Austria en coche. Stubai, Salzburgo y alrededores ✏️ Blogs de Austria

Llegaba el día de decir adiós a Milders y empezar la segunda parte de nuestro viaje. El camino hacia Salzburgo no fue muy bueno porque había obras en la carretera y encontramos algunos tramos de tráfico lento. Así, llegamos sobre las 9 de la mañana a la ciudad.

Directamente fuimos al Tourist Info que estaba al lado de la AlpenStraße (la carretera por donde entramos). Habíamos quedado sobre las 10.30 con la persona que nos iba a alquilar el apartamento, así que tras sacar la Salzburg Card para dos días e informarnos del resto de cosas interesantes, nos fuimos a Hellbrunn a ver si podíamos ver el palacio antes de llegar al apartamento.

Entrada al recinto del palacio Hellbrunn

Sin embargo, cuando llegamos allí vimos que ibamos muy justos de tiempo, así que nos conformamos con un dar un paseo por los enormes jardines del palacio y ver la glorieta de la película Sound Of Music (Sonrisas y Lágrimas).

Jardines de Hellbrunn

Glorieta Sound Of Music

Detalle de una flor de los jardines

Tras acomodarnos en el apartamento del Sr. Gunther Langengger y de comprar algunas cosas para la estancia allí en el supermercado, nos fuimos al centro de la ciudad con el transporte público (viajes ilimitados con la Salzburg Card). En poco tiempo ya estábamos en la Getreidegasse, la calle más conocida de la ciudad. Estaba abarrotada de gente, lo que unido al calor hacía el momento incómodo, por lo que decidimos movernos hacía la Catedral de Salzburgo.

Getreidegasse.

Todas las tiendas tienen un letrero del mismo estilo, ya sean Zara o McDonalds.

Tras pasar por varias calles llenas de puestos de comidas,frutas y flores (luego supimos que uno de los mercados estaba allí porque era Sábado) y por la Universitätsplatz (Plaza de la Universidad), llegamos a la DomPlatz (Plaza de la Catedral). Nos llamó bastante la atención que la mayoría de la plaza era de tierra, y no parecía que hubiese obras. Al llegar a la puerta de la Catedral unos operarios estaban montando un escenario bastante grande, luego vimos en la TV que era para una obra de teatro. Tras ver las estatuas de mármol de la fachada pasamos dentro de la Catedral y estuvimos un rato sentados viendo los frescos del techo y las esculturas del interior (y tambíen, refrescándonos un poco del sofocante calor de fuera).

En la Universitätsplatz.

En la Plaza de la Catedral.

La impresionante Catedral de Salzburgo.

Al salir estuvimos un rato viendo un grupo de musicos que tocaban unos instrumentos que nos parecieron peculiares y nos fuimos directos al telecabina que llevaba a Hohensalzburg, la fortaleza de Salzburgo. Gracias a la Salzburg Card, no tuvimos que hacer cola y muy pronto estábamos arriba. Las vistas desde la fortaleza son impresionantes, una panorámica tremenda de toda la ciudad.

La música está por todos los rincones de Salzburgo.

Vista de una parte de la Domplatz desde lo alto de la fortaleza.

Panorámica de Salzburgo desde Hohensalzburg.

Estuvimos dando un buen paseo por dentro de la construcción,visitando estancias tan conocidas como el Salón Dorado, así como un par de museos que entraban en la tarjeta (nos gustó bastante el museo de las Marionetas, aunque era bastante pequeño).

El techo del Salón Dorado simula un cielo estrellado.

Museo de las marionetas.

Al bajar de la fortaleza, nos fuimos a la Abadía de San Pedro. Allí visitamos el cementerio, tenebroso pero muy bonito y entramos en las catacumbas que están excavadas dentro de la roca. Bastante impresionantes, la verdad. Como curiosidad, aunque es bastante conocido, el cementerio es el mismo en el que se grabaron varias escenas de Sonrisas y Lágrimas.

Tumbas en el cementerio de San Pedro.

A quien haya visto la película, le resultará familiar.

De allí, fuimos callejeando por la ciudad en dirección al río Salzach, haciendo algunas paradas para ver la Iglesia de los Franciscanos o para escuchar algo de música clásica, que está por todos los rincones, como no podía ser de otra manera en la ciudad de Mozart.

Cruzando el río Salzach con el hotel Sacher detrás.

