![]() ![]() Una semana de mayo por el Algarve (Portugal) en nuestro coche. ✏️ Blogs de Portugal
Recorrido de una semana por el Algarve portugués. Fuimos en nuestro coche desde Madrid.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (13 Votos) Índice del Diario: Una semana de mayo por el Algarve (Portugal) en nuestro coche.
01: Preparativos e itinerario para una semana en el Algarve.
02: Madrid-Jerez de los Caballeros (Badajos). Día intermedio de viaje.
03: Un paseo por Castro Marim de camino hacia Tavira.
04: Tavira y ferry a la Ilha de Tavira.
05: Olhao, Silves y Alvor. De camino hacia Lagos.
06: Lagos.
07: Ponta da Piedade, en bote y a pie.
08: Pequeña ruta senderista PR3 PTMA. Trilho Das Varandas Sobre o Mar (Portimao).
09: Aljezur y Sagres.
10: Cabo de San Vicente. Miradouro da Foia. Monchique.
11: Percurso Sete Vales Suspensos, la ruta senderista más famosa del Algarve.
12: Carvoeiro. En lancha por las Cuevas de Benagil. Ferragudo. Algar Seco.
13: Faro. Fin del viaje.
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Etapas 7 a 9, total 13
![]() Ponta da Piedade, en bote y a pie.Este día lo pasamos entero en Lagos. Por la mañana hicimos una excursión en bote a las Cuevas de Ponta da Piedade. Fue fantástica. Por la tarde, caminamos por lo alto de los acantilados hasta el Faro, viendo desde arriba las rocas y las playas que habíamos contemplado por la mañana. Claro que desde lo alto no se ven las cuevas.
Día 3. Martes. Todo en Lagos. Ponta da Piedade en bote y a pie.
EXCURSIÓN EN BOTE A LAS CUEVAS DE PONTA DA PIEDADE. Amaneció uno de los días que esperaba con más ilusión en este viaje: conocer Ponta da Piedade. Y lo haríamos tanto por mar como por tierra. Desde casa, había contratado online una excursión en bote por el litoral y las cuevas a través de Civitatis. Importe: 20 euros por persona. Duración: 75 minutos. Ellos lo subcontratan a empresas portuguesas. En realidad, es muy fácil coger esta excursión en el puerto deportivo de Lagos, ya que hay casetas por todas partes ofreciéndolas, tanto allí mismo como en el Paseo Marítimo. Pero como no sabíamos qué nos íbamos a encontrar, preferí llevarlo atado, sobre todo por el horario y porque prefería un guía que hablase español. Ademas, es importante escoger un barco pequeño para que pueda entrar en las cuevas, ya que los grandes, aunque son más baratos, se quedan fuera, brindando una perspectiva más lejana. Claro, también depende del grado de aventura que prefiera cada cual. Elegí el turno de las 12:30, pero el día anterior me llamaron diciendo que había problemas por trabajos de dragado que se estaban realizando y me ofrecieron bien el turno de las 11:00 o el de las 16:00. Ignoro si era cierto o si se trataba de agrupar gente en un bote para rentabilizar el viaje. En cualquier caso, nuestro hotel estaba a cinco minutos caminando del punto de embarque, con lo cual incluso agradecimos el cambio, pues así tendríamos más tiempo disponible después sin madrugar más. Nos pidieron que estuviésemos allí unos quince minutos antes.
![]() Después de desayunar, cruzamos el puente basculante, llamado así porque se levanta cuando pasa un barco grande por debajo. Y, de hecho, tuvimos que esperar unos minutos a que lo hiciera un gran velero. Dimos una vuelta por la marina mientras esperábamos a que apareciese nuestro guía, que se presentó puntualmente un cuarto de hora antes de la salida. Todos los detalles aparecían bien indicados en el resguardo que me enviaron al móvil.
