![]() ![]() NORUEGA I. DE TRONDHEIM A OSLO. FIORDOS Y GLACIARES. ✏️ Blogs de Noruega
Viaje de nueve días desde Tromdheim hasta Oslo, pasando por Bergen, con maravillosos parajes de fiordos, glaciares y cascadas.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (25 Votos) Índice del Diario: NORUEGA I. DE TRONDHEIM A OSLO. FIORDOS Y GLACIARES.
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Etapas 4 a 6, total 7
Otro día de buen tiempo, ¡qué gozada! Saliendo de la zona de Jostedalsbreen, aún tuvimos la oportunidad de contemplar otra lengua del glaciar en el camino que nos llevaría hacia Sognefjord.
![]() ![]() ![]() También nos detuvimos a admirar el precioso Fjaerland, uno de los brazos del Sognefjord. Vista hacia la izquierda:
![]() Vista hacia la derecha. ![]() Aquí han construido el espectacular mirador Stegastein que se adentra en el fiordo para contemplarlo como a vista de pájaro. No estaba cuando nosotros estuvimos, aunque las vistas no dejaban de ser extraordinarias.
Por esta zona hay que pasar varios túneles y el viaje se hace un poco largo. En Kaupanger vimos su starkirke, iglesia típica escandinava de madera. Hay otras más bonitas por la zona, pero ésta también tiene su encanto: ![]() El Sognefjord, llamado en español el Fiordo de los Sueños, no se parece al Geiranger, es mucho más grande y abierto, el más largo de Noruega y, como no, maravilloso. Con una temperatura de más de veinte grados, el sol brillando intensamente y una brisa muy ligera, el crucero de dos horas y media fue todo un placer.
![]() ![]() ![]() ![]() A este fiordo confluyen otros más pequeños a modo de brazos del principal; surcamos dos de ellos, Aurlandfjord y Naroyfjord, realmente bonitos, hasta llegar a Gudvangen, desde donde nos dirigimos a Flam para coger el famoso tren: Flamsbanen.
![]() Su recorrido, que en 20 Km. salva un desnivel de casi 900 metros desde Flam a Myrdal, serpentea entre precipicios y cascadas, en la que se considera la ruta férroviaria más espectacular de Noruega. El tren hace varias paradas, la más interesante a la altura de la soberbia cascada de Rjande, donde aparece una figura de mujer entonando una especie de cántico, un poco turistada, la verdad; eso sí, la cascada, preciosa:
![]() ![]() Sinceramente, no sé si fue porque a esas alturas ya estábamos curados de maravillas y empezábamos a encontrar normales aquellos idílicos parajes, pero el recorrido del tren no fue, ni mucho menos, uno de mis preferidos en el viaje.Se puede hacer de ida o de ida y vuelta. Nosotros hicimos solo ida, y en Myrdal, tomamos un tren convencional que nos llevó en unas dos horas hasta donde nos esperaba el autobús. Se nos hizo muy pesado porque, aunque atravesaba paisajes muy bellos, el tren iba lleno, no tenía aire acondicionado y hacía un calor horrible.
Llegamos a BERGEN a última hora de la tarde. Nos advirtieron que los hoteles en esta ciudad tienen fama de disponer de las habitaciones más pequeñas de Noruega, ¡pues madre mía!. Y la fama está bien ganada, por lo menos en el Rica, donde estuvimos, apenas caben dos personas dentro y, de verdad, se hacía agobiante aunque era exterior y daba a una calle muy animada. Menos mal que la ubicación es muy buena, a unos minutos a pie del centro y del puerto; además, el desayuno estaba bien. Salimos a dar una vuelta y a cenar. Había feria y un montón de gente por todas partes incluso de noche: menuda novedad. En el puerto, muchos puestos de venta de bocadillos a precios bastante razonables. Los bocadillos de gambas están para chuparse los dedos y se les puede añadir la salsa que cada uno quiera. Ya, de entrada, nos gustó mucho Bergen y su ambiente. ![]() Etapas 4 a 6, total 7
En mi opinión, en Bergen habría que pasar por lo menos un día completo. Estuvimos una tarde, un día entero y una mañana y nos supo a poco. Hay un montón de cosas para ver y hacer. Claro que contrariamente a la fama que tiene de ser una de las ciudades más lluviosas de Europa, hizo un tiempo extraordinario, con un sol de justicia que iluminaba en todo su esplendor sus coloridas casas. En Bergen fuimos a nuestro aire, salvo un pequeño recorrido panorámico en autobús que estaba incluido en el viaje, gracias al cual pudimos visitar sin cansarnos Gamle Bergen, un interesante museo al aire libre que muestra edificios, talleres, tiendas, mobiliario, utensilios y objetos que ilustran como era la vida en Bergen durante los siglos XVIII y XIX.
Calle con edificios típicos en Gamle Bergen:
![]() ![]() Ya por libre, fuimos bordeando el puerto, encontrándonos con estas vistas: ![]() Nos entretuvimos un buen rato en el Fisketorget, el mercado de pescado, donde había un gran ambiente, sobre todo turistas curioseando y probando todo tipo de pescado y marisco ya cocinado que venden al peso. En los puestos casi siempre hay españoles, muchos estudiantes con beca Erasmus, que aprovechan para ganarse un dinerillo.
