Era primero de mayo y después de los conflictos habidos en marzo tras la detención del alcalde de Estambul, se presumía una jornada calentita en cuanto a manifestaciones, sobre todo estudiantiles. Ese día lo teníamos completo con excursiones incluidas en nuestro programa, así que no nos preocupamos demasiado. El problema fue llegar al centro, ya que las carreteras estaban cortadas y no funcionaban ni el metro, ni los tranvías, ni los autobuses públicos para desanimar a los posibles manifestantes. Se hacía raro ver tan poco tráfico.
Hacía fresquito y estaba muy nublado, pero de momento no llovía. Por el camino, vimos con bastante detalle algunas zonas de las antiguas murallas de diferentes épocas que aún rodean ciertas zonas de Estambul, aunque su estado de conservación es diverso.
Según nos acercábamos al centro, los controles se volvieron tan exhaustivos que nos costó casi una hora llegar a nuestra primera visita del día. Al final, tuvimos que apearnos a cierta distancia, pues la policía no nos permitió pasar de un punto dado. Una vez en la zona turística, no tuvimos más problemas ni tampoco fuimos conscientes de los disturbios que se produjeron en el barrio de Taksim. De lo que no nos libramos fue de la muchedumbre que abarrotaba Estambul. Al reservar el viaje no nos percatamos de que nuestra estancia allí iba a coincidir con el puente del 1 de mayo, fiesta internacional. Media Europa estaba de vacaciones y por lo menos un cuarto, en Estambul.
Como son muchos lugares, con horarios y precios diferentes que cambian muy a menudo, en vez de ir poniendo citas que pueden no ser exactas, prefiero dejar el enlace de la Oficina de Turismo de Estambul. Seguro que resulta más útil. Está en español.
El que fue centro del poder bizantino y otomano sigue siendo la referencia fundamental en Estambul, pues en torno a ella se encuentran los edificios más destacados de la ciudad para los visitantes, los considerados “imprescindibles” en un primer viaje. Así, frente a frente, con un jardín en medio, están la Mezquita Azul y Santa Sofía. Además, el Hipódromo, la Tumba del Sultán Ahmet I, la Cisterna de la Basílica y varios museos. En esta ocasión, haré el relato manteniendo el orden en que visitamos cada sitio.
Mezquita Azul.
La entrada es gratuita, como en el resto de mezquitas excepto Santa Sofía y San Salvador de Cora. La denominación de Mezquita Azul es meramente turística y se refiere al color de los azulejos de Izmik que decoran su interior, pues su nombre real es Mezquita del Sultán Ahmet I, quien ordenó construirla entre 1609 y 1616. Según se cuenta, su grandiosidad produjo una gran controversia, ya que los seis alminares proyectados se consideraban un sacrilegio al rivalizar con La Meca. Su inmensa cúpula, de 23 metros de diámetro y 43 metros de altura, se eleva mediante un sistema de semicúpulas, arcos y pechinas.
Aunque había bastante gente, apenas esperamos tres minutos en la cola. Se notaba que era temprano. Pasamos más tarde por allí y aquello era una auténtica romería. Tras descalzarnos y ponernos el pañuelo en la cabeza, pasamos al interior por una puerta distinta de la que se sale: ojo, hay que asegurarse de haberlo visto todo antes de irse, pues no permiten volver a entrar por la salida y habría que repetir todo el proceso.
Pese a la multitud congregada, el interior impresiona al verlo. La decoración se realizó sin escatimar gastos con azulejos azules y verdes de Iznik en su época de mayor esplendor. Afortunadamente, hay un cordón que limita el paso, con lo cual se pueden tomar fotografías del fondo de la Sala de Oración sin personas en medio, aunque no te libras de algún que otro empujón por parte de los fanáticos de los selfies.
Alrededor, hay múltiples lugares en los que fijarse: los gruesos pilares que sustentan el peso de la mezquita, el interior de las cúpulas y semicúpulas pintado con fantásticos diseños de ondulantes arabescos, los dibujos ornamentales que presentan figuras de rosas, claveles y tulipanes, el almimbar del siglo XVII tallado en mármol, el palco que acogía al sultán y a su séquito durante los servicios, las ventanas que permiten la entrada de la luz y que llegaron originalmente a ser más de 250…
A continuación, salí al patio inferior, del mismo tamaño de la Sala de Oración, y en cuyo centro se halla una fuente de abluciones hexagonal que actualmente solo tiene una función decorativa, ya que los fieles utilizan las fuentes exteriores para lavarse.