![]() Éramos diez personas, nos pusieron un chaleco salvavidas a cada uno y nos dieron unas pequeñas instrucciones. Yo tuve la suerte de ir en la proa y del lado derecho (estribor), lo que me aseguraba las mejores vistas del recorrido. La mañana era espléndida, con el cielo despejado y mucho sol, lo que nos hizo pasar bastante calor antes de zarpar. Afortunadamente, en cuanto empezamos a navegar, el viento nos refrescó durante todo el recorrido, haciéndolo de lo más agradable. Por supuesto, llevábamos gorra y nos habíamos puesto protector solar. Cruzamos bajo el puente basculante y encaramos la bocana del puerto, contemplando el Fuerte de la Ponta da Bandeira y el Faro, además de las playas de la Batata y los Estudiantes, que yo había visto in situ la tarde anterior, tal como ya he contado. Desde el mar pudimos ver los hermosos acantilados, que adquirían un color maravilloso, enmarcados por el cielo azul y un mar casi en calma. Ya se veía gente en las playas.
![]() ![]() ![]() Pronto divisamos el arco coronado con el llamado “puente romano” y la Bahía de los Segredos, con la conocida Praia do Pinhao, cerca de la cual divisamos una especie de muro contenedor que, según nos contó el guía, se construyó para favorecer el desarrollo turístico, si bien lo que consiguió fue traer cieno al puerto, con el consiguiente perjuicio. Una cosa que hay que tener clara es que desde los barcos no se puede poner pie en las playas.
![]() ![]() ![]() Seguimos navegando hacia la Praia de Dona Ana, divisando su arenal y sus preciosos acantilados. En adelante, los peñascos se multiplicaron a nuestro paso y empezamos a pasar entre ellos, ofreciéndonos panoramas estupendos. Había bastantes barcos ese día y cada uno esperaba escrupulosamente su turno para surcar los pasajes o entrar en las cuevas. Lo tienen todo muy hablado y estudiado entre ellos. También había muchos kayaks.
![]() ![]() ![]() Continuamos por la Praia da Boneca hasta la Praia do Camilo, considerada una de las bonitas del mundo, según nos contó el guía con inevitable orgullo. También vimos el empinadísimo tramo de escaleras que hay que afrontar para bajar a la cala.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() No puedo contar a cuántas cuevas entramos, pero fueron muchas y cada una parecía más bonita que la anterior. En algunas, realmente te preguntabas, ahí no se meterá, ¿verdad? Pues sí, vaya que si se metía
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Tras recorrer la Praia dos Pinheiros y la de la Balança, llegamos al entorno de Ponta da Piedade, donde penetró el barco hasta uno de los puntos más bonitos y emblemáticos de la costa del Algarve. Lamentablemente, aunque los barcos esperaban su turno pacientemente, un par de barqueros contratados por algunos bañistas permanecían allí amarrados, sin moverse, con lo cual nos estropearon un poco el panorama.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Luego, doblamos la punta donde está el faro y entramos a algunas cuevas muy bonitas, sobre todo una en la que se apreciaba claramente una figura que parecía un elefante. Todo este tramo me pareció fascinante.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() En algunos interiores, el color del agua era de un verde indescriptible. Realmente habíamos acertado con la elección del día y la hora. Mucho mejor por la mañana que por la tarde para esta excursión en concreto.
![]() ![]() ![]() ![]() Sé que soy muy exagerada con las fotos y pongo demasiadas, pero en esta ocasión me está costando un mundo escogerlas.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Después de casi una hora, el bote dio la vuelta, alejándose de la costa, para volver más rápido al puerto, ya sin detenerse. En total, fueron unos 80 minutos de travesía que nos encantó, a lo que colaboró el maravilloso tiempo que nos hizo. Sin el sol, el cielo azul y el mar tranquilo no hubiese sido lo mismo (y bien que lo comprobamos posteriormente). Desde luego, me explayé con las fotos: no sé cuantos cientos hice
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ALMUERZO EN LAGOS. Después de tan grata excursión, dimos una vuelta y, a lo tonto a lo tonto, era la una, con lo cual se imponía buscar un restaurante para almorzar, ya que casi todo el mundo estaba ya sentado a la mesa. Qué pronto se come en el Algarve, incluso más que en Francia. Además, como hacía bastante calor, queríamos un sitio a resguardo del sol y de comida portuguesa. Imposible encontrar una terraza a la sombra, así que terminamos en el interior de un comedor. Era curioso, en la terraza todo el mundo apiñado y dentro estuvimos nosotros dos y otra pareja. Bien, por tanto, respecto a las precauciones por la Covid. Por cierto que durante toda nuestra estancia en el Algarve en ningún sitio nos pidieron el certificado de vacunación. Prácticamente nadie llevaba mascarilla, excepto algunos camareros y, eso sí, debía ser obligatorio en los transportes públicos, ya que en los autobuses sí la llevaba todo el mundo.
