte en un bonito edificio blanco de 1911 que fue sala de conciertos de la ciudad. Sufrió graves daños en los bombardeos de los años 40 y quedó en ruinas. Fue restaurado en 1991. Lo más destacado sería, quizás, un Panorama con figuras a tamaño natural que recrea el asalto a Königsberg con mucho realismo (con audio), incluyendo la calle, los restos del castillo y del restaurante que había en el sótano. Se puede encontrar la explicación en inglés. Se ha modernizado hace poco. En la misma planta encontramos una exposición de carácter bélico que contrasta con la flora y fauna que podemos ver en el piso de abajo.

Un corto paseo desde el Fishing village nos lleva a una de las zonas más nuevas de la ciudad y aún en fase de construcción. Allí encontramos el estadio de Kaliningrado, conocido como Arena Baltika. Se hizo para servir como una de las sedes de la Copa del Mundial de Fútbol 2018 (jugó España). Es el estadio del equipo local, el FC Baltika Kaliningrado.

Se decidió construir un estadio nuevo en de la ciudad de Kaliningrado debido a que el estadio con el que cuenta la ciudad (Estadio Baltika) no tiene suficiente capacidad, es muy antiguo y no esta bien ubicado para un evento de tal envergadura. Por tal razón se pensó en un estadio con más capacidad, más moderno y con mejor acceso. Había un factor extra a considerar en el proceso de diseño del estadio: la capacidad del estadio tiene que ser reducida a aproximadamente 25 000 asientos cuando termine el mundial, con el fin de que el estadio pueda seguir siendo útil a la población relativamente pequeña de la región. Se presentaron 3 proyectos. Ese estadio se ubica en otra isla sobre el Pregel, en una zona que aún està en construcción. No queda lejos del Fishing village pero con el tiempo los transportes llegarán allí fácilmente.

Próxima al estadio está la Iglesia de la Exaltación de la Santa cruz (Krestovozdvizhenskiy), actualmente ortodoxa pero en origen protestante. Es uno de los últimos monumentos del luteranismo anterior a la guerra. Como su nombre indica, en la fachada vemos una enorme cruz en un panel. La iglesia data de 1930 (se construyó en el antiguo distrito de Lomse) y es ortodoxa desde 1986. Fue la principal catedral de Kaliningrado hasta que se construyó en 2006 la Catedral de Cristo salvador. Su iconostasio de ámbar es único (aunque la poca luz interior de la iglesia no permite apreciar los detalles). Durante la Segunda Guerra Mundial sufrió pocos daños pero se dedicó a taller y fábrica de equipos de pesca. Un incendio en los años 80 obligó a reconstruir el edificio y una vez terminado se destinó al culto ortodoxo. El antiguo reloj ahora está en la Iglesia de la Sagrada familia.

Desde la Casa de los soviets se abre una de las avenidas principales de Kaliningrado, la Leninsky. A un lado encontramos el centro comercial Plaza, con algunas tiendas, locales de comida y un supermercado Victoria que cierra de madrugada (los horarios de los supermercados son extraordinarios). Al otro lado está en Hotel Kaliningrado. Las vistas exteriores no son muy buenas pero por dentro está muy bien y en páginas como booking los clientes le dan un 8,7.

Desde allí empezamos a ver algunas casas modernas que se han construido en estilo antiguo, con fachadas de varios colores. El conjunto es agradable. También vemos bastantes tiendas (aunque muchas carecen de grandes escaparates como estamos acostumbrados). Abundan por la zona tiendas de vestidos de novia. No en vano estamos en la Avenida Lenin, una de las principales de la ciudad.

Por una de los pequeños pasajes que dan a la calle accedemos a la zona donde está la Universidad de Kant (un edificio bastante feo), presidida por la estatua del filósofo. La original desapareció en 1945. Esta universidad es la sucesora de la Albertina. En origen se especializó en matemáticas y astronomía. El campus se dañó de manera importante en los bombardeos de 1944 y la Albertina cerró en 1945, con la toma de la ciudad por el Ejército rojo. El nombre de Immanuel Kant se le dio en 2005, durante las celebraciones del 750 aniversario de la ciudad, por común acuerdo entre Putin y el canciller de Alemania de aquella época, Gerhard Schröder. Ahora se orienta más hacia las Ciencias naturales y las Humanidades y alberga aproximadamente 12.000 estudiantes.

Muy cerca, a pocos pasos, encontramos el búnker de Kaliningrado, hoy musealizado. Cuesta un poco de encontrar. Básicamente lo que hace es narrar el sitio de Königsberg y el asalto a la ciudad en abril de 1945. Tiene algunos carteles en inglés.

Se ubica en el búnker que usaron los altos mandos alemanes en la Segunda Guerra mundial en la ciudad. Como nos podemos esperar, está bajo el suelo y consta de un pasillo estrecho al que se abren distintas habitaciones donde vemos información, maquetas, fotografías, vídeos o maniquíes que recrean ese momento crucial en la historia de la ciudad. Es pequeño por lo que visitarlo no lleva demasiado tiempo.

Se habla bastante de Otto Lasch, el oficial alemán durante el sitio. Fue designado comandante en la ciudad en enero de 1945. Cuando quedó aislado del resto de tropas alemanas, y viendo que la cosa pintaba mal, le propuso a Hitler la rendición. Cuando éste se negó, Lasch se rindió por su cuenta el 10 de abril de 1945. Cuando el führer tuvo noticias de lo que había hecho, ordenó que le ejecutaran pero Lasch ya estaba preso por los soviéticos. Fue liberado en 1955 y murió en 1971.

Todo empezó el 20 de enero del 45. El mariscal Rokossovsky recibió una orden de desviar recursos del Segundo frente bielorruso, que estaba al norte de Polonia, a Prusia Oriental. Parece que el tiempo ha demostrado que fue una decisión poco afortunada que alargó la guerra innecesariamente.
El caso es que el general Chemiajovski se dirigió a Königsberg y sitiaron la ciudad. Los cañones de asalto alemanes les hicieron retroceder en un primer momento pero a los pocos días los soviéticos volvieron a la carga.

Cuando llegaron refuerzos para los alemanes de nuevo los soviéticos retrocedieron otra vez, después de sufrir muchas pérdidas (entre ellas la de Chemiajovski).

