Ha llegado el día de dejar Gdansk y tomar rumbo a Varsovia. Aunque tengo la sensación de haberme dejado algo, me siento bastante satisfecho porque la sensación que tengo es que Gdansk se vive y si me he dejado algo de ver no lo voy a echar de menos, su ambiente, sin duda, es lo mejor de todo. Además, el hecho de saber que esa noche voy a ir de concierto hace que la excitación por llegar rápido a la capital esté por las nubes.
Tomo el tren de segunda clase, son compartimentos de 6 personas y me preparo para 6 horas de tren. Hace muchas paradas en infinidad de pueblos, a veces las paradas son excesivamente largas. Veo por el cristal que están reformando muchos tramos de vías, así como acicalando su entorno, supongo que será por la próxima Eurocopa que se va a realizar conjuntamente con Ucrania… ¿una excusa para volver al país? Posiblemente si, sin duda.
Llego pues a la gigantesca Varsovia y me recibe uno de los puntos fuertes de mi viaje, el palacio de la cultura de la ciudad. Un autentico símbolo del comunismo, grande, recargado del que no te cansas al mirarlo, el que ahora quieren tirar abajo pugna con los carteles del Hard Rock cafe y los centros comerciales futuristas.

Es un espectáculo increíble ver semejante edificio plantado en medio de una plaza gigante, con ramificaciones de avenidas también enormes, Emilii Platter, Al, jerozolimskie, Marszalkowska…gigantescos paseos muy diferentes a la pequeña y recogida Gdansk.
Con decisión empiezo a andar hasta la nowe miasto que es donde tengo mi hotel y voy disfrutando de las maravillosas vistas que la ciudad me depara y haciendo un plan mental de las cosas que me apetecen ver, aunque el día de hoy lo tengo ya mas que completo, he quedado con mi amiga sabina y tengo que ir al club Stodola, en pole mokotowskie para ver a The Cult en un festival llamado Open Mind. El hotel es el Ibis Stare Miasto ( Ul, General We. Andersa ) , con una relación calidad precio extraordinaria. Pensaba que ib a llevarme una decepción pero todo lo contrario, muy recomendable a 40 euros la noche en habitación doble.


Monumentos a los caidos en el este y el Umschlaplatz
Quedo pues con Sabina, una guapa polaca que me enseña la ciudad vieja, me lleva al mejor lugar para comer Pirioggi de toda Varsovia, según ella, y recorremos tras la comida, krakowskie przedmiescie y nowy Swiat, dos de las arterias principales de Varsovia, que se unen para crear un boulevard lleno de vida, de tiendas, de cafeterías antiguas y de bonitos edificios con monumentos o la visión del palacio real, invadido en sus puertas aquellos días por personas que reclamaban los derechos para las personas muertas en el accidente que dejó huérfana a la política polaca y que no habían recibido aun compensaciones ni reconocimientos. Unos días después, vi en la televisión polaca como la policia, en algunos casos con violencia, los echaban de la puerta del palacio presidencial en el que estaban protestando.