El sol era implacable.
![]() ![]() Pedimos un típico arroz de polvo (pulpo). Lo sirven en cazuela, ya que se prepara caldoso. Estaba muy bueno. También pedimos ensalada y un pastel típico, del que no me acuerdo su nombre. Allí descubrimos la sidra Sommersby, servida con hielo, canela y hierbabuena. Muy refrescante. Nos trajimos varias botellas a la vuelta.
![]() CAMINANDO POR PONTA DA PIEDADE. Por la tarde, esperamos a que aflojara un poco la fuerza del sol para ver nuevamente el entorno de la Ponta da Piedade, pero esta vez a pie, por lo alto del acantilado, buscando las mejores vistas. ¿Algo así? ![]() Salí un poco antes para dar un garbeo por Lagos y esperé a mi marido junto a la escultura de Sao Gonçalo de Lagos, que se encuentra pasado el Fuerte da Ponta da Bandeira, junto al Miradouro da Praia da Batata. El motivo, muy simple: la única sombra existente era la que ofrecía la estatua, así que pude sentarme en el poyete sin que me achicharrase el sol.
![]() ![]() Ya juntos, empezamos a caminar por la Avenida dos Descubrimientos hasta que llegamos al cruce que, a la izquierda, indicaba la dirección para ir a la Praia Dona Ana, bordeando un complejo hotelero. Las vistas desde los miradores eran fantásticas: qué sitio más bonito. Hablo de los picachos que sobresalían en el mar azul turquesa. De la calidad de la playa, con hamacas y sombrillas, no opino.
![]() ![]() ![]() Seguimos caminando por una calle hasta que encontramos una indicación hacia la Praia do Camilo, que sin darnos cuenta pasamos por alto. Allí empezamos a ver unas pasarelas de madera, que pensamos eran parte de un recorrido senderista. Sin embargo, si se andaba por las pasarelas no se veía prácticamente nada interesante, por lo que en varias ocasiones tuvimos que saltar de la pasarela (están cerradas) para caminar por los senderos y asomarnos a los acantilados para contemplar las panorámicas.
![]() ![]() ![]() ![]() Supongo que las pasarelas se habrán construido para proteger el entorno, lo cual está muy bien, pero es que no ofrecen ninguna perspectiva interesante, ni siquiera en los supuestos miradores. De todas formas, en ningún sitio pone que sea obligatorio caminar por ellas o que esté prohibido andar por los senderos. El asomarse más o menos a los abismos es, naturalmente, cuestión de sentido común. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Al fin, llegamos al Faro de Ponta da Piedade, donde al principio no veíamos nada interesante, hasta que al doblar un chiringuito nos topamos con los miradores y con el llamado “Paseo a las Cuevas”, unas escaleras que bajan hasta la pequeña cala a la que habíamos llegado por la mañana con el bote, donde estaban los barqueros que nos estorbaron la visión. ![]() ![]() ![]() ![]() Por supuesto que bajé, no faltaría más. Aunque había bastante gente, el lugar era fantástico, con lo cual no me importó demasiado tener que afrontar los escalones de subida después.
![]() ![]() Después de pasar el Faro, se puede seguir un tramo de la llamada Ruta Vicentina, que va por unas pasarelas que llegan hasta la Praia do Canavial. Mi marido llegó hasta allí, pero yo preferí demorarme por la zona en torno al faro, que me gustaba más, pues me cansé de seguir las pasarelas sin ver prácticamente nada.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Para regresar, llevamos el mismo camino de ida, si bien nos acercamos hasta la Praia do Camilo, de la que saqué algunas fotos. Iba a bajar, pero al final me quedé a medio camino porque vi una cosilla que no me gustó demasiado y preferí no arriesgar.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Volvimos a Lagos y cenamos en un restaurante italiano pizza, espaguetis con marisco y unas cervezas. Luego regresamos al hotel, pues al día siguiente daríamos por concluida nuestra estancia en Lagos, de la que me iba a llevar muy buenos recuerdos.
