A las 6:30 de la mañana aterrizábamos en el aeropuerto de Sydney entre una niebla muy espesa y muy baja, aunque la temperatura era buena, unos 12 ºC. Después del calor que hemos pasado en Dubai esto es una maravilla…
En el avión durante el vuelo nos dieron la tarjeta que hay que rellenar para declarar si llevas algunos alimentos o cosas prohibidas. La verdad, yo estaba un poco preocupada, no tenía ninguna referencia de qué tenía que declarar y qué no. Al final marqué la cruz que afirmaba que llevábamos algún tipo de alimento, ya que si no la marcan y te pillan te pueden multar!
Llevábamos unos cacahuetes y unas barritas energéticas. Mientras esperábamos las maletas de Tere y la mía, se acercó una señora de la aduana y nos preguntó si llevábamos algo de comida y le dije que sí, que unos cacahuetes y nos indicó que pasásemos por un mostrados para ver las maletas, pero como no terminaban de salir, la mujer se fue y nosotros nos quedamos allí esperando. A los 10 o 15 minutos se acercó otro señor de aduanas y nos pidió ver nuestra “landing card”, vamos la tarjeta dichosa donde declaras todo, se la dí y le dije que ya sabíamos que teníamos que ir por el mostrador que la mujer nos había dicho. El hombre super majo, empezó a preguntarme qué era lo que llevaba y yo les expliqué que eran cacahuetes y barritas energéticas. El hombre me preguntaba que si no llevaba nada más, yo le decía que no, que seguro que no. Con una sonrisa nos puso un sello en las tarjetas y nos mandó pasar una cola que había hacia diferentes controles unos con escáneres de seguridad y otro simples pasillos. La mujer que estaba organizando, aleatoriamente decía quien iba a cada cola y por suerte nos toco la que no tenía escáner.
Al llegar al hotel nos dimos cuenta de que además llevábamos patatas pringels, chocolatinas, caramelos, ciruelas pasas…menos mal que no nos pararon, aunque si he entendido bien los productos procesados y envasados comercialmente, se pueden pasar pero hay que declararlos. Es decir, frutos secos de los que se compran envasados, chocolate envasado tipo Mars, Twix… eso si se puede llevar pero hay que comunicarlo en la tarjeta.
Tomamos un taxi al hotel y nos tocó un taxista bastante hablador, muy majete, enseguida se entendió con Alberto . En unos 20 min estábamos en el hotel y fueron 50 AUD, eran 38, 40AUD pero se sacó de la manga un peaje de 12 AUD, que yo creo que se inventó (no me acordé de preguntárselo al recepcionista del hotel).
Eran las 8 y poco y la habitación no estaba listas, así que nos bajamos a un baño que nos prestaron para asearnos y cambiarnos de ropa y poder aprovechar la mañana en Sydney.
Salimos del hotel caminando y nos dirigimos a los Botanical Gardens, que apenas están a 5 min andando.


De camino vimos el exterior del Sydney Hospital con el famoso Porcellino en la entrada como el que hay en Florencia, de la State Library y el Parlamento, en este último entramos y la gente muy amable, nos enseñó las cámaras donde se reúnen los parlamentarior hoy, pero que son las mismas que hace 200 años. El Botanic Gardens es impresionante, tan temprano, las plantas de un color muy intenso y con las gotas del rocío, o de la niebla mejor dicho, brillando sobre ellas.

Caminamos por los jardines, vimos una gran cantidad de arboles con los zorros voladores colgando, y armando jaleo, que como para nosotros son la novedad, nos llamaron bastante la atención. También vimos un montón de cacatúas, muy ruidosas, pero muy llamativas. Nos acercamos caminando hacia el mirador de Mrs. Mcguire’s Chair, desde donde la vista es impresionante, aunque a los 5 min llegaron los chinos y casi nos echaron.



Después de hacernos mil fotos seguimos andando por Palm Cove hacia la Opera. Dimos una vuelta por el exterior y cuando vimos a un chico de seguridad, le preguntamos por Juan, un chico que había salido en Españoles por el Mundo y que trabaja en la Opera, y nos dijo que no trabajaba hoy, pero que le daba recuerdos. Entramos a sacar las entradas para el tour y a los 2 minutos aparece el de seguridad diciendo que ha hablado con Juan, que le ha llamado y que quiere que yo hable con él. Le vuelve a llamar y me lo pasa, hablo con el tal Juan y nada, muy majo, me dice que si pasamos cualquier otro día por allí estará.

A las 11:30 empezaba la visita, nos costó 35 AUD la visita. Solo las hay en inglés, francés , chino y otras lenguas orientales, ya que por cercanía viajan muchos.
La guía es muy maja y lo explica todo muy bien, además se la entiende de maravilla, cosa que yo temía por el acento tan fuerte y la manera de acortar las palabras. Vimos la sala Sinfónica, otra sala pequeña de teatro, los vestíbulos… la visita se alterna con videos e imágenes. Está bastante bien, quizá un poco caro para lo poco que se ve. Pero no todos los días se entra en el Sydney Opera House, no?


Cuando terminamos, y como estábamos muertos de hambre, nos dirigimos a Circular Quay a buscar un sitio donde comer y encontramos un McDonald que nos vino de maravilla. Para que os hagáis una ideas de lo precios: 26 AUD 2 menus y unos nuggest ,una ensalada y refresco.
Una vez cargadas las pilas, bueno mejor dicho el estómago, porque mis dos acompañantes están más muertos que vivos, fuimos a dar un paseo por The Rocks, que es una zona muy bonita, de repente parece que estás paseando por Londres. Es una maravilla!

Como estábamos tan cerca decidimos acercarnos hasta el Puente y subir a uno de los pilares, que está preparado como mirador. La verdad que la diferencia de vistas entre la altura del puente, digamos como cuando cruzas andando, y la que hay desde lo alto del pilar, no es mucha pero bueno, así también vimos la otra parte, que desde el lado por donde está la acera para peatones no se ve muy bien.



Cuando nos cansamos de hacer fotos, decidimos ir al hotel, ya que aunque eran las 3 de la tarde, estábamos muy cansados, no habíamos dormido en el avión y ya son muchas horas despiertos.
El hotel está muy bien situado, es el Medina Classic Martin Place, la calle donde está es muy estrecha, como un callejón, pero a 50 metros ya tienes la calle principal. La habitación, bueno el apartamento está bastante bien, es grandecito, con un dormitorio y salón con sofá cama. Esta limpio y bastante nuevo. Por poner alguna pega, el colchó del sofá cama está un poco hecho polvo…lo demás está muy bien. Se puede recomendar.
La habitación ya estaba lista, y nuestro equipaje arriba, así que subimos a darnos una ducha y a descansar un poco pero me parece que de aquí ya no nos mueve nadie! Y efectivamente, Alberto a las 16:00 h estaba durmiendo como un lirón y yo un poco más tarde
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