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Octavo día de nuestro viaje, y el primero en que no teníamos desayuno en el hotel. Salimos pronto para encontrar un lugar donde desayunar y acabamos en un Paris Baguette, se trata de una cadena de panaderías-pastelerías ambientadas en Francia, obviamente, y que encontrareís en todos los lugares de Corea del Sur. En ella hay tanto productos dulces como salados y es uno de los lugares donde os podéis tomar un buen café a precio más económico, que no barato, puesto que por allí no hay cafeterías como las de aquí sino que todo son cafés tipo Starbucks. Yo creo que han tomado los precios del Starbucks como referencia, ya que un café fácilmente cuesta unos 3.500 wons (unos 3 euros), carísimo para lo que es el nivel de precios del País. En París Baguette, un americano cuesta 2.000 wons y el desayuno para dos personas con zumo bollos y cafés nos salía por unos 8.000.
Desde ahí volvimos al hotel a iniciar el recorrido del día, no obstante, de camino nos econtramos con un mercado por el que aprovechamos para darnos una vuelta, se trataba de un mercado básicamente de alimentación, con los típicos pescados perfectamente limpios, grandes recipientes rellenos de diversos tipos de Kimchi y otros platos típicos y también puestos de fruta (por cierto también bastante cara para los niveles de precios locales). Lo más curioso de estos mercados es que veréis productos que tienen una pinta estupenda y junto a ellos una señora descalza o un gato atado junto al pescado, el tema de la higiene en los mercados coreanos es un tema para estudiar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Hasta aquí fotos del mercado Jungang, el que estaba cerca del motel. Y esta otra es de Seongdong, el mercado de mayor tamaño y que se ubica en las proximidades de la estación de tren.
En Gyeongju hay al menos dos mercados de este tipo el que os cuento y otro que está más al norte, en la zona de la estación de tren, merece la pena darse una vuelta por ellos.
Una vez en el motel cogimos nuestros bártulos y nos pusimos en camino. La primera parada del día era el Templo Bulguksa, situado a unos 15 Kilómetros de la ciudad. Para llegar hasta allí podéis usar el taxi o el bus, nosotros optamos por esta segunda opción. La parada más próxima a nuestro hotel era la de la estación Intercity, no tienen pérdida puesto que los buses paran en la calle de mayor tráfico, junto a la puerta principal de la estación. Nos valían los buses 10 y 11, ambos hacen un recorrido circular pero en distinto sentido y paran uno en la acera de la estación y el otro justamente en frente. Nosostros optamos por el 11, en la acera de enfrente, puesto que nos pareció que el recorrido era más corto. Dentro de estos buses hay dos tipos, uno tipo urbano donde el billete cuesta 1.000 wons y otro con asientos de autobús tradicional, siendo el coste del billete de 1.500 wons. Nosotros a la ida cogimos el de 1.500 wons, no por nada sino porque era el que salía en aquel momento. El funcionamiento es idéntico al de los urbanos de Sokcho, hay un cajetín donde se mete el dinero justo, luego no te dan vuelta.
Aproximadamente media hora después llegábamos a Bulguksa, no tiene mucha pérdida porque las paradas se anuncian con una voz grabada en perfecto coreano, aunque no entendáis nada lo que sí que se entiende es Bulguksa, además en cada parada te anuncian la parada en la que estás y la siguiente con lo cual puedes ir haciéndote a la idea. En cualquier caso, aún cuando no entendáis la parada, es donde se baja casi todo el mundo y donde veréis subir a un montón de turistas que van de vuelta.
Justo al bajar del bus hay un parking con una oficina de turismo, por si necesitáis información. En la parte de arriba del parking hay unos jardines por los que hay que subir hasta llegar al templo, son unos pocos metros. El templo tiene dos entradas así que malo será que no déis con una de ellas. De hecho nosotros entramos por una y salimos por la otra.