![]() Etapas 7 a 9, total 13
![]() Pequeña ruta senderista PR3 PTMA. Trilho Das Varandas Sobre o Mar (Portimao).Por la mañana hicimos una pequeña ruta senderista en Portimao, que recorre una espectacular zona de acantilados, cuya principal característica es el color rojo de las rocas.
Día 4. Miércoles. Lagos. Portimao. Aljezur. Sagres. 115 Kilómetros.
Este día tuvo variaciones respecto a lo inicialmente previsto, que incluía también Monchique, el Miradouro da Foia y el Cabo de San Vicente, lugares que tuvimos finalmente que dejar para el día siguiente, ya que me había gustado tanto el paseo de la tarde anterior por lo alto de los acantilados, que, aprovechando que la mañana volvía a estar soleada -aunque con la presencia ya de la calima que se intensificaría en los días siguientes- y con buena temperatura, se me ocurrió hacer ya una ruta senderista que tenía apuntada para más adelante en Portimao.
Perfil del itinerario en coche de la jornada según Google Maps.
![]() Así que nos despedimos de Lagos para dirigirnos directamente a Portimao, una de las poblaciones más concurridas turísticamente hablando del Algarve, pues tiene mucha infraestructura en forma de apartamentos, hoteles, etc. Además, presume de buenas playas, o eso habíamos leído.
Ubicación de Portimano en el mapa del Algarve.
![]() Entre Lagos y Portimao hay una distancia de unos 22 kilómetros, que cubrimos en poco más de media hora por la N-125, hasta llegar a la Praia do Vau, desde donde sale la ruta que queríamos hacer. No dedicamos mucho tiempo a descubrir cosas interesantes en Portimao y lo que vimos (mucho edificio y bloques de apartamentos) tampoco nos llamó demasiado la atención, con lo cual fuimos directamente al inicio de la caminata. De todas formas, teníamos previsto volver uno de los últimos días para hacer una ruta en lancha. Ya lo contaré.
RUTA SENDERISTA PR3 PTMA ALGARVE. TRILHO DAS VARANDAS SOBRE O MAR. Enseguida localizamos el punto de partida, junto al que hay un aparcamiento, pero estaba lleno, así que buscamos sitio en la calle de una urbanización próxima. Hacía mucho calor, de modo que nos embadurnamos con crema de protección solar, llevamos agua suficiente y sombrero y gorra para el sol, que apretaba con ganas, si bien el cielo estaba un pelín menos azul que el día anterior.
Praia do Vau, lugar de inicio de la ruta.
![]() Nos asomamos a un mirador, desde el que contemplamos la Praia do Vau, que estaba bastante concurrida, teniendo en cuenta la época del año, si bien casi nadie se bañaba, sobre todo paseaban o tomaban el sol. También vislumbramos una atractiva cala, justo al lado. Allí mismo un panel informativo explicaba el fuerte proceso erosivo que sufren los acantilados de estas playas, en cuyas paredes pueden producirse derrumbes y desprendimientos en cualquier momento, sobre todo con lluvia o viento, por lo cual aconsejaba permanecer en lo posible apartados de las paredes rocosas.
![]() ![]() ![]() Caminamos cinco minutos hasta llegar al inicio de la ruta, donde descubrimos un cartel informativo, del que pongo una foto a continuación.
![]() Se trata de una caminata de 2,5 kilómetros en total (algo más de hora de duración, parándose a tomar fotos) y con grado de dificultad bajo. Hay tramos de pasarelas de madera y otros por senderos de tierra o roca; al final, es posible volver el último kilómetro por la playa, completando una especie de itinerario circular, como haríamos nosotros después.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Según el cartel, íbamos a recorrer la zona más espectacular de la costa rocosa de Portimano, con acantilados surgidos en el Mioceno, entre 23 y 5 millones de años atrás, que ido sufriendo a lo largo de todo ese montonazo de tiempo la erosión producida por el mar, la lluvia y el viento.