Tras cruzar el río por uno de sus puentes, llegamos a los jardines Mirabell, otro de los escenarios de la película de Julie Andrews. Con el día tan soleado que hacía, los jardines lucían impresionantes, llenos de vegetación y de flores. Estuvimos dando un paseo por allí, entramos en el laberinto, hicimos mil y una fotos y nos sentamos un rato en el cesped a disfrutar del ambiente. Al palacio no pudimos entrar, porque nos dijeron que no estaba abierto al público y que solo se utilizaba para bodas y conciertos.

En los jardines Mirabell.

Entrada del Palacio Mirabell.

El día había sido muy completo, así que nos tomamos una buena Stielg para refrescarnos al lado del río y aprovechar uno de los puntos WIFI de la ciudad. ¿Qué mejor manera de terminar una jornada de turismo?.

Apartamento de Gunther Langengger

Otro alojamiento que cogimos a través de la web de Homelidays. Se trataba de un piso pequeño, en una buena zona para llegar con el coche (Marx-Reichlich Straße, justo al lado de la AlpenStraße por la que entramos), pero un poco alejados del centro de Salzburgo, en una zona plenamente residencial.

El piso estaba decorado de una manera bastante curiosa, de forma muy bohemia y se notaba que era el lugar que el propio dueño usaba para vivir (marcaba con unas señales lo que era suyo y no podías usar).

Justo al lado del apartamento había un pequeño centro comercial y la parada de autobús más cercana para ir al centro estaba a menos de 5 minutos a pie (unos 10 minutos de autobús a la zona más turística de la ciudad).

Nos hubiese gustado estar más cerca de las calles principales de turismo de Salzburgo, pero la relación calidad/precio del apartamento estaba bastante bien (nos costó en torno a 250€ la estancia, limpieza incluida).

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Amanecía un día que estábamos esperando que llegase desde meses atrás,la visita a Mauthausen, el llamado "campo de concentración de los españoles". Sabíamos que no iba a ser un día fácil, pero teníamos mucho interés por lo que nos íbamos a encontrar.

Recorrimos los 150 kilómetros que separan Salzburgo de Mauthasen y tras sacar la entrada correspondiente, nos preparamos para empaparnos de la historia y la barbarie nazi.

Entrada al Campo de Concentración

No voy a entrar en detalles de la visita en cuanto a temas políticos, pero es verdad que nada más entrar la atmósfera ya te absorbe. Son sentimientos muy desagradables los que se sienten cuando visitas los barracones y vas enterándote de lo que pasaba en ellos, o cuando bajas a las cámaras de gas, o cuando ves donde tiraban los cuerpos de los judíos. Son momentos que te hacen preguntarte como es posible que el ser humano llegue a hacer esas cosas con sus semejantes.

Zona de los Barracones

Homenaje a los muertos Españoles

El lugar donde tiraban las cenizas de los judíos.

Aparte de todo lo anterior, en el campo de concentración se pueden visitar muchísimas de las estancias que existían en la época nazi y no se ha escatimado en contar todo lo que allí pasaba con pelos y señales, todo tratado desde el más absoluto respeto a las víctimas, fuesen de la condición que fuese. Impresiona, y mucho, el silencio con el que los visitantes (que no eran pocos) van pasando por las distintas dependencias. También vimos bastante gente llorar por las cosas que allí se sienten. Es difícil de explicar, hay que estar allí para vivirlo.

Uno de los hornos crematorios.

Se ponen los pelos de punta solo de pensar lo que allí se hacía.

Tras visitar la cantera (con su famosa Escalera de la Muerte) y el muro de los paracaidistas (el por qué del nombre refleja el sadismo de los asesinos) y ver los diferentes monumentos que muchos países del mundo han levantado en memoria de los asesinados, dimos por concluida nuestra visita (unas 3 horas aproximadamente) y volvimos al coche muy impactados.Nos encantó, pero no se la recomendaríamos a quien sea muy sensible, realmente es muy dura.

La conocida Escalera de la Muerte.

Tras comer en un McDonalds de carretera (en Austria no hay los típicos bares de carreteras tan españoles, si no que cada pocos kilómetros te encuentras restaurantes de Fast-Food), nos dirigimos a Hellbrunn, el palacio del agua que nos había quedado por ver el primer día.