Desde el patio se contempla una preciosa panorámica de las cúpulas y semicúpulas, que forman una especie de cascada flanqueada por los hermosos minaretes. Pero, como suele ocurrir, no todo resultó fetén, pues mis intentos para sortear a la multitud fueron inútiles y, además, uno de los minaretes estaba cubierto por un andamio para su restauración.
Hipódromo.
En el siglo III d.C., el Emperador Séptimo Severo mandó construir un estadio que llegó a tener una capacidad de cien mil espectadores al ser ampliado posteriormente por el emperador Constantino. Hoy en día es un jardín público llamado At Meydani o Plaza de los Caballos, y la calzada que lo rodea coincide con el antiguo circuito que seguían las carreras de carros.
De los ornamentos originales, solo perviven unos pocos elementos, siendo el más destacado el obelisco egipcio, del año 1500 a.C., trasladado desde Luxor tras ser adquirido por el emperador Constantino. Se alza sobre una base de piedra del siglo IV, cuyas cuatro caras están talladas con escenas del emperador en el estadio y con su familia.
Además, la Columna Serpentina, del 479 a.C., traída desde Delfos, de la que solo se conserva una cabeza de serpiente en el Museo Arqueológico, ya que las demás fueron arrancadas a golpes por un noble polaco borracho; y la Columna de Bronce, otro obelisco egipcio de antigüedad desconocida, restaurado en el siglo X por el emperador Constantino Porfirogénito, pero que hoy en día se encuentra en mal estado de conservación.
En las inmediaciones, cerca de otros restos arqueológicos y frente a la Tumba del Sultán Ahmet, está la Fuente Alemana (Alman Cesmesi), cubierta por una cúpula con un bonito interior que conmemora la visita del káiser Guillermo II a Estambul en 1898.
Después nos dirigimos hacia el Bazar de las Especias, dejando atrás el Museo de Alfombras, el Museo de Mosaicos, el Museo de Artes Turcas e Islámicas, Santa Sofía y la Cisterna de la Basílica. Mientras caminábamos empezó a llover a cántaros, pese a lo cual traté de tomar algunas fotos de los sitios que iba viendo.
Por supuesto, habíamos aprendido a ir con mucho cuidado al cruzar las calles, por las que circulan casi entremezclados coches, peatones, bicicletas y… el tranvía, si bien esa mañana estaba ausente por las restricciones que ya he comentado.
Llegamos al Bazar con ganas de cobijarnos de una lluvia que caía inclemente, a la que se había unido un viento terrible que convertía los paraguas en instrumentos inútiles. Ubicado en el barrio de Eminönü, se trata de uno de los mercados más antiguos de Estambul y el segundo más grande cubierto después del Gran Bazar.
Su origen se remonta a 1597, aunque su construcción se llevó a cabo en 1664 por mandato del Sultán Turhan. Su objeto principal era el comercio de cereales y especias procedentes de Oriente. El nombre de Bazar Egipcio se debe a que se financió con los aranceles de los productos importados de ese país.
Se integra en el complejo de la Mezquita Yeni Camii (Mezquita Nueva) , cuyos gastos ayudaba a financiar con las ventas. Cuenta con una línea de tiendas, un cementerio, dos fuentes y una escuela. Tiene forma de “L”, con un lado largo que mide 150 metros y uno corto de 120 metros. En total, hay 88 tiendas. El horario de apertura habitual es de 08:00 a 19:00. Supongo que a causa de los atentados sufridos en el pasado, hay que pasar por un detector de metales para entrar al interior, aunque ignoro si es muy exhaustivo.
Pese a que estaba atestado de gente, más si cabe por causa de la lluvia, el interior tiene un aspecto pintoresco y muy agradable, adictivo incluso, quizás por el fuerte aroma de las especias y el intenso colorido de todas las mercancías a la venta. Siempre me maravillará la sabiduría de estos comerciantes para exponer los artículos mediante gamas de colores que para sí quisiera la IA.
Aunque no es barato, resulta casi imposible resistirse a probar los dulces artesanales que venden muchos de los puestos: delicias turcas, baklabas, frutos secos… Por cierto que aquí lo de regatear se puede intentar, pero ya no está tan de moda como antaño.