![]() ![]() Una de las características principales de estas rocas es su intenso color rojizo, debido a los efectos de la oxidación de la roca. Espectacular el color entre rojo y naranja, como tendríamos ocasión de comprobar a lo largo de todo el recorrido. Las fotos no tienen el color saturado; salieron así, tal cual se veían a la intensa luz de aquel sol nublado por un principio de calima.
![]() ![]() ![]() ![]() En este hábitat abundan las aves, como algunas variedades de palomas, y los cormoranes que plantan sus nidos en las cavidades rocosas. También hay gran cantidad de plantas, que florecen en primavera, animando el paisaje con sus vivos colores. La flora es de tipo mediterráneo, con matorrales y bosques de pino.
![]() ![]() ![]() Igualmente, a lo largo del recorrido se contemplan varias cuevas y simas, excavadas a lo largo del tiempo por la acción de los elementos, en algunas de las cuales se puede contemplar, muy al fondo, el agua penetrar en pequeñas calas arenosas, cuyo acceso es imposible salvo que se realice desde el mar y con marea baja.
![]() ![]() Estas simas, enmarcadas por enormes y puntiagudas agujas rojas, suelen estar delimitados por vallas de madera, para evitar riesgos y caídas. Aunque los senderos no están protegidos, guardando la debida precaución y siendo un poco responsable, no existe demasiado riesgo. Eso sí, habrá que llevar cuidado con los niños pequeños en algunos puntos comprometidos. En fin, cuestión de sentido común.
![]() ![]() Cerca de la Praia do Alemao pudimos empezar a contemplar algunas panorámicas impresionantes, que ya junto a la Praia do Boiao, muestras un conjunto rocas suelas que apuntan al cielo igual que agujas o gigantescos guijarros, algunas de ellas con nombre, la Rocha de Leao, por ejemplo, que apuntan entre pequeños arenales y aguas de color turquesa. En algunas, descubrimos a algunos bañistas, muy pocos, paseando o tomando el sol en recónditas calas.
![]() ![]() ![]() ![]() No hay un sendero único, sino varios que se van cruzando y entrelazando entre el pinar. Normalmente, todos van a parar a los mismos sitios. Además, lo que interesa es asomarse a los miradores sobre el mar, a los que se llega siempre por cualquiera de ellos. Y los miradores acondicionados aquí sí merecen la pena, no como los de las pasarelas que habíamos visto la tarde anterior en Ponta da Piedade, desde los que no se apreciaba apenas nada.
![]() ![]() ![]() Al final, llegamos a los miradores que hay sobre la Praia Joao de Arens, que cuenta con uno de los panoramas más bellos que se pueden contemplar (a mi juicio, al menos) en la costa del Algarve, con un arco espectacular y una enorme pedrusco en forma de tortuga que me dejó alucinada. Este sitio me encantó, lo confieso. ¡Qué bonito!
![]() ![]() ![]() ![]() Abajo, una cala nudista. Espero no haber captado ninguna imagen indiscreta al hacer las fotos
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Aunque la ruta termina allí, es posible continuar un poco más allá por los senderos, hasta avistar la Praia do Submarino.
![]() Ya de regreso, decidimos volver caminando por la arena de la Praia do Alemao hasta la Praia do Vau y, más allá, hasta la Praia do Careanos, entre enormes rocas de colores blanco y rojo, que mostraban cuevas, túneles y unas grietas enormes que hacen comprender el motivo de las advertencias de los carteles. Ciertamente, la posibilidad de derrumbes y desprendimientos es muy real.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Tras superar una roca espectacular, en la que hice varias fotos, llegamos a la Praia do Amado.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Entonces nos dimos cuenta de que estaba subiendo la marea y, mirando hacia atrás, vimos que los arenales por donde habíamos pasado unos minutos antes estaban cubiertos de agua ya. Así que aceleramos para volver por nuestros pasos y regresar al coche.
La diferencia con las fotos del principio deja claro que la marea subía rápidamente.
