Una semana por Florencia y la Toscana ✏️ Blogs de ItaliaDiario de una semana en octubre'11 por Florencia y algunos pueblecitos toscanos, visitados con transporte público.Autor: Eva_y_Alex Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (13 Votos) Índice del Diario: Una semana por Florencia y la Toscana
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Etapas 1 a 3, total 9
Primero de todo decir que este viaje pensábamos hacerlo en coche de alquiler, pero como tenemos la mala costumbre de dejar las cosas para última hora, cuando fuimos a reservar por Internet el coche, nos dimos cuenta de que nos pedían tarjeta de crédito, y nosotros sólo teníamos de débito. Llamamos a varias agencias de alquiler para ver si nos daban solución, e intentamos buscar alguna agencia en que no la exigiesen, pero nada, no hubo forma. Así que sólo quedaba una semana para el viaje, y nuestros planes se vinieron al traste, tuvimos que anular la reserva de una casita rural que habíamos reservado a las afueras de Monteriggioni (a la que sólo se podía acceder con coche) y ampliar la estancia en Florencia. También tuvimos que averiguar el tema del transporte público para ver qué pueblos de todos los que teníamos planificado visitar estaban bien conectados con Florencia en tren o en bus. Y al final, reorganizándolo todo, la cosa quedó en Florencia como campamento base, y a partir de ahí ver Arezzo y Lucca en tren, y Siena y San Gimignano en bus. Además de Pisa que es donde estaba el aeropuerto. Y nada, aquí comienza el diario:
Salimos de casa el miércoles 5 cerca de las 13h. Nuestro vuelo con Ryanair despegaba a las 16:30h y llegaba a Pisa dos horas más tarde. En Pisa, tomamos el tren que en 5 minutos nos dejaba en la estación de ferrocarril Pisa Centrale. Desde aquí, fuimos caminando hasta nuestro hotel: el Hotel Bologna, situado en la via Mazzini 57. Nos dio buena impresión y estaba bastante limpio, que es lo importante. Una vez instalados bajamos a dar una vuelta por la ciudad, aunque la noche llegó pronto y más bien fue un paseo nocturno. La ruta cubrió el centro histórico: via Borgo Stretto, Piazza dei Cavalieri con la fachada esgrafiada de la Escuela Normal de Pisa, y Campo dei Miracoli, donde pudimos inmortalizar en la oscuridad la Torre de Pisa (o como ellos la llaman, La Torre Pendente), además del resto de edificios. Nos entró un poco de hambre y optamos por la terraza de un kebab, en una placita con mucho ambiente juvenil, más concretamente el número 38 de la Piazza Vettovaglie. Como postre, decidimos tomar una tarrina de helado, comprada en el mostrador en la calle Carducci. Volvimos al hotel paseando, y nos metimos pronto en la cama para descansar. Etapas 1 a 3, total 9
Nos levantamos muy temprano ya que queríamos pillar el campo dei Miracoli sin tanto turista. Y bajamos a desayunar al buffet del hotel, que por cierto, nos gustó bastante, ya que tenía variedad de fruta, bollería, mermeladas, cereales, leche, cacao, café, yogures, fiambre, queso, huevos, etc.
Tras esto nos fuimos a dar un paseo por el centro histórico para volver a verlo de día, esta vez mucho mejor que por la noche. Nos hinchamos a hacer fotos de todo lo que ya habíamos visto la noche anterior, pero sobre todo del Campo dei Miracoli, con su Duomo, Baptisterio y Campanile, además del camposanto. Como curiosidad decir que no sólo está inclinada la torre, sino también los otros edificios (aunque apenas se nota), debido a que el subsuelo es arenoso y sus cimientos no son sólidos. Cuando se estaba construyendo la torre, ya comenzó a inclinarse. A pesar de esto la acabaron, y tras algunos trabajos de ingeniería, actualmente se encuentra estabilizada por unos cuantos años más. Después de la visita al Campo dei Miracoli ampliamos el paseo a zonas no visitadas la noche anterior, como la iglesia de Sta Caterina, Santa Maria Della Spina y San Paolo a Ripa d’Arno. Después de este agradable paseo conociendo un poco la ciudad, fuimos al hotel a recoger las maletas y hacer el check-out. Como conclusión de la visita a Pisa, creemos que la ciudad merece al menos un día completo, ya que Pisa no sólo es la Torre. Fuimos después a la estación Pisa Centrale rumbo a Florencia. Hay que acordarse siempre antes de subir a los trenes, de validar el billete en unas máquinas amarillas que hay en los andenes, y comprobar que el billete queda marcado con la fecha, porque si no lo