Antes de eso, callejeamos por la ciudad vieja, la barbacana de Varsovia, el castillo real y sus coloridas casas, algunas de ellas con un aire antiguo y falta de restauración que a mi personalmente me parece encantador.
Había comprado mi billete de 3 días que sirve tanto para tranvías, autobuses o metro. El metro de Varsovia solo tiene una línea, pero para los trayectos que tenía pensados en mi plan era perfecto, ya que te olvidas de trasbordos y perderte entre colores y líneas. El bono de 3 días puedes comprarlo en cualquier kiosko y no costaba mucho, no recuerdo el precio exacto, pero para lo que ofrece y sus posibilidades, era un chollo.
Visitamos los jardines Saski, el monumento al soldado desconocido y alucino con la mega construcción de la opera nacional de Varsovia, un edificio también muy cargado que te hace recordar la historia mas cercana de la ciudad y sus conexiones con la Unión Soviética.
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Tomamos después el metro a la sala, a recoger los tickets comprados por Internet y compruebo que en Polonia la seguridad está por encima de todo. Unas buenas decenas de seguratas custodian el recinto, una sala cerrada, enorme con varios locales unidos y que ya desde muy pronto presenta un gran ambiente. Yo me vuelvo al hotel, porque realmente solo me interesan los cabezas de cartel y ahí, como en casi todo el país pecan de algo que me ha tenido estupefacto, el aire acondicionado brilla por su ausencia, y ya sabéis lo que es un concierto de rock de tantas horas, o quizás no, yo si, sin aire y con miles de tipos con pelos largos por ahí, el olor a chotuno siempre es la nota importante del acontecimiento. Así que con una cama blandita, una buena ducha para mi solo y el canal internacional español en la televisión, opto por volver a la habitación hasta el momento de que empiece el grupo que quiero ver. Me despido de Sabina, mi guía durante todo ese día y espero ansioso que sean las 10 de la noche.
The Cult estuvieron algo flojos, quizás al final del concierto dieron mas de sí, pero bueno, ya los había visto y aunque disfruto con el show, la curiosidad me mata y doy unas vueltas por el recinto tomando nota de el ambiente polaco en un concierto de estas características. Evidentemente acompañado por unas cervezas de medio litro, que aun siendo una sala, su precio no excede de 3 euros, que vayan tomando nota en nuestro país, donde beber en los conciertos es mas caro que llenar el tanque de gasolina a un Hummer.
Termina pues el concierto y para que nos vamos a engañar, camino algo borracho buscando el metro de vuelta, muy eficaz, rápido y limpio.
Me despierto sin resaca. Es algo que he comprobado a mi vuelta, la cerveza en Polonia no te llena tanto y no te deja tan resacoso, amigos, aquí nos están tomando el pelo. La primera cerveza que me he tomado en España en un sitio un poco especial me sentó como un navajazo en el corazón, ni tan rica, ni tan barata, ya echo de menos Polonia.
Así que, dándole gracias a dios de no tener resaca lo primero que hago es ponerme las pilas para llegar pronto al monumento del levantamiento de Varsovia, en la nowe miasto camino del viejo.
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El día hoy fue largo, muy largo, con una interesante caminata por el antiguo ghetto judío del que ya no queda mas que una sinagoga y algunos restos de el muro. Además, visité la cárcel de pawiak y algunos que otros monumentos, pero comencemos por el principio, como dios manda.
De nuevo visito la ciudad vieja, el monumento del levantamiento me parece extraordinario, si, con ese toque comunisti de las esculturas mas realistas. El castillo real, las callecitas coloreadas, fotografío una y otra vez esas bellas esquinas y es que Polonia es un paraíso para los fotógrafos, no hay duda de ello.
Visito la iglesia de la santa cruz y confirmo lo que día tras día me tenía en ascuas, si son realmente tan beatos los polacos como dicen. Lo son, lo confirmo, jamás había visto unas colas tan grandes para confesarse. O son muy religiosos o cometen muchos pecados a lo largo del día, porque buscando el corazón de Chopin, escondido en una de las columnas de la iglesia, me topo con una fila esperando que el cura de turno o de guardia les de la bendición y el perdón.
Bajo por Al, Jerozolimskie, arteria principal de la ciudad, gozando con la visión del centro y de nuevo alucinando con el palacio de la cultura, es algo soberbio. Músicos, puestos callejeros, puestos en los que venden de todo. A mi me da por comer un trozo de pizza y mientras lo voy acabando me topo con el músico mas maravilloso que mis ojos han visto nunca, un tipo tocando con dos palos una silla en medio de la calle. Si pensáis que el tío lo hacía bien, que era un virtuoso, estáis muy equivocados, de allí no salían mas que los ruidos que pueden hacer dos palos pegados contra una silla, pero el tío lo hacía con ganas y cariño y ahí seguía, bajo un sol de justicia dale que te pego al “instrumento”.
Caminando llego hasta la sinagoga nozyk, en la calle Twarda, comienzo del ghetto judío. Me doy cuenta que lo único que queda son los edificios baratos de la época socialista. Me encuentro parte del muro, dos trozos pequeños adornados con flores y velas, algo muy común ya en mis visitas a lugares de interés.
Deseoso de encontrar la cárcel de pawiak acelero el ritmo porque además de que tengo hambre, hace mucho calor. La cárcel está en la calle Dzielna, pero tened cuidado, esa calle es larguísima y os podéis confundir. Está al comienzo de la calle, en la parte mas cercana a la avenida del general Andersa.