Después de una corta tregua, en marzo los soviéticos atacaron al IV Ejército alemán en Heiligenbeil, Braunsberg y Frauensburg (todas ellas ciudades prusianas). Poco a poco fueron cercando Königsberg, vetando cualquier posibilidad de que recibiera ayuda.

El general Aleksandr Vasilivski, del que también se habla mucho en el museo, ordenó que la Fuerza aérea soviética bombardeara la ciudad (principalmente sus aparentemente fuertes defensas). El 6 de abril se ordenó al 11º Ejército de Guardias del Ejército rojo que atacara la ciudad. El mismo día el primer anillo defensivo estaba destrozado.

El día 7 siguió el ataque, acompañado de más bombardeos, y el día 8 los alemanes estaban ya cercados en el centro urbano de la ciudad. Al ver cómo estaban las cosas fue cuando Lasch pidió una tregua y solicitó permiso para rendirse. La respuesta de Hitler fue dar la orden de “luchar hasta el último hombre en Königsberg”. Desde lejos era fácil decirlo pero desde dentro todo se veía muy distinto. Fue por ello, para evitar más muertes innecesarias, que Lasch se rindió en la mañana del 10 de abril. Las condiciones que puso fueron que se garantizara la vida, atención médica, comida, trato digno a los soldados y civiles prisioneros así como permitirles volver a casa después de la guerra. Vasilevski lo aceptó.

La entrada al búnker cuesta unos 250 rublos.

Siguiendo la calle llegamos a la estatua de la Madre Rusia, construida en los años 70. Es una mujer con vestido largo y rostro muy serio que lleva en una de sus manos la hoz y el martillo.

Junto a la estatua encontramos el centro comercial más famoso de la ciudad, el Europa, que, como su nombre indica, tiene regusto muy europeo. En lo alto de la fachada vemos el nombre de algunas de las capitales europeas, entre ellas Madrid. En uno de los lados hay una parada de taxis y cerca una parada de autobuses. En este centro comercial podemos encontrar tiendas tan conocidas como Zara o Stradivarius, restaurantes o una tienda de delicatesen. Enfrente está la Plaza de la Victoria, centro de la ciudad actualmente.

Allí lo primero que nos llama la atención es la enorme columna que tiene encima una estrella. Se trata de una copia de la Orden de la Victoria, el más alto honor en la Unión soviética a los que lucharon en la Segunda Guerra mundial. En la base hay un relieve conmemorativo de la Segunda Guerra mundial.

Pero lo que a mí más me gusta es la Catedral de Cristo Salvador, con su fachada blanquísima y sus cúpulas tan doradas que parece que alguien se dedique todas las noches a pulirlas. Su construcción empezó en 1995 (hasta entonces las funciones de catedral las hacía la Iglesia de la Exaltación de la Cruz). En 1996 el entonces presidente Yeltsin hizo una visita a Kaliningrado y regaló un poco de tierra del suelo donde se asienta la magnífica catedral de Cristo Salvador de Moscú. Se consagró el 10 de septiembre de 2006. Se accede por la parte de detrás, después de subir una enorme escalinata (muy poco accesible para minusválidos pero allí no se les tiene muy en cuenta). El interior cuenta con un bonito iconostasio y unas pinturas que fueron restauradas en 2016. Es, sin duda, uno de los lugares más fotogénicos y famosos de la ciudad.


A la Plaza de la Victoria llegan todos o prácticamente todos los transportes de la ciudad. Es una zona llenísima de gente.

Uno de los principales museos de Kaliningrado es el dedicado al ámbar. Ya la antigua Königsberg tuvo los mejores artesanos en la materia. Lo encontramos en la Torre Dohna, parte de las fortificaciones conservadas de la antigua Prusia y al pie del bonito Lago superior. Entre otras piezas se puede ver la segunda pieza más grande de ámbar de Rusia, de nada más y nada menos que 4 kilos. La entrada cuesta 150 rublos. Se empezó a construir en 1972 y se inauguró en 1979. Alberga unas 14.000 piezas. En el museo hay dioramas del antiguo "bosque de ámbar" y de la extracción de ámbar y muchas piezas (más de mil) con inclusiones de plantas y animales mesozoicos, incluidos lagartos . Todo el espectro de colores del ámbar se muestran allí. Se exhiben también productos ambarinos de los siglos IV y V dC, también encontrados por arqueólogos en el territorio de la región de Kaliningrado, así como obras de maestros alemanes entregados desde la Cámara de la Armería de Moscú. La visita merece la pena y los alrededores son magníficos. Se puede ir caminando o en varios transportes desde la Plaza de la Victoria. El tranvía 5 también lo une con el Fishing village.



También tenía mucha fama el mazapán, tradición del siglo XVII. En la ciudad hay dos museos del mazapán, ambos muy pequeñitos. Uno de ellos, gratis, está en la Puerta de Brandenburgo y pertenece a la empresa Pomatti. Podemos ver algunas recetas libros, fotos y algunas figuras en mazapán (entre ellas la catedral). También hay una pequeña tienda.

El otro museo del mazapán está en el Parque recreativo de la Juventud, en los sótanos del precioso palacete. La entrada cuesta 250 rublos y con ella tienes derecho a ver la pequeña exposición (la señora no habla mucho inglés pero se hace entender), un taller sobre cómo pintar el mazapán y el regalo de la figurita que has pintado. Mejor obviar las que pintamos nosotros y su calidad artística. Ese palacete se construyó para albergar un centro de investigación sobre el idioma ruso pero se abandonó la idea y ahora se dedica a algo relacionado con la infancia. En el parque también hay algunos monumentos, como uno dedicado a las tropas que murieron en Afganistán.

Ese parque, al pie del Lago superior, es un buen lugar para pasear o de recreo. Cuenta con atracciones como una gran noria que se pagan individualmente en cualquiera de las cajas distribuidas por el parque pero lo más gracioso es la casa invertida a la que se puede entrar, previo pago. También hay un área romántica, pensada seguramente para fotos de boda, con un arco y varios corazones.

Dar una vuelta por el lago superior viendo a los animales (patos, cigüeñas, cisnes) o alimentándolos con pan; alquilar en el buen tiempo una barca (incluso con forma de coche), una bicicleta y disfrutar de los juegos infantiles es una buena forma de pasar el tiempo.

