Llegaba un día muy esperado, el de la visita a NeuschWanstein. El día anterior habíamos comprobado la ruta para llegar a Fussen y el GPS nos había sorprendido marcándonos 2 horas de camino desde Milders (134 km), así que nos levantamos pronto para evitar problemas, ya que teníamos la entrada al castillo a las 11:15 (sacadas por Internet, algo OBLIGATORIO como verán más adelante).
Efectivamente, las dos horas de camino estaban justificadas. Una carretera de montaña, bastante estrecha en algunos tramos, y con tránsito de camiones. Eso si, con unos paisajes excelentes, como era habitual en toda la zona. Sobre las 9:00 ya estábamos divisando el castillo del Rey Loco (Luis II de Baviera) y el de su padre Maximiliano II (Hohenschwangau).

Una vez aparcado el coche en el parking que hay pasando las taquillas (5€, sin límite de tiempo), y viendo la enorme cola que había, fuimos corriendo a conseguir nuestra entrada. Aquí es donde viene lo importante, toda la cola era para comprar entradas SIN RESERVA (no exagero si digo que había más de 2 horas de espera), mientras que para recoger las entradas ya reservadas no había más de 3 personas.
Así, una vez con las entradas y con tiempo de sobra, nos compramos uno billetes para coger el autobús que subía al castillo y en 20 minutos estábamos arriba. Directamente nos fuimos al MarienBrücke (unos 5 minutos a pie). Las vistas que hay desde el puente son indescriptibles. Os dejo las fotos y que cada uno juzgue por si mismo. Estuvimos un buen rato en el puente haciendo fotos y admirando el paisaje.



Después cogimos el camino al Castillo y tras subir algunas cuestas (y pararnos a admirar de nuevo las vistas que había), ya estábamos en la puerta. Teníamos tiempo de sobra, así que aprovechamos para entrar y sentarnos un rato a descansar en las escaleras del patio, tras dejar la mochila en la consigna. La visita al interior del castillo está bien, ya que el castillo se conserva perfectamente (es relativamente "nuevo", del siglo XIX), pero no llega a impresionar como lo hace desde fuera (y más en un día soleado).





Salimos del castillo sobre las 12:00 y nos fuimos a Oberammergau. Tras un paseo por el pueblo, decidimos comer en la terraza del Hotel Alte Post. La comida estuvo bien, pidiendo un plato cada uno (un guiso de Ciervo en salsa que estaba exquisito y una cazuela de patatas,cebolla y carne) y un postre a compartir (con sus correspondientes cervezas). Tras visitar algunas tiendas muy bonitas, en especial una de Navidad mejor incluso que la que hay en Salzburgo (Ver enlace), partimos a Linderhof.

Tras comprar las entradas, un bonito paseo por el bosque que rodea el Castillo (parando en las casas de diferentes tipos que hay repartidas por él) nos llevó a la entrada del mismo. La verdad es que no se le puede discutir el gusto a Luis II (aunque arruinase a su familia), porque tanto el castillo (inspirado en el de Versalles) como las fuentes y jardines que lo rodeaban eran espectaculares. Así, subimos al Templo de Venus, nos hicimos innumerables fotos y nos fuimos a la visita guiada por el Castillo (también en un excelente estado de conservación). Tras finalizar la visita , fuimos a la parte trasera del mismo para entrar en la Gruta de Venus, el lugar al que Luis II se iba a escuchar sus obras de música preferidas.





Una vez fuera, vuelta al coche para emprender el camino de vuelta a Milders. Hicimos una parada en Mittenwald, donde dimos un paseo para ver los "Lüftlmalerei" (frescos pintados en las casas). No estuvimos mucho, ya que el día había sido largo (y caluroso) y el cansancio empezaba a hacer mella, así que compramos unas cervezas Mittenwalder y recorrimos los 59 km que nos separaban del apartamento escuchando música tirolesa en una radio local.



Un día muy completo y agotador, pero que nos quedaría para siempre en la retina por las impresionantes imágenes de los dos castillos de Luis II (nos quedó por ver Herrenchiemsee, pero este lo dejamos para la siguiente visita).