![]() ![]() Corea del Sur: Del K-Pop a las montañas de Jeju. ✏️ Blogs de Corea Sur
Dos semanas incluyendo la isla de Jeju, Seul, Jeonju, Gyeongju, Yangdong y Hahoe.Autor: Daniorte Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (15 Votos) Índice del Diario: Corea del Sur: Del K-Pop a las montañas de Jeju.
01: Preparación
02: Día 1: Seul I
03: Dia 2: Seul II
04: Día 3: Jeju Oeste
05: Día 4: Jeju. Monte Hallasan.
06: Día 5: Jeju Este
07: Día 6: Jeju Sur
08: Día 7: Suwon y Jeonju
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Etapas 4 a 6, total 15
Hoy volamos hacia Jeju, conocido como el Hawái de Asia. Es un destino tan popular en verano que la ruta aérea Seúl-Jeju es considerada la más transitada del mundo, con casi 14 millones de pasajeros al año. Vamos en la primera semana de diciembre y entre semana, así que espero que la marabunta de gente se mitigue un poco. Volamos con Jeju Air por unos 50€ ida y vuelta, compañía que 20 días después de volar nosotros pasará a la historia por el trágico accidente de avión.
El avión lo tenemos a las 9:00, por lo que hemos salido del alojamiento a las 6:30 y hemos llegado cómodamente al aeropuerto de Gimpo. El metro va de lujo, y la app de Naver clava los tiempos casi perfectos. Para Jeju hemos salido con unos minutos de retraso, mientras todo el personal de pista nos despedía con saludos y genuflexiones. Es genial la educación coreana. Hemos aterrizado a las 10:15 junto a un avión tematizado de Pokémon. En Jeju la temperatura se siente algo menos fría, pero sigue haciendo un frío importante. Desde el avión se ha dejado ver el pico más alto de Corea, el monte Hallasan, que con suerte subiremos mañana. La primera impresión que te llevas desde el aire es que es una isla con ciudades enormes; la propia ciudad de Jeju parece inmensa, llena de rascacielos. Viendo series coreanas ambientadas en Jeju, uno casi espera que sea una isla rural, pero para nada. La mejor serie para ver antes de venir a Jeju sin duda es "Nuestro horizonte azul" y el par de capitulos de la abogada Woo que están ambientados en Jeju. Al salir del avión, el proceso de recoger el coche de alquiler ha sido fácil. Básicamente te llevan como ganado en un transfer hasta una oficina, y de ahí sigues una línea hasta tu coche. Antes de las 11:00 ya estábamos montados en nuestro KIA. Como aquí comen temprano y llevábamos un hambre importante, hemos ido directos a comer. La conducción es la pesadilla de cualquier ansias. Hay radares, sin exagerar, cada 500 metros es literalemente imposible ir a mas de 60, el colmo es que cuando es zona escolar la velocidad es a 30 con su correspondiente radar, y toda la isla parece que sea zona escolar. Desesperante. Los semaforos encima duran una eternidad y por supuesto tienen su camara para controlar si te los saltas, lo gracioso es que se ven cochazos pero no entiendo el fuste del cochazo si nunca lo vas a poner a mas de 60. Pisando huevos hemos llegado a un restaurante que había fichado de barbacoa coreana de cerdo negro, la especialidad de Jeju. El restaurante, a la orilla del mar, está de diez: fotos con famosos en las paredes y la camarera cocinándonos la carne como si fuéramos críos. Todo buenísimo y tampoco muy caro, unos 20 € por cabeza comiendo de lujo al lado del mar y con chef. Ya comidos, hemos ido recorriendo la parte oeste de la isla hasta Seogwipo. La primera parada ha sido en la playa de Hyeopjae. Es bastante bonita, con esculturas de las famosas buceadoras haenyeo y vistas a una isla cercana. Los coreanos son tan exagerados que en invierno cubren la playa con una especie de malla para que no se vuele la arena, pero dejan libre la zona de mareas. Qué animales. La playa tiene un paseo por zonas de acantilados y palmeras, pasando por estatuas típicas de Jeju que representan a los dolhareubang, los abuelitos felices, símbolos de suerte y fertilidad. La isla está llena de estas figuritas. De la playa hemos parado en una ruta muy bonita que han adaptado a una zona llena de cactus que te lleva hasta un templete. Después hemos hecho otra ruta por un parque eólico marino y un puente sobre el mar que los atraviesa. Los molinos eólicos son otro símbolo de Jeju, especialmente en el norte y oeste de la isla. Otra cosa típica son las mandarinas, algo que queda claro cuando hemos visto a varios coreanos con su gorrito de mandarina. Por la carretera hay puestos de mandarinas por todas partes, y muchos campos con la mandarina por recoger en plena época. No sabía que eran tan típicas de Jeju. Las mandarinas, los molinos, las buceadoras, los abuelitos y los abulones y el cerdo negro. Saben bien como explotar los símbolos de la isla. La ruta por la costa peste ha