Nos levantamos y nos fuimos directas a la estación central de Varsovia cargadas otra vez con las maletas. Nuestro tren salía hacia Cracovia a las 10:18 pero tardó una media hora más en salir porque vino con retraso. Este tren era más nuevo que el otro que habíamos cogido para venir, nos volvieron a dar el almuerzo y por fin entendí que los vagones no van numerados en el tren si no que hay una pantalla (en la estación de Cracovia no la vi) con el dibujito del tren y sus vagones y así sabes cual es cada uno, aunque es un poco extraño y complicado. Tanto para ir como para volver en poco menos de 3 horas estábamos en Cracovia. Salimos de la estación y nos fuimos otra vez a la misma oficina de apartamentos que la vez anterior.
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[size=18]Esta vez elegimos un apartamento en la misma calle Florianska, prácticamente enfrente de la oficina por 20 pnl menos por noche que el anterior y era alucinante. Salón con dos sofás, mesa, televisión, cocina con todo lo necesario, un aseo, un baño con ducha y con bañera, 2 habitaciones, en fin, impresionante. Al rato de estar en el apartamento vino el chico de la oficina a arreglarnos el router wifi porque también teníamos wifi, aunque no la usamos y nos puso una cortina bien que se había soltado y se fue enseguida, no sin antes darnos la enhorabuena por el partido de España la noche anterior.
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Dejamos las maletas en una habitación y nos fuimos a la Rynek Glowny a comer. Esta vez el sitio elegido fue “The Piano Rouge”. Como en la plaza hacía tanto calor y la mayoría de los restaurantes están en el sótano bajamos al sótano y nos sentamos a comer allí. Estábamos solas con el aire acondicionado a tope porque todo el mundo estaba fuera comiendo en la plaza. Nos pedimos una sopa minestrone, unos parpadelle con salsa picante (que estaban buenísimos pero picaban a rabiar), una ensalada cesar espectacular de buena, tónica y agua y nos costó 78zl, bien de precio y recomendable por si queréis ir. La comida está buenísima, las raciones son grandísimas (como en toda Polonia) y la camarera que nos atendió era muy amable.
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Después de comer nos fuimos hasta la Universidad de Cracovia que fue donde estudió el Papa Juan Pablo II y Copérnico y de allí nos fuimos a la calle Grodzka que es el comienzo de la ruta real y donde están las iglesias de San Andrés y la de San Pedro y San Pablo.
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Paralela a la calle Grodzka en el final se encuentra la calle Kaninoczna y es en el número 21 donde vivía Karol Wojtyla.
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Lo último que nos faltaba por ver era el barrio de Kazimierz, que es el barrio judío de Cracovia que tiene mucho ambiente por sus calles. En el barrio judío nos dio tiempo a ver la Sinagoga Remuh y Cementerio judío en la calle Szeroka. Dentro del cementerio está la tumba del rabino Moshé Isserles que visitan muchos judíos y en la calle Jozefa está el patio del gueto judío que Spielberg en la película de La Lista de Shindler.


Después de este breve recorrido por el barrio Kazimierz nos fuimos andando hacia Ulica Florianska con tranquilidad y callejeando por las calles de Cracovia. Por el camino estuvimos comprando recuerdos para los familiares y amigos y también comida típica para llevar a casa. Antes de subir al apartamento fuimos a la tienda 24 horas que había cerca del apartamento para comprarnos la cena, hacerla en el apartamento y así mientras ir haciendo maletas y viendo la llegada de la selección española a parque príncipe Pio a través del canal internacional, vimos la celebración de la roja en Madrid, que morriña le entra a uno con estas cosas y nos acostamos, que al día siguiente nuestro avión nos devolvía de vuelta a la rutina.