El Upper Pond u Oberteich es uno de los lagos artificiales más antiguos de la ciudad. Se cree que tiene su origen en la época de los caballeros Teutónicos, cuando estos en 1270 construyeron un afluente del río Pregel para hacer un estanque de pesca. Se puso muy de moda a principios del siglo XX y tanto fue así que empezó a crearse un distrito residencial en sus orillas. No tardaron en aparecer restaurantes, cafés o casas de baños. Las estatuas que vemos de 3 focas y una morsa tienen ya más de 100 años (son de 1913). Son obra de Hermann Tiele y dicen que representan los pecados de complacencia, arrogancia, presunción y autosuposición. Vale la pena dar un paseo alrededor del lago, unos 3 km, a pie o en bici.

Vale la pena dar una vuelta por el distrito de Maraunenhof porque conserva aún casas anteriores a la guerra y algunos hoteles con encanto como el Oberteich Lux, en el que nos alojamos hace tres años.

Muy cerca, en realidad al otro lado de la carretera, encontramos en Lago inferior (Lower Pond). Más que lago en realidad parece un río por su forma alargada de 1,2 km. También es obra de los caballeros Teutónicos (en este caso de 1256). Se usó para riego y durante mucho tiempo para abastecer de agua a la ciudad de Königsberg. Se abandonó ese propósito cuando empezaron a construirse edificios en sus orillas y las aguas empezaron a contaminarse. Se puede pasear por él. También hay patos.

En una de las orillas del Lago inferior han construido recientemente el Hotel Crystal House, el único de cinco estrellas de la ciudad. Una habitación standard mide 70 metros cuadrados y hay suites para 4 personas con dos habitaciones y cuarto de estar de 125 metros. Tiene un espectacular spa. Incluso hay una suite de 300 metros cuadrados. Es uno de los hoteles que se han construido para el Mundial de fútbol de 2018 aunque no es el único.

Uno de los vestigios más importantes que permanecen de la antigua Prusia oriental son sus puertas y fuertes. A finales del siglo XIX la ciudad de Königsberg tenía dos anillos defensivos, el Interior (1843-1859) y el Exterior (1872-1892). No consiguieron frenar, sin embargo, el bombardeo de los años 40 ni tampoco el asedio y posterior toma de la ciudad por los soviéticos. Se construyeron en otros tiempos.

El anillo Interior ocupa el espacio que tenía la vieja ciudad de Königsberg. Tiene su origen en el anillo de defensa que se construyó en el siglo XVII (16126-1634) para frustrar la amenaza que suponía el rey Gustavo Adolfo de Suecia. Los autores fueron el matemático Johann Strauss, el conde Abraham von Dohna y el topógrafo Konrad Burc. Tenía 3,5 kilómetros de diámetro. Posteriormente, ante la amenaza de Rusia, los generales von Grolmann, von Krausemeck y Aster decidieron fortalecerla y a partir de 1842 el ingeniero jefe Leopold von Brese-Winiary se puso manos a la obra. Las nuevas defensas se construyeron sobre la base de ese primer anillo defensivo, dotándose a la ciudad de un cinturón de muralla de 11 kilómetros. Había ocho puertas (3 al sur y 5 al norte), diseñadas por Stuler y Sturmer en estilo Tudor usando ladrillo y arenisca amarilla. Pero incluso antes de acabarse, ya eran obsoletas dados los avances de la artillería. Solo la parte oeste se desmanteló para facilitar las comunicaciones y “suavizar” el paisaje.

Forman parte del anillo Interior el Bastión astronómico, la Puerta Ausfahl, la Puerta de Brandenburgo, la Torre Dohna, la Puerta Friedland, el Bastión Grolman, la Puerta real, la Puerta del Ferrocarril, el reducto del Bastión Kupferteich, la Rossgarten Gate, la Sackheim Gate y la Torre Wrangel.

El Bastión astronómico o del Observatorio, muy cerca del Parque de la Victoria, se construyó en 1862 como parte de la mayor fortificación prusiana de la ciudad de mediados del siglo XIX. Recibe ese nombre porque estaba muy cerca del Observatorio de la Universidad de Königsberg, donde el astrónomo Friedrich Wilhem Bessel localizó miles de estrellas. Hoy en día no se ha conservado bien. Una bomba destruyó el observatorio en agosto de 1944 pero el bastión aún pudo ser utilizado por las tropas alemanas. Se dice que fue una de las primeras posiciones en caer ante el Ejército rojo. La pérdida del observatorio es muy importante.

La Puerta Ausfalh o Puerta del Ataque tiene más nombre que prestancia. Apenas si era un pasaje de uso peatonal construido en 1620 y reconstruida en ladrillo rojo en el siglo XIX por el general prusiano Ludwig von Aster. Hoy lo que nos llama la atención es una pequeña capilla de ladrillo, ortodoxa, consagrada a san Jorge. Se construyó sobre la puerta en 1993. La mejor vista de todo el conjunto se obtiene desde el Parque de la Victoria.

La Puerta del ferrocarril, una de las más escondidas de la ciudad, fue construida entre 1866 y 1869 por Ludwig von Aster, igual que la Puerta Ausfalh. Servía para la entrada y la salida del tren que iba a Pillau (la actual Baltysk). Al parecer había un proyecto para dedicarla a sala de exposiciones pero se debe haber aparcado por el momento.

La Puerta de Brandenburgo es más impresionante que la anterior (aunque pasen coches por debajo). En origen había una puerta de madera con foso en 1657 en la carretera que llevaba de Königsberg al castillo de Brandenburgo (de ahí el nombre). En el siglo XVIII se reconstruyó en ladrillo y se incorporó una guarnición defensiva e instalaciones de almacenamiento. En 1840 se renovó y se pusieron las decoraciones de medallones de flores de arenisca y los escudos de armas. También vemos dos retratos esculpidos en el interior de la puerta, que representan al Ministro de la Guerra prusiano, Mariscal de campo Hermann von Boyen (a la izquierda), y al Teniente General Ernst von Aster, el responsable de diseñar y organizar la construcción de las fortificaciones, a la derecha. Tiene dos ojos por los que pasan los coches, rematados por frontones puntiagudos. En el interior, como comenté, hay un museo del mazapán.

