Viaje de ocho días por las ciudades legendarias de la Ruta de la Seda del actual Uzbekistán: Samarcanda, Bujara y Jiva. Además, pasamos un día en la capital, Taskent. Autor:Artemisa23Fecha creación:⭐ Puntos: 5 (22 Votos)
A continuación, fuimos caminando hasta una de las principales atracciones de Samarcanda y, desde luego, la más conocida, que se nos fue mostrando poco a poco.
Plaza Registan.
En Asia Central, a las plazas principales de las ciudades se les solía llamar “Registan”, que significa “lugar de arena”, lo que, según una lúgubre leyenda, se debía a que era el lugar donde se realizaban las ejecuciones públicas, por lo que el suelo se cubría de arena para absorber la sangre. Independientemente de que sea cierto o no, allí se reunía la gente para escuchar las leyes y decretos, que se anunciaban a golpe de trompeta antes de publicarse. Su aspecto actual data del siglo XVII. Dicen que es una de las plazas más bellas del mundo y no seré yo quien lo discuta, ya que me pareció sencillamente fantástica; uno de los esos sitios mágicos que siempre mantienes en el recuerdo. Personalmente, no se me olvidará la impresión que me produjo contemplarla por primera vez.
Hay un par de miradores elevados desde donde se puede vislumbrar todo el espectacular conjunto, sin que lo empañase el toldo y el andamio colocados sobre una pequeña cúpula en restauración. Aunque está muy concurrida, es tan grande que tampoco importa mucho, pues el diminuto tamaño de las personas no hace sino realzar su magnificencia y la de sus tres madrazas, situadas de frente, a la derecha y a la izquierda, que configuran un inmenso espacio rectangular.
Después de quedarnos embobados mirando la plaza desde todas las perspectivas y hacer mil fotos, tocaba bajar a su centro y visitar los edificios. El acceso a la plaza está cerrado por una verja y el recorrido interior es de pago, creo que el precio oficial asciende a 50.000 soms (algo menos de 5 euros).
Madraza de Ulug Beg (1417/1420).
Mandada construir por Ulug Beg, el monarca astrónomo y poeta, nieto de Timur, a su alrededor, erigió una mezquita y diversos caravasares, que dos siglos después fueron sustituidos por las otras dos madrazas que vemos ahora. Además de los colores característicos de Samarcanda, el blanco, el azul y el celeste, el uso de otros tonos sugiere la participación de artistas de otros lugares.
De grandes dimensiones, con portada abierta, está flanqueada por dos salas de lectura corondas por cúpulas y cuatro nichos simétricos en cada una. Las esquinas tienen alminares de planta circular y posee también una pequeña mezquita. Cuenta con dos minaretes, a uno de los cuales se puede subir previo pago. Nos contaron, y creo que es cierto, que no merece mucho la pena porque las vistas no son buenas, ya que el espacio es muy estrecho y apenas se puede sacar la cabeza hacia el exterior. Así que no subí. El portal está adornado con diseños de estrellas de diez puntas que simbolizan el cielo y la astronomía.
Cruzando la puerta, se accede a un patio cuadrado con entradas hacia las estancias de los estudiantes, aproximadamente un centenar, y a las aulas. En el piso de abajo se impartían las clases y conferencias, mientras que el piso de arriba era el destinado a los alojamientos. Este suele ser el patrón general de las madrazas, al menos de casi todas las que veríamos en Uzbekistán.
El interior está cubierto de ladrillos acristalados que forjan adornos muy bellos en las paredes, con ladrillos y azulejos formando dibujos geométricos, estrellas y flores. También tiene una zona de museo bastante interesante, decorado con temas astronómicos y matemáticos en homenaje a su mecenas, como no podía ser menos.
En el patio, hay muchos vendedores que ofrecen objetos de todo tipo, ropa y recuerdos a los turistas. Pero, bueno, tampoco pasa nada. Cada cual tiene que ganarse el sustento como puede y, supongo, que estas gentes pagarán lo suyo por ponerse ahí.
Madraza de Sher-Dor (1619/1636)
La mandó construir el gobernador Yalangtush enfrente de la anterior, como si fuese su reflejo, aunque resultó un poco más alta. Son muy bonitas las dos cúpulas situadas a ambos lados del iwam.
Su nombre significa “adornado con tigres”, en referencia a las dos figuras de felinos que decoran la colorida fachada, sosteniendo al sol naciente en sus espaldas. Sin embargo, no hay unanimidad sobre si se trata de tigres o de leones: que cada cual dé su opinión. Además, aparecen ciervos, cervatillos y rostros humanos en los discos solares, detalles muy interesantes, dado que la representación de personas y animales no es habitual en el arte musulmán.