continuado entre acantilados, pasando un par de templos bonitos por una carreterilla rural hasta llegar a una bahía donde es típico ver delfines. Hemos echado un rato, pero ni delfines ni delfinas, aunque frío el que quieras. Al anochecer, hemos puesto rumbo a Seogwipo. Literalmente, es una ciudad; quizá no tan grande como Jeju, pero muy desarrollada. Nos quedamos en un alojamiento con vistas geniales a la bahía y al famoso puente Saeyeongyo, que aparece en Extraordinaria abogada Woo. El "Hotel Yeon" ha sido un acierto total, muy recomendable. Una vez acomodados, hemos bajado a la zona del puente y nos hemos metido en un restaurante para pedir los platos típicos de aquí: gachas de abulón y cerdo picante con mil acompañamientos. Todo tremendo. La comida coreana, de momento, de diez, aunque también lo estoy notando por las mañanas: lo que entra picando, sale quemando. Después de cenar, nos hemos paseado por el puente y a dormir. Mañana la previsión del tiempo es buena, así que subiremos el monte Hallasan. Según internet, mucha gente empieza a subir de noche y los aparcamientos se llenan. Tampoco vamos a ser unos ansias, pero madrugaremos para empezar a andar una hora antes del amanecer, a las 6:30. Supongo que eso de quedarse sin plazas de aparcamiento pasa en pleno verano o fines de semana. Eso espero. Etapas 4 a 6, total 15
Hoy es el día gordo en Jeju: la subida al monte Hallasan, el techo de Corea del Sur. Puedo parecer que soy un exagerado por levantarnos a las 5:15, pero aquí la gente con el tema del monte no tontea, y el aparcamiento solo tiene capacidad para 100 plazas... y hay reserva para 700 personas entre las 5 y las 8 de la mañana.
Dejo aquí el TRACK DE LA RUTA donde detallo más la parte organizativa. Nos hemos despertado con el WhatsApp lleno de mensajes de gente de España sobre un supuesto golpe de estado que se ha producido esta madrugada. Tiene narices que aquí en Corea te manden alertas al móvil porque hace frío y las carreteras pueden estar heladas, pero por el golpe de estado, si no llega a ser por España, ni nos enteramos. Tras comprobar que en la misma noche se ha liado y se ha resuelto, nos hemos arreglado para subir el monte con nieve y frío, y hemos puesto rumbo al aparcamiento del Seongpanak. Hemos llegado a las 6:15 y ya estaba más de la mitad lleno, y eso que es miércoles. Dicen que el fin de semana es de locos. El problema es que si pillas el parking lleno no te queda otra que irte a la Universidad de Jeju, a 30 minutos de distancia, aparcar y esperar un bus. Además tampoco puedes marear mucho porque para subir a la cima tienes que estar en el último refugio a las 11:30, de no ser asi no te permiten subir. Esto implica empezar a andar como muy tarde a las 8 a buen ritmo. Con un frío importante, nos hemos preparado y hemos echado a andar con la penumbra del amanecer, siguiendo a un grupo de coreanos que parece que van a subir el Everest. Esta gente, cuando hacen trekking en Europa, deben alucinar. Si para una ruta que está mega preparada, llena de escaleras y tablados, van así de equipados, Qué llevan a los Alpes? La ruta es súper popular y se nota, porque constantemente ves gente. Son 10 kilómetros de subida, bastante progresiva, con unos 1.200 metros de desnivel. El 80% del recorrido transcurre por bosque, y constantemente se anda sobre nieve. El paisaje es muy bonito y, aunque el acondicionamiento tan salvaje de la ruta le quita algo de naturalidad, está súper bien conservada. Viendo la presión turística que soporta, con más de 1.000 personas al día, hasta me parece un acierto que la hayan acondicionado a este nivel con el fin de preservar el entorno. En latino america e incluso en España, rutas así son un drama de la erosión que sufren y las múltiples sendas que se crean alternativas arrasando con todo. Aquí todo por su caminito y ni fumar se puede. Mis respetos. En la subida se va pasando por pequeños refugios donde los coreanos se juntan para cocinarse fideos y estirar en grupos sincronizados, para conseguir conquistar el Everest. Van todos con minicrampones, y si bien es cierto que facilitarían el andar, tampoco son necesarios. Exceptuando un grupillo de franceses, somos los únicos occidentales que nos hemos cruzado. Es una maravilla cuando te saludan con sus añoaseó y te dicen un consomidá cuando les dejas pasar. Que idioma tan dulce y bonito. Los últimos dos kilómetros se sale del bosque para avanzar por la loma. Detrás quedan unas vistas preciosas de la isla de Jeju, y delante la cima de la montaña, que tiene forma de cráter. En esta parte el viento ha comenzao a apretar y el frio se ha hecho más que notar, aun así hemos pillado un día espectacular para subir. La nieve está