La Friedland Gate se construyó entre 1857 y 1862 según un diseño (nuevamente) de Ersnt von Aster. Fue la última de las construcciones del Segundo anillo defensivo de la ciudad. Lleva el nombre de Friedland, hoy llamada Pravdinsk, localidad a unos 60 kilómetros al sureste de Kaliningrado que fue donde Napoleón derrotó al Ejército rojo en 1807, lo que dio como resultado la firma del Tratado de Tilsit. Esta puerta hoy es accesible ya que alberga un museo. La Puerta tiene dos estatuas. A un lado vemos a Siegfred von Feuchtwangen, Gran Maestre de los Caballeros teutónicos desde 1303 hasta su muerte en 1311. Lleva en las manos el castillo de Marienborg (actual Malbork). Él fue el responsable de trasladar allí el cuartel general de los caballeros. Al otro lado está el Gran comandante Friedrich von Zollern de Balga. Las dos estatuas resultaron gravemente dañadas en la Primera Guerra Mundial y fueron remplazadas en 2005 y en 2008 (son copias exactas de las originales). Al ser muy poco útil, la muralla defensiva adyacente fue demolida para hacer una carretera a principios del siglo XX.
Actualmente es un museo muy interesante donde podemos ver armaduras de los caballeros teutónicos, armas, etc, así como una importante colección de piezas encontradas después de la Guerra, en una sala en la que se hace una interesante proyección de imágenes de la vieja Königsberg. Está muy bien porque lo han separado por tipos de establecimientos (restaurante; zapatería; farmacia,...), en vitrinas que se van iluminando cuando aparecen en la pantalla. Tampoco faltan referencias a la reina Luisa e incluso un tranvía que parece más nuevo que los que circulan por la calle.

La torre Wrangel se construyó en 1853 en honor del Mariscal del mismo nombre. Servía para proteger la gran zona abierta que da al Lago superior junto con la torre Dohna, su torre hermana. Lleva el nombre del mariscal prusiano Friedrich Graf von Wrangel, descendiente, además, de una importante familia noble con conexiones con la ciudad de Könignsberg. La torre tiene 12 metros de altura, 34 metros de diámetro y paredes con un espesor de 1,5 metros. Antes estaba abierta al público y albergaba un restaurante y algunas tiendas pero ahora parece abandonada y pasa completamente desapercibida.

También hablé ya del Museo del ámbar. Es turno ahora de dar algunos datos sobre el lugar donde se ubica. La Torre Dohna lleva el nombre del Mariscal de campo prusiano Friedrich Emil Graf zu Dohna-Schlobitten, que fue condecorado en la Guerra contra la Francia napoleónica mientras prestaba servicios en el ejército ruso. La torre se terminó en 1858, un año antes de su muerte. En la Batalla de Königsberg los soldados que luchaban allí fueron de los últimos en rendirse. Cuando se alzó sobre ella la bandera del ejército rojo el 10 de abril de 1945 significó que Königsberg se había rendido. Es la torre más famosa de la ciudad.

No podemos dejar de fijarnos en la abuela Homlin (si es que la vemos).

Seguidamente encontramos la Rossgarten Gate, de 1852-1855. Dicen que es una de las más bellas puertas de la ciudad junto con la Real (y no van errados). Es tan bonita que incluso se ha comentado que parece la entrada a una iglesia gótica hecha en ladrillo. Se han preservado los medallones que decoran el arco y que se dedican a los generales prusianos Gerhard von Scharnhorst y August Neidhart von Gneisenau. En esta puerta se ubica el famoso restaurante Solnechniy Kamen (Piedra del sol), de aire medieval. No hablé de él al comentar los restaurantes y la gastronomía así que le dedico ahora unas palabras. La comida es buena, quizás algo más cara que en otros sitios pero razonable (también depende de lo que pidas). Ellos destacan mucho el llamado “almuerzo del presidente”, que no es más que lo que Putin comió cuando les visitó. Anguila. Con eso lo he dicho todo. Por ponerles un pero, no admiten el pago con tarjeta.

No es extraño ver a montones de turistas agolparse en esta zona. Es una de las más turísticas y bonitas.

Poco queda del Bastión Oberteich (1856-1860).

El Bastión Grolman tiene 3 pisos (aunque la tercera planta se añadió en los años 30 del siglo XX) y forma de herradura. Se construyó enfrente de las Barracas Kronprinz (ambos edificios están conectados por un túnel) en 1851 y recibe el nombre del General prusiano Karl von Grolman, que había muerto 8 años antes. Ahora se usa de almacén.

Los barracones Kronprinz datan de 1843-1848 y se construyeron en estilo neogótico.

Dejamos atrás el reducto del bastión Kupferteich (que en su momento pertenecía a un conjunto más grande, destruido y hoy un bar; después de la Segunda Guerra Mundial las autoridades soviéticas lo usaron como comisaría de policía y después fue aserradero y albergue ) y llegamos a la Sackheim Gate. La Puerta Sackheim no se conserva en su totalidad. Sin embargo lo que vemos no puede dejar de recordarme de algún modo a la iglesia de Frómista, en la provincia de Palencia. El nombre de Sackheim proviene de un distrito de clase trabajadora cercano. Por esta puerta, o mejor dicho, por la que había antes de su restauración, entró en enero de 1813 el general prusiano Yorck von Wartenburg para iniciar una marcha que le llevaría a luchar contra Napoleón. Se modernizó en 1850-60. Hoy alberga una cafetería y una sala para exposiciones temporales. A principios del siglo XX se le adosaron algunos edificios.