![]() ![]() Como resumen, personalmente me encanta este tipo de paisajes, así que la ruta, cortita y sencilla, me resultó muy satisfactoria. Sin embargo, mi marido se estaba empezando a cansar de acantilados y no le llamó tanto la atención; le gustó más el paseo por la playa. Por cierto que, aunque ni loca me hubiese metido a darme un baño, fuimos todo el rato con los pies metidos en el agua, ya que no estaba tan fría como nos habíamos imaginado.
![]() Entre unas cosas y otras, se nos había ido el santo al cielo y eran casi las dos, con lo que se imponía encontrar un sitio para comer ya. Vimos una Churrasquería (Asador) cerca y no lo pensamos. No tenían demasiado surtido, pero se estaba bien en la terraza y no vimos nada mejor cerca. Tomamos unas costillas con salsa de miel, pollo a la parrilla, ensalada, unos helados, agua y cerveza. Nada para enmarcar, pero suficiente para saciar el hambre. Intentaríamos cenar mejor. Tocaba ya poner rumbo a Aljezur. A Portimao, teníamos previsto regresar dos días después.
![]() Etapas 7 a 9, total 13
Cuando terminamos de comer en Portimao, nos pusimos en camino hacia Aljezur, si bien nuestro punto de destino para pernoctar esa noche era Sagres, en la zona más occidental del Algarve, muy cerquita del Cabo de San Vicente. En realidad, desde Portimao a Sagres solamente hay 52 kilómetros si se va directamente por el sur, pero todavía era temprano y nos dirigimos hacia el noroeste para visitar previamente el pueblo de Aljezur, que me habían recomendado en el foro. La primera idea era ver también de paso Monchique y el Miradouro da Foia, pero íbamos algo justos de tiempo y decidí dejar estos dos puntos para el día siguiente, ya que quería visitar la fortaleza de Sagres antes de que cerrasen.
ALJEZUR. Desde Portimao hay 48 kilómetros hasta Aljezur, una pequeña localidad de la Costa Vicentina, que cuenta con algo menos de tres mil habitantes, si bien el municipio del que es capital supera los cinco mil.
Situación de Aljezur en el mapa del Algarve.
![]() El núcleo urbano se asienta sobre las laderas de tres cerros, el principal coronado por la antigua fortaleza, y cuenta con una parte nueva y otra antigua, que es la más interesante a nivel turístico.
Parte antigua
![]() Llegando por la carretera, con el río a nuestra derecha, distinguimos también la zona nueva, en la que destaca a primera vista la Iglesia Matriz de Nuestra Señora del Alba, construida a finales del siglo XVIII como punto inicial de la reubicación de la localidad, que resultó muy dañada por el terremoto de 1755.
Parte nueva.
![]() Tras dejar el coche en un aparcamiento junto al río, vimos unos carteles informativos sobre la pequeña ruta que se puede seguir en el casco antiguo. Igualmente, nos acercamos a ver el río desde el puente, que ofrece una bonita perspectiva con sus casas reflejadas en unas aguas en las que nadaban unos cuantos patos. El río Aljezur surge de la confluencia en este mismo lugar de los ríos de las Cercas y de las Alfambras. El río desemboca en la playa da Moreira y fue navegable hasta el siglo XV, lo que permitió a esta localidad disfrutar de un puerto fluvial que la convirtió en un importante centro comercial en la Edad Media.
![]() ![]() ![]() Cruzamos la carretera, dispuestos a afrontar la inevitable cuesta que nos conduciría hacia el castillo, siguiendo la ruta circular que habíamos leído en el panel informativo.
