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Nuestro último día de vacas, que rápido se pasa lo bueno. Aunque si echamos la vista atrás parece que hace mas de un mes que estábamos saliendo de casa para empezar nuestras vacaciones, normal, siempre pasa cuando cambias mucho de lugar y utilizas muchos medios de transporte.
Nuestros vuelo de vuelta sale tarde (19:40), con lo que con estar un par de horas antes en el aeropuerto es más que suficiente (no tenemos que facturar). Debemos de dejar el apartamento antes de las 11:00, tenemos pues, casi 7 horas disponibles para apurar Viena al máximo.
Nuestro plan consiste en pasar la mañana en el famoso Prater (el parque de atracciones más antiguo del mundo) y después acercarnos a comer a la zona del Rathaus (nos quedó la espinita clavada hace un par de días), después pasear por la zona hasta la hora de salir hacia el aeropuerto. Nuestro pequeño problema, las mochilas
, por suerte, sabemos como solucionarlo. 
Desayunamos y recogemos todas nuestras pertenencias, un último vistazo para comprobar que no se nos olvida nada y nos despedimos de nuestro hogar por estos últimos cinco días. No tenemos mas que salir del apartamento, cerrar la puerta y abandonar el edificio. No tenemos llaves que entregar y a las diez y cuarto ya caminamos hacia la estación de metro de Zipperstrasse (otras opción seria ir en el cercanías S7 que para a unos 100 metros de nuestro apartamento, pero tendríamos que comprar el billete, no sirve nuestro abono semanal).
Aunque la tormenta ya ha pasado de largo, el cielo continúa nublado. La temperatura es muy agradable, 22º y sopla una ligera brisa que hace que por primera vez en un par de semana nos da cierta sensación de frescor. Tomamos la línea U3 de metro para cambiar en Stephanplatz a la U5 que nos dejará cerca del Prater, en la estación de tren de Pratersen.
Nos dirigimos al parque y preguntamos si tienen consigna para dejar las mochilas, no tienen, vamos a por la segunda opción que es probar en la estación de tren. Allí si hay consignas, ya conocemos el sistema de haberlo utilizado en Kremns an der Donau hace unos pocos días. Dejamos la mochilas y caminamos mas ligeritos, la temperatura ha subido un par de grados, las nubes van desapareciendo del cielo y el día está maravilloso. Estamos de nuevo en la entrada, la diversión nos espera.
El Prater se sitúa en un parque de la ciudad de Viena, además de ser el parque de atracciones más antiguo del mundo, y el acceso al mismo es gratuito, lo que se paga es el acceso a cada atracción, como si fuese una feria de un pueblo.
Por lo tanto, puedes entrar y salir sin ningún tipo de problema y acceder con comida y bebida sin problemas. Combina atracciones modernas con otras antiguas, entre estas últimas se encuentra la Noria Gigante. Se construyó en 1897 con motivo del 50.º aniversario en el trono del emperador Francisco José. Desde entonces, Viena es impensable sin su noria.
Primero nos damos una vuelta tranquilamente para que los niños puedan pegarle un vistazo a todas las atracciones y así puedan elegir aquellas a las que quieren subir. El presupuesto es limitado y no queremos que suban a las primeras y después nos "den la chapa" para subirse a alguna mas.
Los peques eligen tres atracciones cada uno, y yo tengo que acompañarlos en una montaña rusa (Olympia looping) porque tienen miedo de morir solos. En definitiva, pasamos un par de horas de los mas divertidas.
La segunda atracción a la que me subí, y esta por iniciativa propia fué el Prater Turm. Se la recomiendo a todo el mundo que no tenga vértigo, las vistas de la ciudad desde arriba son una pasada.
Agotado el presupuesto nos volvemos a la estación de Pratersen para coger la línea de metro U2 hasta Schottentor, que nos queda cerquita del ayuntamiento. Sobre las 13:45 bajamos en esa céntrica parada y aprovechamos para hacernos una fotito con la Iglesia Votiva de fondo.
En unos minutos llegamos a la Rathausplatz, en la que mucha gente ya esta comiendo, nos damos una vueltecita mirando atentamente los distintos tipos de comida que se ofrecen en los puestos. Los niños pollo frito y un plato de comida asiática, nosotros no podíamos irnos de Viena sin probar unas buenas salchichas de un par de variedades diferentes y unas patatas con cebolla que no nos convencen nada. Crepes de postre y de nuevo en marcha.
Nos damos un paseo por los bonitos jardines que rodean la plaza (Rathaus park) y continuamos caminando por esta elegante zona camino de la Iglesia Votiva, de nuevo boquiabiertos por la elegancia de los enormes edificios cercanos al Ring.
La Iglesia Votiva es una enorme iglesia neogótica ubicada exenta en el centro del Votivpark. Está considerada, por sus dimensiones, unidad de estilo y belleza, una de las iglesias más notables del siglo XIX. Mandada construir por Maximiliano de Habsburgo Emperador de México y hermano del emperador de Austria Francisco José I e inaugurada en 1879.
Si el exterior es espectacular, el interior no lo es menos, la iglesia es muy grande y da la impresión de ser la iglesia de estilo gótico perfecta.
Con los ojos inundados de belleza y cercano a sufrir el síndrome de Stendhal
salgo de la iglesia. Nuestra estancia en Viena está llegando a su fin. Sólo nos queda tomar de nuevo el metro de Schottentor hasta la estación del Prater, recuperar nuestras mochilas y sacar los billetes del tren que sale de allí mismo con dirección a la Bahnhof Flughafen Wien (S7).
Todo sale a pedir de boca y a cinco y media estamos entrando en la terminal del aeropuerto. Pasamos los controles y nos vamos a esperar a nuestra puerta de embarque. El vuelo sale a su hora y a las 11 y cuarto de la noche nos estamos comiendo unas hamburguesas en la T4 de Barajas.
Toca ir a buscar el coche. Le comento al empleado del parking lo del mensaje que había recibido en el móvil nada más aterrizar en Viena y le enseño el ticket del parking con la matrícula equivocada y mi resguardo de haber pagado por internet. Me arregla el entuerto y me da el ticket para salir. Sin mas contratiempos a las 12 estamos haciendo check in en el Holiday Inn de Alcobendas (99,00 €, lo mismo que habíamos pagado dos semanas antes). A dormir, mañana en Coruña.
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