El primer día comenzamos tarde, ya que estábamos muy cansados del día anterior. El hotel está a unos diez o quince minutos andando de la Ópera, así que nos dirigimos hacia ella. No entramos (como íbamos a comprar la Paris Museum Pass, dejaríamos lo que no entra en ella para otro viaje), pero por si os interesa creo recordar que la entrada normal eran unos 9€.
De allí bajamos hacia la plaza Vendome con todas sus tiendas y el hotel Ritz. Llegamos hasta las Tullerías y en vez de girar hacia el Louvre lo hicimos hacia la plaza de la Concordia (una preciosidad de plaza).
Subimos hacia la Iglesia de la Madeleine y entramos en ella, volvimos otra vez a la Concordia y para comprar la Paris Museum Pass (4 días 48 €) entramos en el Museo de la Orangerie. Merece la pena entrar ya que se ve en un momento y las salas de los nenúfares de Monet son algo que no he visto en ningún otro museo.
Plaza de la Concordia desde la Madeleine
Cuando nos dirigíamos al museo, vemos que un hombre se agacha y se levanta con un anillo "de oro" amarillo en la mano y nos lo ofrece (como si se lo acabase de encontrar). Nosotros le hicimos gestos para que se lo quedase y nos fuimos al museo. Yo, tonta de mi, le iba diciendo a mi marido que si se lo había encontrado él que se lo quedase. Y resulta que una hora más tarde cuando nos dirigíamos a los Inválidos vimos a otra mujer (parecía rumana como el hombre de antes) le estaba haciendo lo mismo a otras turistas. Las turistas se quedan con el anillo y la mujer se pone a pedirles dinero. Ya no saben que inventar para engañar a la gente. Y luego otra mujer nos lo hizo otra vez. Así que cuidado, ni el anillo es de oro y puede que intenten robaros en algún momento dado.
También tuvimos otro encuentro con un grupo igual subiendo a pie las escalinatas del Sacre Coeur. Mi marido iba delante subiendo (había muchísima gente) y de repente se da la vuelta y me pide que le sostenga la guía de viaje. Cuando subo un poco más me lo veo firmando en un papel y una rumana que al parecer hacía como si fuese sordomuda pasándole la mano por la cabeza como dándole besitos (una cosa muy rara). Se me acerca una y le digo que yo no firmo, al momento se me acerca otro muchacho. Yo ya toda mosqueada me pongo dos escalones más arriba de mi marido, me coloco el bolso delante y me pongo a controlar que no robasen a mi marido. La verdad que cogí un buen cabreo. Por supuesto cuando terminó de firmar le pidieron dinero y mi marido se fue sin darles nada (después me dijo que no sabía lo de estos grupos. Yo me quedé de piedra, ya que esto pasa también mucho en España). Así que os lo dejo aquí por si alguien no conoce esta forma de comprometer a la gente para que de limosna y quien sabe si para entretenerte mientras te roban.
Bueno, sigo con mi visita.
Después de visitar el museo de la Orangerie recorrimos un tramo de los campos Elíseos hasta el Petit y el Grand Palais (no entramos). Cruzamos el puente de Alejandro III y cuando lo íbamos cruzando me dice mi marido que esas nubes eran de lluvia, pues, nada más cruzar hacia los Inválidos calló una tromba de agua impresionante. No teníamos donde refugiarnos y no nos dio tiempo de ponernos los impermeables (sólo de abrir un paraguas). Os lo cuento porque durante los dos primeros días la lluvia fue siempre de esa manera, así que cuando parezca que va a llover refugiaros pronto (por lo menos en septiembre).
Entramos en los Inválidos y buscando la tumba de Napoleón encontramos la entrada al museo del Ejército. Y ya que estábamos, pues “pa dentro”. Y la verdad es que nos sorprendió la colección de armaduras, es impresionante. Sólo visitamos dos de las zonas que tiene el museo; la zona de la armería y la exposición sobre la I y la II Guerra Mundial.