El patio interior guarda prácticamente la misma disposición que la Madraza de Ulug Beg, aunque sin mezquita. Como en la anterior, también hay tiendas y vendedores dentro. Se restauró a finales del siglo XX.
Madraza Tilya-Kori (1646/1550).
Igualmente construida por el gobernador Yalangtush, parece que, además de madraza, tuvo la función de gran mezquita, dado el estado ruinoso que presentaba la Mezquita de Bibi-Khanun a mediados del siglo XVII. Tenía algún andamio y unos toldos porque se están realizando obras de restauración, pero no estorbaban demasiado.
El patio resulta espectacular y la cúpula, de un precioso color turquesa, se merece contemplarla fijamente, desde varias perspectivas. Se ve mejor desde el exterior, en la entrada de la Madraza Ulug Beg. Una maravilla.
Su nombre alude a los relieves dorados sobre fondo azul que adornan su mirahb. El interior es realmente bonito, con el interior de una cúpula que resplandece, recubierta de mocárabes, nichos y azulejos que forman dibujos, estrellas y caligrafías, todo enmarcado con cenefas de oro. Merece la pena verlo con tranquilidad. Las fotos salen muy chulas.
Tras mucho rato yendo y viniendo de una madraza a otra, entrando y saliendo a los patios y haciendo mil fotos, al abandonar definitivamente el recinto cerrado me fijé en un cartel que anunciaba el espectáculo de luz y sonido que se celebra por las noches en la plaza. Lo había oído comentar y me alegró confirmar que aquella noche podríamos verlo .
Desde la plaza, fuimos caminando a hacer el registro en nuestro hotel, el Asia Samarkanda, situado a unos cinco minutos a pie de Registan, donde nos estaban esperando las maletas, que habían llegado previamente con el autobús. Muy cómodo, con piscina, ascensor y aire acondicionado. Y, claro, había cigüeñas -de mentira- en los jardines, igual que en muchos otros sitios. Ya lo contaré. Al cabo de un rato, fuimos a cenar a un restaurante algo alejado del hotel, donde coincidimos con un numeroso grupo familiar que celebraba un cumpleaños. De ascendencia rusa, estuvieron bailando buena parte de la noche lo que debían ser “hits parade” locales, aunque me recordaron vagamente al reguetón, agradable al principio, pero cuyo soniquete acabó volviéndose insufrible porque, una tras otra, las canciones sonaban todas igual. Para cenar sopa, verduras, carne y un trozo de tarta bastante contundente. No hice fotos de todos los platos. Por cierto, un apunte de nuestro guía uzbeco para evitar problemas gastrointestinales: no beber nada de agua después de tomar fruta en el postre. Mejor, una taza de té, que nos pusieron siempre.
Plaza de Registan de noche. Espectáculo de luz y sonido.
Después de cenar, el autobús nos dejó en la plaza para que pudiésemos ver el espectáculo de luz y sonido y, luego, que cada cual volviese al hotel cuando quisiera, tras hacer lo que le apeteciese.
Con las luces, la plaza se vuelve distinta. Desde los miradores se ve muy bien cómo cambian los edificios según el juego de colores que se proyectaba en sus fachadas. Hubo combinaciones para todos los gustos, unas más afortunadas que otras, pues a mí esas mezclas de colores tan chillones me parecen más propias de una discoteca que de monumentos, pero reconozco que a esas fantásticas fachadas todo les sienta bien, y a veces parecían volverse mágicas, como en los cuentos.
Sin embargo, mi montaje preferido fue el blanco, que hacía relucir las madrazas como si fueran de mármol sin enmascarar los dibujos geométricos de las fachadas. También me gustó mucho otro de tonos crema y verdes. En fin, hay para todos los gustos.
Un espectáculo muy bonito, que se agiganta en semejante escenario. Es gratuito y se repite cada cierto periodo de tiempo –no recuerdo los minutos exactos- a partir del anochecer; ignoro hasta qué hora lo tienen en funcionamiento. Si coincide, no hay que perdérselo. Merece la pena.
Dando una vuelta por los alrededores, llegamos al parque donde está la escultura de Islam Karimov, primer presidente de Uzbekistán. Figura muy controvertida, fue acusado de reprimir duramente a sus opositores, pero se mantuvo en el cargo desde 1991 hasta su fallecimiento en 2016.