![]() ![]() ![]() ![]() Como daba igual en un sentido que en otro, fuimos directamente hacia el castillo, pasando también por el Museo Antoniano. Según ganábamos altura, las vistas hacia la sierra y la parte nueva se hacían más amplias y atractivas sobre valles, colinas y vegas, pues buena parte del territorio municipal pertenece al Parque Natural del Suroeste Alentejano y la Costa Vizantina.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Aunque se conocen asentamientos en la zona que se remontan a la Edad del Bronce, Aljezur fue fundada por los árabes en el siglo X, mientras que el castillo fue obra de los almohades, que lo edificaron entre los siglos XII y XIII. Conserva parte de los muros exteriores y dos torres, una circular y otra cuadrada; asimismo, destaca una cisterna almohade y otros lugares de almacenamiento excavados en la roca. Tras la conquista cristiana, el castillo tuvo otras utilidades, como el alojamiento de tropas, hasta que fue abandonado.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Para regresar, tomamos otra calle, completando la ruta circular sugerida, que nos llevó junto a la Iglesia de la Misericordia, que data del siglo XVI, con portada de estilo renacentista, si bien fue reconstruida tras el terremoto de 1755. No entramos porque estaba cerrada. Tras bajar una empinada calle, llegamos hasta un mirador frente al Museo Municipal. De allí, nuevamente al río.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() El municipio de Aljazur también es famoso por sus playas (Amado, Amoreira, Arrifama, Bordeira, Odeceixe…), que no nos dio tiempo a visitar, pero merece la pena detenerse en el pueblo y dar un paseo por la zona antigua, pues cuenta con rinconcitos con mucho encanto.
![]() ![]() ![]() SAGRES. Tras pasar por Pola do Bispo sin detenernos, llegamos hasta Sagres, que nos mostró un aspecto bastante distinto del que yo, al menos, me había forjado en la mente. Y es que no vi un pueblo como tal, sino una conjunción de casitas formando calles que casi parecían de urbanización.
Vila do Bispo.
![]() ![]() Situación de Sagres en el mapa del Algarve.
![]() Buscando nuestro hotel, pasamos por delante de la fachada de la fortaleza que constituye uno de los atractivos turísticos principales del lugar, el otro es el surf, como quedó de manifiesto incluso en la decoración de la coqueta habitación que nos facilitaron en la Casa Azul de Sagres, Hoteles y Apartamentos. El alojamiento con desayuno nos costó 76,50 euros. Lo intenté en la Pousada, pero el precio me pareció demasiado alto para estar solo unas horas.
![]() Sin entretenerme mucho, salí a visitar la fortaleza, ya que no sabía a qué hora cerraban. Por fortuna, tenía horario amplio, hasta las ocho de la noche y, además, el acceso era gratuito. Ignoro si es así habitualmente o era ese día concreto. Nada más empezar a caminar pude notar el tremendo viento que azota en esta zona, totalmente expuesta a las corrientes del Atlántico, algo que ya habíamos observado en un momento dado, unos kilómetros antes de llegar, cuando el paisaje cambió bruscamente y el bosque dejó paso a un entorno desolado, donde apenas crecía la vegetación. Venía con manga corta y allí necesité ponerme un forro polar, que en ningún momento me sobró. De repente, habíamos pasado de veintitantos grados a poco más de quince, algo que hay que tener en cuenta tanto aquí como en Cabo San Vicente.
![]() ![]() De paso hacia la fortaleza pude contemplar el furioso batir de las olas en Praia da Mareta, que estaba casi absolutamente desierta (salvo por mi sombra) lo mismo que la Praia das Poças.
![]() ![]() Sin embarrgo, la más impresionante de todas me pareció la Praia do Tonel, asentada entre acantilados, expuesta a las corrientes y los vientos atlánticos, una de las preferidas por los amantes del surf para practicar su deporte favorito. El viento era terrible y apenas podía sujetar el móvil para hacer fotos, ya que la cámara me la había dejado olvidada en el hotel.
![]() ![]() A continuación, entré en la fortaleza, que se supone está situada sobre lo que fue un promontorio sagrado en los tiempos en que algunos consideraban estos lugares como el fin de la tierra conocida.
![]() El origen de esta fortaleza (Monumento Nacional desde 1910) hay que buscarlo en el siglo XV y surgió como consecuencia de la necesidad que tenían los barcos de encontrar abrigo del viento y el oleaje en sus travesías hacia el Mediterráneo y el noroeste de Europa.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() En 1434 se construyó una casa y hospital de la orden franciscana para atender a los navegantes, y nueve años después, las villas de San Vicente y Sagres, abandonadas y en ruinas por los ataques de los piratas berberiscos, así como su promontorio, fueron donadas por el Regente, don Pedro, duque de Coimbra, a su hermano Enrique, el Navegante, que comenzó una labor de reedificación, que incluía la construcción de una fortificación inexpugnable, protegida por los acantilados por tres de sus cuatro lados.