Visitamos la tumba de Napoleón (en la iglesia del Dôme, justo en la parte trasera de los Inválidos). Es curioso ver la gran tumba y la separación de las dos iglesias por una cristalera, ah y no hay colas (también entra en la Paris Museum Pass).
Tocaba comer y para nuestro fastidio empezó a caer otra tromba de agua. Así que decidimos comer en la cafetería del museo (una lasaña y un refresco 10,50€).
Teníamos cita para subir hasta la cumbre de la Torre Eiffel a la 4 de la tarde, y ya nos quedaba menos de una hora. Había dejado de llover y fuimos paseando.
Al final llegamos con tiempo de sobra para entretenernos en hacer las primeras fotos de la torre Eiffel de cerca.
Es muy fácil encontrar la entrada para grupos (también para reservas) y unos minutos antes de las cuatro ya estábamos en el ascensor que nos llevó hasta el segundo piso y de allí inmediatamente nos condujeron a otro hasta la cumbre. Temía que no nos dejasen subir hasta arriba del todo ya que había bastante viento, pero no hubo problema.
Merece la pena subir, no sé si de noche será más bonito pero a mí me encantó.
Bajamos con el ascensor hasta el segundo piso y desde allí decidimos bajar por las escaleras (bastante bien, al ser bajada no cansa).
Nuestro siguiente destino era el Trocadero,
para hacer otras cuantas de fotos a la torre Eiffel, pero el tiempo empezó a empeorar y no disfrutamos a penas de las bonitas vistas.
Al subir compramos nuestro primer crep con nutella (el peor de todos los que probamos en el viaje).
Al ser miércoles y ya casi las seis de la tarde decidimos ir al Louvre para hacer la visita nocturna.
Entramos a través de la Pirámide (no hay que perdérsela tanto de día como sobre todo de noche). Había una cola enorme, pero nosotros al llevar la Paris Museum Pass entramos directamente.
Sabía que el Louvre era enorme, pero no me imaginaba que tanto. Estuvimos un par de horas y no vimos casi nada. Así que decidimos volver otro día y nos fuimos para el hotel andando, para pasarnos por el camino a comer en algún sitio.
Al final, al ser tarde, terminamos cenando en un Quick (la hamburguesas de pollo están bastante buenas). Y a la cama que al día siguiente nos tocaba Versalles.
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De allí bajamos hacia la plaza Vendome con todas sus tiendas y el hotel Ritz. Llegamos hasta las Tullerías y en vez de girar hacia el Louvre lo hicimos hacia la plaza de la Concordia (una preciosidad de plaza).
Subimos hacia la Iglesia de la Madeleine y entramos en ella, volvimos otra vez a la Concordia y para comprar la Paris Museum Pass (4 días 48 €) entramos en el Museo de la Orangerie. Merece la pena entrar ya que se ve en un momento y las salas de los nenúfares de Monet son algo que no he visto en ningún otro museo.
Plaza de la Concordia desde la Madeleine
Cuando nos dirigíamos al museo, vemos que un hombre se agacha y se levanta con un anillo "de oro" amarillo en la mano y nos lo ofrece (como si se lo acabase de encontrar). Nosotros le hicimos gestos para que se lo quedase y nos fuimos al museo. Yo, tonta de mi, le iba diciendo a mi marido que si se lo había encontrado él que se lo quedase. Y resulta que una hora más tarde cuando nos dirigíamos a los Inválidos vimos a otra mujer (parecía rumana como el hombre de antes) le estaba haciendo lo mismo a otras turistas. Las turistas se quedan con el anillo y la mujer se pone a pedirles dinero. Ya no saben que inventar para engañar a la gente. Y luego otra mujer nos lo hizo otra vez. Así que cuidado, ni el anillo es de oro y puede que intenten robaros en algún momento dado.
