Corea está bien lejos. Madrid-Pekín casi 11 horas, y de Pekín a Seúl un par. Hemos tratado de dormir en el avión porque viajando hacia el este perdemos una noche, y se puede hacer duro.
La llegada a Corea ha sido la constatación de que esta gente nos lleva un siglo de evolución. Ha salido todo fluido, fácil, intuitivo y sin problemas. La frontera, rápida, y nada más salir hemos sacado dinero y la tarjeta de datos, con la que nos han regalado dos tarjetas de transporte. De ahí, al metro y hacia el centro de Seúl. Rapidísimo.
El metro de Seúl es como cualquier otro, pero aquí funcionas con la app de Naver, que te dice qué tienes que coger como si fueras un crío pequeño. El aeropuerto está lejos, y hemos tardado como una hora en llegar. Finalmente, a las 13:00 estábamos en el alojamiento. El momento de salir del metro, rodeados de rascacielos, con restos de nieve en el suelo y un frío importante, con la Torre de Seúl al fondo, nos ha quitado el cansancio de golpe.
Hemos pillado una habitación en Myeongdong (Daeyoung Hotel). Tras dejar las cosas, hemos vuelto al metro para dirigirnos al barrio de Gangnam. El primer día del viaje siempre tiene un toque surrealista; parece que hace nada estábamos en Murcia y ahora estamos saliendo por la parada de metro del mítico barrio que dio nombre a la canción de K-pop más conocida del mundo.
El barrio de Gangnam es el más adinerado de Seúl. Nos hemos bajado para ver un parque con unas tumbas de la dinastía Joseon. El parque estaba cerrado por la nevada de hace tres días, así que hemos seguido andando hasta el famoso centro comercial COEX. El centro comercial es famoso por la librería que tiene. La librería es bonita hasta decir basta. Es un vestíbulo enorme, con las paredes llenas de libros, en el medio un gran árbol de Navidad y todo lleno de luces. Hay gente leyendo por todas partes, pero sobre todo gente loca sacándose fotos. Esto es como estar en una serie coreana total. Es genial ver a la gente posar: es que son igual que las cantantes de K-pop, no se dejan ni una postura sin hacer: dedos en V, corazón con los dedos, corazón con las manos, corazón con los brazos, el OK, el corazón en pareja, dedos en V en la cara, en los ojos... Hasta los niños pequeños! Corea ha conseguido que lo "cute" o "mono" en español sea algo puramente cultural, como el flamenco en España. Aquí está en todas partes. Todo está hecho para que sea extremadamente bonito. La verdad es que está gracioso.
De la librería hemos salido a la avenida donde está el monumento a Gangnam Style: unas manos gigantes con la canción sonando y la gente haciendo cola para hacerse la foto. Junto al fondo de rascacielos y los paneles publicitarios, la escena es total. La avenida te lleva al monasterio budista de Bongeunsa.
El templo es como un oasis de tranquilidad en medio de una avenida llenísima de coches. Aún queda algo de nieve en los tejados y, con el atardecer, la visita se hace bien bonita. El cansancio pesa un poco, pero es todo tan nuevo que es llevadero. El templo, a diferencia de los budistas de Nepal o India, es muy colorido. La gente pasa por todo lo que se considera sagrado y hace una genuflexión con las manos juntas. Luego cogen ofrendas en forma de incienso y velas y las van colocando en unos altares que hay repartidos dentro de las pagodas. Los monjes cantan, y los feligreses se van arrodillando y levantando de forma repetida. En el complejo hay un Buda enorme rodeado de cientos de mini estatuas de Buda, y más gente congregándose para arrodillarse y levantarse. La verdad, no sé cómo funciona el budismo, pero no es lo mismo que he visto en India o Nepal.
Ya de noche, hemos andado por la calle más adinerada de Seúl, la K-Star Road. Aquí la cantidad de dinero que hay es un sinsentido. Las marcas más pijas del mundo tienen cada una su edificio propio; delante de los mismos paran Ferraris, Lamborghinis y demás coches del estilo, de los que se bajan los coreanos para entrar a las tiendas como reyes. Los edificios, a cada cual más bonito, siendo el de Dior el que gana de lejos. La calle, además, tiene una especie de monigotes que representan a cada grupo de K-pop famoso.
De tienda en tienda hemos llegado a la zona de tiendas y bares de Gangnam. Aquí hemos descubierto dos de las cosas más populares de Seúl: las tiendas de cosméticos y los fotomatones. Las tiendas de cosméticos son la locura de Belén, mi pareja, y los fotomatones, las risas. Hay en una sola calle los que quieras. Son como locales que funcionan autónomamente: entras y tienes para maquillarte, peinarte, plancharte el pelo, etc., además de accesorios. Una vez te apañas, eliges los accesorios y, por unos 3 euros, te sacas las fotos como si fuera el photocall de una boda.
Después de marear por varios fotomatones, hemos ido a cenar. Nos hemos estrenado con un coreano rollo barbacoa famoso, "Hamniok", donde te sirven una especie de carne hecha con soplete. Nos ha costado caro, pero la comida ha estado espectacular, con show de fuego incluido. Además, entre las cervezas y una especie de licor de arroz blanco, makgeolli, hemos salido bonicos.
Ya cenados, hemos vuelto rodando a Myeongdong. El ambiente por la noche es chulísimo. Todo lleno de tiendas de cosas que ni sabes lo que son. Hay muchas tiendas que son rollo Ale-Hop, pero de sus cosas: tiendas de cosméticos, ópticas, tiendas de K-pop, fotomatones, puestos de comida callejera y, sobre todo, carteles luminosos por todas partes. Una cosa que ha hecho Corea es que muchas marcas han creado sus propios personajes "monos" tipo Hello Kitty, y los ves por todas partes. No dejan de ser publicidad que te entra sí o sí. Además, les sumas que van acompañados de idols del K-pop, y todo parece sacado de la serie coreana más pastelosa que hay.
El paseo nocturno por Myeongdong es muy chulo. Se nos han hecho, con la tontería, las 22:00, y vamos ya reventados, así que punto final al día de hoy. Con la pateada y el jet lag, terminamos pareciendo que tenemos fiebre.