![]() Caminando, caminando llegamos hasta Strandgaten, donde hay un parque con bonitas vistas panorámicas de la Península de Nordness, aunque lo más llamativo son las pintorescas calles que hay cerca del puerto, con edificios de madera de colores:
![]() Sin embargo, en mi opinión, no merece la pena ir hasta allí porque te das un palizón a andar de cuidado. Es suficiente con ir hasta la zona donde cargan gasóleo los barcos, que está frente por frente con el Bryggen, donde se consiguen las mejores fotos panorámicas de esa zona de Bergen, con la montaña de Floyen al fondo (en la foto, a la izquierda; la colina con la antena en lo alto de la derecha, creo que se llama Ulrikken y tiene 642 metros):
![]() ![]() ![]() Después fuimos hasta el funicular que asciende los 320 metros que separan el centro de la cima de la montaña de Floyfjeller, conocida como Floyen. La guía tuvo el detallazo de, a los que quisimos, darnos las entradas para que las utilizásemos cuando nos viniese mejor. Las vistas de Bergen desde lo alto son impresionantes:
![]() Además, se puede pasear por los senderos y tumbarse en el césped o sentarse a descansar tomando un bocata o un refresco, lo cual agradecimos mucho con la caminata que nos habíamos dado. Naturalmente, también saludamos al simpático y enorme troll que nos recibió a la entrada del parque:
![]() Por la tarde, fuimos a la zona norte del puerto de Bergen, conocida como Bryggen. Allí se encuentran los viejos almacenes de madera que durante 400 años formaron el centro del comercio hanseático en Noruega. Han sido pasto de las llamas y reconstruidos varias veces, de hecho se siguen quemando de vez en cuando, incluso después de estar nosotros allí; están catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su encanto es innegable con sus llamativos colores brillando al sol en contraste con el cielo tan azul.
![]() ![]() Había muchos restaurantes y terrazas en los que se podía comer muy bien a precios bastante más razonables que en el resto de Noruega. Así que aprovechamos para darnos un pequeño homenaje en una especie de taberna, cerca del Bryggen. También visitamos la parte moderna del centro de la ciudad, una plaza con un parque muy agradable con quiosco de música y otra con lago. Ni que decir tiene que acabamos muertos de cansancio y ni siquiera notamos el agobio de la minúscula habitación.
![]() Etapas 4 a 6, total 7
El día no se presentaba demasiado atractivo: viaje desde Bergn hasta Oslo vía Lillehamer. Además, me levanté con un derrame tremendo una pierna, no sé si de tanto andar o qué, aunque era extraño porque estoy muy habituada. Menos mal que podía estirarme bien en el autocar y tampoco era una jornada excesivamente movida de piernas aunque sí de kilómetros por carretera. A poco de salir vimos la cascada de Staindal, que cuenta con el aliciente de que se puede pasar por detrás y ver la tumultuosa caída del agua.
![]() ![]() Después de cruzar en ferry el Eidfjord, llegamos a Brimnes para la cascada de Voringfossen, donde el río Bjoreta cae 145 metros (en algunas guías pone que son 300 metros, no sé) en vertical al valle de Molbodalen.
![]() Hay que darse una vuelta por los senderos del parque para verla en todo su esplendor. ![]() Y seguir un poco más adelante para contemplar el río corriendo por el valle. Impresionante. ![]() A partir de ahí, el viaje se hizo largo y muy pesado. Atravesamos el parque de Hardangervidda, el altiplano más extenso de Europa, entre 1.100 y 1.400 metros, por encima de la cota de los árboles.
A esas alturas del viaje, parece que ya nada sorprende: después de ver tantas, las cascadas ya no te llaman tanto la atención y miras con cierta indiferencia los campos verdes y los montículos coronados de blanco. Claro que este paisaje con ser bello no es tan impactante como el de los fiordos que hemos dejado atrás, y eso se nota tanto como el cansancio acumulado.
La zona de Lillehamer, que albergó los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994, con tener un paisaje hermoso, nos resultó casi indiferente. Estaciones de esquí en verano, sin más; puede ser una barbaridad, pero eso era lo que pensábamos en aquellos momentos después de todo lo que habíamos visto. Comimos en la zona, pero no quisimos hacer ninguna caminata, vamos, es que ni fotos. Estábamos muy cansados y queríamos llegar a Oslo cuanto antes, aunque antes paramos a tomar café en un bar con el tejado de hierba tan típico en Noruega:
![]() A media tarde estábamos en Oslo. Fuimos al hotel, hicimos el check in y un rato después salimos a dar nuestros primeros pasos por la capital. Llegamos hasta el puerto, caminamos un poco y cenamos en una hamburguesería. Nada especial. Yo estaba un poco tocada por el derrame en la pierna y prefería reservarme para el día siguiente, que se presentaba muy movidito. Etapas 4 a 6, total 7
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