Disfrutando Japón ✏️ Blogs de Japon

Puntuales llegamos a Haneda.

Ya en la recogida de maletas descubrimos el orden del que hacen gala los japoneses: todas las maletas salían con la misma separación entre ellas, ordenadas con una misma orientación, un asa delante y el otro mirando arriba para facilitar la recogida .
Después el típico paso de entrada a un país, pasaporte, revisión...

A pesar del shock de ver los carteles en japonés, salir es fácil ya que está bien señalizado. Nosotros optamos ir a Tokyo en monorrail así que buscando siempre su señal se llega fácil. Eso sí, antes de salir del Aeropuerto es recomendable hacer algunas tareas. Lo bueno es que está todo junto y justo en la salida para el monorraril.
- Canjear el Japan RailPass en la oficina, hay cola, pero va bien. Nosotros lo canjeamos pero no lo activaríamos hasta el día siguiente.
- Sacar dinero con la Revolut en el cajero que está al lado.
- Sacarnos una tarjeta SUICA justo al lado también.
Ya con la SUICA en la mano entramos por el torno de acceso a estación monorrail (también al lado) y nos fuimos a la parada para ir a Hamamatsucho y de ahí con la famosa Yamanote Line a Akihabara Station. Impresiona la precisión del transporte en Japón.


A nosotros el sistema de cambio de líneas y estaciones no nos resultó muy complicado. Está todo con códigos y colores. Otra cosa es salir de las estaciones ya que algunas son mastodónticas.

El hotel, el Dormy Inn Akihabara está a unos 10 minutos a pie saliendo por la puerta Electric Town de la estación. Llegamos a las 14:00 y a pesar de que el checkin es a las 15:00, nos dejaron pasar a la habitación (pequeñita como las de todos los hoteles pero confortable y limpia, con pijama y zapatillas. Para no hacer el post muy largo, cada dia explicaré algo del Hotel). Dejamos las maletas y nos fuimos a la estación de Suehirocho a 2 minutos del hotel para coger la Línea Ginza hasta Asakusa.

Asakusa

Una vez allí llovía un poco pero nada que nos impidiera flipar con la primera toma de contacto con los templos japoneses: la Puerta del Kaminarimon. De ahí comenzamos a subir por Nakamise Dori a ver puestos de souvenirs, algunos muy curiosos, y muchos grupos de escolares. Como seguía lloviznando aprovechamos para comer algo y nos fuimos a Hinatomaru. Sushi espectacular, de lo mejorcito que probamos. Probamos diversos cortes de atún y pescado blanco. Solo tienen a un chico atendiendo en la entrada y al sushiman, que nos explicaba (o intentaba) los cortes y nos recomendaba qué pedir. De precio normal pero mucha calidad.


Seguimos para arriba hasta llegar a la Puerta del Hozomon y de ahí al Senso-Ji. Espectacular todo el complejo, el jardín justo al lado, la pagoda, pequeños santuarios adyacentes… Seguimos callejeando viendo tiendas hasta llegar al puente sobre el río Sumida para ver desde lejos el edificio de la Cerveza Asahi y la Tokyo SkyTree: espectacular iluminada de noche. De ahí ya volvimos a Akihabara ya que el Jetlag se empezaba a notar y al día siguiente teníamos Excursión al Fuji.



Pasamos por la avenida principal de Akihabara buscando algo para comer y frikear un poco (era un poco friki antes de ir a Japón; ahora lo soy bastante más ) pero al no convencernos nada (y que muchos sitios estaban cerrando a eso de las 22:00) nos fuimos al hotel, ya que ofrecen ramen de 21:00 a 23:00 incluido en el precio. Solo hay que ir al comedor a esa hora y pedirlo. Estaba bastante bueno, y después de un día agotador con lluvia y algo de frio, se agradece!

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Nos levantamos temprano ya que habíamos quedado con Augusto a las 9:07 en la Estación de Shin-Fuji y el trayecto desde Akihabara es de 1:15h aproximadamente (cogiendo el Shinkansen en Tokyo Station). Aquí es cuando activamos el Japan Rail Pass; simplemente mostrándolo en ventanilla a un operario que te lo revisa y sella con la fecha del día. El primer Shinkansen que cogíamos y sin ninguna novedad: precisión al segundo, se coge casi como una línea de metro normal. Por consejo de Augusto no reservamos asiento. Es lo único que hay que tener en cuenta ya que si reservamos asiento tenemos unos vagones asignados, y si no lo tenemos tenemos otros. En el andén se indica, pero es mejor saberlo de antemano por si llegas muy justo de tiempo no llevarte sorpresas.