Tras un rato contemplando las tiendas y sus mercancías, empecé a sentirme bastante agobiada allí dentro (no soy muy amante de las compras y menos en sitios tan concurridos), así que decidí salir al exterior pese a la lluvia, el frío y el viento. Hacía una mañana de “perros”, con perdón para los canes.
En la parte exterior del Bazar, hay una plaza ajardinada con fuentes, pequeñas esculturas, cafés y tiendas de plantas. En un extremo, se halla también el Mausoleo de la sultana Turban Hatice, madre de Mehmet IV.
Plaza de Eminönü y Puente de Galata.
La puerta del Bazar de las Especias da directamente a una amplísima plaza que presenta panoramas soberbios desde cualquier ángulo, con lo cual parece muy acertada la situación de las letras ISTANBUL para la foto turística que tanto se han puesto de moda últimamente. Con la que estaba cayendo, me contenté con hacerle una foto al nombre, aunque al revés, porque me encantó la vista de la Torre Galata de fondo.
Esta plaza se abre al Puerto de Eminönü, desde donde salen los trasbordadores que llevan a la gente de una orilla a otra del estuario, así como los barcos que recorren de punta a punta sus aguas para deleite de los turistas. El Puente de Galata cruza de un lado a otro el llamado Cuerno de Oro y siempre está lleno de coches, de gente y de pescadores. Tiene una longitud de 490 metros y se terminó de construir en 1994. A través de un paso subterráneo, donde no faltan las tiendas, se accede a la parte inferior del puente, repleto de restaurantes en los que el plato estrella es el pescado, si bien dicen que para tomarlo más fresco y más barato hay que ir a la parte final, donde se sitúan unos puestos más modestos junto a las pescaderías de venta directa. Pese al cielo casi negro, mirando hacia el frente, me encantó la panorámica del Barrio de Pera (a la izquierda), donde destaca la imagen de la Torre Galata, y del Barrio de Karakoy, a la derecha.
También desde el puente pude contemplar una vista muy sugerente, mirando hacia atrás, de la Mezquita Nueva, el Pabellón Real, el Bazar de las Especias, la Mezquita de Rüsten Pasa, la Mezquita de Suleymaniye en lo alto y muchos lugares más. Y la gente… Una multitud que volvía a apoderarse de las calles. Seguía haciendo viento y frío, pero había dejado de llover. De repente, empezaron a escucharse las llamadas a la oración desde todas las mezquitas (hay unas cuantas por allí) y la verdad es que impresiona un poco al escucharse tantas voces a la vez.
Mezquita Nueva (Yeni Cami).
Situada en el extremo sur del Puente de Galata, frente al Bazar de las Especias, es una de las mezquitas más importantes de Estambul y está relacionada con el poder que adquirieron algunas mujeres en el Imperio Otomano. En 1597, la madre de Mehmet III ordenó su construcción, pero la muerte del sultán paralizó las obras, que fueron retomadas por Turhan Hatice, la madre de Mehmet IV, cuyo mausoleo se halla justo enfrente. La mezquita se acabó en 1663 y en su época de mayor esplendor contaba con un hospital, una escuela y baños públicos.
El exterior presenta una estructura piramidal con 66 bóvedas (la principal de 36 metros de altura) y semibóvedas, así como dos minaretes. La Sala de Oración está precedida por un patio monumental de 39 metros de lado, cubierto por 24 bóvedas menores y rodeado de una galería de columnas.
El interior es un cuadrado de 41 metros de lado, adornado con azulejos de Iznik de colores azules, verdes y blancos, si bien de menor calidad que los de otras mezquitas, pues la producción de estos azulejos había entrado en declive. La bóveda principal, con un diámetro de 17,5 metros y una altura de 36 metros, está sostenida por cuatro pilares. El mihrab posee estalactitas doradas y el mimbar contaba con un pabellón cónico con columnas de mármol.
Me gustó mucho esta Mezquita. Además, había poca gente dentro.
Tras un buen rato, me reuní con el grupo y fuimos a almorzar. Teníamos incluida la comida en un restaurante del Puente de Galata, donde tomamos una degustación con varios platos tradicionales y un pescado, inevitable en la zona. Estaba bueno y nada seco, si bien, como ya he mencionado, se recomienda tomar el pescado en los puestos del final del puente, donde es más barato.
