04AGO.- Salimos por autopista hacia Tulúm (73.000 habitantes), llegando al hotel “Casa Xanath” (39€) hacia las once, un 3* local bastante aceptable, con una gran habitación tranquila (cama grande, baño algo antiguo con lavabo rústico, aire pero sin ventilador de techo, zona de estar con sofá y cocina completa) dando a la “alberca”, donde afortunadamente nos dejaron hacer el check-in a esa hora (en todos los hoteles se entra formalmente a las 15 y se sale antes de las 12 del día siguiente). Sin desayuno por el COVID.
Tomamos las habitación, dejamos equipajes y nos refrescamos para salir inmediatamente hacia el yacimiento arqueológico, donde tuvimos un pequeño percance a la entrada con el taquillero, que terminó manifestando que “México para los mexicanos”, seguramente sin darse cuenta que todos los de la larga cola frente a la taquilla, éramos guiris.
Inexplicablemente, el presidente AMLO, a falta de poder tener un país en unas mínimas condiciones de habitabilidad (sin pobreza, sin miseria, con contratos de trabajo, con respeto a los derechos humanos, con hospitales dignos, con pensiones para los ancianos que eviten que deban seguir trabajando hasta que mueren –muchos son pedigüeños-, con una gasolina que vende casi gratis a terceros países para luego recomprarla refinada a precios desorbitados –enriqueciendo a los intermediarios con suculentas comisiones, claro-, con todo el país lleno de basura, con uno de los índices de delincuencia más altos del mundo –todos los noticiarios se tiran 20 minutos en cada informativo refiriendo los muertos habido por “balaceras”, secuestros, fraudes…- con unos procesos por corrupción inconcebibles, etc…) AMLO, escribía, ahora se dedica a exigir a los españoles que pidamos perdón por lo que hizo Cortés hace 500 años (a ver, que hubo muertos y expolio, nadie lo puede negar, pero antes de los españoles, los “ataualpas” de turno mataban muchos jóvenes cada día por puro deporte religioso o directamente para comerse sus higadillos y ni que decir de lo que les pasaba a las jóvenes…) y está calentando a las masas (por otro lado, con un nivel de analfabetismo funcional altísimo) contra nosotros.
Incluso frente a la Catedral de CDMX han construido una pirámide de cartón piedra donde los “hombres-pollo” (cargaditos de plumas) financiados por el gobierno, se pasan el día bailando al son de tambores para dar un aire más folklórico que histórico al Zócalo, mientras celebran los 200 años de su independencia de españoles y otros europeos.
Los escasos museos que estaban abiertos (Mérida, Puebla, CDMX…), relatan la historia de México de manera más que subjetiva y a su conveniencia (algo muy parecido a lo que desgraciadamente ocurre aquí con los libros de texto que se publican en las regiones llamadas “históricas”), cargando contra los españoles, y ensalzando como héroes patrios a más de un truhan oportunista que se lio a tiros contra el gobierno de turno, para auparse él al “trono”.
Y semejantes “revoluciones” se han repetido unas ocho veces en estos 200 años. Pero esto pasa en casi todos los países del mundo, especialmente en Sudamérica y en aquéllos otros que no tienen una historia sólida de cientos de años, contrastada y relatada desde puntos de vista opuestos.
El yacimiento de Tulúm está bastante abandonado, saturado de turistas que no respetan las indicaciones e invaden las ruinas por hacerse un selfie, donde no se cumplen los protocolos COVID y con unas playas tremendamente sucias (ya sé que es época de sargazos, pero ello no quita para que las dos pequeñas calas de arena que hay dentro de las ruinas, estuvieran más cuidadas y limpias).
Desconozco el nombre de tan sorprendente arácnido, pero queda claro el buen tamaño del mismo (¡si fueran nécoras!) y sus patitas sin depilar. Al visitar los yacimientos arqueológicos hay que mirar primero donde apoyamos las manos.
Terminada la desangelada visita, tomamos la carretera de la costa (zona hotelera), donde únicamente hay restaurantes y salas de fiesta, algunas con curiosísimas decoraciones, pero la mayoría bastante horteras, llenas de gringos y otros turistas, mejor vestidos que en Cancún, pero igualmente llenos de alcohol, que eran un peligro constante para la circulación de vehículos.