bastante suelta y, afortunadamente, no hay mucho hielo, por lo que poco a poco hemos conseguido llegar. La cima es bastante bonita: un cráter con un lago helado, todo cubierto de nieve. Hay un árbol conmemorativo y una especie de piedra con letras coreanas que debe ser como los vértices geodésicos en España. Aquí le dan un simbolismo tremendo, porque se ha formado una cola de fácil 50 personas para hacerse la foto. Después de comer algo en la cima y hacer las fotos de rigor, el frío no nos ha dejado quedarnos más tiempo, así que hemos bajado esta vez por la ruta que llaman Gwaneumsa. Esta ruta tiene 1.300 metros de desnivel negativo en 9 kilómetros, y las vistas son infinitamente más bonitas que en la subida. Se baja hacia un valle con un anfiteatro montañoso a la izquierda con el Hallasan arriba imponente todo nevadisimo. De hacer esta senda de subida psicológicamente debe ser mucho mas dura al ver el monte así. Es perfecta para bajar porque la nieve te deja deslizarte, y la primera parte se hace bastante entretenida. Más abajo, la nieve ha dado paso a hielo, y ahí ya no ha sido tan divertido. Los últimos 4 kilómetros han pesado como una losa porque, quieras que no, el tute de hoy se resiente en las rodillas. Aun así, hemos conseguido llegar al parking de Gwaneumsa pasadas las 14:00, despidiéndonos un pajaro carpintero justo antes de dejar la senda. Hemos tenido condiciones ideales: sol, viento justo, nada de marabunta y la nieve perfecta para darle el toque invernal sin que fuera un sufrimiento. A pedir de boca. Finalizada la ruta, nos hemos hecho un lío importante para pedir un taxi de vuelta a nuestro coche. Un paisano nos ha orientado, y al final hemos conseguido pillar uno. En el coche íbamos los dos con las orejas y la cara ardiendo del frío que hemos pasado. Ya en el coche nos hemos acercado al templo budista de Gwaneumsa, que también sale en la abogada Woo. El templo es precioso, de los que más nos ha gustado en el viaje: su estanque, su buda gigante, su pasillo lleno de budas, su anfiteatro de budas y los templos con un nivel de detalle por dentro increíble. Lo hacen bonito hasta decir basta. Prácticamente no había nadie. Solo un par de feligreses que nos seguían por los templos haciendo sus rezos, arrodillándose, y una paz absoluta. Me ha encantado el templo. Es un rollo totalmente distinto al budismo en India o Nepal. Tras el templo, hemos vuelto justo para tomarnos una cerveza en la terraza de nuestro hotel mientras atardecía. Después, nos hemos pegado una ducha para entrar en calor y hemos ido a un restaurante que había leído que es famoso por poner cerdo negro cocido. El restaurante es mega local, ni carta en inglés ni imagenes orientativas. Nos han colocado entre unos coreanos borrachos y unas chicas coreanas, silla con silla. Para pedir, le hemos indicado a la camarera que queríamos lo mismo que la mesa de las chicas de al lado. A todo lo que nos preguntaban en coreano, yo decía "sí" y que sea lo que Dios quiera, hemos venido a jugar, total el google traductor te traduce locuras que nadan tiene que ver. La mujer me decía que hablaba inglés, pero no le entendía un carajo a lo que me decía. Nos ha traído un trozo de cerdo negro cocido de más de medio kilo con sus acompañamientos: ajo, kimchi, soja, tofu, salsa picante, cebolletas, queso raro... La mujer nos ha ido cortando los trozos y enseñándonos cómo comerlo. Aquello parecía un examen de cómo usar los palillos, y me he puesto tan nervioso que al principio no daba una. Belén ha suspendido por usar la cuchara, mientras la mujer le decía "OK" con la mano y una sonrisa eterna tras la mascarilla. Al final nos ha enseñado a hacer "tacos" de cerdo con hojas de lechuga y nos ha dejado que nos apañemos solos, acompañados de soju y cerveza Cass. Buenísimo. Cenados, nos hemos paseado por el mercado de Seogwipo. El mercado está bastante bien, y el protagonista absoluto es la mandarina. Todo es de mandarinas, y los puestos de comida callejera los hemos fichado para mañana. Un paseo por el mercado probando dulces de mandarina envueltos en pastel de arroz, foto en el fotomatón ambientado de rigor, y para casa a descansar, escribir un rato el diario y morir. Hoy, ha sido un día duro sobre todo por el frio y el sol. Aunque hiciera -10 grados el sol cayendo constante se hace duro y te pela los labios en un momento. Al menos el alojamiento la cama es de reyes y mal se tiene que dar para que durmamos mal. Etapas 4 a 6, total 15
Hoy por fin hemos podido dormir más de 8 horas. Teniamos pensado madrugar para visitar la isla de Udo, pero después de ayer, meternos un mega madrugón para ver una isla en bici con el frío que hace puede que no sea la mejor idea.
