Y petición cumplida: brilla el sol, hace un día espectacular. Como espectacular es el itinerario previsto para hoy: el glaciar de Briksdal, otro de los destinos más conocidos de Noruega. Jostedalsbreen es el casquete glaciar más extenso de la Europa continental, con 100 kilómetros de largo por 15 de ancho. Sin embargo está en evidente retroceso, se cree que como consecuencia del calentamiento de la tierra. Existen varios puntos desde los que se puede visitar este glaciar. El más conocido es Briskdalbreen y allí nos dirigimos por la mañana.
El recorrido desde el pueblecito donde nos alojábamos fue precioso, de esas ocasiones en que te parece habitar en el lugar más parecido al paraíso.
El recorrido desde el pueblecito donde nos alojábamos fue precioso, de esas ocasiones en que te parece habitar en el lugar más parecido al paraíso.

Por fin divisamos el glaciar: absolutamente espectacular. Las cámaras de fotos no echaban humo, se incendiaban.


En la zona donde empieza el parque propiamente dicho había bastante gente, no era extraño con el día maravilloso que hacía. Todo está muy preparado para el turismo, quizás demasiado, pero el paisaje es tan bello que te abstraes. Existen dos recorridos principales, uno con una caminata muy suave por la montaña y otro más corto por una pista por donde también van coches de caballos. Cualquiera vale, lo que ves te encanta, pero se disfruta más yendo a pie.

Las cascadas se precipitan por todas partes desde lo alto de las elevadas cumbres y la lengua de hielo azul se va agrandando ante tu vista. El torrente de agua que escapa del glaciar se derrama en esta enorme cascada que brama en tus oídos y te moja al cruzar el puente:



Nos propusieron dar un paseo por el mismísimo hielo y no me lo pensé. Hicimos un grupito de nueve personas y en el precio entraba el alquiler de botas, casco, crampones y piolet. Y… ¡arriba!


De pronto, se escuchó un estruendo y vimos con aprensión desprenderse enormes trozos de hielo que se deslizan en forma de pequeño alud por los laterales del glaciar. Se nos pusieron los pelos de punta, pero nos dijeron que no nos preocupásemos, que es normal por el calor, pero que yendo por los lugares correctos, no hay ningún peligro. A los pies del glaciar, nos pusimos el equipo y ya estábamos dispuestos para caminar sobre el hielo, vaya pinta de escaladores, jajaja.. Suelo hacer senderismo, pero nunca algo así.. Nos acompañaba un guía del parque y también nuestra guía valenciana, que se apuntaba a todo y no quiso dejarnos solos por si liábamos alguna, jaja. Hicimos una cordada y, tras recibir instrucciones, nos pusimos en marcha.

Caminando por el glaciar te das cuenta de la altura que tiene el hielo y lo altos que son los, digamos, escalones. Se puede apreciar en la foto, comparándolo con las personas:


Hay que clavar muy bien los crampones para poder avanzar e ir con cuidado y sincronización con los demás para no tropezar con el de delante o arrastrar al de detrás. Muchas veces tuvimos que emplear el piolet para ayudarnos a trepar por el hielo, que me perdonen los expertos si estoy escribiendo alguna barbaridad ¡estos novatos, jeje! Al principio da un poco de cosa, pero te vas acostumbrando y resulta muy divertido, toda una aventura. Las perspectivas del paisaje desde el glaciar se tornaron sorprendentes y contemplamos pequeñas cuevas en el hielo e hilillos de agua entre algunas grietas. Las vistas eran espectaculares.



En ese momento, me empezó a fallar la cámara digital que estrené para el viaje. Era un problema de batería y tardaba mucho en encenderse, pero tampoco podía llevarla conectada todo el tiempo porque me hubiese quedado sin carga. Así que tuve que limitar las fotos a cuando me dejaba hacerlas: qué rabia, precisamente en uno de los momentos culminantes
. Preferí no pensar en que pudiera morirse definitivamente cuando quedaba tanto viaje por delante.