metías pegado a la izquierda de la ranura, no lo reconocía y no lo validaba. Y vi a bastantes personas que las multaron, y al revisor no le sirvieron excusas del tipo “soy turista, no lo sabía…”, o “lo he metido en la máquina, pero no me ha marcado el billete…”. Llegamos a la estación de Santa María Novella de Florencia cerca de las 12:00h. Nuestro hotel se encontraba en el número 21 de la Via Della Scala, el Bellevue Hotel. Según su web, el Hotel Bellevue se encuentra en la parte superior de un antiguo palacio llamado "Palazzo Riblet", donde vivió la familia Riblet, siendo una de sus descendientes la dama de compañía de Elisa Bonaparte, hermana de Napoleón. Cierto o no, lo real es que nuestro hotel ocupaba el tercer piso, y sin ascensor. Llevábamos una maleta grande, una pequeña de mano y una mochila, todo lo cual subimos pacientemente. Arriba nos esperaba Antonio, el dueño. Antonio nos sentó en su despacho, sacó un mapa y nos trazó un recorrido con los puntos más importantes que visitar, y nos recomendó unos restaurantes donde comer y cenar y una heladería. Cuando terminó, nos instalamos en la habitación, pudiendo comprobar que a pesar de las buenas críticas de tripadvisor, el sitio no estaba demasiado limpio, pero al menos tenía una mini-nevera, que nos vino bastante bien. Y enseguida bajamos a dar una pequeña vuelta por los alrededores. Justo al lado del Hotel, se encuentra la iglesia de Santa María Novella, a la que nos dirigimos como primerísima celebridad monumental florentina a visitar. Tras la visita, ya teníamos hambre, por lo que revisamos la lista de sitios que nos había apuntado nuestro ilustre anfitrión en el mapa, y vimos que la trattoria da Giorgio (via Palazzuolo 100/R) nos quedaba bastante cerca, y allí que nos fuimos. Comimos cada uno un menú, de 12 € precio fijo más 1 € de cubierto, con lo que salimos a 26 € los dos. Parecía un sitio en el que iban florentinos de la zona a comer. Como primeros elegimos ravioli con salvia e burro, y risotto; sin demasiada calidad. Y de segundos lomo en salsa de tartufo Nero, y pechuga de pollo en salsa de romero y limón. Ambos con la guarnición que eligieras (en nuestro caso, brócoli, que la sacaron fría, y patatas fritas). Las carnes estaban bastante buenas. Se incluía una jarra de vino de medio litro, el pan (que curiosamente era sin sal en todos los sitios a que fuimos). No era un sitio malo del todo, pero tampoco para repetir. Después de comer, continuamos nuestro paseo y nos dirigimos al centro de Florencia. Paseíto para ver el Duomo, baptisterio y campanile, la piazza della Repubblica, palazzo Strozzi, piazza Della Signoria, Palazzo Vecchio, edificio de los Uffizi, ponte Vecchio,.. Pero lo más heavy fue subir hasta San Miniato al Monte, una pequeña colina fuera de las murallas, donde se puede disfrutar en la Piazzale Michelangelo de una vista panorámica privilegiada de Florencia. Para llegar, cruzamos el Ponte Vecchio, y tomamos la Costa di San Giorgio, una empinadísima callejuela donde vivió en el número 19 Galileo Galilei. Cruzamos la Porta de San Giorgio (se dice que es la más antigua de la ciudad), nos topamos con dos señoras españolas perdidas, y cogimos cuesta abajo una carretera que rodea la antigua muralla, con cierto peligro de atropello. Todo por hacer caso del itinerario sugerido por la guía turística que llevábamos con nosotros (El País Aguilar-Guías Visuales). Así, y ya siguiendo nuestro sentido común y sin hacer más caso de la guía, llegamos al punto panorámico en el que había unas escaleras de piedra donde nos sentamos a descansar, tomando un refresco que habíamos comprado en un restaurante cercano. El camino de vuelta a la ciudad lo hicimos por un camino distinto, (éste ya más normal y no tan cansado como el de la ida), cruzando el Arno por el puente alle Grazie. Volvimos al hostal, y después bajamos a cenar. El lugar elegido fue la terraza de la pizzería Il Grillo, en la Piazza Santa Maria Novella, que nos pillaba muy cerquita del alojamiento. Como habíamos comido mucho, decidimos comer algo ligero: agua, ensalada de mezcla de lechugas normalita, y una pizza, todo para compartir. No nos cobraron cubierto ni servicio y el total fue de 18’5 € los dos. Después de la cena, volvimos a dar un paseo nocturno por los alrededores del Duomo, y compartimos una tarrina de helado que compramos en el Black Bar, en el número 107/R de la via Calzaiuoli. Sin darnos cuenta llegamos al Mercato Nuovo, donde está el famoso Porcellino, al que le tocamos el hocico para asegurar nuestra vuelta a Florencia. Y tras esto, nos fuimos a dormir, pensando ya en el día siguiente. Etapas 1 a 3, total 9