![]() ![]() Como no voy a entrar en las vicisitudes por las que pasó esta construcción, señalar solamente que cuenta con unas murallas que se levantan sobre un gran patio al que se accede tras pasar un Portón Monumental de estilo neoclásico. Se puede acceder a ellas subiendo un terraplén, donde se encuentran seis baterías y garitas. Desde lo alto, se contemplan unas vistas imponentes de la costa, en la que, a lo lejos, se vislumbra claramente el faro y el Cabo de San Vicente.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Muy cerca, en la plaza interior, está la Iglesia de Santa María de Gracia, cuyo origen se remonta a 1570, si bien tuvo que ser reconstruida tras el terremoto de Lisboa.
![]() ![]() Comienza aquí un sendero empedrado (aunque no todo el camino) que conduce hasta la misma punta de la pequeña península, bastante más allá del faro. El actual se construyó en 1960 y es de pequeñas dimensiones para no perturbar el entorno. No es muy vistoso, quizás porque está un poco lejos del acantilado, cuya línea costera es lo más interesante que hay para contemplar en una pequeña caminata que lleva en torno a una hora y que presenta una forma circular. También se pueden contemplar algunas cuevas o algares; además, existe una especie de laberinto que no sé qué pinta aquí.
![]() ![]() ![]() ![]() A lo largo del recorrido hay paneles informativos y vallas que está prohibido traspasar por la posibilidad cierta de una caída al abismo. En algunos tramos, sin embargo, está abierta y es posible asomarse al vacío, si bien con todo tipo de precauciones porque el viento, literalmente, te arrastra. Es increíble su fuerza. Viendo las fotos, casi más que la fuerza de las olas, recuerdo que me impresionó su tremendo rugido al romper y el sonido ululante del fortísimo viento.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() También merece la pena contemplar la flora que se entrevé entre las rocas y la tierra de los acantilados, con especies tan llamativas como el astrágalo, la margarita de mar, el polio vicentino, el esparto, el puerro, las malvas y el perejil de mar, si bien se aprecian mejor en el entorno del Cabo de San Vicente.
![]() ![]() Tras ver la fortaleza, tenía la intención de reunirme con mi marido para coger el coche e ir al Cabo de San Vicente, que está a unos seis kilómetros de distancia, para ver la puesta de sol, que ya se anunciaba en el horizonte hacia el oeste.
![]() ![]() Pronto descartamos la idea tanto porque ya eran más de las ocho y a la vuelta resultaría imposible encontrar un lugar cenar, pero, sobre todo, porque el viento todavía era más fuerte y frío, y resultaba prácticamente insoportable. Así que decidimos buscar un sitio para cenar. A esa hora no había demasiada oferta (seguramente es distinto para el almuerzo) y decidimos quedarnos en un restaurante que vimos en la misma calle de nuestro hotel, se llama Carlos, y nos sentaron en la terraza, pero en un lugar totalmente protegido del viento, con lo cual estuvimos francamente bien. El restaurante no es barato, pero tiene buena calidad y nos atendieron divinamente. Aparte de los entrantes (no los recuerdo, pero no eran los habituales y estaban ricos), tomamos una sopa de verduras, otra de marisco, un pescado local cuyo nombre no recuerdo, calamares a la plancha y una ración de tarta, además de una botella de vino blanco. Total, 62 euros. ![]() Luego, intentamos dar una vuelta para bajar la cena, pero fue imposible. Aunque nos habíamos rellenado un poco, el viento nos seguía arrastrando. Así que volvimos enseguida a la habitación. Por nuestra experiencia, salvo que se sea muy aficionado al surf, me parece mejor visitar Sagres y el Cabo de San Vicente en una excursión durante el día, en vez de alojarse allí, aunque solo sea para una noche. No es que me arrepienta de haberlo hecho, porque el sitio es descarnado y salvaje, con poco turismo, pero faltaba un poquito de ambiente, y el frío y el viento molestaban mucho
![]() ![]() Etapas 7 a 9, total 13
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