Junto a la entrada del templo como siempre, está la ventanilla para comprar las entradas y un indicador con un plano y una breve explicación del monumento. El Templo Bulguksa ha sido declarado Patrimonio de la Unesco y el coste de la entrada es de 4.000 wons. Como véis las entradas en Gyeongju son un poco más caras que en Seúl, creo que es por tratarse de un sitio que vive básicamente del turismo.
Una vez en el templo vimos varias puertas, los típicos edificios que ya habíamos visto en otros palacios y caminamos por el puente que hay junto a un pequeño lago, lamentablemente había una zona de edificios que estaba siendo remodelada así que no se podía visitar. El templo está bien pero tratándose de un Patrimonio de la Unesco yo me esperaba algo más, supongo que la catalogación se debe a cosas que a mi se me escapan.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Desde aquí bajamos de nuevo hasta el aparcamiento donde nos había dejado el bus. Buscábamos la parada del bus 12 que te lleva a la Gruta Seokguram. La parada está frente a la oficina de turismo, en la acera contraria a donde te deja el bus número 11. El problema es que el bus acababa de pasar y no teníamos el siguiente hasta dentro de una hora, así que optamos por coger un taxi para no perder mucho tiempo.
Vimos un taxista por allí sentado y le digimos que nos llevara a "sokguram" que es más o menos como se pronuncia. Nos subimos al taxi, el taxista pone el taxímetro y al poco tiempo lo quita y empieza a hacernos señas, entendimos que lo que quería era negociar un precio, como no hablaba ni una gota de inglés, ni siquiera los números, empezó a levantar los cinco dedos de una mano y un dedo de la otra, nosotros entendimos que nos pedía 6.000 wons y le dijimos que sí asintiendo con la cabeza. Hasta la gruta hay 8,9 Km y es una carretera de montaña, todo en subida y con curvas de 360 grados, y a todo esto el conductor iba controlando sus dos móviles, madre mía qué vicio tiene esta gente con el teléfono.
Llegamos a Seokguram y le damos al conductor un billete de 10.000 para que cobre, entonces empieza a hacernos aspavientos y a enseñarnos un billete de 5.000, ahí entendíamos que con los gestos de sus manos no nos pedía 6.000 sino 15.000 wons. Sinceramente, ese precio me pareció exagerado para lo que habíamos pagado hasta la fecha por recorridos más largos, no obstante el chico empezó a hacernos gestos como que nos esperaba para bajar, entonces supusimos (erróneamente) que ese era el precio ida y vuelta.
Dejamos el taxi y nos encaminamos hacia la gruta, no os he contado que hoy nos habíamos levantado con un tiempo maravilloso, el sol perfectamente despejado y ni una sóla nube, sin embargo, nada más comprar la entrada y pasar por el punto de control de billetes (coste de la entrada 4.000 wons), de golpe empezó a chisporrotear. Entre la entrada y la gruta hay que caminar por un bosque durante casi un kilómetro y cuando llevábamos como 200 metros empezó a llover de verdad y claro con el día que hacía nos pilló sin chubasquero ni paraguas, al principio nos resguardamos bajo los árboles con la esperanza de que parase pero todo lo contrario. Tras unos minutos echamos una carrera hasta el punto de control de billetes donde había una especie de puerta que nos sivió para resguardamos, ni que decir tiene que llegamos hasta allí pingando. La lluvia se convirtió en torrencial y el camino hasta entonces tierra se hizo barro. Tuvimos que esperar allí como media hora con un cabreo monumental con el tiempo.
Todavía mojados, al fin pudimos emprender el camino hasta la gruta. Al llegar hasta allí veréis tres edificios metidos entre el bosque, siendo el que está más arriba el que da acceso a la gruta, una cueva de granito echa artificialmente, esta es la gracia de la atracción.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Se sube por las escaleras de la izquierda hasta el edificio más alto, una especie de pequeña casita, desde su interior se ve la entrada de la gruta y un gran buda pero está todo tras un cristal, entre eso y que el sitio es pequeño y hay un montón de gente rezando lo cierto es que nos resultó bastante decepcionante. Desde allí se baja por las escaleras de la derecha y supuestamente durante la bajada deberíamos encontrar una pagoda, sin embargo había un letrero que decía que se habían llevado la pagoda para su rehabilitación. Así que tras poco más de 5 minutos de visita emprendimos el regreso a la entrada.