Serían como las once de la noche y estaba todo muy animado, pero volvimos directamente al hotel, pasando por delante de la Galería de Arte Chorsu. Llevábamos casi cuarenta horas sin acostarnos y ya tocaba . Al día siguiente, había que madrugar.
Tras desayunar en el hotel, surcamos nuevamente Samarcanda para realizar las visitas de la jornada. Hicimos algunas en el autobús y el resto a pie. Pasamos frente a Shahi-Zinda y las murallas, antes de llegar a nuestra primera parada del día, porque eso es esta ciudad, una amalgama no siempre bien avenida de lo antiguo y lo moderno.
Observatorio de Ulug Beg.
Ulug Beg, cuyo nombre significa “gran príncipe”, construyó en 1419 un observatorio en el que trabajó con destacados científicos de la época, observando la luna, el sol y otros cuerpos celestes. Destruido en 1449, se perdió hasta que el arqueólogo Vladimir Vyatkin lo localizó en 1908 gracias a unos antiguos documentos que detallaban su ubicación exacta.
Solo se ha conservado la base del edificio, que debió medir unos 30 metros de altura, y la parte inferior de un enorme sextante-herramienta astronómico de once metros de largo, que estaba enterrado en una trinchera excavada en una colina para protegerlo de los terremotos. Actualmente, podemos contemplar una réplica. En la parte inferior del complejo hay una gran escultura de Ulug Beg y, tras subir unos escalones se llega a la entrada, que se ha remodelado varias veces, la última en 2012.
También se ha establecido un museo, inaugurado en 1964, donde nos dieron unas explicaciones muy interesantes sobre los trabajos científicos que se desarrollaron allí en la Edad Media. De todas formas, si tuviera que prescindir de algún lugar en Samarkanda, sería este.
Shahi-Zinda.
Caminando, retrocedimos hasta la necrópolis de la colina Afrassiyab, que está coronada por Shai-Zinda (el rey viviente), uno de los mejores complejos arquitectónicos de Asia Central, lugar de enterramiento de la familia real y los nobles.
Se trata de un conjunto de once mausoleos construidos entre los siglos XI y XVI, cuyo centro es la tumba atribuida a Kusam Ibn Abbas, un primo del Profeta, quien, según la leyenda, en el año 640 se trasladó a Samarcanda para difundir el Islam y fue decapitado por infieles mientras rezaba; pero también circulan otras versiones sobre su muerte, incluso, que se convirtió en inmortal tomando el agua de la vida del pozo de Shaaban.
Al cruzar el pórtico de entrada, hay un cartel con instrucciones para la visita, aunque, luego, los controles no son estrictos ni con el vestuario (no se exige velo, pero si llevar las piernas y los hombros cubiertos), ni con la toma de fotografías.
El acceso se realiza por una escalera de 40 peldaños (la escalera de los pecadores). El creyente debe contarlos al subir y al bajar; si el número de escalones no coincide, la peregrinación se considera incompleta. Tres peregrinaciones a este lugar equivalen a una a la Meca, según he leído. Había bastantes peregrinos, pues vi a varias personas arrodillada junto a alguna de las tumbas.
Plano y explicaciones de los mausoleos, aunque lo mejor es asomarse a todos y verlos.
Al final de la escalera, según se sube a mano izquierda, existe un mirador con unas vistas espléndidas de Samarcanda y de la necrópolis. No os lo saltéis. Las fotos no le hacen justicia.
Una calle estrecha y empinada serpentea entre los mausoleos, un conjunto de edificios cuadrados que forman una única composición a ambos lados. Cada uno posee una cúpula y una entrada destacada con un pórtico, donde suele haber una placa informativa (también en inglés). Las fachadas y los interiores están recubiertos de ladrillos, azulejos de mayólica en los tradicionales tonos azules, turquesas y blancos, junto con mosaicos tallados y terracotas. Una auténtica maravilla.
Los hay más o menos lujosos y se pueden visitar todos. Cuentan con diferentes ornamentaciones, algunos azulejos contienen ilustraciones de paisajes, animales y flores en tonos brillantes, azules y amarillos. También me sorprendieron las puertas. Hay mausoleos realmente magníficos, otros, no tanto, pero quizás sea por la manía que solemos tener de compararlo todo.
La estrecha y abigarrada callejuela desemboca en un patio más amplio, también con mausoleos, donde el gentío se dispersa, lo que permite contemplar el panorama con más tranquilidad. La panorámica es magnífica mires hacia donde mires.