La Puerta real es la más bonita de todas las que podemos encontrar en la ciudad. Se construyó entre 1843 y 1850 como parte de la refortificación de la ciudad. Remplazó a una anterior, llamada Gumbinnen, que llevaba a la localidad del mismo nombre. Permaneció en pie después de la Guerra aunque en muy mal estado y fue necesario un proyecto de restauración que costó 49 millones de dólares y que terminó en 2005. En la fachada hay tres figuras de arenisca. En la guerra se les llamaba los reyes sin cabeza porque los soviéticos parece ser que se las rompieron. La restauración fue muy complicada. El primero es Ottakar II, rey de Bohemia, que fue quien envió a la Cruzada a los caballeros Teutónicos y por quien estos llamaron a la ciudad Königsberg. El segundo es el rey Frederick I de Prusia, que fue coronado como primer rey de Prusia el 18 de enero de 1701. La tercera de las figuras es la de Albrech, primer duque de Prusia en 1525 y fundador de la Universidad Albertina. Es decir, representa a los tres personajes esenciales en la historia de la ciudad. Debajo de las estatuas están los escudos de armas personales y encima los emblemas de Samland y Natangan. Samland es la actual Sambia, península del óblast de Kaliningrado entre las lagunas de Curlandia y del Vístula. Fue el último lugar donde se habló el idioma prusiano antiguo antes de extinguirse a comienzos del siglo XVIII. Hoy en día acoge un pequeño museo dedicado esencialmente a la Gran embajada. Forma parte, como otros, del Museo de los océanos del mundo. Por suerte para nosotros, hay traducciones al inglés. Pero ¿qué es eso de la Gran embajada?. Pues fue una misión diplomática y educativa rusa planificada por el zar Pedro el Grande desde marzo de 1697 a septiembre de 1698. Su misión era consolidar la alianza de Rusia con otros países de Europa contra el Imperio otomano. Pero el zar también pretendía conocer estilos de vida de otros países y aprender algunas profesiones que pudieran ser útiles. Esto que puede parecer muy tonto cuando vivimos en un tiempo en que los mandatarios mundiales se pasan el día viajando de un lado a otro, en aquel momento no lo era. Desde que Iziaslav I de Kiev fue a visitar a Enrique IV en Maguncia en 1075 ningún zar había viajado al extranjero. Pero Pedro era un personaje singular.

Oficialmente la Gran embajada estaba dirigida por tres embajadores, tal y como se explica en el museo. El zar iba de incógnito (más o menos). Partieron de Moscú en 1697 y la primera parada fue Riga (entonces en manos suecas), donde fueron recibidos con frialdad. Pasaron después por Königsberg (de ahí el motivo de la exposición). Allí Pedro aprendió la profesión de artillero. Hay mínimo dos estatuas en la ciudad dedicadas al zar. Luego fueron a Ámsterdam, donde aprendió nociones de anatomía y de donde sacó inspiración para fundar San Petersburgo. De ahí partieron a Londres, donde se quedaron 3 meses. En Viena, su siguiente parada, tampoco lograron los apoyos que buscaban. Debían partir entonces a Venecia pero una sublevación en Moscú les hizo volver antes de tiempo.

Pedro el Grande estudió artillería en la Friedrichsburg Gate, que ahora es un museo perteneciente al Museo de los océanos. Como no puede ser de otro modo una buena parte se dedica a la estancia del zar e incluso hay una reproducción del barco que construyó. También hay barcos y uniformes de la Fuerza naval rusa. La puerta, que se da un aire a la Friedland (ambas se parecen a la palentina iglesia de Frómista) se construyó originalmente en el siglo XVI aunque fue restaurada en el siglo XVIII. Parece que había una ciudadela anexa, que se destruyó en la Primera Guerra Mundial.

Kaliningrado cuenta con otros muchos parques. El Parque de la Victoria (no se debe confundir con la Plaza de la Victoria, de la que ya hablaré) fue inaugurado en el año 2000 sobre una derivación del río Pregolya. Cuenta con algunos monumentos significativos: la puerta del Ferrocarril (muy escondida y junto a la que hay un Planetario más escondido aún), la Puerta Ausfahl a la que pertenece la Capilla de san Jorge y algunos memoriales a la Guerra. Junto a la plaza está la llama eterna. Personalmente no me gustó mucho ese parque.

Hemos hablado ahora del anillo interior. Es importante en este punto abordar el anillo exterior. Cuando los alemanes vieron que no había bastante con un anillo de fortificaciones para proteger la ciudad, decidieron construir un segundo anillo en las afueras de la ciudad. Esta impresionante red defensiva constaba de 12 fortalezas y 4 baterías con una distancia de entre 8 y 12 km del centro de la ciudad y que se extendía 43 km. Se construyeron entre 1872 y 1892 y casi todas las fortalezas eran iguales (de hecho cuando las visitas ves que les parecen muchísimo). Tenían unos 360 metros de ancho y 180 metros de profundidad. Tenían forma de hexágono y estaban rodeadas de un foso. Entre fortaleza y fortaleza había unos 5 kilómetros. Empezando en un sentido como si fueran las agujas de un reloj, se denominaron con números desde el nº 1 (Stein) hasta el 12 (Eulenberg). Se conectaban entre sí por una carretera de circunvalación. Todos los esfuerzos realizados sirvieron de poco cuando llegó el Ejército rojo. Actualmente muchos de ellos siguen en pie pero solo dos, el 5 y el 11, pueden visitarse.

El fuerte nº 11 es el que nos recomendaron en la oficina de turismo. Su nombre oficial es Doenhoff aunque originalmente se llamaba Seligenfeld como el pueblo vecino. Su construcción data de 1877 a 1881. En 1894 fue renombrado como el teniente general prusiano Friedrich (¿por qué será que parece que casi todos se llamaban igual?) von Doenhoff, gobernador de Memel (la actual Klaipeda). Durante la Segunda Guerra Mundial la guarnición se rindió casi sin resistencia por lo que sufrió muy pocos daños. Hoy, como comenté, puede visitarse en visita libre. Recorriendo pasillos de ladrillo y algunas habitaciones nos podemos hacer un poco una idea de cómo estaban los soldados allí dentro (poca luz y bastante humedad). En algunas de las salas hay fotografías que nos permiten hacernos una idea de cómo era la ciudad y de cómo quedó, así como munición y armas. Nosotros fuimos en plena celebración del sitio de Königsberg y había una recreación histórica, lo que lo hacía más entretenido. Sin duda hará las delicias de todos aquellos amantes del tema bélico. Es uno de los puntos esenciales de la ciudad más complicados para llegar. Aunque se recomienda el taxi, el tiempo de espera hará que la suma a pagar se pueda disparar. Yo aconsejo coger el bus nº9 (en la parada cercana al parque del sur, por ejemplo) y bajar en Melkombinat. En caso de duda, las señoras que venden los billetes pueden avisar pero se ve perfectamente. Después se tiene que cruzar al otro lado y seguir el camino que queda justo enfrente. Parece que nos adentramos primero en zona de fábricas y llegará un momento en que a un lado y a otro de la carretera solo hay campo. Después de unos 2 kilómetros aproximadamente encontraremos a la derecha un desvío hacia el fuerte. Conviene dedicarle una mañana entera porque entre esperar el autobús, caminar hasta allí, recorrerlo entero (subiendo y bajando, recorriendo pasadizos…), deshacer el camino y esperar de nuevo el bus pasa el tiempo. Creo que también se organizan visitar guiadas. La entrada cuesta alrededor de 200 rublos.