También tuvimos otro encuentro con un grupo igual subiendo a pie las escalinatas del Sacre Coeur. Mi marido iba delante subiendo (había muchísima gente) y de repente se da la vuelta y me pide que le sostenga la guía de viaje. Cuando subo un poco más me lo veo firmando en un papel y una rumana que al parecer hacía como si fuese sordomuda pasándole la mano por la cabeza como dándole besitos (una cosa muy rara). Se me acerca una y le digo que yo no firmo, al momento se me acerca otro muchacho. Yo ya toda mosqueada me pongo dos escalones más arriba de mi marido, me coloco el bolso delante y me pongo a controlar que no robasen a mi marido. La verdad que cogí un buen cabreo. Por supuesto cuando terminó de firmar le pidieron dinero y mi marido se fue sin darles nada (después me dijo que no sabía lo de estos grupos. Yo me quedé de piedra, ya que esto pasa también mucho en España). Así que os lo dejo aquí por si alguien no conoce esta forma de comprometer a la gente para que de limosna y quien sabe si para entretenerte mientras te roban.
Bueno, sigo con mi visita.
Después de visitar el museo de la Orangerie recorrimos un tramo de los campos Elíseos hasta el Petit y el Grand Palais (no entramos). Cruzamos el puente de Alejandro III y cuando lo íbamos cruzando me dice mi marido que esas nubes eran de lluvia, pues, nada más cruzar hacia los Inválidos calló una tromba de agua impresionante. No teníamos donde refugiarnos y no nos dio tiempo de ponernos los impermeables (sólo de abrir un paraguas). Os lo cuento porque durante los dos primeros días la lluvia fue siempre de esa manera, así que cuando parezca que va a llover refugiaros pronto (por lo menos en septiembre).
Entramos en los Inválidos y buscando la tumba de Napoleón encontramos la entrada al museo del Ejército. Y ya que estábamos, pues “pa dentro”. Y la verdad es que nos sorprendió la colección de armaduras, es impresionante. Sólo visitamos dos de las zonas que tiene el museo; la zona de la armería y la exposición sobre la I y la II Guerra Mundial.
Visitamos la tumba de Napoleón (en la iglesia del Dôme, justo en la parte trasera de los Inválidos). Es curioso ver la gran tumba y la separación de las dos iglesias por una cristalera, ah y no hay colas (también entra en la Paris Museum Pass).
Tocaba comer y para nuestro fastidio empezó a caer otra tromba de agua. Así que decidimos comer en la cafetería del museo (una lasaña y un refresco 10,50€).
Teníamos cita para subir hasta la cumbre de la Torre Eiffel a la 4 de la tarde, y ya nos quedaba menos de una hora. Había dejado de llover y fuimos paseando.
Al final llegamos con tiempo de sobra para entretenernos en hacer las primeras fotos de la torre Eiffel de cerca.
Es muy fácil encontrar la entrada para grupos (también para reservas) y unos minutos antes de las cuatro ya estábamos en el ascensor que nos llevó hasta el segundo piso y de allí inmediatamente nos condujeron a otro hasta la cumbre. Temía que no nos dejasen subir hasta arriba del todo ya que había bastante viento, pero no hubo problema.
Merece la pena subir, no sé si de noche será más bonito pero a mí me encantó.
Bajamos con el ascensor hasta el segundo piso y desde allí decidimos bajar por las escaleras (bastante bien, al ser bajada no cansa).
Nuestro siguiente destino era el Trocadero,
para hacer otras cuantas de fotos a la torre Eiffel, pero el tiempo empezó a empeorar y no disfrutamos a penas de las bonitas vistas.
Al subir compramos nuestro primer crep con nutella (el peor de todos los que probamos en el viaje).
Al ser miércoles y ya casi las seis de la tarde decidimos ir al Louvre para hacer la visita nocturna.
Entramos a través de la Pirámide (no hay que perdérsela tanto de día como sobre todo de noche). Había una cola enorme, pero nosotros al llevar la Paris Museum Pass entramos directamente.
Sabía que el Louvre era enorme, pero no me imaginaba que tanto. Estuvimos un par de horas y no vimos casi nada. Así que decidimos volver otro día y nos fuimos para el hotel andando, para pasarnos por el camino a comer en algún sitio.
Al final, al ser tarde, terminamos cenando en un Quick (la hamburguesas de pollo están bastante buenas). Y a la cama que al día siguiente nos tocaba Versalles.
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