Una de las actividades imprescindibles en Estambul –y lo digo a toro pasado- es hacer un crucero por el Bósforo. El que cada cual elija, porque hay múltiples opciones, a todas las horas y de todos los precios, desde trasbordadores locales, ferris, barcos turísticos, yates… Mil formas. Se recomienda un barco al atardecer para ver la puesta de sol, pero en nuestro caso, con el tiempo horrible que teníamos y sin expectativas de demasiada mejora, tal detalle era intrascendente, pues el cielo permanecería cubierto sí o sí. Ese hecho añadido a la incertidumbre sobre lo que ocurriría con los transportes públicos por causa de las manifestaciones del primero de mayo y a que nos alojábamos bastante lejos del centro, nos llevó a desechar la idea de ir por nuestra cuenta, y decidimos unirnos al grupo en un barco alquilado para una excursión privada.
Partimos desde el Puerto de Eminönü y salimos hacia el Bósforo, pasando por debajo del Puente de Galata. Las vistas hacia los dos lados eran preciosas, pues había buena visibilidad pese a la tarde plomiza.
Subí a la cubierta superior para hacer fotos y contemplar mejor el panorama. Por fortuna no llovía, ni tampoco hacía un viento excesivo, aunque la brisa venía helada y casi se me congelaban las manos. Pasé mucho frío, pero preferí permanecer en el exterior, observándolo todo. No todos los días se “navega” por Estambul.
Al contrario que en cruceros de otros lugares, donde la costa se ve muy lejana o lo que se distingue no es demasiado significativo, aquí podía contemplar Estambul casi al completo, jugando a identificar sus monumentos y edificios, muchos de los cuales se rendían magníficos ante el zoom de la cámara, con perspectivas mejores que estando al lado mismo. Por eso merece tanto la pena hacer uno de estos recorridos en barco. Lástima que el cielo estuviese tan nublado… Otro plus fue que nos explicasen cuáles eran los lugares y los edificios que íbamos viendo, así como sus historias y sus anécdotas. Aunque fue muy interesante, ni mucho menos me quedé con todo lo que se decía.
Dejamos a la derecha el Mar de Mármara y continuamos por el Bósforo, viendo a nuestra izquierda los muelles de Karakoy, el paseo marítimo de Galataport, el Museo Nacional de Pintura, la zona de Beksitas, la Universidad de Galatasaray…
Además, el Palacio Dolmabahce, que mandó construir el sultán Abdul Mecit en 1856, de una opulencia extravagante que contrasta con la época de decadencia en que había entrado el Imperio Otomano, y que tuvo que financiarse con créditos de bancos extranjeros. Por diversas razones, al final no tuvimos tiempo para visitar su interior, pero sí que divisamos muy bien la fachada que da al mar. Otro contraste es la perspectiva que se ve desde la otra orilla, con los modernos rascacielos sobresaliendo por encima del palacio y de las casas del barrio donde se encuentra.
A continuación, surgen suntuosos edificios, convertidos actualmente en hoteles de súper lujo, como el Four Seasons o el impresionante Ciragan Palace.
Se contempla bien el barrio residencial de Ortakoy, con su conocido mercado, sus tiendas y sus terrazas. Ahí destaca la Mezquita de Mecidiye, que fue construida en 1855 por el arquitecto del Palacio Dolmabahçe.
Superamos el Puente Colgante del Bósforo, de 1973, que enlaza las zonas europea y asiática. Mide 1.074 metros de longitud y su altura máxima es de 63 metros.
Continuamos viendo otros barrios y edificios que ya no sabría identificar hasta que dimos la vuelta para hacer el recorrido por la otra orilla, oteando muy buenas panorámicas de la zona asiática, con sus antiguos palacios, como el que ahora ocupa la Escuela Militar, la Mezquita Hasip Pasa Yalisi, el Palacio Beylerbeyi (barroco, de mediados del siglo XIX, una parte de cuya fachada estaba tapada por restauración), las casas de colores…
Asimismo, me llamó mucho la atención emergiendo sobre los edificios la estampa de la enorme Mezquita de Camlica y sus seis minaretes. Inaugurada en 2016, es una de más grandes del mundo, ya que puede albergar hasta 37.500 fieles.
Pasado el paseo marítimo de Uskudar, lugar muy concurrido para ver la puesta de sol, apareció sobre un islote la Torre de Leandro. Construida en el siglo XVIII, fue punto de referencia en el Bósforo y sirvió de lugar de cuarentena durante las epidemias de cólera, de faro, de control de aduanas… También se la conoce como Torre de la Doncella, debido a una leyenda que afirma que allí fue confinada una princesa condenada a morir por la picadura de una serpiente. Se puede visitar, pero no me pareció demasiado interesante.