El fuerte nº 5, llamado Frederick Wilhem III, es el más famoso de todos. Aunque fue bastante dañado en la guerra aún pueden recorrerse sus salas y pasadizos. Se puede llegar con los trolebuses 1 ó 2, los autobuses 8 y 36 y el minibús 76. Se encuentra casi en las afueras de Kaliningrado pero está perfectamente indicado (mucho más que el 11). Después de bajar se tiene que cruzar la carretera y seguir un camino unos 450 metros. Lo primero que veremos es un monumento a los soldados (cómo no) y algunas máquinas de guerra. Después, igual que el fuerte 11, hay un foso y una pared alargada de ladrillos. Se construyó, como sabemos, entre 1872 y 1890, gracias al dinero que sacaron de los franceses después de la Guerra franco-alemana de 1871 y por soldados franceses capturados. Era un hexágono alargado de 215 metros por 105, rodeado por un foso de 3 a 5 metros de profundidad. En 1894 se le dio el nombre del que fue el rey de Prusia de 1797 a 1840. A principios del siglo XX la construcción de ladrillo se reforzó con hormigón y a las puertas de la Segunda Guerra Mundial se dotó con 8 cañones, 25 morteros y más de 50 puestos de ametralladoras. Había unos 300 hombres, cuarteles, cocinas, tiendas de alimentos, municiones y un hospital. Toda esa dotación sirvió de poco.
El 2 de abril de 1945 una batería de cañones de 280 mm empezó a atacar el fuerte. El ataque definitivo llegó el 6 de abril. La noche de día 7 partes de la muralla cayeron y la guarnición se rindió. Esos soldados que atacaron fueron condecorados con la Medalla de oro de la estrella del héroe de la Unión soviética. Sus nombres están en el monumento que comentaba.

Curiosamente se vio que después de haber sido bombardeado repetidamente y de haber recibido hasta 73 golpes apenas si se había roto por dos partes (al final resultó que era más resistente de lo que parecía aunque sirviera de poco). Entonces ¿cómo es posible que ahora lo veamos tan destrozado?. Pues porque los ingenieros soviéticos usaron los restos del fuerte para destruir las municiones que iban descubriendo y las explosiones hicieron lo que la guerra no consiguió.

Ahora puede visitarse como museo. Su precio es parecido al del fuerte 11.
Regresando a la ciudad, volvamos a hablar de los parques porque los hay y bastante importantes. Una ciudad que hace unos años tenía fama de gris ha sabido aprovechar o reaprovechar lo que tenía y ahora cuenta con bastantes zonas verdes. También hay muchas zonas donde es posible ir en bicicleta.
El Jardín Botánico (se puede llegar desde Plaza de la Victoria con el transporte público, entre otros autobuses 10, 30 ó 7), se abrió en 1904. Ahora pertenecen a la Universidad Immanuel Kant. La entrada cuesta 100 rublos pero vale la pena entrar porque es un remanso de paz. Aconsejo ir en el mes de mayo que es cuando florecen las magnolias. Es un espectáculo precioso. Tiene 3000 plantas y 1000 árboles de especies diferentes pero resulta un poco complicado saber cuál es cada una de ellas. No vi demasiadas etiquetas y parece que está todo un poco mezclado. En ese sentido no es como otros jardines botánicos que he visto, como el de Barcelona, con áreas perfectamente diferenciadas. Pero, aunque es como un parque, con sus paseos, áreas de juegos y lago es un lugar muy agradable para pasar la tarde. Cuesta 100 rublos.

El parque más grande es el Parque central para la cultura y el ocio ya que no solo es un parque de atracciones sino que cuenta con zona para hacer conciertos y con un teatro de marionetas. El terreno lo compró un tal Theodor Gottlieb von Hippel el Viejo, estadista alemán, escritor, crítico social y humorista del siglo XVIII, quien le dio un estilo inglés. El lugar se llamó Luisenwahl (el elegido para Luisa) pero no tenía nada qué ver, aunque lo parezca, con Luisa, reina consorte de Prusia y esposa del rey Friedrich Wilhem III (de quien lleva el nombre la iglesia) sino que era en honor de la esposa de Chistoph Gotthilf Busolt, funcionario escolar local que compró el parque en 1796.

La reina Luisa sí estuvo aquí. Se alojó en una mansión de la finca en 1809 para pasar el verano. Dicen que el parque le gustó mucho, tanto que su hijo, el rey Wilhem, compró los terrenos en 1872. Siguió en manos de la familia real prusiana hasta que su nieto, Wilhem II, emperador de Alemania, se lo regaló a la ciudad en 1946.
La antigua iglesia de la reina Luisa, de aspecto claramente luterano, ahora alberga el teatro de marionetas de la ciudad (dentro se anuncian los distintos espectáculos). A la izquierda hay una casa que en realidad era el refugio de caza del emperador Wilhem II (se trasladó desde el bosque, en la frontera ruso-polaca, después de la Segunda Guerra Mundial).

Más adelante hay una estatua dedicada al Barón de Munchausen. Karl Friedrich Hieronymus, que así se llamaba el barón, sirvió de paje en su juventud al duque de Brunswick-Luneburgo y después se alistó en el ejército ruso, sirviendo varios años y luchando contra los turcos. Pero si es famoso por algo no es por sus hazañas en el campo de batalla sino por las historias increíbles que narró al volver a casa. Historias tan rocambolescas como que había cabalgado encima de la bala de un cañón o que había viajado a la luna. Un escritor alemán, Rudolf Erich Raspe, recogió estas “batallitas” en un libro en el que el personaje causa más risa que admiración. Se ha llevado al cine varias veces pero seguramente la versión más famosa es la que hizo Terry Gilliam en 1988. Pero ¿qué pinta una estatua del barón allí?. Pues porque al parecer hay evidencias que estuvo en Kaliningrado.