Llegamos hasta la entrada a la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an (que teóricamente está cerrada por COVID), pero nadie nos impidió circular unos pocos kilómetros por su interior, hasta que hartos del peligro que suponen los miles de grandes agujeros que hay en el camino (y que realmente impiden no ya correr, sino tan solo circular a 5 km/h sin partir las ruedas o el coche entero), dimos la vuelta para volver al centro de Tulúm, que es bastante pobre y desabrido, y retirarnos a descansar, pues al día siguiente teníamos prevista una larga etapa.
Esto lo vimos saliendo de Tulúm, camino de Oxkutzcab, pero como no me cabe la foto en la etapa siguiente, lo pongo aquí (creo que fue en el pueblo de Mamá). No se si es maltrato animal, pero lo que está claro es que el propietario de la carnicería tiene excelentes dotes de marketing para anunciar sus productos, si bien el bicho no era precisamente simpático.
En muchas iglesias de los pueblos perdidos del Yucatán (y también en alguna ciudad grande), encontraremos habitualmente imágenes de cristos y vírgenes talladas en maderas negras u oscuras, posiblemente con raíces indias.
05AGO.- Dejamos el hotel y tomamos carreteras secundarias internas (la 295) camino de Tepich.
A unos 80 km/h pasamos por lugares recónditos del Yucatán más profundo, donde solo había pequeños pueblos y aldeas, con sus basuras y sus muchos perros abandonados, pero rodeados de una naturaleza exuberante y silenciosa: Chumpón, Francisco Madero, San Ramón, X-Cabil, Sabán, Tabasco, Ziuché, Justicia Social (¡curioso nombre para un poblacho lleno de miseria!), Kambul y Tepich-Peto, donde paramos un rato largo.
Seguimos por Tekax y Akil (con bonitas iglesias y plazas de armas) hasta alcanzar Oxkutzcab (27.000 habitantes), simpático pueblo donde pasaríamos dos noches para, haciendo centro en éste, recorrer la “ruta de los Conventos” y, de ser factible, la “Ruta Puuc”.
El Hotel “D’Cural” es un establecimiento casi nuevo (23€ por noche, sin desayuno), a dos calles de la Plaza de Armas, con parking propio, donde nos dieron una gran habitación (primer piso) con dos camas grandes, sofá, aire acondicionado, ventilador de techo (algo ruidoso), baño amplio y frigorífico, con ruido de tráfico hasta las 7 de la tarde y cantos de gallos a partir de las 5 de la mañana (soportables, por supuesto). Bien provisto el frigorífico de agua fresquita, refrescos, cerveza y fruta, ya que al lado había una de las muchas tiendas abiertas hasta las tantas donde por 15 MXN comprabas una botella de agua de 1,2 litros, por 17 una Coca-Cola Cero helada de 600 ml o cervezas a elegir desde 15 pesitos. Y junto a la Plaza de Armas un mercado donde adquirir sabrosas y exóticas frutas a precios muy bajos.
En todas partes hay puestos de comida callejera (todo tipo de tacos, gorditas, huaraches, quesadillas, tacos de canasta, tortas, panuchos, tamales…) donde por unos pocos pesos puedes tomar desde antojitos populares a auténticos platos de comida. Solo tienes que atreverte a ello, ya que la higiene es inexistente y te puedes llevar de recuerdo una “venganza de Moctezuma” que te dure varios días y te arruine el viaje (¡no olvidéis echar a la maleta pastillas de loperamida, tipo Fortasec o similares!).
Lo que si es más factible (ya que pasan por el fuego) es probar los churros (parecidos a los de aquí) o las sabrosísimas “marquesitas”, especialmente de queso, que están para chuparse los dedos (sobre todo si las pides de Nocilla y ésta se te cae por los lados…).
El 80% de los mexicanos está obeso (no con sobrepeso, sino realmente obesos) y es que no paran de comer a todas horas todo tipo de tortillas de maíz, rellenas de cualquier cosa, empalagosos dulces repletos de mermeladas, hamburguesas y perritos calientes (ya sean americanos o locales), chicharrones de cerdo, paletas (helados de crema) y nieves (granizados azucarados) y bebiendo litros y litros de cerveza, pero sobre todo de Coca-Cola con todos los azúcares posibles.
Y además se mueven poco; caminar para ellos es algo que no les atrae. Nosotros, como buenos pateadores, solíamos hacer diariamente entre 15 y 20 km caminando de iglesia en iglesia, de parque en parque o de plaza en plaza. Cuando te oían decir eso, o te tomaban por loco o directamente no te creían.