Lo primero que te avisan es que guardes las cámaras de fotos si no son acuáticas. No vamos a revelar las sorpresas de la visita a los jardines del castillo, solo la recomendamos porque las "mojaduras" son muy agradables y pasas un muy buen rato , sobre todo si hace un día de tanto calor como el de ese 21 de Agosto. Además, es bastante curioso ver la cantidad de cosas que se podían hacer con el agua hace ya varios siglos.

Palacio de Hellbrunn y sus juegos de agua

Representación de una ciudad movida únicamente por el agua.

Posteriormente a la visita guiada por los jardines y sus juegos, visitamos el interior del palacio,aunque este realmente apenas tiene algo relevante que ver (no es necesario emplear mucho tiempo en ello).

Tras una buena ducha en el apartamento, nos volvimos a meter en el centro de Salzburgo a aprovechar nuestro segundo día de uso de la tarjeta. Por suerte, al ser un día laborable, ya no había los agobios del primer día en la ciudad, lo que te permitía disfrutar mucho más de ella. Paseamos de nuevo por la Getreidegasse, paramos en algunas tiendas y visitamos la casa donde nació Wolfang A. Mozart.

Fachada de la casa de Mozart.

Interior de la casa de Mozart (en teoría, no se podían hacer fotos, esta se nos escapó).

Sobre las 20:00 nos fuimos a cenar al conocido Augustiner Braü, el antiguo convento de los Augustinos. Para quien le guste la cerveza, es una visita obligada en Salzburgo!. Se trata de un lugar donde fabrican sus propia cerveza, la cual se sirve en jarras que pagas con anterioridad (eliges la jarra, la pagas y luego te la llenan). La cerveza es excelente (yo me bebí unas tres jarras y aun me quedé con ganas). Además, existen multitud de puestos de diferentes comidas con las que se puede acompañar la cerveza (nosotros comimos una especie de trucha ensartada en un palo, ensalada alemana, salchichas...).

Antes de llegar al Convento pudimos hacernos fotos con unos amables lugareños.

Puestos de comidas en Augustiner Braü

Un tío feliz con la cerveza y la comida

Además, el sitio es muy especial. El convento tiene unos grandes salones con mesas alargadas y multitud de asientos. Si hace buen tiempo, como era el caso, hay una terraza enorme en la que la gente se sienta a disfrutar de las cervezas. El ambiente es excelente y al sentarte en las mismas mesas con otras personas hace que al final conozcas gente (nosotros estuvimos hablando un buen rato con un matrimonio serbio y su hijo, que iban de paso desde España).

Los salones estaban vacíos debido al buen tiempo.

Patio de Augustiner Braü.

En resumen, si te gusta la cerveza y el buen ambiente, es absolutamente imprescindible la visita al Augustiner Braü (Augustinergasse 4). Cuando llegas parece que está todo desierto, pero una vez que entras es absolutamente increíble.

Volvimos al apartamento dando un buen paseo bordeando el río Salzach y disfrutando de lo bonita que se veía la ciudad de noche.

La Fortaleza de noche.

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De nuevo cogíamos el coche por la mañana temprano. Esta vez tocaba ir al sur, a la ciudad de Werfen. Primera parada la cueva glaciar de Eisriesenwelt.

Al sacar las pertinentes entradas ya te avisan de que aunque haga buen tiempo (que lo hacía) lleves ropa de abrigo, ya que dentro de la cueva, la temperatura está bajo cero. Y nada más salir de la taquilla, el primer trozo de subida de la mañana. La verdad es que no es una subida muy exigente, y se hace llevadera sobre todo por las vistas que te van quedando a mano izquierda del pueblo de Werfen y el castillo. Hay momentos en los que el precipicio es impactante, lo que te hace ir bastante pegado a la parte derecha del camino (nada peligroso, no os equivoquéis). Tras coger el telecabina y ascender el último tramo, ya estábamos en la entrada de la cueva.

Vista del castillo de Werfen durante la subida

El castillo con el pueblo detrás

Así, cogido a la roca, seguro que no te caes

En ese momento, abrigos puestos, gorros, guantes y para adentro con nuestro candil encendido!. Lo primero que te impresiona es el viento que sale por la puerta que apagó todas las lámparas de los que íbamos (unas 25 personas), aunque no hay problema, porque te las van encendiendo luego. La visita dentro de las cuevas dura en torno a una hora (sólo se recorre el primer kilómetro de los 42 que tiene) y es impresionante, con una gran cantidad de formaciones heladas que se asemejan a figuras. Para hacer esta visita, hay que tener en cuenta que se requiere una relativa buena forma física, ya que se llegan a subir unos 1400 escalones, aunque realmente a nosotros se nos hizo corta, ya que nos gustó mucho.