¡Madre mía, qué pintas...! Pero sin sombrero me hubiese achicharrado con aquel sol. Aunque era temprano, ya hacía bastante calor.
Más adelante, otro arco conduce al fondo del complejo, donde seguimos disfrutando de este lugar magnífico. Pasado el arco, mirando hacia atrás, las vistas son de escándalo. ¡Qué bonito!
De nuevo, procuré entrar en todos los mausoleos y así ver no solo los extraordinarios exteriores sino también los fantásticos interiores donde asombran las filigranas y los colores de los azulejos.
Sin duda, se trata de una visita imprescindible en Samarcanda, de las que justifican el viaje a Uzbekistán. La única pega, que suele haber mucha gente y puede resultar un poco agobiante en la calle estrecha. No en vano, además de lugar turístico, es sitio de peregrinación. Otra cosa a tener en cuenta son los escalones de acceso, algunos bastante altos. Así que es mejor tomárselo con tranquilidad y si no se ve todo, pues tampoco pasa nada. Seguro que compensa.
Como curiosidad, aquí empezó a llamarme la atención la afición que tienen los uzbecos por las fotos, algo no muy usual entre los musulmanes de otros países. Les encanta hacerse fotos con el móvil; y no suelen tener inconveniente en posar para los extranjeros; en cualquier caso, no van a salir corriendo si ven una cámara apuntando en su dirección. Además, las niñas, las jóvenes y las mujeres nos pedían retratarnos con ellas y se quedaban muy decepcionadas si les decías que no, y no por nada, sino porque no podías pasarte la mañana posando con ellas. Por supuesto, nos lo pedían a nosotras, a los hombres, no. Algo parecido me ocurrió en Jordania.
Después, nos acercamos al parque contiguo para contemplar las vistas de la colina de Afrosiyab, donde se encuentra la necrópolis que contiene tumbas de épocas muy diversas. Algunas cuentan con fotografías de los difuntos.
Gracias @artemisa23 por los consejos.
He mirado para principios de septiembre, los trenes los ponen solo a un mes vista los horarios, y los vuelos internos lo mismo.
Así que planificar con tiempo es difícil.
Desde Barcelona no hay vuelo directo con los uzbecos.
Bueno, he empezado a leer tu diario, para mi viaje de finales de septiembre, para ir sacando cosas poco a poco, muy bien hecho e ilustrado. Muchas gracias.
@yonhey Gracias de nuevo. Espero que te resulte útil y que te vaya muy bien por Uzbekistán. Seguro que te gusta, igual que a @dagolu Ya contaréis qué tal!
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Muchas gracias por la información muy necesaria y tan detallada de tu enlace.
Mi principal miedo es achicharrarme de calor, viendo que tú fuiste a inicios de junio y yo, que estoy mirando para ir la segunda quincena de julio, creo que me está dando un parraque solo de pensarlo...
Buenos días, pues al final ya hemos reservado los vuelos para julio, solo que tengo una duda de donde colocar 1 día "que me sobra". Me hubiera gustado entrar por Urgench y salir por Tashkent, pero me resultaba bastante más barato de esta forma, me hubiera gustado ver Samarcanda al final y no al principio, espero que no sea una decisión muy equivocada:
Domingo: LLegamos a la medianoche a Tashkent desde Estambul / Noche en Tashkent
Lunes: me gustaría tomar el tren por la tarde/noche después de haber visitado algo de Tashkent / Dormir en Samarcanda
Martes: dormir en Samarcanda
Miércoles... Leer más ...
Sólo pasas una noche en Samarcanda? Si es así yo quitaría una de las de Khiva y se la daría a Samarcanda.
Paso 2 noches en Samarcanda, aunque la primera noche llegaré tarde, después del tren desde Tashkent, lo que me dejaría el día siguiente entero para visitar y el siguiente día casi entero para visitar, tomando el tren a Bujará por la tarde/noche. Aún así sumarías 1 día, cierto?
Sólo pasas una noche en Samarcanda? Si es así yo quitaría una de las de Khiva y se la daría a Samarcanda.
Paso 2 noches en Samarcanda, aunque la primera noche llegaré tarde, después del tren desde Tashkent, lo que me dejaría el día siguiente entero para visitar y el siguiente día casi entero para visitar, tomando el tren a Bujará por la tarde/noche. Aún así sumarías 1 día, cierto?
Yo recomiendo 2 días en Samarcanda, si son casi 2 completos también vale.