Allí no se camina, se toman taxis o cualquier medio de transporte, siempre muy barato. En todos lados (excepto en CDMX) hay unos triciclos a motor que por 3 pesos (12 céntimos de euro) te llevan a cualquier parte pero siendo tú el “parachoques” delantero, es decir, te sientas por delante en un sillón corrido y abierto totalmente al camino por recorrer. Toda una experiencia. O una “combi” que te lleva al pueblo de al lado por 10 pesitos.
Aprovechamos el día para hacer, en poco más de 100 km, la “Ruta de los Conventos” y así pasamos por Muná, Maní, Teabo, Chumayel, Tekit, Mamá y Ticul, donde comimos estupendamente en una “hacienda” ubicada en “todo lo alto”, con unas vistas impresionantes de una selva yucateca que en ese momento estaba siendo azotada por una fuerte tormenta…
Unas veces teníamos suerte y la iglesia o convento de turno estaba abierta y la podíamos visitar, y otras, nos dábamos con la puerta en las narices, pero todos los pueblecitos resultaron muy atractivos, ya que están totalmente fuera de los circuitos clásicos de turistas y son tremendamente auténticos.
Ahí pudimos tomar el pulso a esta parte de México de forma directa y fácil, pues el intercambio dialéctico con sus habitantes era constante, sincero y fluido.
06AGO.- Tras desayunar en nuestra habitación, salimos hacia las ruinas de Uxmal, distantes solo unos 35 km. Ambos coincidimos en que resultó ser el más cuidado y mejor acondicionado yacimiento arqueológico de los visitados.
Los monumentos están perfectamente identificados y cuidadosamente dispuestos entre la arboleda y la selva virgen. Además tiene aforo limitado (que los vigilantes hacen cumplir) con lo que en su interior no hay aglomeraciones de ningún tipo ni vendedores junto a cada piedra. El protocolo COVID debe cumplirse escrupulosamente so pena de ser advertido una vez y a la siguiente, ser expulsado del paraíso, como en el Antiguo Testamento. Dentro hay vigilantes por doquier que se encargan de que todo esté limpio y en condiciones de visita.
Insisto en que fue la mejor visita arqueológica del Yucatán (e incluso mucho mejor que Teotihuacán en CDMX).
Tras casi 4 horas de disfrutar además de un día espléndido, decidimos emprender la “Ruta Puuc”, un recorrido de unos 80 km por pequeños yacimientos arqueológicos situados en Labná, Xlapac, Sayil y Kabaá, para volver a nuestro hotel en Oxkutzcab, pero desgraciadamente nuestros temores se confirmaron y todas estas ruinas estaban cerradas por el COVID (esto ya lo sabíamos desde España, pero confiábamos en que durante nuestro viaje, abrieran sus puertas), de tal modo que no merecía la pena ni pasar por los pueblos, ya que según nos informaron en Uxmal, desde fuera de cada yacimiento no se puede ver nada del interior. Así que de vuelta al hotel visitamos otros pueblecitos típicos de la zona, como, por ejemplo, el sorprendente Halacho.
Llegamos a las playas de Celestún hacia las doce del mediodía, donde intentamos tomar nuestra habitación en el Hotel “Don Gonzalo”, un 4* pegado a la playa, pero donde tuvimos que dejar el equipaje porque hasta las 3 no había manera de hacer la entrada.
Así que nos fuimos a la playa a ver si podíamos hacer la típica excursión en barca (manglares, flamencos, baño de los mayas…), donde no había mucha gente (aquí el turismo es mayoritariamente mexicano y eso se nota en la oferta de playa, en los hoteles y en los restaurantes), por lo que tuvimos que esperar una media hora a que otros cuatro viajeros quisieran ocupar la barca para hacer la excursión y repartir entre los ahora 6 pasajeros máximo (por el COVID, normalmente caben 10 ó 12) los 2.000 MXN que cuesta la barca en exclusiva (unos 80€).
Al final salimos al mar (debes descalzarte y pisar el agua por lo que es mejor ir con bañador) y recorrimos unas 3 millas de costa con un agua verde increíblemente transparente, hasta alcanzar un brazo que se introducía en una laguna interior, de agua dulce, donde se supone que veríamos a los flamencos.