Hace poco me he enterado de que este trekking por el glaciar de Briksdal ya no se puede hacer, parece que la masa de hielo ha disminuido muy considerablemente desde que estuvimos allí y se están tomando medidas para protegerla. Una lástima, no sé cómo estará ahora, aunque supongo que en cualquier caso merecerá la pena verla. En otra lengua, creo que en Niggards, parece que sí se puede hacer el trekking. Lo recomiendo.
Volviendo al viaje, nos dieron un par de horas libres y, para comer, tomamos ciervo en el restaurante del parque. Aunque era caro, nos decidimos porque la guía nos aseguró que estaba muy bien. Bueno, ya ahorraríamos otro día. Ciertamente, estaba bueno.
Por la tarde, estaba previsto volver al hotel y pasear por los alrededores, pero la guía nos propuso visitar otra zona del glaciar de Jostedalsbreen. Como sólo supuso unos pocos kilómetros más de autobús, únicamente nos cobró la tarifa del barco y la entrada al parque, en Kjenudalsbreen, la zona menos turística y, por tanto, menos conocida de las lenguas visitables del glaciar. Ella vivía cerca y lo conocía muy bien. Una vez allí, comprobamos que nos dijo la verdad: había poquísima gente, ningún grupo, y apenas se menciona este sitio en foros y blogs. Lo recomiendo, es muy especial.Llegamos por barco, cruzando el lago Lovatnet. Las vistas, realmente idílicas, y si alguien no se lo cree, valga la primera muestra:
Por la tarde, estaba previsto volver al hotel y pasear por los alrededores, pero la guía nos propuso visitar otra zona del glaciar de Jostedalsbreen. Como sólo supuso unos pocos kilómetros más de autobús, únicamente nos cobró la tarifa del barco y la entrada al parque, en Kjenudalsbreen, la zona menos turística y, por tanto, menos conocida de las lenguas visitables del glaciar. Ella vivía cerca y lo conocía muy bien. Una vez allí, comprobamos que nos dijo la verdad: había poquísima gente, ningún grupo, y apenas se menciona este sitio en foros y blogs. Lo recomiendo, es muy especial.Llegamos por barco, cruzando el lago Lovatnet. Las vistas, realmente idílicas, y si alguien no se lo cree, valga la primera muestra:

Las aguas de un verde intenso reflejan mágicamente los abruptos acantilados que lo circundan por cuyas laderas resbalan enormes cascadas; al fondo se divisa la lengua del Jostedal.


Hay preciosas casitas que solo se habitan en verano, mientras el agua cae en enormes cascadas casi a su lado:


Sin embargo, este lago tiene una historia un tanto macabra. Aquí se han producido repetidas tragedias por deslizamientos de tierras de tal magnitud que arrancaron rocas enormes, las cuales al caer al agua formaron olas gigantescas que engulleron todo lo encontraron a su alrededor. Dos veces ocurrió esto en el Siglo XX, matando a mucha gente. Apenas se puede creer viendo este apacible y bucólico lugar que parece sacado de un sueño:

Al glaciar se accede en un viejo autobús (un antiguo Scania) del parque que te deja junto al sendero que lleva por el valle de Stordela hasta Loeaklsbreen. Allí convergen dos lenguas glaciares, cuya imagen es completamente distinta a la de Briksdal, mucho más..., cómo diría, descuidada y salvaje, pero al tiempo muy natural.

El hielo es de un azul más intenso y está cubierto de tierra, como sucio, pero se ofrece bellísimo, y el agua corre tumultuosa con un bramido enorme que te deja sordo y maravillado. No puedo describirlo, prefiero poner unas fotos que, sin embargo, no le hacen justicia:


Hay que marcharse, ¡qué pena! Fue uno de esos días que no te gusta que acaben. Menos mal que volvimos en el barco, disfrutando por segunda vez de los paisajes del lago.