Nos despertamos, y como cada mañana de cada día, nos encontramos a Antonio, al que tuvimos que darle el parte: buon giorno, tutto bene?, dove vai?, il tempo, etc. Nuestro “italiano” inventado parece ser que se entendió bastante bien allá donde fuimos, ya que no tuvimos ningún problema en ningún momento. Al igual que nosotros entendíamos bastante bien el italiano. Tras desayunar en una pastelería, fuimos a la estación de trenes, donde compramos en el mostrador “due billeti a Lucca, andata e ritorno” (o algo así…) También se podía comprar en las máquinas, que no eran muy difíciles de usar, de hecho creo que algún día lo compramos en estas máquinas. Llegamos a Lucca y el día se avecinaba desapacible, sobre todo por el fuerte viento que hacía. Aún así, nada nos desanimaba. Desde la estación de trenes en la piazza Ricasoli, fuimos caminando hacia la puerta de la ciudad en la piazza del Risorgimento. Pasamos por la Piazza Napoleon, y por la via Beccheria desembocamos a la Piazza S. Michele, donde se encuentra la iglesia S. Michele in Foro, porque en ese lugar se emplazaba el antiguo foro romano. Entramos en la iglesia, gratuitamente, y a la salida nos detuvimos a tomar dos “cioccolata calda” en el Caffe del Mercato, en la Piazza S. Michele 17. Al salir, se puso a llover. ¡Qué mala suerte! Lo bueno es que duró pocos minutos y ya no llovió más el resto del día, aunque sí nos acompañó el viento. Continuamos camino, y fuimos hacia la iglesia de S. Frediano, por la via Fillungo. Le echamos unas fotos a los mosaicos de la fachada que la hacen famosa, y entramos en la iglesia, donde había una pila bautismal con relieves de interés. Justo tras terminar de verla, el sacristán nos echó a los turistas porque cerraban la iglesia. Tomamos rumbo a la plaza del anfiteatro. Echamos un vistazo a los precios de las cartas por si fichábamos algún restaurante donde comer, pero enseguida nos dimos cuenta de que el viento hacía muy desapacible comer en las terrazas de la plaza. Entonces nos dirigimos a la catedral de Lucca (la iglesia de San Martino) Entramos y vimos la iglesia, y a la salida fuimos a comer a la Osteria Baralla, en el 9 de la via Anfiteatro, donde nos sentaron en una mesa larga compartida con parejas a ambos lados, y una de las parejas se nos presentó, y resultó ser un matrimonio de Neoyorquinos y tuvimos una animada charla en inglés, bueno, lo poco que pudimos chapurrear y entender, porque hablaban muy rápido... Allí pedimos un agua y una copa de vino, unos ravioli con salsa de tomate bastante normalitos, y un risotto con salsa de vino tinto bastante bueno. De postre, uno típico de la zona: cantucci con vin santo (son como lo que aquí llamamos rosegones, y la bebida parecida a la mistela, pero más fuerte), y un plato de zuppa lucchese. Todo por 32,5 €. A la salida de comer, decidimos dar una vuelta por la muralla, cuya parte superior tiene un paseo donde la gente suele ir en bicicleta o paseando. Luego, volvimos al interior de la ciudad, y subimos a lo alto de la Torre Guinigi por 7 € los dos, con sus encinas en la cumbre, y pudimos ver las montañas toscanas que rodean la ciudad y los tejados rojos y anaranjados de Lucca. Al bajar, nos dirigimos a la estación de tren, y como ya teníamos algo de hambre, nos compramos en una pastelería un par de trozos de unos dulces típicos toscanos: un panforte margherita y otro de color más oscuro, en una tienda en la piazza San Michele 34, la Fabbrica Bruccellato Taddeucci. Nos los comimos sentados en las escaleras de la piazza San Michele. Estaban muy ricos, sobre todo el margarita, que era algo más suave. Dimos por finiquitado nuestra visita a Lucca y volvimos a Florencia. Para cenar, fuimos a un lugar recomendado en los foros: el Gusto Leo, en la via del Proconsolo, 8/10R, donde nos pedimos agua para beber, una sopa ribollita cada uno, y una ensalada en medio. La sopa nos gustó bastante, y la ensalada no estaba mal aunque no recordamos qué llevaba exactamente. Todo por 24’3 €. Otro día repetimos en este sitio, pero no nos gustó tanto, ya lo contaremos en su momento. Etapas 1 a 3, total 9
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