De nuevo navegando por el Cuerno de Oro, se tiene una vista privilegiada del Palacio de Topkapi, las murallas, las residencias militares, la Mezquita Nueva, la Mezquita de Rustem Pasa y la Mezquita de Suleymaniye.
Un rato después, volvimos a pasar bajo el Puente de Galata, el Puente de Halic Kopruso (por donde cruza el metro) y el Puente de Ataturk. Después divisamos el Colegio Griego de Ferner, un enorme edificio de ladrillo de color rojo que destaca inmenso por encima de las bonitas casas de colores del barrio de Balat, la Iglesia de San Esteban de los Búlgaros y muchos otros sitios que no me atrevo a identificar.
Finalmente, nos bajamos en el embarcadero que hay junto al enorme Puente del Cuerno de Oro que utilizan los miles de vehículos que circulan a diario por las carreteras de circunvalación de la ciudad.
Me pareció muy interesante el crucero, una actividad imprescindible en Estambul, al menos en mi opinión. Aunque no disfrutamos de una climatología perfecta (por fortuna no llovía), disfruté mucho del recorrido. Incluso puede ser una forma de divisar algunos lugares de Estambul que quizás no se puedan visitar si no se dispone de demasiado tiempo en la ciudad. Con un buen zoom en la cámara de fotos, puedes confeccionar un buen inventario de muchos de los exteriores más destacados.
Teníamos pensado quedarnos a cenar en el centro, pero el mal tiempo y la incertidumbre sobre los transportes públicos, casi nos obligó a volver al hotel, donde nos pusieron para cenar crema de garbanzos, pollo con arroz blanco y un pastelito turco. También apareció de nuevo la enorme ensalada de la noche anterior, con el condimento o la hierba que tan poca gracia me hacía.
@spainsun Como siempre, muchas gracias por tu comentario y tus puntitos. Para mí es un placer escribir en el foro. Ya tengo en el horno el próximo diario.
Excelente diario. De Turquía sólo conozco Estambul. Tus fotos de Capadocia me han recordado Khndzoresk (en Armenia, donde sí he estado), a la que llaman "la pequeña Capadocia Armenia"
Me han llamado la atención las piezas del Museo de Heliopolis.
Las fotos son espléndidas. Muchas gracias por compartir. 5* y un saludo
@gadiemp Muchas gracias por tu comentario y tus estrellas. No conozco Armenia, pero Capadocia tiene unos paisajes preciosos. El Museo de Heliopolis a mí también me sorprendió. Las caras de las esculturas parece que tienen vida propia. Saludos!
Otro magnífico diario. Un viaje que llevo tiempo queriendo hacer. Aunque ya estuve en Estambul hace unos años recorriendo lo que nos relatas con tanto primor.
Gracias.
@alejandria Muchas gracias por tu comentario y tus puntitos. Creo que Capadocia te gustaría. De Estambul, me encantó su mezcla multicultural, aunque pillamos unos días de bastante masificación. En fin, es lo que hay.
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Hola Respira 7,
No sé si llego tarde aunque creo que te vas en agosto.
Sobre tu duda en Pamukkale, la verdad es que el sitio de las cascadas blancas de las fotos, ya no existen como tal. Solo una parte muy turística y masificada que no sé si merece la pena. Nosotros fuimos el julio de 2024 y el resto está seco.
Lo que sí merece la pena es la zona arqueológica de Heliópolis que se visitan junto a las piscinas. Eso sí que merece la pena aunque vete preparando para el calor porque no hay ni una sombra y el sol te achicharra más que en España.
Si solo tienes 2 días, yo dejaría tiempo para... Leer más ...
Buenas a todos, estamos comenzando a organizar un viaje a Turquia, a la zona sur de las playas, me da igual si es al aeropuerto de Dalaman o al aeropuerto de Antalya, para el mes de Junio y queremos viajar desde algún aeropuerto de Andalucía, alguien sabe alguna conexión o la mejor manera de viajar? por paginas como skyscanner te salen combinaciones, pero seguro que hay algún sibarita que encuentra mejores maneras. Un saludo
Hola! Nosotros hemos estado en agosto en Antalya,y la única combinación que había era pasando por Estambul.
Salimos de Madrid ,pero estuvimos mirando y desde España a Antalya no había vuelos directos