En el alojamiento, a las 8, te dejan en la puerta una cestita de picnic con el desayuno: unos cereales, mandarinas, leche, huevos y unos pastelitos. Aunque hace frío en la terraza, abrigaditos nos hemos tomado el desayuno especial. Así se empieza de otra manera el día. Llevamos las piernas que andando parecemos Chiquito. Hoy la idea es recorrer la parte este de la isla, parando en puntos de interés andando lo justito. La primera parada ha sido a la cascada más famosa de Jeju, la de Jeongbang. Una cascada que recuerda a las de Islandia por las paredes basálticas y que cae directa al mar. Había leído que esta cascada se llena de gente, pero nosotros, cuando han abierto, a las 9, estábamos solos. Es bastante bonita y con el sol que caía formaba su correspondiente arcoíris. La zona de la cascada tiene un sendero hasta otra mini cascada y a un jardín con su lago y templete. Lo tienen todo cuidadísimo y la entrada es escaso un euro. Lo curioso es que la cascada se encuentra en la misma ciudad. Viendo la cascada nos ha salido el sol y hasta hemos pasado calor, pero esto nos ha durado poco. En cuanto nos hemos metido hacia el interior de la isla, se ha metido una nube fea y viento. Menos mal que hicimos el trekking ayer porque hoy tiene peor pinta. De la cascada hemos ido a un bosque que llaman Saryeoni Forest. Es un sitio sacado de cuento. Un bosque enorme lleno de cedros coreanos altísimos. Está lleno de senderos para recorrerlo, e incluso rutas de trekking largas. Hemos ido recorriendo los senderos cortos que hay cerca de la entrada y está sacado de cuento. Esto lo pillas con un poco de nieve y debe ser ya idílico. Según sale el sol, va filtrando los rayos, que junto a la corteza rojiza de los cedros, parece que cambien de color. Muy bonito. Nuevamente lo tienen todo perfecto, hasta por megafonía te anuncian que lleves cuidado con un tipo de planta venenosa. Hay camino adaptado a silla de ruedas, teatros naturales integrados en el bosque... y gratis. Les ha faltado ponernos calefacción. Es un punto bastante turístico, pero hay tantas sendas que llegas a caminar solo. Del bosque nos hemos acercado a una especie de reserva natural privada que se llama Sangumburi. Se pagan como 5 euros por entrar y se visita un campo enorme de una especie de gramínea con forma de plumero, donde se supone que se han grabado varias películas o series. Ponen escenas de las películas, pero ni idea de cuáles son. Del campo de plumeros se sube al cráter de un cono volcánico y a una zona de túmulos donde la estatua de un ciervo preside imponente. Por sitios así de cuidados no escuece pagar; es un paseo muy agradable donde he salido yo más loco tirando fotos a los plumeros que los propios coreanos. De los plumeros hemos ido al famoso pico del amanecer o Seongsan Ilchulbong. Es una especie de montaña en forma de mesa, parecida a la Table Mountain de Ciudad del Cabo, pero en pequeñito. En esta zona es donde se suelen ver las buceadoras mujeres, llamadas Haenyeo. Son famosas en la isla de Jeju y se dedican a bucear en apnea con gafas de tortuga y un gancho para sacar abulones, caracolas, algas, pulpos... lo que pillen. Los abulones son lo que en España llamamos orejas de mar. Este trabajo se ve que antiguamente lo hacían los hombres. Con la guerra, la escasez de hombres hizo que tomaran el relevo las mujeres y desde entonces son solo las mujeres las que se dedican a ello. Actualmente es una profesión en extinción. La edad media de las buzas que se dedican a esto está por encima de los 60 años. Lo difícil del trabajo, lo peligroso y lo poco que ganan hace que la gente joven ni se lo plantee. A eso le sumas la cría en granjas marinas de los abulones y hace que vayan a quedar como una curiosidad cultural enfocada al turismo. Aún siguen existiendo, pero muy pocas. La mejor serie coreana para ver el mundo de estas mujeres es la de Nuestro horizonte azul, una serie muy bonita ambientada en Jeju y que parte de la serie está centrada en estas buceadoras. Ahora, en