Allí nos esperaba nuestro taxista, nos preguntó a dónde nos llebaba y entre señas le explicamos que al sitio donde nos había recogido (Bulguksa). Al llegar a nuestro destino nos bajábamos sin más cuando de nuevo empieza a pedirnos dinero, esta vez un billete de 10.000, ya le vale 25.000 ida y vuelta, este nos vio la cara pero qué se le va a hacer. Moraleja, yo nunca más cojo un taxi que no tenga el taximetro encendido. Esto sólo nos pasó en Gyeongju, nuestra experiencia con otros taxistas fue estupenda por eso os aviso de que tengáis cuidado en los sitios muy turísticos y tratéis de negociar el precio, la verdad es que para regatear hay que valer y no es nuestro caso.
Desde allí volvimos a coger el autobús con dirección a Gyeongju, esta vez uno de los urbanos (1.000 wons). La vuelta la hicimos pasando junto a la zona del lago Bomun pero nosotros optamos por no bajar ya que nos pareció un sitio no demasiado interesante, se trata de un complejo turístico rodeado de grandes hoteles y poco más, creo que es suficiente con lo que vimos desde el bus.
Entre unas cosas y otras era ya la hora de comer, así que paseamos por el centro de Gyeongju hasta que encontramos un McDonalds.
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Por la tarde optamos por seguir viendo las cosas de la ciudad que se nos habían quedado pendientes el día anterior. Nuestro primer destino era el depósito de Seokbinggo. El camino está bien señalizado y antes de llegar allí pasamos por el Bosque Gyerim donde se encuentran los restos de la Fortaleza Banwolseong. Aquí un niñito que empezaba a hablar empezó a gritarnos hello y no paró hasta que le contestamos, de hecho al principio ni nos enteramos de lo que decía y acabó pegando gritos casi enfadado porque no le hacíamos caso, sus padres se partían de la risa, es increible porque casi no caminaba y ya le estaban enseñando ingés.
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Un poco más allá se llega a Seokbinggo un depósito de piedras de hielo, que lógicamente actualmente no se usa como tal, no se puede entrar pero es posible ver su interior a través de unas rejas, por dentro parece más bien una especie de cueva.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Desde allí nos dirigimos de nuevo a la zona de Anapji puesto que estaba en camino a la siguiente atracción que íbamos a visitar. Junto al estanque hay varios campos de flores típicas coreanas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El camino hasta la siguiente atracción es largo (más de un kilómetro) y aunque nosotros lo hizimos caminando nos dio bastante envidia la gente que iba en bici, yo creo que es lo más recomendable. En nuestro camino vimos campos de arroz y plantaciones de los famosos pimientos rojos coreanos.
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Tras aproximadamente un kilómetro y medio de caminata llegamos al Templo Bunhwangsa donde destaca una pequeña pagoda de tres pisos. El coste de la entrada es de 1.300 wons.
De vuelta al centro pasamos junto a las Ruinas del Templo Hwangnyongsa donde aprovechamos para parar. Aquí la entrada es gratuita.
Ya casi anochecía así que dimos por terminada la visita de Gyeongju y terminamos el día callejeando por la zona de tiendas de la ciudad donde además aprovechamos para cenar.
Se nos quedaron algunas zonas de las afueras por ver como la tumba submarina del Rey Mummu (unas rocas en medio del mar donde supuestamente está enterrado el Rey) o dar una vuelta por el parque Namsan. No obstante, creo que lo que vimos es más que suficiente para hacerse una idea. Para mi gusto Gyeongju no merece mucho más que un par de días ya que lo importante se ve rápido y es excesivamente turístico, a mi no van demasiado los sitios masificados. Como ya os dije en la anterior etapa del diario lo mejor de la visita fueron los paseos nocturnos y especialmente Anapji.
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