Contratamos esta excursión por comentarios de este foro y por recomendación de amigos que ya habían contratado con él. En todo momento estuvo en contacto con nosotros aconsejandonos sobre todo.

Antes, en el hotel, cogimos un café para llevar. No teníamos desayuno contratado pero junto al comedor hay máquina de café y té para llevar.

El desayuno lo hicimos tranquilamente en el Shinkansen (muy cómodo y espacioso) comiendonos un Ekiben típico de las estaciones de tren japonesas. Para ser un desayuno, es contundente. Lo mejor? ponerse en los asientos de la derecha en el sentido de la marcha y a medida que te vas acercando al destino vas viendo por la ventanilla el Fuji. Se veía más o menos bien y a veces oculto tras las nubes por lo que fuimos todo el trayecto pensando si tendríamos suerte o no.

Una vez allí, Augusto nos esperaba a la salida. Nos dijo que la otra familia tuvo un contratiempo así que ese día íbamos nosotros solos y mientras salíamos de la ciudad y nos contaba cosas de la vida cotidiana en Japón nos comentó que íbamos a cambiar el orden del recorrido ya que según el informe del tiempo, el Fuji se despejaría hacía el mediodía. Seguimos charlando (es muy simpático y responde a cualquier cosa sobre la vida y costumbres japonesas) y llegamos a nuestra primera parada: el Bosque de Aokigahara y la Cueva del Hielo. El bosque es espectacular, de película. Con sus historias, mitos, leyendas, es un lugar digno de ver y sentir. La cueva es más prescindible, pero ya que estas por la zona no lleva una gran pérdida de tiempo y la sensación de estar debajo del bosque es digna de ser vivida.


De ahí nos fuimos a la aldea turística de Iyashi No Sato. La aldea es eso, turística pero el entorno es muy bonito, con buenas vistas de un ya incipiente Momiji. Visitamos un par de Casas-museo y algunas tiendas, degustamos algunos productos típicos de la zona (la mejor manzana fuji que he probado, no esperaba menos jeje).


Ya el tiempo estaba despejándose y comenzamos a visitar lagos, parándonos en algunos miradores para disfrutar de las vistas y haciendo escala en un pueblo para comer. Fuimos a un kayten sushi, restaurante de sushis en cinta transportadora; la verdad que la calidad normalita, pero muy barato. Lo que más nos valió fue que Augusto nos explicó el funcionamiento del sistema de pedidos en la tablet para cuando fuéramos nosotros por nuestra cuenta (están solo en Japonés).
Y después del atracón de sushi, a la famosísima Pagoda Chureito, donde llegamos con un cielo completamente despejado y con una vistas que enamoran, solo hay que ver las fotos que pude hacer.


Estuvimos lo suficiente para disfrutar del lugar, pero se los echaba la tarde encima y salimos camino a las Cataratas Shiraito no sin antes pararnos en el resto de lagos y en nuevos lugares para sacar nuevas vistas y colores del Fuji al atardecer.



A las cascadas llegamos ya con poca luz, lo cual hacía destacar aun más el sonido del agua. Paramos un momento en una de las tiendas cercanas (que ya cerraban) a degustar varios tipos de shake y marchamos de nuevo a Shin-Fuji para poner fin a un día ajetreado pero muy interesante. También destacar el trato de Augusto, respondiendo a todas nuestras preguntas, ayudándonos a comprender el día a día de los japoneses y ofreciéndose a cualquier cosa que necesitáramos.


El camino a Tokyo dormidos, que el JetLag hace estragos. Una vez en Tokyo volvimos a callejear Akihabara camino al hotel y una vez allí, el ramen de rigor y visita al Onsen que también incluye. Bastante bueno: en la última planta con piscinas de agua caliente y fría y piscina caliente aire libre con TV. Un lujo escuchar el ajetreo de Tokyo mientras te relajas en agua caliente con la brisa fresca del otoño. Lo probamos ese día (cada uno en el suyo, no son mixtos) y no volvimos a usar la ducha de la habitación.

Mañana a Nikko.

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Volvemos a levantarnos temprano pero esta vez para ir a Nikko. Repetimos café para llevar en el hotel, y parada de camino a la estación nos paramos en un Lawson a comprar unos Pan Bao para desayunar: para lo que valen, una muy buena opción para llenar el estómago.

Con la Yamanote Line nos vamos de nuevo a Tokyo Station a coger el Shinkansen que nos llevará a Utsunomiya y de ahí a Nikko con la Nikko Line de JR.