diciembre, con el frío que hace, es difícil verlas, pero hay un punto en el que tienen montado un restaurante a orillas de un acantilado y hacen una exhibición de pesca. Yo me creía que iba a ser una turistada de las buenas, pero no. El restaurante es muy auténtico, lo llevan un grupo de mujeres Haenyeo sexagenarias. Cero lujos y con tres platos: gachas de abulones, ramen de abulones y caracolas, y abulones y caracolas crudos. Vistas perfectas. Hemos llegado a las 13:00 y las buzas se meten al agua a las 14:00, así que nos hemos sentado en la terracita y nos hemos pedido unas gachas de abulones y un ramen de abulones y caracolas. La verdad, cuesta comérselo, ya que en el ramen te ponen la caracola y el abulón tal cual. Belén no se ha animado, pero yo he venido a jugar y he sacado ambos de sus respectivos caparazones, los he cortado con la tijerita que te dan y para dentro. Al final, el ramen es tan picante que solo notas la textura gomosa y un regusto a mar de fondo. Belén, que se ha decidido por las gachas de abulones, ha salido perdiendo porque, a diferencia de las del otro día, estas eran potentes y sabían a mar, pero bien. Al final me he comido yo el ramen y las gachas, porque Belén se ha rendido. Después de comer, cuatro mujeres mayores se han enfundado en sus neoprenos, han cogido los aparejos y, tras hacer una especie de bailecillo, que imagino tendrá su significado antropológico, se han puesto los plomos y para el agua. Han estado como 20 minutos buceando y una de ellas hasta ha sacado un pulpo. La mujer lo ha celebrado, y es que si hacen eso todos los días no creo que sea frecuente sacar nada. Deben tener la zona esquilmada. Ha estado curioso. Tampoco había mucha gente, pero imagino que en verano, en época alta, esto con muchagente puede ya ser turistada oficial. De las buzas hemos ido al centro del pueblo para pillar un café y nos hemos topado con otro fotomatón dedicado exclusivamente a mandarinas, así que la foto del día, hecha. De ahí hemos tirado a la playa que está al lado, que se llama Gwangchigi. Con las vistas del pico del amanecer, la playa tiene un parecido tremendo a Ciudad del Cabo. De la playa nos hemos acercado ya al último punto del día, un tramo costero que se recorre andando que llaman Seopjikoji. Lo bonito son las vistas de los acantilados, un edificio con forma curiosa que sirve de galería de arte, el faro y una iglesia que se ve que transformaron en casa de chocolate y ahora se encuentra abandonada. Una paranoia increíble. Junto a las coreanas haciéndose fotos uno no sabe ya a dónde mirar. Lo de las poses es brutal, hasta las niñas pequeñas de 6 añitos hacen las mismas poses. Es ya cultura: corazón con los dedos, ambas manos en los lados de la cara, los dedos en victoria en los ojos... Una coreana posando se ha marcado un combo en un minuto brutal. Son otro nivel. Imagino que cuando has alcanzado el culmen de la civilización te puedes dedicar a hacer cultural el posado. Ya anocheciendo hemos vuelto a Seogwipo. Hoy, para cenar, hemos ido al mercado a comprar comida de los puestos. A ver... Vale que es más barato que un restaurante, pero no es lo mismo y tampoco es mucho más barato. Hemos pillado una especie de gimbap frito, sushi de cerdo negro, unos panes con cosas y un cerdo especiado, junto a una cerveza de mandarina de Jeju. La mitad de las cosas picaban modo infierno y la otra mitad picaban normal. Después de comer hemos ido por las tiendecitas a comprar gilipolleces varias y para el hotel. Volviendo, nos hemos topado con la típica sala de recreativos que uno siempre ve en las series. Súper barata la partida, 1000 wones, que al cambio son unos 70 céntimos. Hemos jugado a la máquina esa de bailes que es imposible y a una de tiros. El recreativo tenía el Tekken, el Bubble Bobble y otros míticos. Tras hacer el tonto media hora, y el ridículo en la máquina del baile, para la casa. Mañana, último día en Jeju. Etapas 4 a 6, total 15
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