La visión de su pequeño museo es estremecedor. Miles de documentos con el membrete nazi, fotos de caídos en la prisión, brazaletes judíos, trajes de rayas y objetos personales de los presos. No se puede hacer fotos, pero uno con gran maestría hace unas cuantas, esto no puede quedar así. Me meto donde las celdas, con mas documentos, un traje de un guardia de la época, un traje de un SS funcionario de prisiones y las propias celdas en si, que te dan a entender lo que pasaron los pobres ahí dentro en su día. Fuera del recinto tenemos un árbol, la réplica de un árbol, con la réplica de las chapas que los familiares colocaban ahí a modo de homenaje. Una alambrada que quedó en pie, ya que la prisión casi en su totalidad fue tirada abajo y unas placas conmemorativas a los fallecidos en aquel agujero de injusticia.

Siguiente paso la umschlagplatz. Otro monumento a los judíos llevados a los campos de concentración. Este es el lugar exacto donde embarcaban a las personas que luego acababan en Treblinka. Un monumento que de pararte a pensar te hace incluso daño mirar. Unos cuantos nombres de personas que fueron llevadas a las cámaras de gas, unas cuantas velas y flores a sus pies y la visión del edificio donde estaban las oficinas.
Después de tanto andar, lo único que necesito es por este orden, una ducha, una piwo y unos pieroggi. La ducha la consigo, la piwo la consigo y los pieroggi, Ay! Los pieroggi los devoro!. Vuelvo a Zapiecek, el restaurante de ayer, pido un plato de mixtos y por algo mas de 10 euros me como un plato con 11 enormes pieroggi, medio litro de cerveza y un café riquísimos, en la calle Dluga, al lado de la barbacana. Un placer para el paladar. La zona, el sitio, la comida y las camareras hacen que me sienta increíblemente bien.
Salgo de allí lleno, satisfecho y feliz y justo enfrente tengo la barbacana, con pintores, vendedores y una chica cantando como los ángeles, tirada en el suelo, canciones en polaco. Me siento, me fumo un cigarro, escucho 5 o 6 canciones y decido ir a la ciudadela, bordeando el Wisla.
Pronto me doy cuenta que la misión es casi imposible. La lejanía, el que va cayendo la noche y la imposibilidad de cruzar por un lugar que el plano me indicaba peatonal me hacen desistir y vuelvo al hotel, no sin antes sorprenderme con un montón de policías. Y es que duermo al lado de un campo de fútbol. Mas y mas policías, gritos y gritos en las gradas. Le pregunto a un policía que si es el campo del Legia de Varsovia, y me responde negativamente, es el campo del Polonia de Varsovia. Por un momento la curiosidad me hace pensar en comprar un ticket, pero el sentido común aquí si ha trabajado al 100% y lo dejo pasar. En la habitación del hotel pongo la televisión y veo que ha comenzado el partido. Polonia de Varsovia contra el legia de Varsovia, toma ya!. Durante un instante creo ver a José María Baquero como entrenador de uno de los dos equipos. Bajo al bar del hotel, pido la correspondiente piwo y pregunto al camarero si es partido oficial de liga, como respuesta recibo un “superderbi!” y me confirma que Baquero es el entrenador del Polonia.
Hoy hay muchos españoles en el hotel, prefiero guardarme los comentarios que tengo escritos en los papeles.
Sigo viendo el partido y charlando con los dos camareros. Hablamos de fútbol, obviamente y de lo grandes que son ahí las cervezas. Por cierto, el Polonia ganó 3-0.
Me voy a la cama bastante tocadito por las piwo a esperar un nuevo día, mañana toca Cracovia, aunque antes de coger el tren me paso por el museo del ejercito polaco a ver la chatarra que tienen fuera de él, ya que no me da tiempo a entrar dentro del recinto.

El resumen es que Varsovia no es fea, es lo que pasa con los hombres polacos, no son feos, pero ante tanta belleza femenina, los pobres se quedan en ná. Pues con Varsovia lo mismo, Gdansk es tan bella y Cracovia es tan especial y encantadora, que la pobre Varsovia se queda en una gran urbe con muchos sitios que descubrir si tienes ganas de hacerlo.
Txemarizgz[i]