Candil en mano, listos para entrar

Sobre las 11:45, emprendíamos la bajada del camino para ir al castillo de Werfen, Hohewerfen, y en torno a 3/4 de hora después ya estábamos en la entrada del funicular que subía al mismo. Una vez en el patio del mismo, y tras intentar andar con unos zancos (sin éxito), nos apuntamos a la visita guiada.

Patio del castillo Hohewerfen

El castillo se construyó en el Siglo XI aunque luego fue reconstruido debido, entre otras cosas, a un gran incendio. Con la visita guiada nos dieron una audio guía que iba explicando la historia de cada una de las estancias y la verdad es que nos resultó bastante interesante. Cabe destacar la subida a la torre de la campaña donde además del indescriptible sonido de la misma, hay unas vistas del pueblo de Werfen alucinantes.

La campana del castillo (¡que sonido!).

Vistas de Werfen desde el campanario

Al finalizar la visita guiada y gracias a lo que leímos en estos foros, nos fuimos a comer a la cantina del castillo. Nos extrañó que no había nadie comiendo, pero aun así entramos (eran en torno a las 14:00). No nos equivocamos. La comida estaba excelente (una parrillada de carne, un plato de pasta y un postre por persona) y no fue nada caro. Un sitio muy recomendable para comer y parece que no muy conocido por la gente.

Directamente de allí nos fuimos a la exhibición de cetrería. Tuvimos que esperar un rato bajo un sol de justicia (buscando las sombras) para ver salir a las primeras aves, pero valió la pena. Es increíble como manejan a aves rapaces los cuidadores y además, tuvimos suerte con las fotos, pudiendo coger algunas de las instantáneas que ponemos a continuación. El ver la sensación de libertad de las aves sobrevolando todo el valle que hay tras el castillo con las montañas al fondo desde luego es algo que vale la pena.


Las exhibición de cetrería es impresionante.

Las aves están perfectamente cuidadas (y amaestradas).

Dejamos para el final uno de los puntos fuertes de nuestro viaje, la visita a Hallstatt, según la UNESCO, el pueblo más bonito del mundo a orillas de un lago. Llegamos por la parte sur del mismo con el coche y desde el mismo momento en que se empieza a ver la torre de la iglesia nos quedamos asombrados. Aparcamos en un parking público y nos fuimos a pasear.

Nuestra primera vista de Hallstatt tras dejar el coche.

Calle típica de Hallstatt.

El pueblo es una preciosidad, no hay duda, a lo cual también ayuda mucho el ambiente de tranquilidad y de bienestar que se siente allí. No hay una voz más alta que otra y las calles tienen algunos recovecos que solo se pueden apreciar en persona (las fotos no hacen justicia). Tras avanzar por la orilla del HallstätterSee, llegamos a la Markplatz, donde saboreamos un helado italiano sentados en un banco. Recorrimos las iglesia católica y protestante, haciendo numerosas fotos y Visitamos el osario Hallstätter Beinhaus, con los famosos cráneos adornados (un poco tétrico, pero muy interesante). Tras llegar al final de pueblo, dimos la vuelta y volvimos por nuestros pasos, parándonos en algunas tiendas a comprar alguna cosa típica. Nos quedamos con ganas de visitar tanto las minas de sal como la cascada Waldbachstrub, así como de quedarnos a dormir alguna noche en alguno de los hoteles con vistas al lago, pero no había tiempo para más, así que volvimos al parking para tomar el camino de vuelta a Salzburgo.

Markplatz.

Detalle de la fuente de la Markplatz.

Vista de Hallstatt desde la iglesia protestante.

Los famosos cráneos adornados.

Nuestra vista del pueblo una vez atravesado a pie.

Casas en Hallstatt

Como ese día estábamos algo cansados, decidimos no ir a cenar al centro de la ciudad, por lo que tras una ducha nos bajamos al centro comercial que había al lado del apartamento y encontramos una terraza bastante grande con música en directo que ofrecían un buffet de carne y ensaladas por apenas 10€ (incluía cerveza).Al parecer, por lo que pudimos entender, ese tipo de cena solo se hacía un día a la semana. Por si alguien está interesado en ir, el sitio se llama ROSSBRÄU HERRNAU y la verdad es que pasamos una velada bastante agradable a un precio excelente.

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