Otra de las estatuas del parque, la más grande, está dedicada al cantante y actor soviético Vladimir Vysotsky, crítico social y fenómeno de masas (a su entierro acudió un millón de personas).

Una parte del parque está a pleno rendimiento; la otra está un poco abandonada. Pero todo y eso sigue siendo muy visitado porque es visita libre (se paga para subir a las atracciones).

El parque del Sur, muy cerca de la Friendland Gate, también es muy agradable. Cuenta con un lago (en Kaliningrado abunda el agua), muchas zonas de juegos para niños y un pequeño parque de Rusia en miniatura en el que, después de pagar un módico precio, podemos ver conejitos, ardillas y un conjunto de monumentos de todo el país en pequeñito. Destaca por encima de todos, por ser el más grande, una representación a escala del desaparecido castillo de Königsberg. También podemos ver la preciosa catedral de San Basilio de Moscú o la mezquita Qol Särif, ubicada en el Kremlin de Kazán y declarada Patrimonio de la Humanidad. Yo también me detuve a acariciar a la preciosa perra del parque, de raza Boyero de Berna (una de mis favoritas).

Vale la pena ir a ver el zoo. No es muy grande pero está bien cuidado y es muy barato. Se fundó en mayo de 1896 (es uno de los más antiguos de Rusia) por iniciativa de un empresario alemán llamado German Klaas. Sufrió muchos daños en la Segunda Guerra Mundial y no solamente materiales. Solo 4 animales sobrevivieron: un gamo, un burro, un tejón y un hipopótamo que quedó gravemente herido. A ellos se les ha dedicado un monumento al estilo de los músicos de Bremen. Al principio puede confundir un poco porque nada más entrar, a la derecha, vemos una zona abandonada. Son las antiguas instalaciones de antes de la guerra que no sé si se restaurarán o se dejarán como símbolo. También te puedes frustrar al no ver a los hipopótamos, elefantes o jirafas. Si eso pasa conviene acercarse a los edificios anexos a sus zonas de recreo porque seguramente estarán dentro, esperando la comida o dándose un baño (como era el caso de la pareja de hipopótamos). Los ves bastante cerca por lo que varios carteles avisan del peligro, no solo de ataque sino de que muevan la cola y te llenen de caca.

También tuvimos que entrar a un edificio para ver a los monos y los orangutanes. No faltan los leones, linces, pájaros de todo tipo, lobos blancos, dromedarios, llamas, etc.

Los amantes de la cultura también pueden encontrar en la ciudad una amplísima oferta. Ya he hablado de los conciertos de órgano diarios de la catedral. A unos pasos de la Plaza de la Victoria, en la bonita Prospect Mira, podemos encontrar el Teatro regional de drama. Es un bonito edificio de estilo clásico aunque mucho más moderno de lo que parece. El teatro original de la ciudad ni siquiera estaba en este lugar.

Ya comenté que los niños tienen la opción de ver espectáculos de marionetas en la antigua iglesia luterana de la reina Luisa. También a una antigua iglesia tenemos que ir para ver el Kaliningrad Regional Philharmonic Hall, en la bonita iglesia de la Sagrada Familia, muy cerca del Parque del sur. La arquitectura es muy interesante y la oferta cultural también. Tiene capacidad para 400 personas.

Desde el año 2001 encontramos en la ciudad un teatro musical, en Prospect Mira 87. También podemos encontrar la Casa de las artes, en la Avenida Léninskyi, 155.

Kaliningrado tiene dos estaciones de tren pero la que seguramente el viajero usará más es la del sur. La Yuzhny Vokzal se construyó según el proyecto del arquitecto Cornelius. No es que sea una gran belleza, la verdad. Quizás antes de la guerra, cuando había en la fachada una estatua del dios Cronos, estaba mejor. Para poder acceder se tiene que pasar por un escáner. Las taquillas están entrando a la izquierda, del mismo modo que los lavabos gratuitos. Información y taquillas de largo recorrido están a la derecha al fondo. Al final de todo encontramos los accesos a las vías.

Como curiosidad se puede decir que incluso para entrar al KFC (la famosa cadena de comida rápida) se tiene que pasar por el escáner y luego subir unas escaleras.

Muy cerca encontramos un supermercado Victoria y algunas tiendas. También hay tiendas de comida o de ropa alrededor de la estación, una parada de taxis y la estación de autobuses que va a resultar de gran ayuda para moverse por la región. Hay una buena conexión con autobús a casi todas partes y por muy buen precio. También hay un control de entrada y las taquillas quedan entrando a la derecha. Al lado hay unas de autobuses internacionales y al otro lado unos quioscos. La estación es pequeña pero dispone de consignas y de wc (de pago y sucios). La página web de la estación de autobuses es avtovokzal39.ru/. Desde este enlace avtovokzal39.ru/av-kaliningrad.html es posible ver horarios de todas las líneas de la región.

En la estación de trenes se conserva un pequeño museo del ferrocarril. No tiene muchos trenes, apenas unos 4, pero es gratis. La entrada es algo complicada. Una vez que te sitúas frente a la estación de autobuses (no de trenes), yendo hacia la izquierda, se encuentra un gran edificio que pertenece a las oficinas de los trenes rusos. Es posible que alguien te pregunte a dónde vas. Dices que vas a ver los trenes y puedes pasar sin problemas.

Al entrar en el recinto, no tienes que entrar en el edificio sino subir unas escaleras que te llevan a una pasarela que queda por encima de la estación de autobuses.

Es muy interesante dar un paseo por el barrio de Amalienau (tranvía 5), que aún conserva bastantes casas anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En una de las plazas encontramos una estatua dedicada al príncipe Mijaíl Ilariónovich Gelenieshchev-Kutúzov, famoso por comandar los ejércitos rusos contra el avance de Napoleón. La imagen que siempre tenemos del personaje es la de un hombre con unos cuantos kilos de más. El artista, sin embargo, ha querido ser benevolente y le ha plasmado como un hombre relativamente joven y bien plantado. Lo que hace ser un héroe.

Muy cerca encontramos un interesante museo, Altes haus. La entrada no es barata (ronda los 350-400 rublos) pero es un museo privado. Se trata de una antigua casa de Königsberg de 1912 en un edificio de apartamentos que puede visitarse entera con visita guiada, viendo la interesante colección de piezas y muebles, todos alemanes. El horario es bastante restringido.