Verlos, los vimos, después de caminar unos 250 m por la arena: unas docenas a más de 300 m de distancia (siempre suele ser así, pues los flamencos no están esperándote para la foto, sino que hacen su vida en las zonas más alejadas de los turistas). De ahí nos fuimos a recorrer un manglar durante unos 10 minutos, sin tener la suerte de ver ni un solo bicho (ni caimanes, ni monos, ni tortugas, ni peces…) pero si grandes termiteros y nidos en árboles.
Volvimos al mar para alcanzar un punto a media milla de la costa donde un bajío permite el baño con solo 1 metro de profundidad, conocido como “baño de los mayas”. Tras unos 20 minutos de baño para quienes iban preparados para ello, retornamos a la playa. En resumen, una hora y media de excursión por unos 15€ cada uno.
No está mal, pues el simple hecho de navegar (a buena velocidad) por esas aguas turquesas, rodeados de potentes cúmulos blancos colgados de un horizonte intensamente azul, ya lo merece.
Eran pasadas las dos, así que optamos por comer en uno de los restaurantes (La Palapa) que abren sobre la arena, en una mesa aislada y a base de pescado y marisco, todo fresquísimo, una sabrosa comida que no alcanzó los 900 pesos.
Ahora sí que tomamos la habitación, en la planta baja, amplia y con cama extragrande, con buen nivel en general, limpia y con buen baño y buena ducha. En todo caso, de tener que repetir, elegiríamos otro hotel pues en éste pudimos oír música de discoteca hasta la 3 de la madrugada.
Desgraciadamente las nubes del mediodía empezaron a engordar con la humedad ambiente y hacia las cinco comenzó a caer una sólida tormenta, lo que no nos permitió pasear por Celestún, salvo un ratito que aprovechamos para llegar a la plaza principal, y bajo el chispeo y pisando charcos, vislumbrar un poco aquello y comprar bebidas y fruta para la cena y el desayuno para el día siguiente, ya que el hotel no ofrecía este servicio.
Una pena porque los alrededores del pueblo son manglares que se pueden recorrer fácilmente y lagunas donde abundan los caimanes y otra fauna digna de conocer.
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Hola a todos, tengo pensado en unos meses hacer mi primera visita a México, pero solo dispongo de 10 días, me intención a priori es visitar CDMX, Puebla y estirar un poco a Oaxaca (aunque estoy abierto a cualquier sugerencia). Me interesa que sea un viaje cultural, gastronómico y empaparme de la cultura y raíces mexicanas. Descarto completamente las zonas de playa y turismo de resort! Se que son pocos días, pero podéis ayudarme a montar un itinerario "factible", entrando y saliendo por CDMX.
Hola! Nosotros estuvimos 21 días, pero creo que puede venirte bien alguna de las partes que hicimos.
Empezamos en Ciudad de México, vimos alrededores y luego hicimos ruta de volcanes. El nevado de Toluca, es muy bonito y no se necesita preparación. El Orizaba quizás un poco más y necesitas un guia.
(Editado)
Si tienes cualquier duda puedes preguntarnos!
Que vaya genial el viaje, a nosotros nos encanto!!!
Hola Zooropa87.
De CDMX te recomiendo que visites Puebla y las pirámides de Teotihuacan. Te merecerán mucho la pena ya que no vas a ver las de Chichén Itzá. Están a media hora de la ciudad si no hay tráfico. Te recomiendo salir muy pronto o salir a las 11h cuando el tráfico de primera hora haya bajado. Puedes contratar un tour con autocar incluido, o ir por tus medios y pagar la entrada. En mi blog de México encontrarás más información. Creo que vale la pena porque es inmersivo en la cultura mesoamericana antigua.
De la misma CDMX no me perdería todo lo que es el recinto de la basílica... Leer más ...
Hola!!
Mi marido y yo viajamos a CDMX por trabajo a finales de Octubre, estaremos allí unos 6-7 días. Y después queremos quedarnos otros 8 días para visitar Puebla, Oaxaca aprove hando las celebraciones del día de los muertos. A Oaxaca iríais en avión? Para ir a Puebla cogeremos alguna excursión desde CDMX Que otros sitios me recomendáis? Es seguro viajar en bus? O es mejor organizado?
Nos encantaría ir a Chiapas, pero creo que para eso necesitaríamos otra semana más... Y yucatan para otro viaje.
Muchas gracias