Una vez en la estación de JR-Nikko nos dirigimos a la oficina de información turística y allí compramos los tickets para el bus. A decir verdad, dependiendo del planning que lleves, el ticket de un día puede no ser la mejor opción ya que si solo usas el bus para ida-vuelta a la estación estás pagando de más; no es mucho más, pero a cambio ganas en tranquilidad: lo compras y si te cansas de andar siempre puedes tirar de él.

He leído en muchos sitios que este ticket y la parada del bus están en la estación de Tobu-Nikko pero lo cierto es que llega hasta la de JR, para junto a la rotonda, parada 2A.
Era nuestra primera experiencia en un bus. En Japón hay que montarse por la puerta de atrás y salir por la del chófer, y ahí es cuando enseñas el bono/ticket.

Nos bajamos en la parada junto al famoso Puente Shinkyo (de pago, pero creo que no merece la pena hacerlo ya que lo bonito es verlo desde fuera a menos que quieras que alguien te haga una foto en él). Aquí ya el Momiji empieza a ser otra cosa.


Después puedes volver a la parada y coger de nuevo el bus para ir a la zona de templos, pero nosotros optamos por subir por la escalinata que está cruzando la carretera y que da inicio al Parque Nacional de Nikko.

La escalinata es algo dura por la pendiente, pero es interesante, sobre toda por una cosa:
El día que nos tocó, muy húmedo pero sin lluvia y algo frío, resultó para nosotros ideal para ese entorno verde, que lo hacía aún más bucólico. Los famosos templos y santuarios de Nikko son espectaculares, pero lo que de verdad los hace únicos es el marco que los envuelve, naturaleza pura.

Cuando llegamos arriba ya comenzamos a ver los primeros templos, aunque solo por fuera ya que íbamos directamente al Santuario Toshogu.

Una vez allí nos paramos un momento a contemplar su Pagoda, y sacamos las entradas para acceder al recinto, prácticamente sin colas, y comenzamos a disfrutar de los edificios.



Gran parte hay que hacerla descalzo, por lo que es altamente recomendable llevar calcetines gruesos ya que el suelo está realmente frío y puede ser algo incómodo.
También subimos la escalinata tras pasar bajo el famoso gato. Es dura y hay que parar de vez en cuando, pero las paradas se aprovechan contemplando el bosque que nos rodea.
Y por último fuimos al Yakushido, incluido con la entrada. El guía muy agradable al escucharnos hablar en español nos indicó que nos pusieramos al principio para explicarnos todo en español, o con su intento de español jeje, pero se entendía.

Tras eso fuimos a ver el Santuario Futarasan y empezamos a enfilar la bajada. Lo hicimos por una calle muy agradable, donde paramos a tomarnos una cerveza (ya hablaré de las cervezas más adelante). continuamos y nos pusimos a mirar un escaparate de lo que parecía un almacén de ropa usada al que se accedía desde una cafetería adyacente. El caso es que dentro había una anciana que nos invitó a pasar. Nos enseñó varias yukatas y demás ropas tradicionales, de segunda mano y alguna nueva. Al final compramos una yukata de segunda mano pero en muy buen estado y que se veía que no era la típica de souvenir que se suele encontrar en calles más principales. 2000YEN costó, que comparando luego en varias tiendas de otros sitios, lo veo aceptable.

Seguimos callejeando en dirección al Abismo de Kanmangafuchi. Había algunas personas, pero ya caía la tarde y estábamos prácticamente solos, escuchando el agua y respirando naturaleza. Caminamos hasta una subida con compuertas y ya nos decidimos volver a la civilización.




Ya en la calle principal de Nikko y antes de coger el bus de vuelta, nos paramos a tomar algo en Hippari-Dako, sitio curioso por la decoración, y dónde probamos una de las mejores takoyakisdel viaje (y probé varias), no se si es por ser las primeras, pero me encantaron.

El bus nos dejó de nuevo en la JR Station (lo dicho, solo usamos el bus para ida y vuelta y el pase diario no nos compensó, pero no es mucha diferencia de precio y creo que es una comodidad tenerlo por si al final cambias de opinión y quieres usarlo más).

La vuelta quizá fue la que más acusamos el JetLag. Tras un día de caminar mucho, llegamos a quedarnos dormidos de pie en el tren xD.

Paramos en Utsunomiya a probar sus famosas gyozas en uno de los famosos sitios cerca de la estación. Entramos en un Gyozakan que estaba lleno de operarios de la estación (al estilo de bares de carretera, buena señal jeje). Lo mejor es la variedad de gyozas y el precio, pero tengo que decir que las probamos mejores; aún así es recomendable para probar la variedad de sabores que tienen.

Ya en Tokyo, paseo friki camino al hotel, onsen y ramen.

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