La mayor parte del desarrollo residencial de Königsberg estaba compuesto por edificios de apartamentos. Los propietarios privados solían alquilarlos (de hecho aún hay allí mhcha cultura de alquiler aunque los pisos no son muy grandes ni cuentan con muchas habitaciones).

Haata finales del siglo XIX la construcción de casas se llevó a cabo dentro de las fortificaciones del segundo muro y solo a principios del siglo XX pudo cruzar la línea y salir de la zona defensiva.

En 1916 el Magistrado de Königsberg, junto con los comerciantes de la ciudad, creó la Sociedad de la vivienda comunal, que se encargó de la construcción de apartamentos para ciudadanos de bajos ingresos. Se construyeron miles de apartamenros y gracias a eso aumentó exponelcialmente la población. En 1717 había 35.000 habitantes, que se habían doblado en 1811. En 1901 se triplicó, hasta llegar a los 180.000. En 1920 ya había 240.000 habitantes y en 1939, 372.000. Después de la Guerra, con el éxodo de los alemanes, bajó drásticamente hasta situarse en 40.000 en 1946. Empezó a aumentar a partir de los años 50, alcanzándose en 1960 los 215.000. De esas épocas son los feos, grises y mal conservados edificios estalinistas que aún vemos en la ciudad.

A finales del siglo XVIII los suburbios occidentales de la ciudad se convirtieron en el lugar favorito de vacaciones de verano. Ya a principios del siglo XIX empezaron a construirse las primeras villas en la calle principal. A finales de siglo muchas empezaron a usarse como hoteles y restaurantes y venía mucha gente los domingos y festivos..

En 1898 la Sociedad de la construcción y bienes raíces, dirigida por el arquitecto Heitmann y el asesor comercial Krichman, empezó a hacer esas casas. Se hicieron muy famosas gracias a la combinacióm de arquitectura y naturaleza, una verdadera ciudad jardín. La verdad es que es un bonito barrio y en su tiempo debió ser idílico. Las casas, preciosas, tienen torretas, ventanales y frontones. Un enfoque similar se usó en el barrio de Maraunenhof. Hacia 1910 la Yoin Stock Comlany construyó nuevas villas. La Sociedad Oberteich usó a famosos arquitectos para construir una iglesia en memoria del duque de Albrecht en 1912 en Maraunenhof.

Cuando en tripadvisor buscas la lista de museos de Kaliningrado, aparece el Museo de la infancia soviética. No se trata de un museo propiamente dicho. Se encuentra en la calle Chernyshevskogo, 56 A, en el recinto de la Universidad. Para visitarlo, se tiene que llamar por teléfono y concertar cita. Pueden ayudar desde la oficina de turismo. El “museo” consta de vitrinas en 4 plantas donde se exponen algunos objetos reales de la vida diaria (y sobre todo de la etapa escolar y asociacionista) de niños y jóvenes soviéticos y que se complementa con una habitación llena de objetos. Una chica con un nivel del inglés como el nuestro (regular) nos hizo de guía. Al final nos dio unas gafas de realidad virtual para ver varias habitaciones de distintas décadas. Solo por eso el precio de la visita (que no sabíamos de antemano) subió a 2000 rublos. Como nos pareció excesivo al final se conformó con 500 (y seguía siendo caro).

Es necesario coger también el tranvía nº 5 y caminar un poco (está algo perdido) para llegar a la Kirkha Juditten, el edificio más antiguo de la antigua Königsberg y que no fue afectado por los bombardeos ni la guerra. Sin embargo tuvo que ser restaurada en los años 90. Data del siglo XIII (1288), de época teutónica. Después de la reforma, se convirtió en iglesia ortodoxa, la primera de la ciudad. Ahora forma parte de un convento dedicado a san Nicolás de Bari, un santo muy amado por los ortodoxos rusos. Antes al parecer había frescos bastante bonitos pero se han perdido. En la Edad Media recibía muchos peregrinos que venían a venerar a la Madonna de la Media luna. Después de la Reforma, la iglesia católica pasó a ser protestante y después de la guerra y de la restauración fue ortodoxa (y hasta ahora). Es el principal templo del convento en honor al icono de la Madre de Dios Derzhavnaya. En la iglesia hay una escuela dominical para niños y adultos, una biblioteca, un comedor benéfico, un taller de costura, una herrería, una carpintería y unos servicios funerarios. Está rodeada de un jardín. Para regresar a la Plaza de la Victoria podemos coger varios autobuses (82, 24, 48 ó 74).

También en el barrio de Amalienau encontramos la iglesia de san Adalberto, construida en ladrillo y estilo neogótico a principios del siglo XX. Quedó gravemente dañada y no ha sido reconstruida en su totalidad. Ahora está desacralizada.

Muy cerca del Museo del Ámbar encontramos un bonito edificio blanco con una alta torre con tejado verde y rematada con una cúpula bulbosa dorada. Es la iglesia-catedral de Alexander Nevskiy. Vale la pena echar un vistazo. Es una iglesia muy bonita y en su recinto, fuera, claro, hay hasta un pequeño parque infantil.

Al lado vemos un complejo de edificios que llaman mucho la atención. Se trata de la Residencia de reyes, un conjunto de restaurantes. Los edificios son bastante atractivos. Se incluye la cervecería Bretzel, la trattoria Giuseppe, el Café La Russe, el restaurante Hinkalna, el oriental Saffron y el grill Veranda. Sin embargo el menú es único para todos y se puede comer tanto comida oriental como italiana entre otras. No es ni caro ni barato.

Dice la leyenda que la reina Luisa estaba tan encantada con este lugar que quiso tener aquí un castillo. Pero al morir tan joven, apenas si tenía 31 años, no dio tiempo a que empezara la construcción. El salón principal del recinto, donde se celebran las bodas y otros eventos, lleva ahora el nombre de dicha reina.

Otra de las leyendas habla de un rico prusiano que una vez le pidió a un mago el bolso más pesado y grande del mundo. El mago lo hizo…aunque de piedra. Ahora podemos ver ese monedero de piedra enfrente del complejo. Si lo tocas ganarás dinero.

Se organizan talleres y juegos para niños e incluso hay una sala de cine. De octubre a marzo hay una pista de hielo.

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